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REAVIVA EL DON DE DIOS QUE HAY EN TI - OFM

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Fr. José Rodríguez Carballo, ofm<strong>REAVIVA</strong><strong>EL</strong> <strong>DON</strong> <strong>DE</strong> <strong>DIOS</strong><strong>QUE</strong> <strong>HAY</strong> <strong>EN</strong> <strong>TI</strong>Carta del Ministro Generala los Hermanos jóvenesde la Ordencon ocasión del4° Capítulo de las EsterasRoma 20121


Grafica e impaginazione:Joseph Magro per Ufficio Comunicazione - Roma


Queridos hermanos under ten:“¡El Señor os dé la paz!”1. Os escribo esta carta, Reaviva el don deDios que hay en ti (cf. 2Tim 1, 6), en vísperasdel IV Capítulo de las Esteras “under ten”, paracontinuar el diálogo que en estos años de servicioa la Fraternidad universal como Ministrogeneral he tenido con vosotros en las visitas alas distintas Entidades de la Orden y a través devuestros mensajes, a los cuales, en la medida delo posible, he intentando responder.2. Considero una verdadera gracia el haberpodido participar en los tres Capítulos de las Esterasunder ten celebrados hasta el momento: elprimero en Santiago de Compostela (España)(1995), cuando yo era Ministro provincial deaquella Provincia; el segundo en Canindé (Brasil)(2001), siendo Definidor y Secretario generalpara la Formación y los Estudios; el terceroen Tierra Santa (2007), ya como Ministro general.Para mí y para otros muchos, a juzgar por lostestimonios que me han llegado, estos encuentroshan sido una verdadera gracia por lo que enellos hemos compartido, reflexionado y orado, ytambién porque han sido una ocasión importantepara celebrar el don de la fraternidad que se alargamás allá de los confines siempre reducidos dela propia Provincia o Custodia. El clima de estosencuentros ha sido siempre fraterno y gozoso.Todo ello es lo que tanto yo, como seguramentetambién vosotros, nos esperamos de este Capítulounder ten 2012.3. Como ya hice en ocasión del Capítulo delas Esteras under ten celebrado en Tierra Santa,y como preparación a la celebración del próximoen el 2012, os escribo ahora esta carta. Enella, partiendo del tema que hemos querido para3


este Capítulo, hablaré de nuestra identidad a laluz de lo que prometimos en nuestra profesióny teniendo en cuenta los desafíos que nos llegande la sociedad actual, de tal modo que, siemprecon los ojos puestos en Jesús, aspicientes in Gesum(cf. Hb 12, 2), como pide el lema de nuestroCapítulo, “corramos en la carrera que nos toca,renunciando a todo lo que nos estorba y al pecadoque nos asedia” (Hb 12, 1). De este modo miintención es sencillamente ayudaros a reavivarel don de Dios que hay en cada uno de vosotros,el don de la vocación a la que hemos sido llamados(cf. 2Tim 1, 6).Y para ello, desde ahora deseo ya invitarosa no dejar de fijar vuestros ojos en el Señor alque habéis entregado vuestra vida. Sirviéndomede las palabras de la Hermana Clara, os invitoa mirar y observar constantemente al Espejo,Cristo, para transformaros, interiormente y exteriormente,en él, y ser espejo para los demás(cf. 4CtaCl 15-17; 3CtaCl 12-13). Finalmente,os invito a asumir con pasión “la vida según elEvangelio de Jesucristo” (cf. 1R 1, 2), y a asumirlas bienaventuranzas como criterio de vida entodo momento.4. Me gustaría poder comentar con cadauno de vosotros lo que estoy para deciros, perono pudiendo hacerlo por razones más que obvias,os escribo esta carta consciente de mi obligaciónde “servir y administrar las fragantes palabrasde mi Señor” (2CtaF 2). “Besándoos los pies”,como conviene a quien está al servicio de todos(cf. CtaO 12), os pido que acojáis benignamentemis palabras, viendo en ellas el afecto que “concaridad ardiente” siento por todos y cada uno devosotros (cf. 4CtaCl 37), para que, sin apartarvuestra mirada de Aquel “cuyo amor enamora”(cf. 4CtaCl 10), y apegándoos a él con todas lasfibras de vuestro corazón (cf. 4CtaCl 9), hagáiscomo mejor os parezca que agradáis al Señor ycomo mejor podéis seguir sus huellas y pobreza(cf. CtaL 3).4


Lo que en esta carta os digo a vosotros, misqueridos hermanos under ten, me lo digo a mímismo y lo digo a todos los hermanos de la Orden,pues todos necesitamos recordar nuestropropósito y tener nuestros ojos, los ojos del corazón,fijos en nuestro principio (cf. 2CtaCl 11),para que, “con andar apresurado, con paso ligero,sin estrobos en los pies”, sigamos, gozosos ybien dispuestos, “la senda de las bienaventuranzas”(cf. 2CtaCl 12).5


IPUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DA:ALGUNOS RASGOSDOMINANTES <strong>DE</strong> NUESTRASOCIEDAD Y CULTURA<strong>QUE</strong> PUE<strong>DE</strong>N CUES<strong>TI</strong>ONARNUESTRA I<strong>DE</strong>N<strong>TI</strong>DAD“Estad dispuestos siempre para dar explicacióna todo el que os pidauna razón de vuestra esperanza”(1Pe 3, 15)7


5. Al hablar de nuestra sociedad y cultura,no pretendo hacer un estudio completo sobreellas. Este no es el propósito de esta carta,ni yo sería la persona competente para hacerlo.Con mis subrayados, y reconociendo que puedoser un tanto subjetivo al hacerlos, aunque ciertamenteno es mi intención, quiero simplementecompartir con vosotros, mis queridos hermanos,algunos rasgos que pueden incidir en nuestraidentidad de consagrados y de Hermanos Menores,e invitaros a la vigilancia y al discernimiento,pues, mirando a la influencia que ejerce lacultura actual en la Iglesia y en todos los que formamosparte de ella, bien podemos decir que lacorrelación de fuerzas entre la Iglesia y la sociedadha cambiado de signo. Frente a una Iglesiadebilitada está una cultura postmoderna fuerte yatractiva que configura en buena medida la mentey la sensibilidad de los creyentes, condicionasu percepción de los valores y la gestación desus opciones.6. Los Hermanos Menores, al no pertenecera una galaxia diferente, no estamos exentos deesa influencia. Es necesario, por tanto, ponernosen guardia, sin caer en una obsesión de ciudadasediada, para no dejarnos arrastrar por los signosnegativos de nuestra sociedad. No podemoscerrarnos sin más a todo lo que nos viene de lacultura actual, ni podemos ser tan ingenuos quedejemos de ver los peligros. Nuestra sociedad,como ya reconocía Pastores dabo vobis albergadentro de sí valores y contravalores. Incluso,como ese mismo documento nos advierte, dentrode los factores negativos “puede escondersealgún valor que espera ser descubierto y reconducidoa su plena verdad” (Pdv 10). Nuestra actitud,como cristianos y Hermanos Menores hade ser, por tanto, digámoslo una vez más, de vigilanciay discernimiento para saber distinguir loque viene del Señor y lo que le es contrario (cf.VC 73). ¡Qué bien nos lo supo decir Pablo cuandonos invita a examinarlo todo y quedarnos conlo bueno (cf. 1Tes 5, 21)!8


Sociedad líquidao fluidaI - PUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DA7. Nuestra sociedad ha sido definida comouna “sociedad líquida o fluida”. Ello lleva a pensaren la “fluidez” o la “liquidez” como en lasmetáforas más pertinentes para comprender lacultura actual, definida por Bauman como sociedadde la incertidumbre, en la que casi nadapuede decirse permanente o establemente previsible.Lo que ahora es, al instante puede dejar deser; lo que ahora está sucediendo, ahora mismodeja de suceder.Esta sociedad se puede caracterizar por algunasconstantes que paso ahora a señalar brevemente.Precariedad de los compromisos ydebilidad en el sentido de pertenencia8. En una sociedad “liquida y fluida” la personavive sin raíces, en la friabilidad, la inconsistencia,la inseguridad y en la provisionalidadde las relaciones. Es más, para Erickson y otrosgrandes psicoanalistas una de las característicasde las actuales generaciones sería un déficit de“confianza básica” y una inseguridad radical,que no les permite asentarse en un fundamentofirme y les lleva a vivir en el miedo a un futuroincierto. La inseguridad propia y la dificultad deconfiar en los otros y en el Otro van emparejadasa este síndrome de la desconfianza básica.9


Todo ello fomenta la precariedad de los compromisos,de las uniones y apegos, logrando queinstituciones que hasta ayer eran punto de referenciacomo la familia, el barrio, la comunidad,hoy sean, en palabras U. Beck, “categorías zombis…muertas pero todavía vivas”. Al mismotiempo se debilita el sentido de pertenencia; esesentido de pertenencia que personas de la talla deA. Maslow incluye entre las seis necesidades vitalesbásicas de la persona, y, en cuanto tal, componenteimportante de la identidad. Uno no sabequién es mientras no sabe a quién pertenece. Detodos es sabido que la vida parcelada y fragmentadacrea multitud de pertenencias muy débiles ydebilita asimismo las pertenencias fuertes, sobretodo en relación con las instituciones de carácteruniversal. En estos casos la adhesión suele serbastante precaria, y la confianza depositada enellas bastante débil.Todo ello termina también por matar la pasióny por ahogar, apenas formulado, el compromiso,abriendo camino a una sensibilidad totalmentedirigida por la afectividad: lo que a uno legusta, sin tener en cuenta el bien o el mal, de talmodo que un comportamiento tiene valor porqueuno lo hace, no porque tenga valor en sí mismo.Y se termina prefiriendo la pura espontaneidad ala autenticidad. Y aquí surge el choque entre lacultura actual y el compromiso para toda la vida,una de las dimensiones irrenunciables de nuestraforma de vida (cf. 2R 2, 12-13). Y nos preguntamos:¿Cómo proponer un compromiso para todala vida? ¿Cómo reclamar una fidelidad que no essolo una obstinada perseverancia?Y aún a pesar de esas dificultades, a Dios gracias,son muchos los hermanos que siguen fieles aese compromiso. No faltan, ciertamente, quienesabandonan, lo que tanto nos hace sufrir y que tantodebilita a la Orden. No faltan hermanos que vivenuna fidelidad tibia o una fidelidad mecánica;hermanos que cumplen exteriormente pero quehan perdido la motivación y el aliento interior, ypor tanto cuya vida ha dejado de ser significati-10


va. Tampoco faltan hermanos que mantienen unasólida fidelidad fundamental aunque en ellos sehaya podido desdibujar el aliento vivo de seguircreciendo evangélicamente. Aunque no falta nadade eso, sin embargo felizmente en muchos hermanos,diría la mayoría, está viva una admirablefidelidad evangélica que se caracteriza por seragradecida, modesta, concreta y misericordiosa.I - PUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DALa vida franciscana, que profesa el Evangeliocomo norma de vida y que se entrega perpetuamentea seguir a Cristo pobre y crucificado,es un canto de alabanza de esta fidelidad comonoble aspiración y como atenta tarea espiritual.En nuestra cultura del “contrato” la fidelidad noestá de moda, por ello el mundo necesita testigosde lo que dura para siempre. Nuestra sociedadnecesita de corazones abiertos a la gracia yque se mantienen fieles al propósito inicial. Sí,nuestra cultura necesita de franciscanos que semantengan fieles, a pesar de las dificultades quecomporta el camino.Crisis de relación interpersonal9. Como consecuencia de lo dicho anteriormente,hoy asistimos a una fuerte crisis derelación interpersonal. Increíblemente hábiles enla complejidad de la tecnología, somos casi analfabetosen relaciones interpersonales, y en lugarde relaciones auténticas se prefieren y potencianrelaciones meramente virtuales. El nuestro es unmundo de múltiples relaciones: relaciones brevesy sin compromiso. Se acaba rechazando lo que auno no le vale, no le sirve, no le gusta. Llevadosdel individualismo más duro, muchos hombresy mujeres, incluidos no pocos consagrados (locual no deja de ser profundamente paradójico),no se comprometen con nada ni con nadie. Suconcepto di libertad queda esencialmente mutilado:es pura libertad “de”, no libertad “para”.“Tírese después de usarlo” parece la filosofía demuchos de nuestros contemporáneos.11


Todo ello confluye en la indiferencia ante lanecesidad del otro, y en la falta de responsabilidadfrente a los demás. Muchos de nuestros contemporáneosparecen estar en “estado de espera”(by-standers), testigos silenciosos que ven y escuchan,pero que no actúan, olvidando que tambiénhoy el Señor nos sigue pidiendo que seamosguardianes de nuestros hermanos (cf. Gn 4, 9);que entablemos relaciones caracterizadas por elcuidado recíproco, por el respeto mutuo y por laatención al bien del otro, a todo su bien” 1 .Nosotros, no somos inmunes a esta malformacióno crisis de relación interpersonal. Es verdadque son muchos los hermanos que viven para losotros, miran conscientemente a los otros paradescubrir sus necesidades antes de que ellos selas manifiesten, de tal modo que, fijándose en losotros (cf. Hb 10, 24), se dan cuenta de la realidadque están viviendo y cultivan constantementeuna mirada de fraternidad, solidaridad, justicia,misericordia y compasión. Nuestra tradiciónsiempre ha subrayado la fraternidad como valorfundamental de la forma de vida que hemos abrazado,y son muchos, diría una grande mayoría,los que viven con gozo el don de la fraternidady la construyen con un gran espíritu de generosidady desapropiación. Éstos viven vinculadossanamente, sin crear dependencias ni sufrirlas,al resto de los hermanos, y en su vida cotidianamuestran un nivel grande de disponibilidad, tal ycomo pide nuestra consagración, aceptando losservicios más humildes de la fraternidad en espíritude obediencia caritativa y corresponsabilidadcomunitaria. Sin embargo también es verdad queentre nosotros hay hermanos en los que subsistela dificultad de enrolarse en el proyecto de viday misión de la fraternidad. Entre nosotros no faltanquienes son dominados por el deseo de sersiempre los protagonistas y por tanto son incapacesde renunciar a una parte de “mi” proyecto,para construir “nuestro” proyecto, un proyectocomunitario de vida, de relaciones fraternas y de1 Benedicto XVI, Mensaje para la cuaresma 2012, 1.12


misión. Estos hermanos están viviendo una grancrisis de relación interpersonal. Se impone, comoestamos insistiendo, vigilancia y discernimientosi no queremos formar parte de un número bastanteconsistente de consumidores de fraternidad,en lugar de ser constructores de ella.I - PUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DACultura de lo particular10. La crisis de relación interpersonal esfruto y a la vez lleva a una cultura de lo particular,en la que el otro no cuenta y que tiene muchasmanifestaciones, tales como: el culto exasperadoy muchas veces desesperado del propiocuerpo y del bienestar físico, el individualismoextremo, la búsqueda desenfrenada de la autorrealización,la exclusión social, el ahogarnosen el pequeño recinto del propio narcisismo, y,sobre todo, a una infinidad de miedos: el abandono,la inseguridad, la pérdida… La crisis derelación interpersonal también se pone de manifiestoen mendigar constantemente amor, aprecio,elogios, admiración acrítica…Y la cadena sigue con el miedo a la diversidad.En una sociedad como la que estamosdescribiendo, el “otro” molesta, pues cuestionalo particular, pone en entredicho las propias infaliblesseguridades, invita a abrir ventanas, verhacia fuera y escuchar otras voces, y, si esa escuchaes auténtica, obliga a cambiar, a sentirseperegrinos y extranjeros, a vivir sine proprio. Yeso da miedo y por ello, consciente o inconscientemente,se trata de anular las diferencias, evitarlos conflictos, y “eliminar” al otro, construyendoun mundo de solitarios acompañados, incapacesde tejer relaciones significativas y sólidas. A lavez que uno es víctima es también artífice de unvacío de relaciones, de la ausencia de espacioscomunes para estar juntos y compartir un pocode vida. En este contexto es necesario estar vigilantespara no cerrarnos en lo que me es propio y13


para abrirnos a lo universal. Nuestro claustro, encuanto Hermanos Menores, es el mundo.Todo y de inmediato11. Otro aspecto que parece caracterizarnuestra sociedad líquida es que ésta nos proponeun estilo de vida caracterizado por el “todoy de inmediato”. Gracias al progreso técnico, elproducir y el consumir se han convertido en dosgrandes motores de la vida social, provocandouna dinámica que se ha revelado insaciable: hayque producir para consumir y hay que consumirpara producir. En este contexto consumísticocrece la incapacidad para diferir la satisfaccióny es muy escasa la tolerancia a la frustración delos deseos, previsiones y expectativas.El “todo y de inmediato” toca de lleno elmundo de los sentidos y crea un gran impactosensorial, de donde se desprende la idea de quela existencia es una búsqueda espasmódica dedespreocupación y placer para la cual el cuerpoes un mero instrumento. Y si el sentir placer esen sí mismo una característica del ser humano eindica una capacidad positiva, el problema surgecuando se vuelve una motivación radical y exclusivade las acciones humanas, como parecesuceder hoy en día, concentrándose más en lassensaciones que en la acción misma.Y aún así también nos encontramos con hermanosque, desde una actitud madura y desdeuna opción de vivir sine proprio que les inmunizaante la persistente tentación consumista, soncapaces de diferir los deseos y de gestionar bienla frustración de los mismos. La vida del HermanoMenor está llamada hoy más que nuncaa ser un modo alternativo de vivir que producelibertad y alegría y que denuncia, mansa e intrépidamente,un consumismo que produce insensibilidad,esclavitud e idolatría.14


Indiferencia, desencanto,ocaso de una ética del compromiso12. Nuestra sociedad es una sociedad profundamentemarcada por la indiferencia, dominadapor el desencanto, y flagelada por el ocasode una ética del compromiso.I - PUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DALa indiferencia se palpa claramente en relacióncon Dios, con los valores evangélicos ycon el “otro”. Dios no se niega, simplementepara muchos ya no es un problema. Los valoresevangélicos no se combaten abiertamente, simplementeson muchos los que no los contemplancomo un camino que pueda afectarles. El “otro”está ahí, pero se pasa de él, y para muchos solocuenta cuando resulta útil para la realización delpropio proyecto.Fruto del nihilismo positivo, el síndrome dela indiferencia es más perverso aún que la afirmacióno la negación, porque se reviste de tolerancia,pero impone una ficción de la realidadenmascarada de presentismo, y una cultura del“vivir al día”, lo cual termina revelándose comouna dictadura de lo existente. Y el precio que sepaga por liberarse del lastre del pasado es impedirhabitar en el futuro.El desencanto, sobretodo hacia los recursostécnicos y científicos, se generaliza. Pero segeneraliza también, como ya hemos afirmadoanteriormente, el desencanto hacia los ideales,erosionando la búsqueda de horizontes utópicosy desembocando en el ocaso de una ética decompromiso, con el inevitable retroceso de ladisponibilidad al compromiso, especialmente siéste es definitivo, a favor de cualquier tipo decrecimiento, personal y social, imperando la leydel mínimo esfuerzo y del dejarse llevar.15


En juego nuestraidentidad13. He hablado de desencanto y es verdad.Por otra parte, sin embargo, la postmodernidad,dentro de la cual estamos plenamente inmersos,tiene una gran capacidad seductora, tiene fascinación,y es por tanto atractiva, convirtiéndosepara muchos en el evangelio del momento presenteque se sostiene sobre la neutralización delpasado, cuando no sobre su olvido. Ello entrañano pocos peligros, porque, queriendo ahorrar lamemoria passionis de la historia, desarraiga alser humano y lo convierte en un ser desmemoriadoy flotante. Su paradigma exclusivo es elhumanismo sesgado, desde la vivencia, la subjetividad,la intimidad. De este modo el hombrese convierte en centro de interpretación de todaexperiencia, en criterio de decisión y proyecto detodo lo real, incluido Dios mismo.Cuanto acabamos de decir interroga y puedecondicionar nuestra identidad. ¿Qué aspectos denuestra vida pueden tambalearse por lo que hemosllamado sensibilidad seductora de la postmodernidad?Veamos algunos.La opción de por vidaNuestra opción vocacional de seguir a Cristosegún la forma de vida que nos dejó Francisco,es una opción que involucra a toda la persona,16


hecha para toda la vida. Nuestra opción vocacionalen cuanto Hermanos Menores arranca de unaperspectiva que supera el hic et nunc, abriéndose,a un “para siempre” desde la confianza enAquel para el cual nada hay imposible (cf. Lc1, 37), y en la certeza de que todo es posible enAquel que nos da la gracia (cf 2Tim 1, 4; Fil 4,3). El compromiso para toda la vida es una de lasdimensiones fundamentales de la existencia detodo Hermano Menor, y reclama una fidelidadque, lejos de una obstinada perseverancia basadaen un mero voluntarismo, es el amor que resisteal desgaste del tiempo, porque, si es verdadero,el amor no pasa nunca (cf. 1Cor 13, 8).I - PUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DAY porque Dios no nos ha dado un espíritu decobardía, sino de fortaleza (cf. 2Tim 1, 7), nuestraopción vocacional nace también de la confianzaen poder abstraerse de los datos sensoriales e introducirseen la búsqueda de la verdad, dejándoseatraer del mundo de los valores, de lo que esverdadero, bueno y bello, y trascendiendo el momentopresente, mutable y pasajero, para aferrarel sentido de la vida y del amor, de la capacidadde relacionarse y de la sexualidad, hasta descubrirqué hay más allá de las cosas, de los sentimientos,de los deseos, de las pasiones, un algo definitivo yestable, algo que es la fuente de todos los afectosy que hace que cada encuentro cobre sentido.Opción por Alguien que nos trasciendeOtra característica de nuestra forma de vidaes que está fundamentalmente orientada haciaAlguien que nos trasciende, hacia Alguien queestá por encima de nosotros mismos. En otraspalabras, nuestra forma de vida nos proyecta adescubrir la realidad escondida más allá de lo inmediato,y a tener el valor de hacer una opcióny abrazar todos los valores esenciales de nuestraidentidad, de tal modo que estemos dispuestosa arriesgar la misma vida por Aquel que nos haamado primero.17


Opción de vidacontraculturalI - PUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DA14. Por todo lo dicho, hemos de ser bienconscientes que nuestra forma de vida, nuestraopción vital como Hermanos Menores, en elcontexto cultural del que apenas hemos trazadoalgunos rasgos más sobresalientes, es contracultural.En efecto, nuestra opción de vida tiene lapretensión, pretensión evangélica ciertamente,de ser una alternativa a dicha cultura, en cuantonace, como toda vida consagrada, para reafirmarla característica fundamental del ser humano: laapertura incondicional al Otro y a los otros paraser uno mismo, y la capacidad relacional conDios, con los demás –los de cerca y los de lejos-,y con las criaturas.Pero nuestra vida será alternativa en la medidaen que esté atenta y vigilante para no ser víctimasde esa cultura del celofán, de la apariencia,que justamente criticamos; del virus sutil del individualismo,el selfismo y el narcisismo; de unaobsesiva búsqueda de la autorrealización, de lamal entendida espontaneidad… Nuestra vida, siquiere seguir siendo alternativa, significativa ysigno legible, en primer lugar para nosotros mismosy luego también para los demás, ha de estaralerta, para no dejarse arrastrar violentamentepor las tendencias negativas de la cultura actualque hemos señalado anteriormente. Si no queremosperder lugares y espacios relacionales eidentificadores, y vivir dentro de una identidad19


precaria, frágil y líquida que constantemente secuestiona a sí misma y vuelve sobre las opcionesque un día se hicieron como definitivas, cediendoa un relativismo que pone todo al mismonivel, y que pretende que lo que hoy es, mañanapueda dejar de serlo, hemos de vivir en actitudconstante de discernimiento.En este contexto de una opción de vidacontracultural, reafirmo una fuerte convicciónpersonal: la formación permanente e inicial hande ser mucho más exigentes de lo que lo estánsiendo en la actualidad, lo cual no quiere decirque sean rígidas, ni mucho menos. Llamados aser maestros en humanidad, nuestra formación, laque recibimos y la que nos damos, ha de conjugarla humanidad con la radicalidad evangélicas. Soloasí nos preparará adecuadamente para dar razónde nuestras opciones vocacionales en un mundocomo el nuestro, donde dichas opciones estánlejos de ser valoradas y que paradójicamente sonsiempre actuales.No es el permisivismo con nosotros mismosy con los que llaman a las puertas de nuestrascasas lo que nos preparará a ser profetas en unasociedad necesitada profundamente de testigosproféticos. Los tiempos en que nos ha tocadovivir no son para cobardes, son para hombresrecios, “arraigados y edificados en Cristo, afianzadosen la fe” (Col 2, 7), sólidamente fundadosen una esperanza que no defrauda (cf. Rom 5, 5).Nuestra formación ha de trabajar mucho algunostemas, tales como: la confianza básica, laprofundización de la fe y de la experiencia creyente,la pasión por el Señor y por la humanidad,la autodisciplina, el sentido de pertenencia a laOrden, a la Iglesia, a Cristo, y la fidelidad. Todoun desafío sí, pero en la respuesta que daremos aél nos jugamos nuestra propia identidad.20


¿Qué desafíos de los señaladosanteriormente crees queestán incidiendo más en tuvida en este momento?¿Cómo cuestiona tu identidadde Hermano Menor la sociedadlíquida en que vivimos?I - PUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DA¿Cómo intentas responder adichos cuestionamientos, a dichosdesafíos?¿Qué aspectos positivos crees que haaportado la “nueva cultura” a nuestravida?¿Cómo nos prepara la formación querecibimos a la fidelidad, ante una sociedadcomo la nuestra?21


IIUN <strong>DE</strong>SAFIÍO IMPORTANTE:REVITALIZAR NUESTRAVIDA Y MISIÓNPARA EVANG<strong>EL</strong>IZAR LAPOSTMO<strong>DE</strong>RNIDAD“Vino nuevo en odres nuevos”(Mt 9, 17)23


Una vidaradicalmenteevangélica16. El tiempo en que vivimos, “rico de esperanzas,proyectos y propuestas innovadorasencaminadas a reforzar la profesión de los consejosevangélicos”, es también un tiempo delicadoy duro, como ya nos recordaba Vita Consecrata(cf. VC 13). La vida religiosa, y con ella la vidafranciscana, tienen necesidad de una renovaciónprofunda que, desde la fidelidad creativa (cf.VC 37) al propio carisma, les lleven a respondertambién a los signos de los tiempos y de loslugares, “voces que el Espíritu nos lanza y quepiden una repuesta” por nuestra parte (cf. PdE14). El esfuerzo por revisitar la propia identidad,de lo que hablaré en la tercera parte de esta carta,mira precisamente a ello.II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTEEn este compromiso no podemos menos quepartir del Evangelio. Si toda vida religiosa, comoafirma Benedicto XVI, nace de la escucha de laPalabra de Dios (cf. VD 83), creo que la vidafranciscana más, pues tiene su originalidad dentrode la vida religiosa en el hecho de profesar elEvangelio como “regla y vida” (1R 1, 1).Frente al cansancio, la rutina e incluso el inmovilismoque tantas veces denunciamos, si queremosavivar el fuego que se esconde bajo las cenizasde nuestra vida y misión ya no basta con haceranálisis de la situación actual, tampoco basta25


pensar en estrategias orientadas a configurar nuestrofuturo. Hoy se hace absolutamente necesariopartir del Evangelio, origen de nuestra fraternidad(cf. PdE 6), poner, en todo momento y circunstancia,el Evangelio, en sus exigencias más radicales,como fundamento de nuestra vida cotidiana y criterioprimero y último de nuestras opciones, tantoindividuales como fraternas. En definitiva: lo quees urgente es escuchar y obedecer a cuanto nospide Jesús al inicio de su misión: “Convertíos, esdecir, creed en el Evangelio” (Mc 1, 15).En este contexto, se hace necesario dejarnoshabitar por el Evangelio, elemento determinantede cuanto somos y hacemos. No un Evangeliohecho simplemente doctrina o moral, menos aúnideología, sino asumido como forma de vida ytrasmitido antes con la vida que con las palabras.Queridos hermanos under ten, el mundo,también nuestra sociedad postmoderna o precristiana, como la llaman algunos, tiene necesidadde testigos, de evangelios vivientes, comolo fue Francisco. Los discípulos de Cristo, ymucho más quienes hemos hecho profesión devivir el Evangelio, somos llamados a ser exégesisviviente de la Palabra, es decir, de Cristomismo, como nos pide Benedicto XVI (cf. VD83). Nuestros contemporáneos no seguirán ciertamentea aquellos que se apropian del Evangeliocomo letra muerta, a aquellos que “solodesean saber las palabras e interpretárselas a losdemás”, sino a quien se deje vivificar por el espíritude las divinas letras y “con la palabra y elejemplo” las restituyan a los demás (cf. Adm 7,3-4). Es la hora de los testigos y también de losmaestros siempre que sean testigos (cf. <strong>EN</strong> 14).Ha llegado el momento de acoger el Evangelioen total disponibilidad, como María, para ser sustestigos, en fraternidad, ante un mundo que enmuchas ocasiones tiene sobradas razones paradesconfiar de nosotros. ¡Es vuestra hora!En el relato de la impresión de los Estigmas,el Doctor Seráfico nos dice que, una vez “con-26


cluido el plazo de cuarenta días que se había propuestopasar en soledad”, Francisco, el amigo deCristo, “bajó del monte […] llevando consigo laefigie del Crucificado” (LM XIII, 5). Franciscoya no sólo es heraldo del gran Rey, sino iconovivo del Crucificado, su reproducción y copiaviviente. Francisco es uno con Cristo. El amante,Francisco, se transformó interiormente y exteriormenteen el Amado, Cristo. Con razón elPoverello es llamado alter Christus. Esa es, misqueridos hermanos, la primera forma de evangelizarla sociedad en que vivimos: siendo parábolasde Cristo, epifanías, diafonías suyas.Un grupo de griegos quería ver a Jesús y Felipehace de intermediario ante Él (Jn 12, 20- 21).Hoy son muchos los hombres y mujeres, particularmentejóvenes, que quieren ver a Jesús. Tocaa nosotros, particularmente a vosotros hermanosmás jóvenes, mostrarles a Jesús con una vidaevangélica, con una existencia transformadapor el amor de Cristo, Evangelio del Padre a lahumanidad. Toca a nosotros, después de miraratentamente al Espejo, transformarnos en imágenesde su divinidad (cf. 3CtaCl 12-13). Sóloasí, con la palabra y con las obras, podremos dartestimonio de su voz y hacer saber a todos queno hay otro omnipotente sino él (cf. CtaO 9).II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTEPara Francisco el Evangelio tiene un rostrobien concreto: Jesucristo, el Hijo de Dios (cf. Mc1, 1). “Entremos y pidamos consejo a Cristo”,dirá Francisco a quien le pregunta qué debemoshacer. Y seguidamente abre el libro de los evangelios(cf. 2Cel 15). En el libro se encuentra laPalabra, en las palabras se esconde y habla laPalabra. Y puesto que para nosotros, al igual quepara Francisco, el Evangelio es una persona, lapersona de Jesús (cf. 2Cel 15; TC 27-29; AP 10-11), se trata, entonces, de identificarnos con él,dejarnos transformar por él, dejar que prenda ennosotros el incendio incontenible de su amor, y,una vez investigado el beneplácito divino, conformaren todo nuestra vida a él.27


Haber profesado el Evangelio como regla yvida significa, por tanto, poner en el centro denuestra vida a Cristo, hacer experiencia del Absoluto,aceptarlo como el todo de nuestra viday misión, hasta decir con Francisco: Tú lo erestodo, “el bien, el todo bien, el sumo bien”, “Túlo eres todo: riqueza a saciedad (AlD 3. 5), o conPablo: “Todo lo considero una pérdida a motivode la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús,mi Señor, por el cual he dejado todo” (Fil3, 8ss).Por otra parte, hablar de una vida y misiónque tiene el Evangelio como regla y forma devida, es hablar de radicalidad, o, si se prefiere,de una vida enraizada (esto quiere decir precisamenteradicalidad) en el Evangelio. Ni lo queestá de moda, ni lo que hacen otros ha de serel elemento de referencia a la hora de discerniry evaluar nuestra vida y misión. El Evangelio,y solo él, ha de ser el criterio constante de discernimientoy evaluación de nuestra existenciay de todo lo que hacemos. Solo así podremosresponder plenamente a nuestra vocación de serEvangelio viviente, exegesis viviente de la Palabra.Asumir otros criterios de discernimiento ode evaluación muy pronto nos llevaría a un estilode vida marcado por la mediocridad. Y para unHermano Menor la mediocridad es infidelidad,gran infidelidad, a la forma de vida que ha abrazadopor la profesión.28


¿Qué significa para ti haberprofesado el Evangelio como“regla y vida”?¿Qué significa para ti elEvangelio?¿Una ideología o una persona, lapersona de Jesús?Cuando tienes que hacer una opciónimportante en tu vida, ¿pidesconsejo a Cristo, como lo hizo Francisco?¿Te dejas cuestionar por el Evangelio?¿Frecuentas la escuela del Evangelio?¿Qué experiencias positivas has tenido entu vida de hacer del Evangelio tu carne?¿Qué dificultades encuentras en ello?II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTE29


Lasbienaventuranzasy nuestra vidade HermanosMenores17. Una vida en clave de radicalidad evangélicano se puede reducir simplemente a la observanciade algunos textos, ni a un elenco decomportamientos, ni a volver a elementos delpasado. Una vida en clave de radicalidad evangélicacomporta acoger el mensaje de Jesús ensu totalidad, seguir sus huellas, como quería elpadre san Francisco. Y aquí entra de lleno el discursosobre las bienaventuranzas y nuestra vida.¿Cómo podríamos definir las bienaventuranzas?Las bienaventuranzas son como una“especie de autorretrato de Cristo” (VS 16). Éles el bienaventurado, el santo por excelencia,la plenitud de la ley. Lo que Jesús afirma es loque Él vive. Por otra parte, y esto salta a la vista,las bienaventuranzas son, en palabras de H.de Lubac, algunas de esas paradojas de las queestá lleno el Evangelio, gracias a las cuales sedespierta el espíritu 2 . Y es que esta página delEvangelio contrasta tanto con nuestro actualmodo de pensar, de ver las cosas y de vivir quepor fuerza ha de tener un efecto de choque y2 Cf. H. de Lubac, Paradojas seguido de Nuevasparadojas, PPC, Madrid 1997, 10.30


tal es su carácter paradójico, que ante ellas ni túni yo podemos permanecer neutrales. Y puestoque, como todo hombre, somos llamados a la felicidad,y por la profesión hemos abrazado unaforma de vida que comporta observar el santoEvangelio, nos hemos obligado –nadie nos loimpuso-, a asumir las bienaventuranzas comocamino de felicidad.Pero alguno de vosotros podría preguntar,¿qué comporta asumir las bienaventuranzas enla propia vida? Pienso que asumir las bienaventuranzasen la propia vida lleva consigo modificaren profundidad nuestra manera de existir,nuestra manera de pensar y de amar, nuestramanera de comportarnos y de actuar. En cuantobautizados, pero más aún en como consagradosy Hermanos Menores, somos llamados, en Jesús,a convertirnos en hombres nuevos, a adoptar unnuevo espíritu, a adquirir un nuevo corazón. Y esesta novedad inaudita, sorprendente, desconcertantelo que describen las bienaventuranzas: lasingular dicha de los pobres, el raro gozo de losperseguidos, la extraña fuerza de los mansos, elhumanamente inexplicable gozo de los afligidos,de los que lloran y son perseguidos, porque Diosinterviene a favor suyo.II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANT<strong>EL</strong>as bienaventuranzas se podrían clasificaren tres grupos. Tres de ellas afectan a las disposicionesinteriores del discípulo: los pobres, losmansos y los limpios de corazón. Tres de ellastienen que ver con el actuar y las miras apostólicas:son las referentes al hambre y a la sed, alos misericordiosos y a los que trabajan por lapaz. Finalmente, el tercer grupo está constituidopor las relativas a las consecuencias del actuarcristiano y del compromiso apostólico, es decir,las que hablan de los injuriados, los perseguidosy los afligidos.Estos tres grupos coinciden con las tres clasesde recomendaciones que Jesús hace a susdiscípulos cuando los envía en misión (cf. Lc 10,1-20). La primera se refiere a la actitud de des-31


prendimiento y de pobreza: no llevéis bolsa, nialforja, ni sandalias. La segunda tiene por objetola misión: misión de paz y de justicia, cuandoentréis en una casa, decid primero: paz a estacasa. Finalmente, la tercera va en la expectativade persecución: mirad que os envío como corderosen medio de lobos. Por otra parte, el cánticodel Magnificat (cf. Lc 1, 46-55) y los ochosignos del Espíritu en la Carta a los Gálatas (cf.Gal 5, 22-25), ofrecen, cada uno a su manera,la misma totalidad de las bienaventuranzas, que,al igual que el texto de las bienaventuranzas enMateo y en Lucas, muestran actitudes paradójicasque se oponen diametralmente a la filosofíay a las costumbres del mundo.Y porque las bienaventuranzas son el retratode Jesús, y porque compendian su vida, son tambiénel retrato y compendian la vida del discípulode Jesús. En este sentido, las bienaventuranzasson una catequesis bautismal y un breviariode vida cristiana, un indicativo que se convierteen imperativo para todo el que quiera seguir aJesús, llamado a encarnar las actitudes descritasen dicho discurso. Esto quiere decir que, comoJesús, el discípulo es llamado a ser en su entornosigno vivo de contradicción, escándalo para losjudíos, locura para los gentiles, pero sabiduríapara los llamados por Dios (cf. 1Cor 1, 17-29;4, 9-13).Cuanto hemos dicho del discípulo es aplicadoa todo Hermano Menor, llamado, también él, aseguir las huellas de Jesús (cf. 1Pe 2, 21), y aposeer sus sentimientos (cf. Fil 2, 5). El seguimientode Cristo en nuestra vida conlleva unaconfiguración real y progresiva con él. Por otraparte, nuestra vida es una opción fundamentalpor Cristo y una búsqueda apasionada por elReino que el Señor anuncia y promete en el sermónde la montaña. En cuanto Hermanos Menores,ciudadanos del Reino, estamos llamados aencarnar el programa de vida que contienen lasbienaventuranzas, a vivir el estilo de vida queese programa contiene.32


Como todo discípulo, también los HermanosMenores estamos llamados a hacer de lasbienaventuranzas criterio cotidiano de vida, buscandocon hambre la justicia del Reino, siendoíntegros y puros de corazón, sufriendo porqueeste mundo está lejos de la justicia, pero sabiendo,también, que Dios cambiará esa situación.Como todo discípulo que se precie de ser tal, elHermano Menor genuino se mantendrá humildeante Dios y ante los hombres, y, lleno de paciencia,se entregará a los demás sin juzgarlos,perdonándolos, ayudándolos y mediando en susconflictos. Y si por todo ello es perseguido, se hade considerar dichoso y feliz, pues heredará labienaventuranza eterna.La vida religiosa y con ella la vida franciscanason impensables sin la presencia de las bienaventuranzas,sin su radicalismo, sin su espíritu. Ya lopedía Pablo VI al afirmar que en la vida religiosaes necesaria “una verdadera iniciación orientadaa cristianizar el ser hasta lo más profundo, segúnlas bienaventuranzas evangélicas” (ET 36).II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTEEsto lleva consigo vivir en permanente actitudde conversión, que se expresará en un cambiode lógica. Pasar de la lógica “económica”que domina en nuestra sociedad y que consisteen conseguir el máximo beneficio con el mínimoesfuerzo y el mínimo coste, a la lógica del Reinoque consiste en alcanzar el máximo de amor,cueste lo que cueste, incluida la muerte. Es éstala lógica que nos presentan las bienaventuranzas:“hay mayor felicidad en dar que en recibir”(Hch 20, 35; cf. Lc 14, 12-14). Es la lógica deldar a fondo perdido, sin interés personal y sinbuscar la manera de ser pagados o restituidos.“Bienaventurados…”18. La palabra clave que se repetirá alinicio de cada bienaventuranza y que da el33


título al sermón de la montaña o de la llanura es“bienaventurados”. En griego makários puedeser traducido por “bendito, afortunado, feliz,dichoso”, y expresa la condición del hombresobre el cual se ha posado la benevolencia divina,llegando, de este modo, a la realización de susaspiraciones más altas. Una persona tal es felizporque se siente amada por un amor fiel y se dacuenta que, su condición humanamente hablandodesdichada, finalmente ha sido valorizada yexaltada.En las bienaventuranzas Jesús habla a todocandidato a la felicidad, también a cada uno denosotros, a cada uno de vosotros, mis queridosjóvenes hermanos. El Maestro habla a nuestrocorazón inquieto, a nuestra sed de amor, a nuestranecesidad de felicidad, a la necesidad que habitaen lo más profundo de nuestro corazón deser reconocidos en nuestra identidad más auténtica,amados con un afecto puro, total, hermoso,y que dure para siempre.Mis queridos hermanos: Os invito a situaros,aunque sea por breves momentos, al pie de lamontaña, donde está hablando Jesús, según laversión de Mateo, que seguiremos en nuestrobreve comentario. Allí, muy cerca del Lago deGalilea, la misma Palabra de Dios que resonó enel Sinaí para dar a Moisés la Ley escrita, es laque en Jesús se hace oír de nuevo en el “monte”,con una gran diferencia: mientras la Ley antiguaestaba escrita en piedras, la Ley nueva está inscritaen el corazón del hombre. De labios de Jesúsescuchamos:Bienaventurados los pobres (cf. Mt 5, 3; Lc 6,20), los que lo dejan todo por Jesús (cf. Lc 5, 11),y optan por no contar, por ser mendigos de Dios,y mendicantes de sentido. En la lógica franciscanala pobreza radical se expresa en vivir sineproprio, vivir libres de cualquier atadura: libresen relación con uno mismo, sabiendo que tantoes uno cuanto es ante Dios y no más (cf. Adm 19,1-2); libres en relación con Dios, restituyéndole34


al Señor Dios todo lo que recibe (cf. Adm 18,2), y se gloría solo de sus flaquezas (cf. Adm 5,8); libres en relación a los demás, sin enaltecersemás por lo que Dios dice y hace por medio de él,que por lo que dice y hace por medio de los demás,y no exige de los demás lo que no está dispuestoa dar él mismo (cf. Adm 8, 3; 11, 2-4; 17,1-2), libres en relación con las cosas, despreciándolasy manteniéndose libres de sus ataduras (cf.Adm 16, 2). El rico se considera dichoso porquepuede gozarse en sus posesiones. Los pobres,como Francisco de Asís, beben la felicidad deotra fuente: en el Dios en quien confían. Pobrees el que apoyado en Dios se abandona en susmanos. Pobre es el que es tan pobre, tan pobre,que solo tiene a Dios.Bienaventurados los mansos (cf. Mt 5, 4), losque vencen al mal con el bien, los humildes anteDios, los pacientes y benévolos con los hombres(cf. Col 3, 12-14). Tal es la verdadera mansedumbre.Frente a la dureza y autojustificaciónfarisaica el manso es humilde ante Dios, pueses consciente de su pecado, y es dulzura, alivioy fortaleza para los demás, cuyas cargas soporta(cf. Adm 18, 1). Llamados a ser mansos, losHermanos Menores queremos seguir al Señormanso y humilde de corazón (cf. Mt 11, 29). ElHermano Menor que es manso ante el altísimo,omnipotente y buen Señor, se pregunta, comoFrancisco, quién es él; y ante los demás no seimpone, es dueño de sí, y está siempre dispuestoa inclinarse y humillarse (cf. Adm 10, 3; 22, 2).II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTEBienaventurados los que lloran (cf. Mt 5, 5;Lc 6, 21), los que comparten las alegrías y lastristezas, las angustias y las esperanzas de nuestroshermanos los hombres. Y no sólo comparten,más aún: se com-padecen. Los HermanosMenores, conscientes de que nuestra vocaciónes seguir a Cristo (cf. 1Pe 2, 21; 1R 22, 2: Adm6, 1-2), a quien deseamos ardientemente pertenecer,queremos abrirnos a los sufrimientos y esperanzasde los hombres y del mundo, en mediode los cuales nuestra consagración evangélica se35


injerta para ser nosotros mismos consuelo de losque lloran (cf. Is 61, 2; cf. 40, 1), y, de este modo,ser signo particular de la presencia de Dios.Bienaventurados los hambrientos y sedientos(cf. Mt 5, 6; Lc 6, 21). Hambrientos y sedientosde Dios, del Dios vivo y verdadero (1Tes 1, 9),queremos ser los Hermanos Menores durantetoda nuestra vida. Hambrientos y sedientos dejusticia para quienes ven lesionados sus derechospor una situación social injusta. Hambrientos ysedientos de una justicia que no es la de los fariseos,tejida a base de observancias y de cumplimientos(cf. Mt 5, 30), sino de una justicia queconsiste en amar a los enemigos, hacer el bien alos que nos odian, bendecir a los que nos maldicen,orar por los que nos maltratan (cf. Lc 6, 27s),mostrándole a todos ellos su amor con obras (cf.Sant 2, 18), (cf. Adm 9, 4). Hambrientos y sedientosde una justicia que es fraternidad universal,amor desmedido a nuestros hermanos, tengan elropaje que tengan: amigos o enemigos, propios yextraños, cercanos o lejanos, ricos o pobres.Bienaventurados los misericordiosos (cf. Mt5, 7), los que tienen entrañas de misericordia yactúan con ternura maternal, como actúa el mismoDios (cf. Lc 6, 36), los que no se duelen de lainjuria que le hacen (cf. Adm 9, 2; 10, 1); los queperdonan siempre, sin erigirse jueces; los que noniegan misericordia a quienes se la piden y se laofrecen a quienes no se la piden (cf. CtaM 7ss);los que, a ejemplo de Cristo (cf. Hb 4, 15), noponen condición alguna para compadecerse delas flaquezas de los demás. En el Señor los HermanosMenores experimentamos la misericordiaque Dios nos muestra. De Cristo aprendemos aser misericordiosos.Bienaventurados los limpios de corazón (cf.Mt 5, 8; Adm 16), los que se adhieren interiormentee incondicionalmente a la voluntad delSeñor (cf. Sal 24, 4), los que como María dicende verdad: “Aquí estoy, hágase en mí según tupalabra” (Lc 1, 38), y los que como Francisco,36


una vez escuchado el evangelio de la misión, inmediatamentela ponen en práctica (cf. 1Cel 22).Son limpios de corazón los que no tornan al vómitode la propia voluntad (cf. Adm 3, 10), ni seapropian de ella (cf. Adm 2, 3), sino que con lapalabra y el ejemplo ponen en práctica la voluntaddel Señor (cf. Adm 7, 4); y cuantos no dejande adorar al Señor Dios vivo y verdadero concorazón y alma limpios (Adm 16, 2). En cuantohemos prometido observar fielmente el Evangelio(cf. 2R 1,1), los Hermanos Menores podemosdecir que esta bienaventuranza está a la base detodas las demás.Bienaventurados los constructores de paz (cf.Mt 5, 9), los constructores de fraternidad; los quetrabajan incansablemente a fin que todos se sientany se respeten como hermanos; los que vivenplenamente reconciliados consigo mismo, conlos demás y con Dios; los que ponen su confianzano en la guerra, sino en el diálogo, en el respetode la justicia y en el perdón incondicional;los que se reconocen y reconocen a los demáscomo hijos del único y mismo Padre; los que “enmedio de las cosas que padecen en este mundo,conservan la paz en su alma y en su cuerpo, porel amor de nuestro Señor Jesucristo” (Adm 15).II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTEBienaventurados los perseguidos por la justicia(cf. Mt 5, 10; 1Pe 3, 14; 4, 2-19), los que acausa de su amor por el Padre y los hermanos,combaten el mal en todas sus formas; los que sonperseguidos a causa de su fe en Cristo y de su fidelidada Él; los que no miran hacia atrás despuésde haber puesto mano al arado (cf. 2R 2, 12-13).Queridos hermanos: este es nuestro programade vida: hacer de Jesús nuestra vida y nuestraregla de vida; esta es la buena noticia que nos hatraído Jesús, que los sabios no pueden entender,pero que el Espíritu da a entender a los pobres ysencillos, como Francisco (Cf. Mt 11, 25). Estees nuestro modo de vivir y anunciar lo que vivimos,como hizo la fraternidad franciscana desdesus orígenes (cf. PdE 7).37


Relee una vez más el texto delas bienaventuranzas:¿Cómo te sientes ante esteprograma de vida que nosofrece Jesús en el discurso de lamontaña?¿Qué aspectos descubres entu vida en consonancia condicho discurso, y qué aspectostienes que trabajar para que lasbienaventuranzas sean criterio de tu ser yactuar?¿Cómo integrar cada vez más en tu vidalas bienaventuranzas?38


Ser significativos,comunicar sentido19. Tocamos aquí, mis queridos hermanos,un aspecto fundamental en nuestra vida: la necesidadde ser significativos, es decir, de producirsignificado, de comunicar sentido.Si nuestra vida está en crisis no será porquedecrecemos o porque nuestra media de edadaumenta, sino por que tal vez estamos volviéndonosinsignificantes. Si así fuera ese sería unsigno claro de nuestra decadencia. Contra lo quemuchas veces pensamos y piensan muchos, ladecadencia de la vida religiosa y de la vida franciscanano está en la disminución numérica, sinoen la terrible posibilidad de dejar que la sal –lasal de nuestra vida-, se vuelva sosa y la luz –laluz de nuestra forma de vida-, permanezca oculta(cf. Mt 5, 13-16).II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTEClaro está que cuando hablamos de la necesidadde ser significativos estamos apuntando ala significatividad evangélica, la que remite alEvangelio según la forma de vida que nos dejóel padre y Hermano Francisco. Por otra parte, elinterrogante sobre la significatividad estriba enla capacidad de ser lenguaje testimonial que detectalas preguntas del hombre sobre sí mismo ysobre el sentido último de su existencia.Por otra parte, hablar de significatividades hablar de signos que sean visibles, creíbles,elocuentes y, en nuestro caso, franciscanos. El39


signo es válido si es claro, elocuente y transparente.Lo mismo nuestra vida. Pero atención: lasignificatividad desaparece y hace desaparecerlos valores cuando se mira sólo a reforzar loexterior, las formas, las obras, y se olvidan lasraíces, lo esencial, los cimientos de nuestra viday misión. Es evidente que necesitamos de signosexternos, como puede ser el hábito –el signoes visible o no existe-, pero ha de ser, al mismotiempo, creíble y elocuente, y esto solo será posiblesi va acompañado y explicado con la vida. Yno con una vida cualquiera sino con una existenciaque responda a las exigencias de la forma devida abrazada con nuestra profesión 3 , con unaexistencia que remite al Esencial que queremosanunciar con la vida y la palabra. De nada serviríaun signo externo si nuestra vida contradijeselo que dicho signo significa en sí.Vivir en obediencia, sin nada propio yen castidad20. Uno de los elementos que pueden hacermás significativa nuestra vida, además deotros que veremos hablando de nuestra identidad,son los votos. Ellos, vividos adecuadamentey para quien le ha sido dada la gracia de entenderlo(cf. Mt 19, 11), no solo conducen a la plenitudde la vida, sino que también son profecía enacción, como lo fue la vida de algunos profetas(cf. Jr 16, 1ss). Para ello los votos no pueden serconsiderados una propiedad privada. Los votoshan de ser vividos de tal forma que sean signoslegibles para el hombre y la mujer de hoy y, deeste modo, puedan contribuir positivamente a laevangelización de nuestra sociedad postmoderna.En este sentido los votos han de ser vividoscomo libertad de, del carácter predominante dela pasión, y como libertad para, para amar a Diosy a los demás, especialmente a los excluidos, losque sufren, a los no amados, y esto sin límites,3 Cf. LG, 44.40


pues el amor auténtico, como diría san Agustín,sólo tiene como límite el no límite.Con frecuencia nos lamentamos del progresivoalejamiento de nuestra sociedad de los valoresevangélicos y de la esclavitud que sufre elhombre de hoy de las cosas, del sexo y del propioyo, pero difícilmente reconocemos que todoello es posible gracias también a que las personasque deberíamos garantizar a este mundo y a estasociedad un cierto suplemento de espiritualidad,capaz de impedir este proceso, no lo hacemos:o porque no estamos convencidos, o porque nosavergonzamos de hacerlo, o porque lo hacemosparcialmente y de modo poco convincente opoco comprensible.¿Cuál es la razón última de los votos? La vidaconsagrada, también la nuestra, es, como diríaJ. B. Metz, pasión por Dios. La pasión de Dioses contagiosa y contagia al hombre, de tal formaque la vida consagrada no es otra cosa sino unabúsqueda apasionada de Dios como respuesta asu búsqueda apasionada del hombre. Esta pasiónde los consagrados nace de nuestra relación personalcon Jesús.II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTESolo desde esta pasión por Dios, del poner aDios en primer lugar, se pueden entender nuestrosvotos, como elementos constitutivos de lavida consagrada, y la subordinación de las pasionesa la pasión por Dios. Así, el voto de castidadendereza nuestra pasión por el placer al que es labelleza; el voto de vivir sin nada propio orientanuestra pasión por el tener al que es toda nuestrariqueza a saciedad; el voto de obediencia guía yeduca nuestra pasión por el poder al que es humildad.De este modo con Francisco podemosdecir que Él solo es el bien, todo el bien, el sumobien, Deus meus et Omnia (cf. AlD 4. 5).Por lo dicho, los votos no son una represiónde la pasión, ni pueden ser vividos comorepresión. Es evidente que los votos nos ponenlímites, pero es una limitación liberadora de la41


pasión. Aunque en ellos hay algo que tiene quever con la negación, pero es solo del carácterpredominante de la pasión. Los votos, para quesean significativos en el mundo de hoy, han deser comprendidos y vividos como un medio paraorientar nuestra existencia a la pasión por Dios ya la pasión de Dios por nosotros, y, desde ahí, ala pasión por los otros. Los votos quieren liberara nuestras pasiones de su aspecto agresivo, de talmodo que podamos vivir en plenitud la Ley y losProfetas: “amarás al Señor tu Dio con todo tu corazón,con toda tu alma y con todas tus fuerzas”(Dt. 6, 5), y al prójimo como a uno mismo (cf.Mt 22, 39), y, de este modo, orientar toda nuestravida hacia Dios y hacia los demás. Por ello, losvotos son, como ya argumentaba san Agustín, unmodo para vivir como resucitados, en la perspectivade la resurrección y de la eternidad, unaanticipación de la vida que vendrá.Es así como los votos pueden ser comprendidosy vividos como potencialidad de libertadpara abrirse al tú, y ser, de este modo, auténticamenteuno mismo en dimensiones estratégicascomo las ligadas a la vida afectiva, al sentidode autonomía y libertad, al instinto de posesión.Pensados y vividos así, los votos no son caminosimplemente de auto perfección, sino voluntadpara construir nuevas relaciones, liberadas de lamanía de la posesión (sin nada propio), de la seducción(castidad) y de la competencia (obediencia),y poder así construir una nueva humanidad.Desde esta perspectiva, consagrarse a Dios conlos tres votos no solo significa vivir una fuerterelación con Dios, centro del propio amor (castidad),riqueza a saciedad (sin nada propio), criterioprimero y último de acción (obediencia), sinotambién con Cristo pobre-casto-obediente, y, almismo tiempo, generar una nueva relación conlos demás.Es así como los votos crean y disponen a lafraternidad, y, a su vez la vida de relación, la vidafraterna, se convierte en termómetro de nuestravivencia de los votos. Éstos han de permitir el42


paso de la comunidad a la fraternidad o comuniónde vida, de la relación anónima a la acogidade cada uno como don del Señor (cf. Test 14), dela compañía a la amistad libre y liberadora. Eneste sentido la obediencia será obediencia fraterna,fruto de la búsqueda común de la voluntaddel Padre; el vivir sin nada propio se manifestaráen la solidaridad y en el compartir los bienesmateriales y los bienes del espíritu; y la castidadserá amor desinteresado, gratuito a los demás.Sin que todo ello reste nada a la obediencia a losministros, al sin nada propio en cuanto esencialidaden los bienes, y a la castidad como vida encontinencia.Los votos vividos en clave de libertad evangélicason pues un signo ante el mundo y la sociedadactual. Cuando ésta pone su seguridad enlos bienes, su mirada en el placer y su realizaciónen el propio proyecto, el consagrado, el HermanoMenor pone su seguridad en el Señor, su miradaen el seguimiento de las huellas de Jesús, ysu autorrealización en el proyecto evangélico yen la forma de vida franciscana.II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTETodo para Dios, todo para los demás, alargandola tienda de su corazón (cf. Is 54, 1-3), iniciamosuna búsqueda de Dios que no terminará ya nuncamás: “nuestro corazón está inquieto hasta quedescanse en ti”, como dice Agustín 4 . Es esa laverdadera itinerancia del corazón, la máximaexpresión de nuestra pobreza: ser eternamentemendicantes de sentido. En esa búsqueda hayencuentro y hay renuncia (cf. Fil 3, 7-9), perosobre todo hay pasión y hay gozo; una alegríaque nadie puede robarnos (cf. Jn 16, 22), unaalegría por el tesoro encontrado que justificacon creces el haberlo vendido todo (cf. Mt 13,44-52), que justifica cualquier renuncia. ¡Es tangrande y hermoso lo que hemos encontrado…!¡Es tan grande y hermoso sabernos pensados,creados y amados de Dios (cf. LegCl 46), quenunca cesaremos de dar gracias al Padre de las4 Cf. San Agustín, Confesiones, I, 1, 1.43


misericordias (cf. 2Cor 1, 3) por la vocacióna la que hemos sido llamados y que “nuestrobienaventurado padre Francisco, verdaderoamante e imitador” del Señor “nos mostró depalabra y con el ejemplo” (cf. TestCl 5)!¿Qué le falta o qué le sobra atu vida para que sea evangélicamentesignificativa?¿Remite tu vida cotidiana alEsencial?Vocacionalmente hablando, ¿sepuede decir que tu vida es contagiosa?¿Cómo estás viviendo los votos?¿Qué dificultades encuentras en vivirlos ala luz de cuanto hemos dicho?44


Pasión por Cristo, pasión por la humanidad21. Es la pasión por Cristo y la pasión porla humanidad la que hace que nuestra vida searealmente significativa y que responda a su misiónprofética. Sólo así nuestra vida se abrirá alfuturo con esperanza, porque será vivida en elpresente con pasión (cf. NMI 1). La pasión, misqueridos hermanos, es uno de los signos máselocuentes, visibles y creíbles que puede ofrecernuestra vida. Es como el fuego que contagia calory que responsablemente no podemos permitirque se apague o que disminuya su intensidad.Perder la pasión sería como perder el alma denuestra vida.Pero la pasión nace de un encuentro, de la seducciónque produce en nosotros una persona,de un “amor que enamora” (4CtaCl 11), de unaconquista del corazón: “Me sedujiste Señor y medejé seducir” (Jr 20, 7).Volvamos por unos instantesa la experiencia de Francisco en el monteAlvernia. El misterio de los Estigmas es ante todoun misterio de amor. El amante se identifica conel Amado, el enamorado, Francisco, se encuentracon el Amado, Cristo pobre y crucificado. Elmendicante de sentido y de plenitud por excelencia,el Poverello, descubre en Cristo el amor –túeres el amor, dirá Francisco en las Alabanzas alDios Altísimo (AlD, 4). Es más, Francisco descubreen el Crucificado el exceso de amor que lehace gritar sin descanso: el amor no es amado,el amor no es amado, porque, como dice NikosKazanzakis, comentando este episodio, Dios esel nunca bastante.II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANT<strong>EL</strong>a Hermana Clara en su Testamento llama aFrancisco verdadero amante de Cristo (TestCl 5)y el Doctor Seráfico lo llama amigo de Cristo(LM XIII, 3). Esto es precisamente Francisco: unamante y, por lo tanto, un amigo de Cristo, hastaidentificarse plenamente con él y poder decircon Pablo: “Yo llevo en mi cuerpo los estigmasde Cristo” (Gal 6, 17), y también: “Vivo, pero45


no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). El amante hace espacio al Amado, todo elespacio que puede hacer un hombre en su corazóna la persona amada, hasta identificarse,transformarse y configurarse plenamente conella. Después de la experiencia del Alvernia, elcorazón ya no le pertenece sino que es ocupadopor Él, que se convierte en el TODO paraFrancisco: “Tú eres el todo”, podrá confesar elPoverello (AlD 3). Deus meus et omnia. Con razónsan Buenaventura cuando habla del amor deFrancisco lo presenta como un amor apasionado.En nuestra vida, Dios lo es todo o es nada.No comparte altar con los ídolos. Nuestro Dioses un Dios “celoso” (cf. Os 2, 4ss).Como ya dije, el problema no es la debilidado los números que disminuyen, sino la mediocridad.El verdadero desafío es el de tomar concienciade la pobreza de la propia vida y de despertarel deseo de una vida vivida en plenitud, enla lógica de la donación, como alternativa a lalógica de la eficacia, del poder y de la gananciaque parece ser la lógica imperante en nuestrosdías. Sí, a lo que realmente hemos de tener miedo,mejor aún pánico, no es a la debilidad, sino ala mediocridad.Mis queridos hermanos: Lo peor que nos puedesuceder en la vida es perder la pasión por elSeñor, pues entonces tampoco tendremos pasiónpor la humanidad. Lo contrario de la pasión es laapatía, la resignación, la rutina, es centrarse enuno mismo. Si estas situaciones llegaran, nuestravida perdería sentido para nosotros y para quienesnos vean. Y entonces sólo caben tres salidas:dejar la Orden, llevar una vida marcada por lamediocridad o volver al primer amor (cf. Os 2,9). En este caso se trataría de un seguimiento purificado,menos poético quizás, pero más real yseguramente más maduro espiritualmente.El abandono sería la solución más fácil, pero,si uno ha sido llamado a seguir más de cerca aJesucristo como Hermano Menor, abandonar46


sería simplemente una huída hacia delante yuna traición al Señor. Sería abandonar al Señor,“fuente de agua viva” e ir a buscar agua en cisternasagrietadas que agua no pueden contener(cf. Jr 2, 13). La mediocridad sería optar por unavida sin vida, como la iglesia de Laodicea (cf. Ap34, 15-16), por una vida sin color, el que vienede la propia identidad (cf. 2R 1, 1-2), y sin sabor,es decir, sin sentido (cf. Mt 5, 13). Para losque hemos sido llamados a “observar fielmenteel Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo”(2R 1, 1) sólo hay una salida: dejar de adorarnosa nosotros mismos, y recuperar la pasión por elprimer amor: la pasión que nos llevó a abandonarlas redes que nos daban seguridad (cf. Mt 5,20), a dejarlo todo para seguir a Jesús (cf. Lc 5,11).II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTE¿Sientes pasión por tu vocación?¿En qué medida puedes decircon el salmista: “Firme está micorazón”?¿Dónde está tu corazón?¿Cómo nutres la pasión por elSeñor?¿Cómo se manifiesta tu pasión por la humanidad?47


IIIUNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE:REVISITAR NUESTRAI<strong>DE</strong>N<strong>TI</strong>DAD <strong>DE</strong>HERMANOS M<strong>EN</strong>ORES“Jesús subió al monte,llamó a los que quiso y se fueron con él.E instituyó doce para estuvierancon él y enviarlos a predicar”(Mc 3, 13- 14).49


22. En estos momentos de invierno y dearidez al mismo tiempo, en estos tiempos delicadosy duros (cf. VC 13), se presenta ante nosotrosuna tarea urgente: revisitar nuestra identidad encuanto Hermanos Menores (cf. PdE, mandato2). Sin un renovado acercamiento a nuestraidentidad no es posible la fidelidad, o, al menos,la fidelidad creativa (cf. VC 37).La Orden, y con ella todos nosotros, a partirdel Vaticano II ha hecho un largo camino paraclarificar y actualizar nuestra identidad carismática.Nuestras Constituciones generales sonfruto de ese esfuerzo. Por su parte los últimosCapítulos generales, así como el magisterio delos Ministros generales, nos han ayudado a seguirprofundizando el tema de la identidad. Sinembargo nos damos cuenta que eso ya no basta.Es la hora de pasar de la identidad teórica a laidentidad existencial. A la claridad sobre los elementosesenciales y no negociables, sin los cualesno se puede hablar de vida franciscana. De laortodoxia hemos de pasar a la ortopraxis.Antes de entrar en esos elementos no negociables,quiero hacer algunas precisiones sobrela identidad. ¿Quién soy yo? Es esta la preguntafundamental en la vida de una persona. Es estauna pregunta abierta y que, por lo mismo, debeacompañarnos a lo largo de toda nuestra existencia,también en cuanto Hermanos Menores.Por otra parte, para nosotros franciscanos estapregunta es también fundamental en cuanto quede la respuesta que demos a ella depende la clarificaciónnuestra identidad como personas, ytambién como Hermanos Menores.Vosotros, mis queridos hermanos under ten,habéis hecho la profesión solemne y por lo tantouna opción definitiva por la forma de vida reveladapor el Altísimo a Francisco, y que habéishecho propia por nuestra profesión. Esto podríallevaros a pensar que todo está claro. No, la opcióndefinitiva no os ahorra el esfuerzo de con-50


tinuar revisitando constantemente vuestra identidadde Hermanos Menores. No para poner enduda la opción hecha un día no tan lejano, conel corazón inflamado de amor por Jesús y conla convicción que esta es vuestra vida, sino paramantener dicha opción siempre joven y huir dela rutina, el cansancio y la mediocridad. En estesentido bien podemos decir que la identidad estásiempre abierta como la persona misma. Ambasson realidades dinámicas.Pero ¿qué es la identidad? Yo la definiríacomo el sentido continuo del propio ser a travésdel tiempo. En otros términos, y manteniendocuanto he dicho sobre la necesidad de revisitarconstantemente nuestra identidad por ser unarealidad dinámica, la identidad es continuidad,es perseverancia, es constancia en dar forma anosotros mismos, pero es también identificacióncon una estructura interior de base, sin la cualno es posible modelarse posteriormente. A estoselementos hay que añadir que también es partede la identidad el sentido de pertenencia a unaestructura externa, como es, en nuestro caso, laOrden.Por lo tanto, la identidad es lo que yo soyy lo que seré con el correr del tiempo. ¿Cómopueden estas dos cosas estar juntas? Es necesariotrabajar para integrar estos dos aspectos. Estees el trabajo de la formación permanente. Conun ejemplo, tomado de la literatura hinduista, talvez me explique mejor: Toma una gota de aguay échala en el mar. La gota desaparece, pero elagua permanece. En nuestra identidad algo cambiacada día, pero hay elementos fundantes quedeben permanecer. Esto es válido también cuandohablamos del individuo y la vida fraterna o elsentido de pertenencia a la Orden.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TEEn otras palabras, y tomando la imagen delmundo de la ciencia, bien podemos decir que laidentidad es nuestro DNA, un ácido que se encuentraen todas las células de nuestro cuerpo yque contiene las informaciones genéticas nece-51


sarias para el desarrollo y el funcionamiento denuestro organismo. En nuestro casos, hablar deidentidad, hablar del DNA franciscano, es hablarde los elementos esenciales de nuestro carisma,discernidos a la luz de la experiencia espiritualde Francisco y de sus Escritos (cf. CCGG 1,1-2), y también es hablar de las respuestas quehemos de dar a los signos de los tiempos y de loslugares (cf. PdE 13. 15). Mientras dejo para cadauno de vosotros el segundo aspecto, quiero ahoratocar brevemente los elementos esenciales denuestro carisma, sintetizándolos en tres núcleos:la dimensión contemplativa, la vida fraterna enminoridad, y la misión.52


Con el corazónvuelto haciael Señor23. Desde hace tiempo venimos afirmandoque la dimensión contemplativa es la prioridadde las prioridades de nuestra vida de HermanosMenores. Nada nuevo, pues sabemos muy biencomo Francisco invitaba constantemente a sushermanos a tener el corazón vuelto hacia el Señor(1R 22, 19) y a que nada pudiese arrebatarlesel corazón de él (Cf. CtaA, 2R 5, 2): “Ruego atodos los hermanos que, removido todo impedimentoy pospuesta toda preocupación y todoafán, como mejor puedan sirvan, amen, honreny adoren al Señor Dios… y hagamos siempre enellos (mente y corazón puros) habitación y morada”(1R 22, 26-27).Lo cierto es, sin embargo, que tal prioridadno siempre es evidente en nuestra vida. Así lo hepodido constatar en el diálogo personal con muchoshermanos y en mis visitas a las distintas Entidades,así como las que hacen los Visitadoresgenerales con motivo de los capítulos. Por otraparte, un ejercicio muy simple sería suficientepara darnos cuenta de cuanto estoy diciendo:los horarios de la fraternidad y el tiempo que enellos se prevé para la oración comunitaria. Enmuchas de nuestras Entidades la oración comunitariase ha reducido al mínimo: la oración delaudes y de vísperas, y, con menos frecuencia, laEucaristía comunitaria. Y, ¿qué decir de la ora-III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE53


ción personal? Otra constatación a este respecto:de los horarios de las fraternidades la oraciónpersonal con demasiada frecuencia está completamenteausente.Ante tal constatación hemos de preguntarnosseriamente sobre las causas que nos llevan a relegara Dios, al que decimos habernos consagradototalmente, a un segundo o tercer lugar. ¿Noserá que todo ello obedece a una profunda crisisde fe?Ocupados en las obras de Dios, corremos elriesgo de olvidarnos de Dios. Y de este peligronadie está exento, ni vosotros mismos, mis queridoshermanos más jóvenes. ¿Cuánto tiemponecesitaremos para comprender que sólo si anteshemos visto el rostro de Dios, si lo hemos contempladoy si lo sentimos presente en el corazón,podremos luego encontrarlo en el mundo?¿Cuándo comprenderemos, como decía MadreTeresa de Calcuta, que solo podremos encontraruna respuesta al “tengo sed” de Cristo en lacruz, si antes lo hemos seguido en Getsemaní ysi hemos dado una repuesta positiva al “vigiladconmigo”? ¿Cuándo comprenderemos que unavocación religiosa necesita, como los pulmonesel aíre para respirar, de la oración para vivirseen plenitud e incluso simplemente para mantenerse?“Primero Dios y luego las obras seguirán”,decía el Cardenal Neguyén Van Thuan. Por laprofesión deberíamos ser especialistas en la búsqueday en conocimiento de Dios, considerandotodo lo demás como “una pérdida” y “basura”,pues tal es “la sublimidad del conocimiento deJesucristo” (Fil 3, 7-9). El amor de Cristo deberíadeterminar todas nuestras acciones, dándolesel sentido más profundo. Ello implica que cualquierotro amor debe ser integrado en este únicoamor.Es hablando de amor donde entra de llenoel discurso sobre la oración, como expresión de54


nuestra relación personal y especial con Jesús(cf. VC 14), verdadero fundamento de nuestravida y único camino para alcanzar una auténticavida contemplativa. Pero no una oración hechacon el reloj en la mano. La dimensión contemplativaexige tiempo, y, no solo tiempo, sino darcalidad al tiempo dedicado a la oración. Esto, asu vez, presupone optar por Dios, no como unpensamiento devoto en el cual apoyarnos cuandolo necesitamos, pues no tenemos nada másen que apoyarnos, sino como el único verdaderoapoyo, como diría desde una larga experienciade cárcel y de total aislamiento el ya citado CardenalNeguyén Van Thuan.Quien ha tenido la gracia de sentir la presenciadel Señor en su vida ya no se contentará conampliar sus conocimientos sobre Él, sino queaspirará ardientemente mantener una relaciónamorosa con Él, hasta el punto que sea Él el centroen torno al cual se muevan todas sus fuerzas.He ahí la verdadera oración, he ahí la puerta a laauténtica dimensión contemplativa: cambiar elcentro de nuestra vida, que se encuentra en nosotros,hacia Dios, sustituir nuestra actividad conuna apertura pasiva, el discurso con el silencio,la escucha y la acogida. Solo así responderemosa la exigencia de Francisco de tener el corazónvuelto hacia el Señor, o la de Clara que pide a sushermanas tener el corazón, el alma y la mentevuelto hacia Él (3CtaCl 12- 13).¿Cómo caminar hacia esa meta? Entre lasmediaciones a nuestro alcance para favorecer ladimensión contemplativa, os recuerdo, mis queridoshermanos, algunas, sin duda bien conocidas.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TEVivir una sana espiritualidad24. Uno de los fenómenos más importantesde nuestros días es la sed de Dios que se reve-55


la en el mundo. Aunque habría mucho que decirsobre esa sed, sin embargo es un fenómeno quedebería hacernos pensar. Si queremos respondera esta sed hemos de abrirnos a una nueva concepciónde la vida religiosa y franciscana quesea más espiritual y, en cuanto tal, que sea testimoniode la trascendencia. Por otra parte, cadavez estamos más convencidos que una verdaderarenovación de la vida religiosa debe pasar poruna sana vida espiritual. Ya lo había dicho el VaticanoII: la vida espiritual aparecía a los ojos delos padres conciliares como la vía maestra de larenovación de la vida religiosa (cf. PC 2).El mundo de hoy tiene sed de espiritualidad,pero de espiritualidad auténtica que nos lleve auna constante creación y recreación, como noslo hace intuir la hermosa metáfora de Jeremíasde la vasija rota y rehecha (cf. Jr 18, 1- 6). Unaespiritualidad basada en la Palabra de Dios, queestá a la base “de toda auténtica espiritualidadcristiana” (cf. VD 86) y en la liturgia. Dejémonosmodelar por la Palabra y la liturgia. Solo asíviviremos una espiritualidad que, sin caer en unesencialismo a-histórico, no nos aleje de un existencialismosin raíces.En este contexto os invito, mis queridos hermanos,a trabajar en una espiritualidad unificada,en tensión dinámica y de presencia. Unaespiritualidad unificada, que nos haga hijos delcielo e hijos de la tierra, en profunda comunióncon Dios y seriamente comprometidos con elhombre y la mujer de hoy. Una espiritualidad entensión dinámica, que nos haga místicos y profetasa la vez, que nos permita sentir la irrupciónde Dios en lo más profundo de nosotros mismosy de la historia, y que nos lleva a realizar unaacción transformadora en la historia de acuerdocon el proyecto de Dios. Una espiritualidad depresencia: discípulos y testigos, seguidores deJesús y sus iconos ante un mundo que ha queridoexiliar a Dios.Con todo ello a lo que os invito, mis queridos56


under ten es a vivir una espiritualidad apostólica(cf. VC 74). El elemento clave de esta espiritualidades la particular declinación del ágape traducidaen amor gratuito (apostolado), que brotadel amor recíproco (fraternidad). Espiritualidadapostólica o “espiritualidad de la acción” que seda en la medida en que haya un permanente diálogoentre contemplación y acción. No se trata,por tanto, de vivir el apostolado como dispersiónde las energías espirituales y la oración comomomento necesario para cargar pilas. Se tratade vivir la circularidad del apostolado y la oracióncomo dos momentos de un mismo procesode crecimiento espiritual y de santificación.Lo dicho, sin embargo, supone una espiritualidadde comunión. El mundo de hoy y la mismaIglesia (cf. VC 46) es lo que esperan de nosotros:hacer concreta la comunión, a través de unabien comprensible espiritualidad y una bien visiblepraxis de vida. Esta espiritualidad nace de laconciencia de la persona de pertenecer radicalmentea Cristo, históricamente siempre traducidaen un sentido claro de pertenencia a la Iglesia,a través de una fraternidad/comunidad, religiosay eclesial bien concreta, en la cual cada uno esllamado a vivir la propia consagración al Señor.La espiritualidad de comunión pone a pruebacómo se vive en nuestras casas la vida en elEspíritu y nuestro sentido de pertenencia a losotros que, si dicha espiritualidad es adulta, llevaráal individuo a entenderse “junto” con losotros. Esto exige libertad interior, por lo que unose reconoce esencial al otro y viceversa. Pone aprueba nuestra relación con la Iglesia. La espiritualidadde comunión lleva a la persona a comprendersesolo en la Iglesia, no en sentido genérico,sino concreto y cotidiano. Somos Iglesia enla Iglesia, y, por lo mismo, estamos con la Iglesiaen el mundo y por el mundo.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TEEstos principios, que son fundamentales yválidos para todos los religiosos, en nuestro casohan de ser completados con algo que me parece57


muy específico de la espiritualidad franciscana.Si nuestra vocación se configura como un caminotrinitario, como lo muestra la Carta a todala Orden, y seguir la vida evangélica como lasiguió Francisco significa caminar por el caminode comunión trinitaria que nace de la infusióndel Espíritu, crece en el seguir las huellas delSeñor Jesús, y llega a la perfección en el encuentrocon el Padre, entonces nuestra espiritualidades eminentemente trinitaria (cf. CtaO 62- 65).En esta oración aparece, además, lo que clásicamentese llamó la espiritualidad de las tres vías,y que, actualizadas con las aportaciones de lasciencias humanas y el proceso personal de fe,pueden ser todavía indicativas también para vosotros,mis queridos hermanos under ten. Estastres vías son: purificación, iluminación y unión(cf. 1R 23, 8). Ésta última tiene como meta elamor sin reservas (CartO 28-29): “Todos amencon todo el corazón, con toda el alma, con toda lamente, con toda la capacidad y la fortaleza, contoda la inteligencia, con todas las fuerzas, conel afecto…” (1R 23, 8). Todo lo hemos recibidoy todo debe ser restituido; somos templo de laTrinidad y todo debe ser iluminado por el Diosque nos habita. De este modo la espiritualidaddesemboca en el seguimiento radical de Cristoy responde a su objetivo final: el encuentro finalcon el Padre (cf. 1R 22, 55). A su vez, deeste encuentro nace el sentimiento profundo dela fraternidad universal (cf. Cant).Queridos hermanos under ten: recordad quela espiritualidad de la que está necesitado elhombre de hoy es aquella que da y testimoniaal mundo razones de esperanza; una espiritualidadvisible gracias a la santidad que interpelaal hombre postmoderno; una espiritualidad notanto individual sino fraterna, vivida no sólocomo ascesis individual, sino como compromisocomunitario en la realización de la historia de lasalvación.Sed arcilla disponible, mis queridos hermanos,en las manos del alfarero. Entrad, de la58


mano de Francisco y de Clara, en el corazón trinitariode Dios. Tomad conciencia de que Diosimpregna vuestra vida entera. Sed conscientesde que Él os está creando, os sostiene y os cuestiona.Sed hombres espirituales y seréis profundamentehumanos.Vivir la vida al ritmo de la Palabra de Dios25. Cada día, Dios nos regala su Palabracomo pan cotidiano y nuevo maná. Ella asegurael nutrimento ordinario de todo creyente y articulasu itinerario de crecimiento en la fe. Comoafirma Benedicto XVI, “la Palabra de Dios estáen la base de toda auténtica espiritualidad cristiana”(VD 86.Mis queridos hermanos: para que la Palabrapueda responder a cuanto hemos dicho, consideroimprescindible organizar la propia jornadade tal modo que en ella haya siempre un espacioimportante para lo que es esencial y central en lapropia vida. Un espacio tan importante que nopase un día sin asegurarlo, y tan esencial y centralque todo lo demás gire en torno a él. En lavida de un Hermano Menor, en vuestra vida, nopuede pasar un día sin leer, escuchar y acoger laPalabra. En esto os pido prestar mucha atencióny ser muy exigentes con vosotros mismos. Nopuede pasar un día sin dejarnos leer por la Palabra,sin permitir a la Palabra arder en nuestrocorazón, interpelarnos, juzgarnos, y reconciliarnospor ella.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TEA ello mira la Lectura orante de la Palabra,mediación extraordinaria, consolidada con la experienciade tantos siglos, para leer, contemplar,y confrontar la Palabra con nuestra vida, y cuyosfrutos son los frutos del Espíritu: “amor, gozo,paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad,mansedumbre y dominio de uno mismo”(Gal 5, 22-23). No falte entre vosotros una “só-59


lida formación a la lectura orante de la Biblia”(VD 86). Practicadla asiduamente. La asiduidada la Lectura orante de la Palabra cambiará vuestrasvidas, y seréis verdaderos agentes de comunióny de fraternidad (cf. VC 86).A ello mira la Liturgia de las Horas, corazónpulsante de la jornada de todo consagrado, quehace del tiempo una “experiencia habitada” (A.Cencini), y que hace de nuestro tiempo, fragmentadoy fatigoso, el tiempo de Dios. La Liturgiade las Horas es “una forma privilegiada de laescucha de la Palabra”, que nos pone, al mismotiempo, en contacto con la gran Tradición de laIglesia (VD 62). Ella nos permite vivir la jornadaal ritmo de la Palabra. No dejéis, mis queridoshermanos, la Liturgia de las Horas. Sería comodesperdiciar el alimento que, junto con la Eucaristía,la Iglesia nos ofrece para una alimentaciónadecuada para la entera jornada.A ello mira el retiro mensual y los ejerciciosespirituales anuales, tiempo dedicado al ejerciciode recogimiento (R. Guardini), recogimientode la vida en torno a lo que es esencial y central;tiempo que hace gustar la Palabra de Diosy poner orden a nuestra existencia, alejándolade la superficialidad; tiempo que nutre la pasiónverdadera, la enraizada en Jesús, y se transformaen enamoramiento de la Palabra, que es Cristo.Todos necesitamos de estos altos en el caminopara saber dónde estamos, hacia dónde vamos yhacia dónde nos empuja el Espíritu, dejándonosiluminar y conducir por la Palabra.A ello mira la celebración de la Eucaristía.Eucaristía y Palabra van de la mano, como lo daa entender el mismo Evangelio (cf. Jn 6; Lc 24),y lo reafirma el Vaticano II (cf. SC 48. 51. 56;DV 21. 26). Palabra y Eucaristía se pertenecentan indisolublemente que una no se puede entendersin la otra: “La Palabra de Dios se hace carnesacramental en el acontecimiento eucarístico”(VD 55). Un día sin Eucaristía, pudiéndola celebrar,es como un día en el desierto sin el maná.60


Es necesario, mis queridos hermanos, que lavida sea vivida al ritmo de estas citas con la Palabra.Sólo así podremos pasar de la lectura algusto de la Palabra, de la lectio a la dilectio, delinterés y mero conocimiento de la letra (cf. Adm7), a la pasión y al amor intenso y vibrante porla Palabra (cf. Sal 103. 105. 119).Frecuentad asiduamente, mis queridos hermanos,la Palabra, aprended a acoger a Aquelque no cesa de pronunciarla, a Aquel que se revelaen ella. “Aprended a conocer el corazón deDios en las palabras de Dios” 5 . Descubrid en ellaal Dios amante para dejaros amar por Él. Y cuandola leáis recodad siempre: “Es a mí a quienhabla, es de mí de quien habla” (S. Kierkegaard).Dejaros envolver por esta corriente de amor quees la Palabra y aprenderéis a hablar. Sea para vosotrosla Palabra espada de doble filo (cf. Hb 4,12); dejad atravesar por ella vuestro corazón (cf.Hch 2, 37), acogedla en vuestras mentes, concebidlaen vuestros corazones y dadla a luz porvuestras obras y seréis madres y hermanos deJesús (cf. Lc 8, 19-21).Espíritu de la santa oración26. Tener el espíritu de la santa oración ydevoción es para Francisco, como ya he indicado,una prioridad absoluta. También ya he notadoque tenemos dificultad para mantener esteespíritu, tal vez porque no hemos sido formadosal espíritu de la santa oración, sino más bien arecitar fórmulas con mayor o menor atención, adecir nuestras oraciones.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TEEn mi contacto con vosotros muchas vecesme habéis preguntado: ¿qué es hacer oración?Incluso alguno me preguntó cómo oraba yo.Respondo a estas preguntas desde mi pobre ex-5 San Gregorio Magno, Cartas, IV-VII.61


periencia y desde el esfuerzo renovado día trasdía para aprender a orar.Desde esos presupuestos me atrevería a compartircon vosotros, mis queridos amigos y hermanos,no sin ruborizarme, algo de lo que espara mí la oración. Pienso que la oración es dejaratravesar toda nuestra vida como una amistadque ilumina. Sí, porque la oración, a mí entender,no es otra cosa que amistad con el Amigo:vivida, mantenida y cultivada asiduamente a lolargo de las horas, de los días, y de los años. Orares dejarse plantar en la tierra fértil del amor deDios para dar los frutos que a Él le plazca. Orares elocuencia de la fe, expresión de la adhesiónpersonal al Señor (cf. Sant 5, 15). Orar es respuestay es búsqueda. Respuesta al Dios que habla–nuestro Dios es un Dios que habla y que enel Hijo se hizo Palabra-, y búsqueda incesante delrostro de Dios (cf. Sal 26; 63; Cant 3, 2). Orar esmantener diálogo amoroso, como el del Cantarde los Cantares, entre la esposa y el esposo. Orares dinámica de pasividad: abrirnos para que Otronos ocupe, permitir para que Otro obre en nosotros,abandonarse para que Otro nos conduzca.Por todo ello pienso que no puede haber oraciónsi no se vive dentro de la relación de alianza entreDios y yo.Por otra parte, precisamente por lo que hemosdicho, aprender a orar es un proceso tanlargo como la vida, porque necesitamos toda lavida para pasar del yo al Tú de Dios. A propósitoos transcribo una fábula que me ha gustado mucho.Se trata de una conversación entre dos monjes,uno joven y el otro anciano. Dice el joven:Un día me sentaba en respetuosa admiración,mientra el anciano monje respondía a nuestraspreguntas. Levanté la mano y le pregunté: Padre,háblanos un poco de ti mismo. ¿De mí mismo?Respondió. El anciano monje después de unalarga pausa de reflexión dijo deletreando: Minombre era… yo. Pero ahora… se convirtió en62


Tú. 6 . Es el proceso seguido por lo grandes orantes,como Francisco de Asís, que del yo con elque inicia su camino ante la imagen del Cristo desan Damián (cf. OrSD), termina perdiéndose enel Tú del Señor Dios único, como lo atestiguanlas Alabanzas al Dios Altísimo que compone enel monte Alvernia (cf. AlD). En este sentido laoración es un gran misterio de pobreza, en cuantoque la oración acaba, poco a poco, por extinguirlas ilusiones de la autonomía y la entronizacióndel yo.El orante, el verdadero orante, trasciende supropio yo hasta lograr que su corazón lata al unísonodel corazón de Dios. El verdadero orante esel que es capaz de descender a lo más profundode su yo y al no encontrar sino a Dios logra darun salto en la fe y llamarle TODO. Esa es la granexperiencia mística de Francisco en el monte Alvernia.Oración es diálogo, pero extrañamente esediálogo no puede darse sin el silencio. El silencio,ese arte que se ha perdido en nuestra ruidosaciudad, en nuestros corazones llenos de rumores.He ahí otra de las grandes dificultades que encontramospara orar. Nos cuesta hacer silenciodentro y fuera de nosotros mismos. Nos cuestaentrar en su silencio, en el silencio de Dios, dejarnostrabajar por él y simplemente murmurar:“te quiero”, “perdón”, “gracias”. Es el silencioorante el que nos irá modelando. Y entonces, túy yo, como el viejo monje de la fábula, podremosdecir: mi nombre es Tú. Y ese Tú, comopara Francisco, también para nosotros los seráTODO. Con palabras del Concilio te digo: “Entradentro de ti, donde Dios te espera” (GS 14).III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TEA veces he escuchado esta objeción: Si todoes oración, por qué retirarnos a orar. Muchas sonlas razones que se podrían dar para justificar lanecesidad de la oración. Una sola os diré en es-6 Teofane il Monaco, Fiabe dal Monastero Magico (Torino1988).63


tos momentos. Hemos dicho que la oración esdiálogo: diálogo de amigo con el amigo, diálogodel esposo con la esposa, diálogos entre enamorados.Necesitamos retirarnos a orar porque Él esel Amigo, porque queremos estar a solas con lapersona que amamos, o, mejor aún, porque queremosamarle.Pero a la base de todo este discurso hay algoque no podemos dar por supuesto: la fe. Sin fetodo lo dicho suena a “música celestial”. La oraciónes actividad teologal antes que psicológica,que presupone la fe y que, al mismo tiempo, larobustece. Pero, ¿qué es la fe?La fe es creer, obedecer a Dios antes que alos hombres (cf. Hch 4, 19), es escuchar y poneren práctica cuanto se ha escuchado, como hizoFrancisco después de haber escuchado el Evangelioen la Porciúncula (cf. 1Cel 22); es tener lacerteza que la Oscuridad es ya Luz, y, como María,decir: “Aquí estoy” (cf. Lc 1, 38), aunque elmisterio de Dios nos supere; es tener confianzaen Aquel para el que nada hay imposible (cf. Lc1, 37); es ir más allá de la ortodoxia confesional,aunque la suponga, para abandonarse en los brazosde Dios, confiar en el hoy y aceptar el mañanaporque, sea el día que sea, Dios está en él.La fe da seguridad frente a la incertidumbre,da ánimo ante el miedo, es luz en la oscuridad.La fe ahonda sus raíces en el misterio de Dios yflorece en la vida, porque como ya dice el Apóstol:“una fe sin obras es una fe muerta” (Sant 2,17). Si es verdad que la etimología de creer escor-dare, entonces la fe es dar el corazón, ponerloincondicionalmente en las manos de Otro.Creer es realmente vivir sine proprio, ponernuestra existencia en Él, de tal modo que sea Élel único Señor.Teniendo presente todo esto, es necesario quenos preguntemos cómo andamos de fe. No podemosdar por descontado que seamos verdaderoscreyentes. Nos lo recuerda Benedicto XVI en el64


moto proprio La puerta de la fe, con la cual convocael año de la fe que se extenderá del 11 deoctubre de 2012, al 24 de noviembre de 2013.Llamados a atravesar la puerta de la fe (cf. Hb14, 27) hemos de tener el valor de reiniciar uncamino que dura toda la vida, desde el bautismohasta la visita de la hermana muerte corporal.Llamados a seguir a Cristo, hemos de “redescubrirel camino de la fe para iluminar la alegría yel entusiasmo renovado del encuentro con Cristo”;recordando que “la fe solo crece y se fortalececreyendo; no hay otra posibilidad para poseerla certeza sobre la propia vida que abandonándose,en un crescendo continuo, en las manos deun amor que se experimenta siempre como másgrande porque tiene su origen en Dios”. 7Queridos hermanos os ruego, besándoos lospies, por la caridad que es Dios, que no dejéisla oración tanto personal como fraterna. Comofranciscanos y religiosos, necesitamos despertarnosen el rostro de Dios. No orar puede ser unatragedia casi inadvertida. ¿Recordáis la anécdotadel monólogo de un sacerdote alcohólico quenos cuenta G. Bernanós en Diálogo de un curarural: “Poco a poco –dice dicho sacerdote-, medi cuenta que había dejado la oración”. ¿No esese el drama de tantos abandonos? Os confiesoque más de uno me ha hecho la misma confesiónque el sacerdote alcohólico de Bernanós.La vida franciscana necesita renovarse o, sipreferís, revitalizarse. Pero la verdadera renovacióny revitalización solo le vendrán de Él. Ennuestra época postmoderna, la del fragmento, lade usar y tirar, la del pensamiento débil, la demirar sin apenas ver, es de valientes afirmar:“… sin el espíritu de la santa oración no habrárenovación ni cambio de la persona, ni tampocode las Entidades”. Sigue siendo válido, muyválido, lo que escribió Pablo VI: “La fidelidadde la oración o el abandono de la misma son elparadigma del vigor o del ocaso de la vida reli-III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE7 Benedicto XVI, La puerta de la fe, Roma 2012, 1ss.65


giosa” (ET 42). ¡De creerlo podríamos ahorrartanto…! Tanto papel, tantos discursos, tantascrisis, tantos abandonos. Es Jesús mismo quiennos lo dice: “Orad para no caer en tentación” (Lc22, 46). Necesitamos vacare Deo, dar tiempo aDios en nuestras vidas. Solo así seremos nosotrosmismos.Tu espiritualidad¿puede decirse apostólica,unificada, en tensión dinámicay de presencia, o es másbien una huída?¿Qué lugar ocupa la Palabra deDios en tu vida?¿Cuánto tiempo dedicas diariamentea su lectura y meditación?¿Cómo vives la Eucaristía diaria?¿Cómo celebras la Liturgia de las Horas, elretiro mensual y los Ejercicios Espiritualesanuales?¿Cuánto tiempo dedicas diariamente a laoración personal?66


Vida fraternaen minoridad27. La fraternidad es una de las notas característicasy fundamentales de nuestra formade vida, tanto si miramos al carisma, como sitenemos presente la idea que de nosotros tienela gente, desde el más sencillo al más docto. SerHermano Menor es sentirse hermano y manifestarsecomo tal. Por ello, no podemos hablar denuestra identidad sin hablar de la fraternidad.Si bien al principio Francisco solo pretendióconvertirse al Evangelio, sin embargo, en lamedida en que el Señor le iba dando hermanos(cf. Test 14), descubrió que el Evangelio no lopodía vivir ni anunciar solo. El Señor le habíadado hermanos para vivir y anunciar en y comofraternidad el Evangelio que el Señor le habíarevelado como forma de vida. Para el Poverellola fraternidad será mucho más que un fenómenopsico-sociológico. Para el hermano universalla fraternidad brota del Espíritu de Cristo, es unregalo del Señor. Francisco nos ha querido hermanos,hermanos unidos en Cristo, e hijos delmismo Padre (cf. LM 8, 6). Desde entonces lafraternidad es el lugar privilegiado de nuestraconversión y de nuestro encuentro con Dios.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TEPor otra parte, hablar de fraternidad es entraren la visión universal del corazón de Dios, comoacertadamente dice M. Hubaut. Francisco no secontenta con vivir la fraternidad ad intra. La feen la paternidad de Dios le lleva a superar cual-67


quier barrera social o religiosa. Para él todos sonhermanos/hermanas, aun la misma creación (cf.Cant). Del hortus conclusus se pasa al claustrodel mundoLa fraternidad en Francisco es preocupaciónpor todos los hombres y mujeres (cf. 1CtaF 1-3),acogida calurosa y simple de todos (cf. 1R 7, 14-15), lugar donde se experimenta el perdón (cf.CtaM 5-10), se vive la gratuidad (cf. Adm 24),uno se abre a la diversidad (cf. EP 85), se traduceen gestos concretos la ternura de Dios (cf. 1R 11,5-6). La fraternidad es la primera forma de evangelización(cf. Jn 13, 35), pues es el “milagro”que el mundo nos pide hoy, espera ver y sientenecesidad de constatar en nosotros. Ser hermanos,en fin, es ser apasionados de la paz y de lareconciliación (cf. Test 23; 1Cel 29; AP 38; LP84).Construyendo vida fraterna28. De la importancia que da Francisco a lavida fraterna se deduce la importancia que todoHermano Menor debe dar a la vida fraterna encomunidad. Desde esta opción que caracteriza lavida de Francisco y la de sus hermanos, no esexagerado decir que todos nosotros deberíamostener esta pasión: crear lugares fraternos, construirfraternidad. Tampoco me parece exageradoafirmar que nuestra primera conversión es llegara ser cada día un poco más hermano de todos.¿Cómo es posible todo ello? La vida fraternaen comunidad comporta, en primer lugar, unavisión de fe, o lo que es igual, acoger al “otro”como don o regalo del Señor, superando las leyesde la convivencia humana y sus criterios rigorosamenteelectivos-selectivos. Solo ese acto de fepuede lograr que podamos convivir con quien nohemos elegido ni nos ha elegido. Solo la certezaque el Señor nos ha reunido puede llevarnos a68


vivir una fraternidad capaz de superar cualquierdiferencia de carácter, de raza, nacionalidad ocultura.La vida fraterna en comunidad implica tambiénla superación de todo egocentrismo. Si elhombre es por naturaleza relación, la tentaciónmás fuerte es, precisamente, la de negar dicharelación, de cerrarse en el propio yo, de ver enemigoen el otro. En este sentido la vida fraternaen comunión es una verdadera forma de expropiación,de vivir sine proprio.La vida fraterna para nosotros es inseparablede la minoridad y por lo tanto de la voluntadfirme de no querer dominar sino de servir. Elservicio es clave para entender la espiritualidadde Francisco y llave que nos abre a la fraternidadcomo él la ha vivido y como él la propone(cf. 1R 6, 3). Francisco hará del servicio de unospara con otros, vividos en la simplicidad y en lahumildad, uno de los fundamentos de la fraternidad,y del ministerio del lavatorio de los pies,el ministerio que iguala a todos (cf. Adm 4). Enel servicio, Francisco descubre la linfa que nutrelas relaciones fraternas según el Evangelio. Parael Poverello, el servicio es el modo franciscanode ejercer la autoridad (cf. 2R 10, 5-6). En estecontexto, convertirse a la fraternidad significadejar gradualmente de ser dominador para serservidor de los hermanos.El servicio del que estamos hablando conllevaconocer sus necesidades. La vida fraterna enminoridad y comunidad es el lugar donde cadauno puede dar, recibir y pedir cono plena confianza(1R 6, 7-9). De este modo, la fraternidadnecesita de hermanos que sepan dar y recibir almismo tiempo. Para Francisco las relaciones humanasson creadoras solo si son basadas en lareciprocidad y en la confianza.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>T<strong>EL</strong>a vida fraterna con estas características esrealmente un elemento profético. Profético antetodo para uno mismo, pues las relaciones frater-69


nas me revelan quién soy yo y me ponen delantede la propia verdad. La fraternidad me hacedescubrir mi propio pecado: mis celos, mis pobrezas,mis miedos a amar sin replegarme sobremí mismo. Profético, también, en nuestro mundofragmentado y dividido, dominado por la luchapor el poder.Algunas mediaciones paraconstruir fraternidad29. La primera mediación que veo paraconstruir fraternidad es la formación permanente.En este sentido somos llamados a asumir lavida ordinaria como escuela de formación permanente.Es la cotidianidad, la vida de los díasferiales y la normalidad el verdadero secreto dela formación y lo que hace que se convierta enpermanente. Huir de todo ello sería pueril y solonos procuraría una frustración permanente.Otra mediación importante para construirfraternidad, aunque aparentemente pueda pareceruna contrariedad, son los conflictos. El conflicto,asumido desde una actitud madura, puedeser un elemento verdaderamente constructivo defraternidad. Esa actitud madura ante los conflictospasa por el diálogo. Y para que esto sea posiblese requiere inteligencia interior, para darnoscuenta que toda relación es una prueba tanto demi madurez como de mi inmadurez, y capacidadrelacional, actitud de escucha en actitud de humildad,para llegar a sintonizar con lo que estáviviendo el otro.Muy importante para construir fraternidad esla comunicación interpersonal. Ésta debe darse atres niveles: lo que uno hace, lo que uno piensay lo que uno siente. La comunicación de la queestamos hablando es mucho más que un simpleintercambio de ideas o de noticias. Comunicares entrar en una relación directa con “otro”, al70


que puedo llamar “tú”. Comunicar es encontrarmecon un “tú” que me hace más “yo” 8 . Una comunicaciónprofunda constituye un momento deencuentro entre personas. Atención: no está garantizado,ni mucho menos, que la comunión seamás fácil en fraternidades homogéneas. Podríaser una trampa para crear hermanos semejantesentre ellos o miembros que se auto seleccionanpara vivir una “fraternidad a la carta”. Comofraternidad franciscana es necesario saber crecercon el “otro”, el “diverso”. Recordemos que“solo el conjunto de los dones hace epifánico elcuerpo entero del Señor” 9 .Otra mediación importante es crear interdependencia:capacidad para colaborar en unproyecto común, para caminar juntos hacia unmismo objetivo. Solo así podrán desaparecer losgrupos y dar paso a la experiencia de familiaUna última mediación que quiero señalar esel proyecto de vida y misión. Éste no tiene porobjeto la eficacia operativa, sino el responder ala necesidad de integrar armónicamente el conjuntode nuestra vida y de establecer una jerarquíade valores que nos guíen en la existenciade cada día y en la misión. El proyecto para quesea mediación al servicio de la construcción dela fraternidad tiene que asegurar una dinámicacircular de retroalimentación dentro de la cualse inscriban lo proyectos tanto personales comofraternos.Queridos hermanos under ten, trabajad incansablementeen la construcción de la fraternidad.No seáis meros consumidores. Por la profesiónos habéis entregado con todo el corazóna la fraternidad. Ésta tiene mucho que mejorarentre nosotros, por eso os necesita. Necesitamosde vosotros para construir fraternidades que seanoasis de humanidad y portadores de humanidad;III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE8 Cf. Martín Buber, Yo y Tú, Buenos Aires, 1974.9 CIVCSVA, Nuevas vocaciones para Europa, Roma1997, 19.71


fraternidades formadas por personas de fe, queacepten con gozo el don de los hermanos en supropia realidad; fraternidades donde se celebre yse manifieste la alegría de estar juntos desde lagratuidad; fraternidades formadas por personasdispuestas a vivir desde la lógica del don; fraternidadescon un nivel tal de comunicación quepermita a cada uno manifestar confiadamente alotro sus necesidades; fraternidades en las que lasrelaciones interpersonales sean cálidas y auténticas,construidas sobre el perdón y la misericordia;fraternidades en discernimiento constante;fraternidades en las que se comparta la fe y lahistoria vocacional; fraternidades en las que lamisión se realice desde un proyecto de vida ymisión elaborado por los hermanos…La vida fraterna es un tesoro en vasijas de barro(cf. 2Cor 4, 7), que hemos de acompañarlocon una delicada atención por nuestra parte, conun cuidado verdaderamente materno (Shc 3. 32).La fraternidad no es sólo un don que se acoge,es también un programa. De hecho la fraternidadevangélica no existe todavía. Es algo siemprepor hacer, es una historia, una utopía creadora,una tensión fecunda. En esta tarea, hermosa perodifícil a la vez, la Orden, mis queridos jóvenesnecesita de constructores de fraternidades así.¿Te apuntas? La Orden cuenta contigo. Sed, misqueridos hermanos, profetas de comunión, yvuestras fraternidades serán profecía de comunión.Ese es el testimonio que necesita el mundode hoy, eso es lo que nosotros franciscanos estamosllamados a ofrecer a los hombres y mujeresde nuestro tiempo.72


¿Qué nota te darías en elsentido de pertenencia a tufraternidad, a la Provincia/Custodia y a la Orden?¿En qué aspectos concretos tepuedes considerar constructorde fraternidad y en qué aspectostienes que reconocer que eressimplemente consumidor de ella?¿Cómo te consideran los hermanos de tufraternidad?¿Cómo asumes los conflictos?¿Qué haces para mejorar la comunicaciónen tu fraternidad?III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE73


Portadores del dondel Evangelio30. Llamados para estar con Jesús, hemossido llamados igualmente para ir a predicar (cf.Mc 3, 14-15). Francisco y sus primeros compañeros,afirma Jacobo de Vitry, “por el día entranen las ciudades y en las aldeas empeñándose enla acción para ganar otros al Señor. Por la nochevuelven al eremitorio o en lugares solitariospara darse a la contemplación” 10 . De este modo,la primitiva Fraternidad “desde los primeros díasse descubre llamada a anunciar aquello mismoque vive” (PdE 7), y manifiesta con su vida loque san Juan escribía a propósito del anuncio delEvangelio: lo que hemos visto, oído, tocado, esoos anunciamos (cf. 1Jn 1, 1-3).La misión está en el corazón mismo de lavida religiosa. Nos lo recordaba el Papa en unaaudiencia que nos concedió a los Superiores Generales.Decía Benedicto XVI: “La misión es elmodo de ser de la Iglesia y, en ella, de la vidaconsagrada, es parte de vuestra identidad” 11 . Nohay vocación sin misión. Y toda vida consagradaparticipa de la misión que Jesús confió a su Iglesia(cf. Mt 28, 18; Mc 16, 13).31. En cuanto a nosotros, la evangelizacióny misión son nuestra razón de ser. Nos lo recordóJuan Pablo II con motivo de la celebracióndel Capítulo general de 1991 cuando, haciendo10 Vitry 9; cf AP 19- 20.11 Benedicto XVI, Audiencia a los Superiores Generales,26 de noviembre 2010.74


memoria del primer envío de Francisco y sus primeroscompañeros por el Papa Inocencio III (cf.1Cel 33), nos dijo: “Yo hago mío ese envío enmisión y os lo repito de nuevo” 12 . Nos lo recordórepetidas veces y de muchas maneras la Ordenen estos últimos años: Somos una fraternidad enmisión, afirmaba el Capítulo general del 1991 13 ;somos una fraternidad contemplativa en misión,reafirmaba el Consejo Plenario de Guadalajara14 ; somos una fraternidad llamada a restituirel don del Evangelio, reiteraba el Capítulo generaldel 2009 15 ; o, como nos recordó el entoncesMinistro general, Fr. Herman Schalück, somosuna fraternidad llamada a llenar la tierra con elEvangelio de Cristo 16 .Sí, la Orden de los Hermanos Menores esuna Fraternidad misionera y evangelizadora porvocación (cf. 2R 9. 12; CCGG 1, 1). Llamadosa vivir el Evangelio, somos también llamadostambién, a “restituirlo creativamente […], recorriendolos caminos del mundo como HermanosMenores evangelizadores con el corazón vueltohacia el Señor” (PdE 10). Vocación y misión nose pueden separar. “Quien ha encontrado Cristono puede tenerlo para sí, debe anunciarlo” (NMI40). Si no nos sentimos seriamente interpeladospara ir por Cristo, significa sencillamente que nohemos entrado realmente en Cristo. Si la misiónevangelizadora inter gentes y ad gentes es “el indicadorde nuestra fe en Cristo y de su amor pornosotros” (RMi 11), entonces esas misma misiónevangelizadora será un termómetro infalible denuestro estado de salud vocacional. Si viniera afaltar en nosotros el ardor misionero fácilmentenuestra vida dejaría de ser significativa evangélicamentehablando: la itineranacia se trasforma-III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE12 Cf. Juan Pablo II, Mensaje al Capítulo general de 1991,n. 5, Roma 1991.13 Capítulo general 1991, La Orden y la Evangelizaciónhoy, Roma 1991.14 Consejo plenario de la Orden, Guadalajara 2001.15 Capítulo general de la Orden 2009, Portadores del dondel Evangelio, Roma 2009.16 Hermann Schalück, ofm, Llenar la tierra con elEvangelio de Cristo, Roma 1996.75


ía en stabilitas, la donación incondicional a larestitución del Evangelio en antoreferencialismo,y la radicalidad evangélica en mediocridad y emburguesamiento.Llamados a acoger el Evangelioen nuestros corazones, y por lo tanto llamados aser evangelizados (cf. CCGG 86), somos igualmentellamados a abrir el corazón del hombre aldon de Dios, al Espíritu del Señor, al Evangelio.En eso consiste precisamente la misión.32. Habiendo acogido la llamada a “guardarel santo Evangelio” (cf. 1R 1, 1), y, en profundacomunión con la Iglesia y su misión, deseososde hacer presente el Evangelio, que es “espírituy vida” (cf. Jn 6, 36), en toda la tierra, hemos deser bien conscientes de que nuestra misión ha denutrirse de una fuerte experiencia contemplativay ser vivida en fraternidad. Es ahí donde radicael núcleo de nuestra misión evangelizadora, y esdesde ahí como podemos responder a lo que nospide el Padre san Francisco: ir al mundo entero“para que de palabra y con las obras” demos“testimonio de su voz” y hagamos saber a todos“que no hay omnipotente sino él” (CtaO 9); esdesde esos presupuesto desde conde podemosllenar la tierra con el Evangelio de Cristo.En este contexto es necesario recordar siempreque nuestra misión comporta colocar al centrola persona de Jesucristo. Es Él quien abriránuestros ojos a nuevas perspectivas y a nuevasestructuras al servicio de la misión y la evangelización,es Él quien pondrá en nuestro corazónel fuego del Evangelio y nos empujará a correr,para anunciarlo a los demás. Nuestros programasy proyectos de pastoral son necesarios. Hayque acabar con la improvisación. Pero lo querealmente los hará eficaces es el seguimiento deCristo, en fraternidad, en una continua conversiónal Evangelio.33. Esta vocación nos obliga a cruzar todotipo de fronteras antropológicas, culturales, religiosasy geográficas, y desde la lógica del don76


(cf. PdE 12), nos pide ser creativos (cf. PdE 9),hablar un lenguaje comprensible que tenga encuenta los códigos comunicativos de nuestromundo y haga inteligible el mensaje que queremostransmitir (cf. PdE 16), sentir simpatía pornuestro mundo (cf. PdE 7), y tener en cuenta larealidad socio-cultural de nuestros pueblos (cf.PdE 14), de tal modo que podamos “encarnar elmensaje evangélico en los diversos contextos enque vivimos” (cf. PdE 16).El documento Portadores del don del Evangelionos señala, además, el marco dentro del cualha de encuadrarse nuestra evangelización (cf.PdE, mandato 13). Ésta ha de estar sostenida poruna fuerte experiencia de Dios, por ser ella el ejecentral de nuestra forma de vida; ha de hacersedesde y como fraternidad, por ser lugar de la profecíay de la acogida “de las palabras de nuestroSeñor Jesucristo, que es el Verbo del Padre, y delas palabras del Espíritu Santo, que son espírituy vida” (2CtaF 3; cf Adm 7, 4); en colaboracióncon la Familia franciscana y con los laicos, puessolo así seremos signum fraternitatis y viviremosla espiritualidad de comunión; privilegiando losclaustros inhumanos, las zonas difíciles, de riesgoy de cercanía a los más pobres, a los que más sufreny a los excluidos, como destinatarios privilegiadosdel Evangelio (cf. Lc, 4, 18-19).A su vez, la misión que se nos ha confiado seve interrogada por diversos factores: la globalización,el pluralismo cultural y religioso, el desafíode la secularidad y la fragmentación. Frentea todos estos desafíos no debemos temer “impulsosnuevos y valientes” (RM 66), para encontrary emprender, con fantasía y creatividad (cf. PdE9-10), siendo “inventores proféticos de nuevossignos” (PdE 25), caminos fecundos y oportunospara dar una respuesta franciscana, honrada y sincera,a los signos de los tiempos y de los lugares.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE34. En cualquier caso, de lo que se trata,al hablar de misión y de evangelización en clave77


franciscana, en este momento de gracia que nosha tocado vivir, es de priorizar la calidad de vida:La misión/evangelización “coloca en el centro denuestras preocupaciones no los métodos, ni lasinstituciones, ni las estructuras de pastoral, sinola calidad evangélica de nuestra vida” 17 . Ademásde lo dicho, esta convicción comporta: profundizarla dimensión teologal de nuestra vida, esdecir, asumir el diálogo como lugar propio de lamisión, la opción por los pobres y los excluidosy por la justicia, repensar la ubicación de nuestraspresencias, avanzar en el camino de la colaboraciónentre nuestras Entidades e incluso conotros institutos, particularmente con la Familiafranciscana.Todo un programa y toda una metodología,mis queridos hermanos. Pero, sigamos preguntándonos:¿Todo ello qué exige?Exigencias de las misión/evangelización35. Sintetizando mucho, yo diría que loque exige la misión/evangelización, y particularmentela nueva evangelización es, sobre todo,pasión por la Palabra. “¡Ay de mí si no evangelizara!”,dirá Pablo (1Cor 9, 16). La evangelización/misiónno es algo facultativo, es algoque me incumbe en primera persona. No puedoser cristiano, no puedo ser Hermano Menor sinevangelizar, ya sea como presbítero ya sea comoHermano laico. Todos hemos de sentirnos llamadosa participar activamente en la misión de laIglesia (cf. CCGG 83. 84). Quien se haya encontradocon el Señor y haya hecho experiencia delResucitado, no puede tener esa experiencia parasí, sino que siente la urgencia de comunicarla, yrestituirla a los demás. La misión/evangelizaciónhabla, por tanto, de una experiencia intensa quecalifica la propia identidad, implica toda la per-17 Capítulo general 1991, La Orden y la Evangelizaciónhoy, Roma 1991, n. 6.78


sona, y que comporta sentirse y comprendersesolo desde ese servicio. Todo ello es lo que llevaa la pasión, al descubrimiento de que en ese ministeriose esconde el yo verdadero, lo que soy,y lo que estoy llamado a ser. Y si hay pasión,entonces la misión/evangelización será llevadaa cabo con creatividad, con fantasía, con plenadedicación y generosidad, en cualquier etapa dela vida, también en la enfermedad y debilidad física,aunque sea en modo diverso, desde la vidaapostólica, como desde el retiro claustral.Algunas conversiones necesarias36. Una misión significativa en clave franciscanacomporta, a mi modo de ver, diversasconversiones.La primera lleva a repensar la relación fraternidad-obras.Hemos de confesarlo: en el momentoactual la misión se confunde muchísimasveces con las obras que realizamos. La fraternidad,en el mejor de los casos, es pensada como elmotor que hace funcionar las obras y son muchoslos hermanos los que se justifican a partir de lasobras que realizan, desafortunadamente tambiénentre los más jóvenes. Pero la profundización ennuestro carisma de Hermanos Menores, la laicalizaciónde las obras (pensemos en las escuelas ocolegios) y la escasez de vocaciones nos obligana repensar las cosas.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TECuando hablamos de misión/evangelizaciónestamos hablando de algo más que de unas actividadesapostólicas. La misión/evangelización vamucho más allá de dichas obras. Siendo que articuladiferentes dimensiones de nuestra vida, lamisión/evangelización está llamada a ser anunciode la novedad del Reino de Dios. De ahí la necesidad,como ya recordé anteriormente, de tomarconciencia renovada de la importancia de nuestravida para la misión. En este contexto estoy ple-79


namente convencido que hoy hemos de partir dela fraternidad para llegar a las obras, no al revés.No somos mano de obra barata, ni tan siquierapara la Iglesia. Somos testigos y por ello nuestraprimera forma de evangelizar, antes que con lasobras y con la misma palabra, es con el testimoniode nuestra vida (cf. CCGG 86; 89 §1), vivida enfraternidad y minoridad (cf. CCGG 87 §1-2; 91;11). Luego, y siempre corroborada con la vida,viene la palabra (cf. CCGG 89 §2; 100-110).Por lo tanto, para que una misión sea significativa,lo que se requiere son fraternidades significativasque se presenten ante el mundo conun proyecto compartido y con un proyecto devida que responda verdaderamente a la forma devida que hemos abrazado. Si son fraternidadesinternacionales mucho mejor, pues más significativasserán. En este contexto os recuerdo, misqueridos hermanos, que no puede haber lugarpara individualismos. Como muy bien nos diceel Capítulo general 2009, “ningún proyecto deevangelización es iniciativa ni patrimonio personalde nadie; siempre es la fraternidad la queevangeliza” (PdE 27).Una segunda conversión, muy relacionadacon lo que acabamos de decir es asumir de buengrado (convertirnos) la fecundidad misionera dela pobreza, de la humildad y de la minoridad.Éste es el camino del Hijo del hombre, de la encarnación,del abajamiento de Dios que vino paradar la vida. Este es el camino de la evangelización,al menos de la evangelización franciscana.Francisco intuye que el corazón del hombre nose abre a la gratuidad, a la ternura de Dios, conel prestigio, la fuerza o la potencia de los medioshumanos, sino con la potencia del amor ofrecidogratuitamente. Por este motivo, la misión paraFrancisco es rechazo de todo poder. Francisco esel hombre de las manos desnudas. Él no buscaimponerse, sino despertar y servir. Así ha de serel misionero, el evangelizador franciscano: sencillamenteun servidor de la causa del Evangelioal servicio de los demás.80


Otra conversión necesaria es la relación conlos laicos. El Capítulo general 2009 se ocupó deello en el documento final (cf. PdE 25-26). Loslaicos no pueden considerarse como simples colaboradoreso como aquellos a los que se les confíanlas obras que nosotros no podemos llevar.Los laicos han de ser considerados verdaderosprotagonistas de la misión/evangelización. Asílo reconocía el Capítulo del 2009 cuando afirmaba:“El laico es evangelizador por derechopropio, no por una graciosa concesión ni muchomenos a título de suplencia para acudir en socorrode nuestras carencias de personal” (PdE 25).Pienso que queda todavía mucho camino porhacer para entrar en una verdadera “conversióneclesiológica” y poder superar, así, la mentalidadclerical que aun prevalece en muchos casos,también entre los más jóvenes. Hay que entrar enla idea de una misión compartida, en la que nosería de extrañar que los hermanos estén al serviciode los laicos. Aunque esto nos lleve a serun poco menos protagonistas, ciertamente ganarála misión/evangelización, entre otras cosasporque nos llevará a abrirnos a nuevos lenguajesque hagan comprensible el mensaje que queremoscomunicar.Una última conversión que quiero señalar esla necesidad de habitar las fronteras. Pienso quetenemos necesidad de hacer un alto en el caminoy definir donde estar y cómo estar donde debemosestar presentes. A la hora de responder a lossignos de los lugares ya no basta el criterio dedar continuidad a una obra, por importante quehaya sido. Lo que es necesario es retomar concienciade nuestra propia identidad de HermanosMenores en un contexto concreto, y tener la lucidez,audacia, libertad y sabiduría para adecuarnuestras presencias a dichos contextos. Sólo asípodremos responder a la dimensión profética denuestro carisma (cf. VC 84). Como franciscanosestamos llamados a continuar nuestra gloriosahistoria misionera situándonos en lugares defrontera y de avanzadilla, como lo hicieron nuestrosgrandes misioneros de todos los tiempos.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE81


Teniendo en cuenta la realidad social que vivenmuchos de nuestros contemporáneos, nossentimos interpelados a vivir como “menores entrelos menores” (cf. SdP 30), sin olvidar nuncaque “cuanto más se vive de Cristo, tanto mejor sele puede servir en los demás, llegando hasta lasavanzadillas de la misión y aceptando los mayoresriesgos” (VC 76).Mis queridos hermanos: En el campo de lamisión, hemos de tener la valentía, y vosotroslos primeros, para evaluar con humildad y verdadnuestra vida entera, nuestras estructuras ynuestras actividades evangelizadoras para ver sitestimonian o no de forma significativa el espíritude las bienaventuranzas y cooperan verdaderamentea la transformación del mundo segúnDios. Ello nos permitiría abrirnos a nuevas presenciasevangelizadoras (cf. CCGG 87 § 3; 115§1), “con una atención particular a los lugaresde fronteras” (PdE, mandato 20), hoy más necesariasque nunca si queremos responder a losdesafíos que nos vienen de nuestra sociedad y dela misma Iglesia.Nuevas formas de evangelización yla formación en la era digital37. La dimensión misionera está fuertementeunida a la formación, y aquella, a su vez,no puede escapar a las preguntas, exigencias yprovocaciones de la era digital en la cual se llevaa cabo. En este contexto no podemos evitar hablarde una adecuada formación en las realidadesmediáticas y de nuestra presencia en el mundodel Internet, para poner el mundo on line al serviciode la misión evangelizadora. Este mundopresenta su parte de ambigüedad. La tecnologíade la comunicación alcanza continuamente nuevasmetas con un potencial enorme para el bieno para el mal. Tocará a cada uno usarla bien, ycon ello alcanzar importantes logros en la propia82


formación y la formación de los demás, o usarlamal, cayendo en la mayor degradación humanay moral que se pueda pensar. Y todo ello por elsimple hecho de estar sentado delante de un monitory un teclado.La Orden de los Hermanos Menores, comprometidaen llevar el don del Evangelio a todosy en todas partes, no puede dejar de tener encuenta los nuevos areópagos (cf. RM 37), parahacerse presente en ellos y saber evangelizarlos.Para ello tampoco sería conveniente prescindirde los nuevos medios que tenemos a disposiciónpara el anuncio de la Palabra de Dios. Uno deestos medios es la Red (Internet). Mientras llamoa la responsabilidad de cada uno de vosotrossobre el uso del mundo on line, os invito a fraternizardicho mundo y a ponerlo al servicio dela misión evangelizadora, haciendo misión en elcyberespacio. Dicha misión, además de tener encuenta uno de los signos de los tiempos, podríaresponder, con formas nuevas, a la exigencia deevangelizar nuestra cultura en fraternidad (cf.CCGG 87, 1).Misión inter gentes y misión ad gentes38. El último Capítulo general del 2009 seocupó de dos aspectos de la misión que no sepueden separar: la misión inter gentes y la misiónad gentes.III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TESomos peregrinos y extranjeros en este mundo(cf. 2R 6, 2), no tenemos morada fija. Franciscodeseaba tener “hermanos buenos y espirituales,que fueran por el mundo alabando a Dios”(LP 83). Nosotros, particularmente vosotros losmás jóvenes, debéis esforzaros por pertenecer aeste grupo de hermanos que quería Francisco.Para ello, como el Poverello, estad siempre pendientesde Jesucristo, “camino, verdad y vida”(Adm 1,1). El mundo sea vuestro “espacioso83


claustro” 18 . Él, en sus diversas y a veces contradictoriasrealidades y situaciones, insertas en unespacio y tiempo determinados, constituya vuestrolugar privilegiado de misión/evangelización.Sentiros itinerantes en el corazón del mundo.Esto os ayudará a responder a nuestra vocaciónde misioneros/evangelizadores inter gentes y adgentes.39. Inter gentes, en medio de la gente,pues formáis parte de una Fraternidad que estáconstituida por “los frailes del pueblo”. A vosotros,particularmente a vosotros mis queridoshermanos under ten, os repito cuando nos dijoJuan Pablo II:”Id vosotros que sois los hermanosdel pueblo al corazón de las masas, a esas multitudesdispersas y desfallecidas como ovejas sinpastor, de las que Jesús tenía compasión… ¡Id alencuentro de los hombres y mujeres de nuestrotiempo! ¡No os quedéis esperando que vengana vosotros! ¡Procurad salir a su encuentro! Nosimpulsa a ello el amor… Os lo agradecerá laIglesia entera” 19 .En cuanto Hermanos Menores, nuestra evangelización/misiónestá llamada a realizarse enlos senderos de la historia, en un esfuerzo constantede escucha respetuosa, “con caridad nofingida” a los demás (cf. CCGG 93, 1); en actitudde simpatía por el mundo, proyectando unamirada positiva sobre él, “como condición paraentrar en diálogo con los hombres y mujeres dehoy, y para evangelizarlos”, sin que ello signifique“acomodarse al mundo”, y “suspender elsentido crítico respecto de él” (PdE 15); en actitudcontemplativa para percibir “las semillasdel Verbo” y la secreta presencia de Dios enlas distintas culturas o religiones (cf. CCGG 93,2), colaborando “de buen grado” en la labor deinculturación del Evangelio (cf. CCGG 92, 2),como expresión del misterio de la Encarnación18 Jacobo de Vitry, Historia orientalis, cap 32; SC 63.19 Juan Pablo II, Discurso a los franciscanos y franciscanasempeñados en la misión al pueblo, Roma 15, XI, 1982.84


(Juan Pablo II), y firme voluntad, por nuestraparte, de encarnar el mensaje evangélico en losdistintos contextos en que vivimos. Para ello, ennuestra relación con los demás hemos de tenermente, corazón y manos abiertas, con mucha delicadezay sensibilidad, para acoger agradecidoslos valores que brotan de esa encarnación (cf.VC 80). Necesitamos descentrarnos de nosotrosmismos, a ejemplo de Jesús (cf. Fil 2,6-7), sermenos autoreferenciales, angustiarnos menospor nuestro futuro y más por el devenir de la humanidad.La misión evangelizadora se convierte,de este modo, en “un camino de ida y vuelta quecomporta dar, pero también recibir, en actitud dediálogo” (PdE 15). La máxima de un misioneroy evangelizador franciscano ha de ser la de Pablo:hacerse todo con todos, “con tal de salvarpor todos los medios a algunos” (1Cor 9, 22ss).Es una forma de vivir sine proprio.40. La misión ad gentes es la expresiónplena y, en cierto modo, complemento de la misióninter gentes. La misión ad gentes es una característicatípica de nuestra tradición. El cruzarfronteras e ir al mundo entero para proclamarel Evangelio a toda la creación (Mc 16, 15; cf.Lc 9, 3) forma parte de nuestro DNA, siempre ycuando el ir no nazca de pura iniciativa personal,sino por divina inspiración. Es una verdaderavocación dentro de la vocación franciscana. Noes algo optativo, ni para quien la recibe ni paralos Ministros. Quien haya recibido dicha inspiraciónno puede decir no, debe simplemente dejarsellevar por el Espíritu que sopla donde quiere,a quien quiere y como quiere. Es la docilidad alEspíritu el que hará crecer en el corazón de losllamados la pasión por el Evangelio, y moverálos pies del que lleva la Buena Noticia (cf. Mt28, 16-20) para evangelizar más allá de las propiasfronteras. Por su parte los Ministros estánobligados a discernir la idoneidad de los hermanosque pidan licencia para ir a la misión adgentes, sin negársela a quienes consideren queson idóneos, ni enviar a quienes no lo sean, puesIII - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE85


tendrán que dar cuenta al Señor si en éste o enotras cosas proceden sin discernimiento (cf. 2R12, 1-2; 1R 16, 3, 4)Queridos hermanos under ten, motivados porlas palabras de Francisco (cf. CtaO 9), os ruegocuanto puedo ante el Señor Dios (cf. 2CtaCus4), que cultivéis con generosidad la concienciamisionera como parte integrante de la vocaciónfranciscana. Vuestra itinerancia evangélica, unade las notas características de nuestra forma devida, debe conferir a vuestra evangelización unauniversalidad sin fronteras (Hermann Schalück).En cuanto Hermanos Menores no podéis cerrarosa esta posible llamada.El último Capítulo general aprobó diversosproyectos misioneros: Tierra Santa, Marruecos,África, Amazonas, Asia, y Europa (cf. PdEmandatos 21- 27). A Dios gracias en los últimosmeses he tenido la dicha de enviar a algunos hermanosjóvenes a dichos proyectos, y también alExtremo Oriente. Mientras agradezco la generosidadde quienes han respondido con valentía ala llamada misionera de la Orden, hoy me dirijoa todos vosotros para que, si el Señor os lo pide,no digáis que no por miedo, por comodidad, osimplemente poniendo como disculpa que todopaís es tierra de misión y que todas las Entidadesestán necesitadas de personal, particularmentede jóvenes. También en este contexto es válidocuanto dice la Escritura de que “hay más alegríaen dar que en recibir” (Hch 20,35). No tengáismiedo, sed generosos en la restitución del Evangelio.Dejaros empujar por el Espíritu, pues es él“quien impulsa a ir cada vez más lejos […] parauna misión verdaderamente universal” (RM 25).Queridos hermanos under ten, volvamos porunos momentos a la imagen del DNA. Siguiendocon ese ejemplo, sabemos que cuando se cambiala secuencia del DNA se corre el riesgo de enfermedadesy de disfunciones. ¿No sucede tambiénen nuestra vida de Hermanos Menores algo semejante?Donde se renuncia a una vida de comu-86


nión auténtica con Dios, se renuncia al sentidopleno de nuestra vida, y entonces es fácil ser víctimasde cualquier crisis vocacional; cuando serenuncia a la radicalidad del Evangelio con unavida cómoda, el individualismo vence el espíritude fraternidad, y el ir inter gentes y ad gentesse cambia por un experimentos misioneros o porexpediciones virtuales delante de la pantalla delpropio ordenador; en lugar de verdaderas experienciasde ir al encuentro de los otros, a los decerca y los de lejos, se pierde la propia identidady es fácil encontrar hermanos, fraternidades, eincluso Entidades enfermas, disfuncionales. Delantede vosotros, mis queridos hermanos underten, está una gran responsabilidad: ser fieles alos elementos constitutivos de nuestro DNA defranciscanos, no permitir que ese DNA vengamodificado. Es la responsabilidad de la fidelidada la vocación/misión que habéis recibido,pues solo así se garantizará un futuro franciscanosano y auténtico¿Cómo vives la unión entrevocación y misión?¿Cómo respondes a la exigenciade una misión inter gentes?¿Nunca has pensado dedicar algúnaño de tu vida a la misión adgentes?III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TERelee el mandato 13 del últimoCapítulo general y a la luz de los principiosallí expuestos evalúa tu misión evangelizadora.¿Qué cambios crees que sedeberán producir en tu trabajo misioneroy evangelizador?87


IVOTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE:CON LOS OJOS PUESTOS<strong>EN</strong> <strong>EL</strong> FUTUROVivir el presente con pasiónpara abrazar el futurocon esperanza(NMI 1)89


Sed centinelasde la mañana,hombresmadrugadores41. Sed “centinelas de la mañana”, sedhombres madrugadores, apreciad cada día queempieza. Hay un riesgo del cual no estáis exentostampoco vosotros, queridos hermanos “underten”: el riesgo de sentiros llegados a la meta, renunciandoa cualquier dinámica de camino constructivoy formativo; el riesgo de vivir en unatentadora rutina, en una cómoda pasividad, enun acunado cansancio, en un resignado aburrimiento.El riesgo no sólo es grande, es tambiéngrave pues induce al vacío interior y a la pérdidade entusiasmo y de pasión por la vida religiosay franciscana.No es mi intención invitaros a la búsquedainsaciable de lo que es trendy, a buscar y respondera lo que está de moda. Casaros con lamoda y pronto quedaréis viudos. Muchas vecesen mis encuentros con vosotros os he citado estedicho oriental para poneros en guardia contra unfatídico look, a la moda, carente de todo juiciocrítico, una mirada que se queda en una simplevisibilidad exterior y que termina anulando todacreatividad e imaginación y, como consecuencia,que termina con la juventud del corazón, que esla realmente cuenta a la hora de la verdad.Con mi invitación a ser centinelas de la ma-90


ñana, hombres madrugadores, lo que quierodeciros y pediros como hermano mayor es queviváis vuestra existencia, no importa la edad,como un nuevo y continuo inicio, como nos invitael Padre san Francisco cuando poco antesde morir nos pidió: comencemos hermanos (cf.1Cel 103); que diariamente hagáis memoria delprimer amor (cf. Os 2, 9), de aquel día en quesentisteis que la mirada de Jesús se posó sobrevosotros (cf. Lc 18, 18ss), y experimentasteisque algo ardía en vuestro corazón (cf. Lc 24, 32),y que ya no podíais resistir la fascinación del Señory por eso os dejasteis seducir (cf. Jer 19, 7).42. Lo que os pido y espero de vosotros,al invitaros a ser centinelas de la mañana, hombresmadrugadores, es que no perdáis las ganasy el gusto de dar constantemente a vuestras opcionesde vida nueva vitalidad, nuevas motivaciones,nuevo entusiasmo y nueva pasión. Lasmotivaciones de quien lo vende todo porque haencontrado el tesoro escondido (cf. Mt 13, 44).El entusiasmo de quien ha encontrado la monedaperdida (cf. Lc 15, 8-10). La pasión del enamoradoque vuelve a abrazar al amor de su vidacuando pensaba haberlo perdido (cf. Cant 3, 4).Lo que os pido es que no cedáis a la tentaciónde la rutina y del desencanto, por dura que sea lalucha. Sed hombres que buscan cada mañana alSeñor (cf. Sal 62, 2). Cada día, con paso velozy tenaz, sin estorbos en el camino (2CtaCl 12-13), de madrugada, corred en busca del Amado,y entonces el amado se dejará abrazar (cf. Cant3, 1-4). Cuando os asalte la tristeza y el desánimo,como María Magdalena, al amanecer, saliden búsqueda del Señor. Y entonces tambiénescucharéis en lo profundo de vuestro corazón:¿Por qué lloráis? ¿A quién buscáis? Y el Señormismo os llamará de nuevo por vuestro nombre(cf. Jn 20, 15-16). Y vuestro corazón se llenaráde nuevo de la paz que nadie os podrá arrebatar,y correréis también vosotros para anunciar el encuentrocon el Rabbuni, con el Maestro. Y, como91IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


los discípulos también vosotros escucharéis:“No tengáis miedo” (Mc 16, 6), Y, si por un momento,se apoderaron de vosotros las tinieblas,entonces despuntará el día y el lucero amaneceráen vuestros corazones (cf. 2P 1, 19), y volveréisa ser luz en el Señor (cf. Ef 5, 8), y miraréis conconfianza el nuevo día que amanece, aún en mediode los conflictos que nos depara la vida.Y todo recomenzará de nuevo en vuestras vidas,pues tendréis la fuerza necesaria para mirarla realidad, la vuestra y la que os rodea, con ojosnuevos, con los ojos de Dios. Y sacaréis fuerzade vuestras debilidades, oxígeno para dar nuevavida a todas vuestras potencialidades, aún aquellasque a causa del cansancio del día y el calorde la jornada, se habían nublado; gozo en reanimarel fuego que ardía bajo las cenizas acumuladaspor tantas situaciones negativas.Ser centinelas de la mañana, hombres madrugadores,comporta recuperar la capacidadde asombro y de maravilla por lo que acontececada día, por pequeño que parezca, pues en lopequeño se esconde algo verdaderamente grandey hermoso (cf. Mt 13, 1-32). Comporta descubrirla propia vocación como sembradores, a descubrirosllamados a sembrar en el surco del presentesemillas de eternidad, dejando para otros elgozo de la cosecha (cf. 1Cor 3, 6).Al proponeros todo esto, mis queridos hermanos,sé muy bien que ello significa ir contra lalógica del todo, rápido y sin sacrificios, contra lalógica de la autorrealización y del egotismo, queimperan en nuestra cultura. Sé muy bien que lalógica que os propongo es una lógica que exigeun entrenamiento duro y no siempre fácil de soportar.Sé muy bien que la lógica que os propongoes la lógica del ir contra corriente, la lógicadel Evangelio, la lógica de los siervos inútileso de las bienaventuranzas. Una lógica dura, losé, pero la única esencial para los mendicantesde sentido y de plenitud. El mundo de hoy, recordadlobien, “tiene necesidad de ver en voso-92


tros hombres que han creído en la palabra delSeñor […], hasta el punto de comprometer suvida terrena para testimoniar la realidad de esteamor que se ofrece a todos los hombres […]. Sedverdaderamente pobres, mansos, hambrientosde santidad, misericordiosos, puros de corazón,aquellos gracias a los cuales el mundo conocerála paz de Dios” 20 . Sed, queridos hermanos underten, testimonios de la aurora, centinelas dela mañana, hombres madrugadores, testigos delResucitado, y salvaréis vuestra vocación y vuestravida transcurrirá en el gozo que da saber queDios permanece fiel.20 Pablo VI, Evangelica testificatio, 53-54.93IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


Sed cultivadoresde las raíces ybuscadoresen la noche43. Son muchos los que afirman que lavida religiosa y también la franciscana están viviendola estación del invierno. El invierno, aprimera vista, es tiempo de muerte: desapareceel verde de la vegetación, se caen las hojas, nohay flores, y la estación de los frutos ha pasado.El invierno pone a prueba la esperanza, que senutre de una espera paciente hasta que vuelva laprimavera y los campos se vistan de flores quedarán paso a los frutos. También en la vida religiosay franciscana el invierno se caracteriza,entre otros síntomas, por la falta de vocaciones,con todo lo que ello comprota: inversión de lapirámide de edad, con muchos ancianos y pocosjóvenes, cierre de obras, disminución de la relevanciasocial que muchas veces nos venía deesas obras, aumento del desánimo, rutina.... Aestos signos del invierno que estamos atravesandolos religiosos y, con ellos, los franciscanos,hay que añadir otros que ciertamente nos afectan,como los abandonos, que son hemorragiasque nos privan de unas fuerzas de las cuales noandamos sobrados, o la latente mediocridad devida en que viven instalados algunos hermanosy para los cuales la vida religiosa y franciscanaparece haber perdido la razón de ser.En invierno, una tentación podría ser la de ta-94


lar los árboles y arrancar las plantas. Tanto no seve sino el tronco. Pero la muerte que parece caracterizarel invierno no es tal. Bajo la aparenteesterilidad se desarrolla un proceso de revitalización.Es la estación en la cual trabajan asiduamentelas raíces, almacenando toda la sabia y lalinfa necesarias para trasmitir nueva vida en laprimavera, de tal modo que en verano se puedanrecoger los frutos. Con su trabajo silencioso yescondido las raíces hacen posible que la vidarenazca, porque “si el grano de trigo caído entierra no muere, queda solo. Pero si muere damucho fruto” (Jn 12, 24). El invierno es el tiempode la radicalidad escondida, del crecimientoen profundidad, en camino, aunque sea largo ydoloroso, hacia una nueva vida.La experiencia del invierno es la que me llevaa pediros, mis queridos hermanos que cultivéislas raíces. Tal vez nos hubiera gustado vivir en laestación de las flores y de los frutos abundantes,pero nos ha tocado vivir la estación profundamentefecunda del invierno. Acogedla como tal,con sano realismo, pero también con esperanzacierta. La tentación de arrojar la toalla, de nocultivar la vida de fe, de falta de esperanza, derenunciar a la lucha, de caer en la mediocridad,o, tal vez incluso, de abandonar, puede que nosea ajena a algunos de vosotros. Pero ceder atodo ello sería simplemente renunciar a trasmitirvida, a vivir el presente egoísticamente, algo quepoco o nada tendría que ver con lo que habéisprometido el día de vuestra `profesión: vivir sinnada de propio.Más allá de las apariencias, el invierno estállamado a ser un kairós, una gran oportunidadpara crecer en profundidad, y para purificaros yvolver a lo esencial. A través del invierno que estamosviviendo, estoy convencido que el Señornos llama, a vosotros como a mí, a la radicalidad.Una radicalidad que no consiste en gestos espectaculares,sino en un cuidado paciente y escondidode las raíces que, al fin de cuentas, se reduce auna fe radical, en Cristo y en el Evangelio.95IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


Ya no se trata, por tanto, de luchar simplementepor la subsistencia o la supervivencia. Setrata de ejercitaros en una fe radical y en una esperanzacontra toda esperanza. La primera, la feradical, os llevará a vivir en Dios y a vivir deDios. Para ello es necesario caminar desde Cristoy devolver al Evangelio, en cuanto forma devida, el protagonismo que le corresponde como“regla” y “vida” de los hermanos. La segunda,la esperanza, es la que da sentido profundo a lavida. Hoy corre el riesgo de diluirse en la gestiónde una simple, y, en muchos casos, angustiosacotidianidad. Sin caer en un ingenuo optimismo,no podemos renunciar a la esperanza que brotay se sostiene en una promesa: “Yo estoy con vosotrostodos los días” (Mt 28, 20). La fe radicaly la esperanza son los manantiales de los cualespodemos sacar agua fresca y abundante paratrabajar las raíces y revitalizar nuestra vida, detal modo que el invierno sea fecundo, como elgrano enterrado en el surco.44. Pero al mismo tiempo la imagen del inviernome trae a la mente otra: la de la búsquedaen la noche. Y aquí nos lleva de la mano la figurade Nicodemo, prototipo de todo verdadero “buscadoren la noche”. Es el momento de ponerseen actitud de búsqueda, bajo la guía del EspírituSanto, siendo conscientes, sin embargo, que esabúsqueda debe ir de la mano de una confrontaciónentre nuestra vida y la cultura actual. Sinesa confrontación corremos el riesgo de caer enla tentación de hacer arqueología, o simplementede huir hacia adelante.Son muchos los consagrados que piensan quela vida consagrada está viviendo en esta épocapostmoderna su momento invernal. Otros, utilizandouna expresión frecuente en San Juan de laCruz o en Santa Teresa de Ávila, prefieren hablarde la “noche oscura” de la vida consagrada. Nofaltan, en fin, quienes optan por la imagen bíblicadel caos para describir el momento actualde la vida consagrada. Y aunque sabemos que96


tras el invierno viene la primavera, y la imagende la noche oscura habla de una crisis de crecimiento,y la de caos, desde el punto de vistabíblico, apunta a una oportunidad de gracia, deliberación y de re-creación, lo cierto es que nosencontramos en un momento donde las certezasson escasas, y donde intentar ver en esta nocheoscura, o en estos días de invierno y de caos, noresulta nada fácil. Y con todo, en medio de las dificultades,son muchos los signos que podemoscontemplar a nuestro alrededor que nos ofrecenmotivos para la esperanza, sin que ello ahorre elesfuerzo de una seria evaluación de la crisis y delos grandes desafíos que este momento lanza a lavida consagrada.Lo dicho sobre la vida consagrada en generales válido también para la vida franciscana:signos de que el invierno ha llegado, signos dela noche oscura que estamos pasando, signosde caos en los que nos encontramos metidos, ysignos también de vida, de crecimiento y de recreaciónde nuestra vida. En unas áreas son máspotentes los primeros, en otras los segundos.Pero, en uno u otro caso, no podemos ahorrarnosel esfuerzo de hacer una evaluación crítica de lasrespuestas que estamos dando en estos momentosen que nos ha tocado vivir. No podemos dedicarnossimplemente a hacer pronósticos apocalípticossobre nuestro futuro, ni a proyectarsimples ejercicios para sobrevivir en situacionesangustiosas e insostenibles, como podría ser lasimple reestructuración. Nada de esto nos llevaríaa revitalizar nuestra forma de vida, y a podermirar el futuro con esperanza. Mientras los primerosrenuncian a vivir y se apuntan al crecientenúmero de los derrotados, los segundos se empeñanen mirar hacia otra parte y negar la gravedaddel momento.45. Mientras la vida consagrada y la mismavida franciscana parecen privadas de tantasconsolaciones que tuvieron en el pasado, y,como consecuencia, algunos empiezan a dudar97IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


del sentido y del valor de nuestra forma de viday del futuro de la misma, optando por el abandono,los que creemos y queremos un futuro paranuestra vida somos llamados a leer el tiempo deinvierno, por el que atravesamos, como la estaciónde la radicalidad escondida, de crecimientoen profundidad, de paso, aunque sea doloroso,hacia una nueva vida, como una extraordinariaoportunidad de crecimiento y purificación. Pero,como sucede en el invierno, se trata de un crecimientoen profundidad, hacia las raíces. Por estemotivo el “invierno” necesita de una espiritualidadde todo particular: una espiritualidad de ferobusta, de esperanza activa, de constancias ypaciencia a toda prueba que consoliden nuestrocorazón (cf. Sant 5, 8).Este tiempo de invierno es, por tanto, una invitaciónque el Señor nos hace a la radicalidad,que no consiste en gestos espectaculares, sinoen cuidar y reforzar las raíces. El invierno no esel tiempo para tratar simplemente de sobrevivir,sino para ejercitarnos en una espiritualidad de ferobusta, de esperanza contra toda esperanza, decaridad apasionada y sin límites. Y para nosotros,Hermanos Menores, el invierno es el tiempopropicio para caminar desde el Evangelio, paradejarnos tocar y cambiar por el Evangelio, parafundamentar nuestras vidas y la vida de nuestrasfraternidades en el Evangelio; y, de este modo,reproducir con fidelidad creativa la valentía yla creatividad de Francisco, como repuesta a lossignos de los tiempos que emergen en el mundode hoy (cf. VC 80).Sólo así podremos revitalizar el carisma ypermitirle que se perpetúe en el futuro como graciasiempre renovada. Revitalizar nuestro carismasignifica aplicar el espíritu de san Franciscoa las situaciones actuales. Ello exige un dobletrabajo: conocer y amar el carisma franciscano;conocer y amar el momento actual, sin angustiapor el futuro, y sin nostalgia por el pasado.Con la fuerza del Evangelio el carisma fran-98


ciscano permanecerá siempre joven y nosotrosseremos simplemente lo que debemos ser: unafraternidad fundada sobre el Evangelio, cristianosque se toman en serio el Evangelio. Es desdeesos presupuestos desde donde podemos mantenernosabiertos a la esperanza.99IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


Dejaros moverpor el amor46. Mis queridos hermanos “under ten”,sea el que os mueva en todo momento y en todacircunstancia. Amor a Dios y amor al hombre.Pasión por Dios y pasión por la humanidad. Seael amor el que dé razón de vuestros actos y devuestras opciones de vida, y la pasión por Dios ypor los demás la que ponga juventud en todo loque hacéis. Convertid, usando una expresión deJohann Baptist Metz, la pasión mística por Diosen pasión política por el hombre. De este modovuestra vida será verdaderamente significativa yprofética, pues anunciará un modo alternativo devida al que ofrece nuestro mundo.La vida en obediencia, sin nada propio y encastidad, que hemos prometido el día de nuestraprofesión, si es vivida por personas que llevanuna vida equilibrada y realizada, sin buscar sucedáneosde ningún tipo, habla por sí misma deun modo distinto, de un modo nuevo y proféticode vivir la propia existencia. Modo distintoporque no es el comúnmente reinante en nuestrasociedad. Modo nuevo porque todo es movidopor el amor y por la pasión por Dios y por losotros, particularmente por los más desfavorecidos.Modo profético porque quienes lo conducenson una provocación de los valores del Reinoque ninguna sociedad humana puede garantizar.Superada, justamente, una visión meramenteascética y legalista de los votos, hoy se pone100


el acento en su dimensión profética: elementosde la vida religiosa que anuncian y denuncian,presentando un modo de vida alternativo al queofrece el mundo en cuanto quienes los profesanson “memoria viviente del modo de existir y deactuar de Jesús” (VC 22). En una sociedad comola nuestra en la que se da abiertamente culto a losídolos del poder, del tener y del gozar, los votosdenuncian un mundo y unas relaciones basadasprecisamente en esos pseudo valores, y, porqueson expresión del amor sin límites del amor aDios, no pueden ser nunca vividos como barreras,sino como puentes que comunican vida yque posibilitan unas relaciones interpersonalesauténticas y profundas, porque son basadas enla gratuidad.Así, el voto de obediencia es presentado enVita Consecrata en estrecha relación con la libertad,como “camino de progresiva conquistade la verdadera libertad” (VC 91), en cuanto esuna invitación a todos, en primer lugar a quienesprofesan el voto, a dirigir la libertad a todo loque es bueno, bello, y verdadero. El voto de obedienciatiene una dimensión profética en cuantoes un ejercicio de la libertad que no correspondeal concepto de libertad que tiene la sociedad actual,donde se piensa sobretodo en términos deemancipación y de independencia, de libertadabsoluta en el actuar y en el pensar.Vivir sin nada propio es la expresión máximade la libertad auténtica. La libertad del pobrecomo Francisco que sólo tiene a Dios y ellole basta, porque Dios es riqueza a satisfacción(cf. AlD, 5). Vivir sin nada propio es la actitudevangélica que contesta abiertamente la dictaduradel tener, del poseer y de la pura consideraciónde uno mismo, que parecen dominar hoy endía. La pobreza evangélica, por otra parte, noshace solidarios con los que son pobres por unacondición de vida y una situación impuesta por lasociedad, y nos lleva a sentirlos cercanos. En VitaConsecrata la relación entre la pasión por Diosy la pasión por el pobre es muy evidente (cf. VC101IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


75). Quien opta por la pobreza evangélica lo dejatodo por Dios, y por ello es todo para los demás.En un mundo como el nuestro donde se vive enfunción de un materialismo ávido de poseer,desatento a las exigencias y a los sufrimientosde los más débiles, una vida sin nada de propio,libremente asumida y gozosamente vivida, esuna verdadera profecía.Finalmente, la castidad tiene como objetivocrear en nuestros corazones un espacio para lapasión de Dios por nosotros y para nuestra pasiónpor Dios. Y, entrando Dios en nuestro corazónentrará también la humanidad entera, particularmenteaquellos que viven las consecuenciasde una opción celibataria sin haberla hecho libremente:una situación de profunda soledad yde vacío existencial 21 . Por otra parte, a través delvoto de castidad, quienes lo hacemos estamosllamados a mostrar que una vida de continenciano es una vida frustrante y que las relaciones interpersonalespueden ser intensas sin implicaruna relación sexual. Esto último es sumamenteimportante en un mundo como el nuestro en elque la sexualidad se convierte en mercancía quese compra o se vende en forma de pornografíao es enmascarada de erotismo, privándola, deeste modo, de cualquier dignidad humana. Además,el voto de castidad comporta una libertadque hace la persona más autónoma y disponible.Esta disponibilidad de tiempo y de corazón, dequienes hacemos el voto de vivir sin un tú queno sea el Tú de Dios, permite un compromisode solidaridad con los que sufren y los que estánoprimidos.Nuestra vida sólo puede ser comprendidadesde el amor. Los votos tienen sentido encuanto son signos de la entrega total al Señor. La21 El celibato por el Reino comporta soledad, comportavacío, y, con todo, la vida de una persona casta y célibeestá llamada a mostrar que la castidad y el celibatono llevan necesariamente al vacío existencial y a lafrustración, sino que una tal opción de vida, si estállena de Dios, es fuente inagotable de gozo y de entrega.102


vida fraterna solo es posible si en cada hermanodescubrimos un don y un regalo del Señor. Lamisión sólo se entenderá correctamente si es elamor quien nos urge a ello.Queridos hermanos “under ten”: movidos porel amor, haced espacio en vuestros corazones aDios y vivid vuestros votos como acto de consagracióna Él, y de entrega a los hermanos. Unmundo herido y muchas veces abandonado a símismo tiene necesidad de hombres, como vosotros,que lo amen, que amen a todos con un corazónlleno de locura divina. Los excluidos de estemundo necesitan hombres, como vosotros, quevivan su humanidad, que los amen como son,que se comprometan a llevar esperanza y ayuda,de tal modo que el mundo de mañana puedaser mejor que el mundo de hoy, en el nombre deAquel que vino para que tengan vida en plenitud.El mundo de hoy está necesitado de profetas, yvosotros estáis llamados a ser esos profetas. Elamor sin límites a Dios y al prójimo abrirá vuestrasvidas a la novedad y a la profecía que elmundo necesita.103IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


Sed fuertesy valientes:asumid vuestraresponsabilidad47. Tal vez conocéis el personaje PeterPan, fruto de la fantasía del dramaturgo escocésJ. M. Barrie. Peter Pan es un personaje que rechazacrecer y asumir su propia responsabilidadante la vida. Es lo que a partir de una investigaciónde Dan Kiley se llama síndrome de PetarPan, y que consiste en que ese niño o adolescenteque todos llevamos dentro a un cierto momentose despierta. En ese momento la tentaciónde acunar el Peter Pan que se esconde encada uno de nosotros es grande, pues se trata deuna situación privada de responsabilidades y decompromisos. Pero ceder a ella es muy peligrosopues en el fondo nos instala en una situación detibieza y mediocridad que nada tiene que ver conla Forma de Vida que hemos abrazado.Conociéndoos creo poder afirmar que un porcentajemuy elevado desea ardientemente vivirel proyecto de radicalidad abrazado con nuestraprofesión. Ahora bien, para no ser eternos PeterPan ni caer en un letargo espiritual y religiosoque restarían toda significatividad a nuestra viday misión, creo importante entrar en una situacióncaracterizada por las siguientes:Ante todo se trata de mantener muy activala actitud de mendicantes de sentido a la que104


ya hemos aludido a lo largo de esta carta, buscarcon sinceridad el porqué último de nuestrasopciones de vida, purificarlas y reformularlas,según conviene a nuestra opción de ser HermanosMenores. Se trata de una búsqueda sobre lavida misma, llevada a cabo con mucha lucidez yconcretez, para no caer en un juego de palabrasy de autojustificaciones puramente gratuitas. Setrata, en definitiva, de dar a nuestras motivacionesvocacionales fundamentos sólidos y raícesprofundas.Hay que tener, además, la valentía tanto porel más como por el menos. La primera exigeasumir la renuncia y el sacrificio, el sentido dela fidelidad y de la parresía, de la que nos hablasan Pablo, como expresión de la confianza quesabe osar. Es la actitud de Pedro (cf. Lc 5, 5). Lasegunda comporta, en cambio, saber reconocerlas propias debilidades y detectar nuestrasvulnerabilidades. Es la actitud del publicano (cf.Lc 18, 13), o la de Pedro después de la negación(cf. Mc 14, 72). En positivo, la valentía por elmás comporta entrar por la puerta estrecha, dela que ya nos habla Jesús (cf. Mt 7, 13), mientrasque la valentía por lo menos comporta serpobres, anawin, y vivir en la dinámica de lossiervos inútiles (cf. Lc 17, 10).Otro aspecto importante para vivir el proyectode radicalidad evangélica propio de nuestravida franciscana es el centrarnos en el Uno y enabrirnos a los otros. Encontrar espacios de interioridad,de silencio para poder entrar en unomismo y acoger al Otro y a los otros. Se trata,por lo tanto, en trabajar en la hospitalidad y enla acogida fraterna y familiar de tal modo que elOtro y los otros puedan quedarse con nosotros(cf. Lc 24, 29).Importantísimo es también decir un sí, respetuosoy total, al propio cuerpo, aceptar la propiacorporeidad y la propia sexualidad, comorealidades buenas y hermosas que van educadasy cuidadas, teniendo en cuenta nuestra condición105IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


de consagrados, llamados a vivir sin sucedáneosel voto de castidad. No se trata del culto del cuerpo,al que ya hemos hecho referencia y que hablade narcisismo, sino del amor a un cuerpo que sehace don.Siempre teniendo presente la llamada a vivirun proyecto de radicalidad evangélica hemosde subrayar la necesidad de entrar en una mentalidadnueva, que no es otra sino la lógica delEvangelio (cf. Mt 16, 21-27) y que comporta: elpaso de la lógica de la autorrealización, a la lógicadel perderse a causa del Evangelio; el paso dela lógica de los resultados a la lógica del serviciogratuito; el paso de la lógica del cálculo a lalógica de la donación total y sin reservas. Todoello habla de muerte a uno mismo para dar fruto(cf. Jn 15, 1-8).Todavía es necesario algo más: dejarse plasmar,es decir, dejarse hacer por el eterno alfarero(cf. Jr 18, 1-6), como Jesús mismo pide a susdiscípulos (cf. Mc 1, 17), dejarse vaciar para poderacoger a Aquel que lo llena todo.Finalmente podemos señalar que es necesarioadquirir una buena capacidad de “evaluación”sobre hechos y personas a la luz del Evangelio,en lugar de enjuiciar a los otros, casi siemprepara condenarlos. El sabio intenta discernir eltrigo de la cizaña, lo bueno de lo malo, el pez dela serpiente, sin colocarse nunca sobre los otros.Mis queridos hermanos: Este es el itinerariode quien desea seguir a Jesús radicalmente,como hizo Francisco. Un proyecto vocacionalexigente, como exigente es el Evangelio y comoexigente es también el proyecto de vida franciscano.Un itinerario paulatino y progresivo queno admite atajos ni retrasos. Un proceso quecomporta una triple conversión: la intelectual,para ser realistas sobre la propia situación; moralpara tener una escala de valores a los cuales conformarla propia cotidianeidad; y religiosa, paravivir desde la lógica del don al Otro y a los otros.106


Sed hombres deescucha para serhombres de palabra48. Es evidente: vivimos una full-inmersion,en una cultura de mass media que informa,masifica y uniforma, pero que muchas vecestambién manipula. Realmente nuestro mundoes una gran aldea. Una aldea en la que “nohay tiempo” para pararse, reflexionar, escuchar.Nuestra capacidad de comunicar y de escuchar,ante todo a nosotros mismos y luego a los otros,es muy reducida. El nuestro, y vosotros mis queridoshermanos más jóvenes lo sabéis bien, es untiempo de mensajes SMS/MMS, y no tanto dediálogo y de escucha, de comunicación personalverdadera.Y es precisamente de escucha de lo que necesitamosy de lo que necesitan los otros parano sucumbir al peso de una soledad que oprimee impide vivir el presente con pasión y con losojos puestos en el futuro. Es escucha lo que necesitamospara saber movernos y decidir con sabiduría.Necesitamos un corazón nuevo, descansado,acogedor, un corazón para escuchar (cf. Jr31, 31-34; Ez 36, 26-28) para encontrar “el buencamino”, como dirá Jeremías, que trae la “paz anuestros corazones, la paz a nuestras vidas” (cf.Jr 6, 16). Tener un corazón capaz de escuchar es,en efecto, el criterio para crecer como personasy como Hermanos Menores y no sucumbir a latentación de una autosuficiencia que termina en107IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


la frustración. Ante la gran responsabilidad quele viene encima, Salomón pide al Señor: “No sécomo comportarme… concede a tu siervo un corazóndócil” (1R 3, 7. 9). El texto griego de losLXX dice “concede a tu siervo un corazón paraescuchar”. La proverbial sabiduría de Salomónreside, precisamente, en su capacidad de escucha.Como Salomón, el “sabio”, como Samuel,presentando por la Biblia como el hombre queescucha (1Sam 3, 1ss), necesitamos un corazóndócil, un corazón experto en el arte de escucharsi de verdad queremos dialogar.Personalmente creo que la reducida capacidadde escucha y de diálogo se debe, entre otros factores,a que nos falta capacidad de hacer silencio.En efecto, para dialogar es necesario, ante todo,descentrarse de uno mismo, dar importancia alOtro y a los otros y a lo que el Otro y los otrospuedan decirme. A su vez, dicho descentramientorequiere hacer silencio dentro de uno mismo yen torno a nosotros mismos.“He escuchado el silencio” es el título de unaobra del psicólogo y escritor de temas de espiritualidadH. Nouwen escrita después de una experienciasabática en un monasterio trapista. “Heescuchado el silencio” es una invitación urgenteque jóvenes y menos jóvenes hemos de escucharsi no queremos ser víctimas de una “pastoral delcanguro”, propia de quien salta constantementede una actividad a otra o de un experimento aotro. A propósito no hablo de experiencia sino deexperimento, pues la experiencia exige tiempopara prepararla, vivirla y evaluarla convenientemente.Estamos rodeados e inmersos en el bullicio.Los ruidos de todo tipo se han convertido en lasbarreras sonoras del espíritu en esta sociedad,impidiéndonos escucharnos a nosotros mismosy a Dios y a los demás. Y lo peor es que nos damiedo el silencio, porque nos pone frente a nosotrosmismos, nos muestra lo que tenemos queser y lo mucho que nos falta para serlo. Y en este108


sentido es peligroso: nos recuerda lo que todavíano hemos resuelto en nuestro interior. Nos muestrala otra cara de nosotros mismos, de la que nopodemos escapar, la que no podemos camuflarcon “cosméticos”. El silencio nos deja a solascon nosotros mismos. Y eso nos horroriza, poreso escapamos del silencio.Por todo lo que acabo de decir y porque consideroque el silencio es el mayor maestro de lavida, estoy convencido de que es urgente para todosencontrar espacios de silencio cualificado siqueremos ser acompañado y, al mismo tiempo,si queremos alcanzar un crecimiento “holístico”,es decir, de toda la persona. Es urgente, mis queridoshermanos, que nos eduquemos a descubrirel valor del silencio 22 .Naturalmente, se trata de un silencio habitado,de un silencio que habla. Solo un silencio asípodrá ayudarnos a leer mejor los propios sentimientosy emociones, lo que en nosotros hay depersona y lo que hay de sombras. Creo que enestos momentos llenos de ruidos dentro y fuerade nosotros mismos sea necesario, como la “lluviaen mayo”, llegar a gustar la “escucha del silencio”,si no queremos ser extraños a nosotrosmismos y extraños a cuanto nos rodea. Solo elsilencio, en efecto, nos posibilita conocernos enprofundidad e interpretar, más allá de lo que seve en superficie, la realidad.Escuchar, guardar silencio para luego hablar.El silencio es la antesala donde encontraremosal Dios que se hace Verbo, Palabra. “El silenciointerior y exterior es necesario para que la Palabrade Dios pueda ser comprendida” 23 . Cerrarla jornada sin momentos de silencio habitadoes concluirla sin la consolación de un Dios quesiendo palabra se hizo Palabra. Un día sin silencioes un día sin la presencia del yo auténtico. Yes que el silencio es el vacío en el que Dios y yo22 Benedicto XVI, Verbum Domini, 66.23 Benedicto XVI, Audiencia del 7 de marzo 2012.109IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


nos encontramos en el centro mismo de mi alma.El silencio no solo nos da al Dios que es Sosiego,sino que además nos enseña lo que hemos de decir,lo cual no deja de ser muy importante en estemundo saturado de palabras vacías.Queriendo ser peregrinos que buscan incansablementela voluntad de Dios sobre sus vidas,necesitamos ser vir obaudiens, hombres con lamano puesta en el oído para resistir a las hondassonoras (este es el significado etimológicode ob-audiens) para que éstas no le distraigan yle arrebaten aquellos signos o aquella palabra, yle borren aquellas huellas, casi imperceptibles, através de las cuales podemos entrever la presenciade un Dios que ha escogido el silencio de lanoche para manifestarnos su Palabra.Es, diría san Agustín, acallando las palabrascomo se puede escuchar la Palabra, o mejoraún: Verbo crescente, verba deficiunt, “cuandoel Verbo de Dios crece, las palabras del hombredisminuyen” 24 . Esto es válido también paranuestra oración, tantas veces llenas de palabrasque nos impiden encontrarnos con el Dios que, amenudo, guarda silencio (cf. Jb 42, 5).Al mismo tiempo, es escuchando la Palabracomo nuestras palabras no volverán a nosotrosestériles. No son nuestras palabras las que podráncambiar los corazones. Son las palabrasnacidas del silencio y de la escucha del que esPalabra las que moverán a quienes las escuchana cambiar su corazón de piedra en corazón decarne (cf. Ez 36, 26), y a seguir al que siendoPalabra se esconde tantas veces en el manto delsilencio.24 San Agustín, Sermo 288, 5. Pl 38, 1307; Sermo 120, Pl38, 677.110


Vigila sobre timismo ysé perseverante49. Mis queridos hermanos: Porque os heescuchado muchas veces, y porque es una sensaciónque, de un modo u otro, todos podemossentir, sé que hay momentos en la vida en losque, constatando que nuestra cotidianeidad semueve lejos de los oasis de paz, de serenidad yde madurez que habíamos soñado dentro de lavida religiosa y franciscana, uno puede llegar asentirse como perdido y a vivir un sentido difusode frustraciones, y de insatisfacciones. Antetal situación, en lugar de tomar oxígeno y tenerla valentía de volar hacia espacios más abiertosque ciertamente ofrece nuestra vida, uno pierdelas ganas de seguir adelante, porque la meta leparece inalcanzable y, aunque lo fuese, el esfuerzopara alcanzarla sería desproporcionado paranuestra débil y frágil humanidad. Y, entonces,podemos renunciar a la búsqueda, a la conquista,a la lucha; podemos descubrir que el corazón haenvejecido, el paso es cansino, y ya no tenemosganas de recomenzar. Y se acumulan las preguntas:¿Tiene sentido aún mi vida dentro de laOrden? ¿No me habré equivocado al optar poresta Forma de Vida? ¿Para qué seguir luchandosi los resultados a nivel personal y fraterno sontan escasos? Y nos puede venir la tentación dedejarlo todo, de mirar atrás, de tomar un atajo ennuestro camino.111IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


Si llegase ese momento, os pido que no osrindáis, que aprovechéis esa situación para hacermemoria del camino recorrido. Precisamente recordandoel camino recorrido se puede ver conmás claridad la dirección hacia la cual nos hemosde orientar, reencontrar la orientación necesariaen momentos de dudas, y no caer en lo que el Señorreprueba a la Iglesia de Éfeso: “Tengo contrati que has abandonado el amor primero” (Ap 2,4). Precisamente en los momentos de desalientoy de confusión podrían resonar en nuestro corazón,aquellas palabras fuertes y, al mismo tiempo,ricas de ternura: “¡Ánimo, pueblo mío, altrabajo! Porque yo estoy con vosotros” (Ag 2, 4).El profeta Isaías nos recuerda que los caminosdel Señor no son nuestros caminos (cf. Is 55,8). ¿No serán todas esas situaciones, ciertamenteincómodas y no buscadas ni deseadas, caminosque el Señor pone ante nosotros para “probar”nuestra fe incondicional en Él? Por otra parte,¿no nos ha dicho Él mismo: “Entrad por la puertaestrecha” (Mt 7, 13)? El camino que nos indicaJesús, lo hemos visto hablando de las bienaventuranzasy de los votos, no es fácil. A menudo esun sendero empinado y pedregoso, en el que elcaminar hiere los pies y hace más lento el paso,porque “¡qué estrecha es la puerta y qué angostoel camino que lleva a la vida! Y pocos dancon ellos” (Mt 7, 14). Y sin embargo el profetaOseas tuvo la valentía de gritar ya más de sietesiglos antes: “Trasformaré el valle de Acor enuna puerta de esperanza” (Os 2, 17).“Vigila sobre ti mismo y sé perseverante”, esla invitación que encontramos en 1Tim 4, 16. Laperseverancia de la que se nos habla no es obstinación,fruto de una personalidad rígida y bloqueadaen los propios esquemas, si no que es lafidelidad que sabe valorar bien la opción de vidahecha, el primer amor al cual se entregó la propiavida. Ese amor primero vale la pena buscarlouna y mil veces. Por difícil que sea, existe siemprela posibilidad de re-convertir cuanto de menostransparente y de menos convincente podría112


Bendición yruego finalQueridos hermanos under ten: Deseo concluireste diálogo con vosotros invitándoos aalimentar constantemente la pasión por el Señor.En ella nos jugamos nuestro presente y nuestrofuturo, pues es esa pasión la que os llevará a confirmaren todo momento el propósito de servir alSeñor y manteneros fieles a cuanto habéis prometidohasta la muerte (cf. 5CtaCl 14). Sé queamáis a Jesús. Por ello también yo desbordo degozo y salto de júbilo en el Señor (cf. Hab 3, 18).No permitáis que nada ni nadie enfríe ese amor.Para ello os repito a vosotros cuanto el SantoPadre Benedicto XVI dijo a los jóvenes en lasúltima Jornada Mundial de la Juventud celebradaen Madrid el pasado año: “Las palabras deJesús han de llegar al corazón, arraigar en él yfraguar toda la vida […] Escuchad de verdad laspalabras del Señor para que sean en vosotros espírituy vida […]. Hacedlo cada día con frecuencia,como se hace con el único Amigo que nodefrauda…” 25 Mostrad una alternativa válida devida. Construid vuestra vida sobre la roca que esCristo. Edificarla sobre el propio yo es edificarlasobre arena; “conduce a algo tan evanescentecomo una existencia sin horizontes, una libertadsin Dios”.Este IV Capítulo de las Esteras se iniciará25 Benedicto XVI, JMJ, Madrid, 18 de agosto de 2011.114


ajo la maternal mirada de María, bajo la advocaciónde Ntra. Sra. de Zapopan, en la ciudad deGuadalajara (México) y se concluirá bajo la mismamirada maternal, bajo la advocación de Ntra.Sra. de Guadalupe (México). La “virgen hechaIglesia” (SalVM 1) sea vuestro modelo de acogidaincondicional de la Palabra (cf. Lc 1, 38), ycomo ella podáis permanecer fieles en todo momento(cf. Jn 2, 1; 19, 25; Hch 1, 14). Al igualque el discípulo a quien Jesús amaba, acogedlaen vuestra vida (Jn 19, 27), y escuchad con renovadoespíritu de obediencia su testamento:“haced lo que él os diga”. Será entonces comovuestra agua se transformará en vino (cf. Jn 2, 5.9-10), en el vino del amor incondicional a Aquelque hoy se hace mendicante de tu sí y con renovadaconfianza te dice: “Venid en pos de mí y osharé pescadores de hombres” (Mc 1, 17). Que lamaternal intercesión de María, “¡en quien estuvoy está la plenitud de la gracia y todo bien!” (Sal-VM 3), os alcance del Señor la gracia de una respuestapronta y generosa como la que tuvieronlos primeros discípulos (cf. Mc 1, 18-20).Queridos hermanos under ten: mientras ossaludo en aquel que nos redimió y nos lavó ensu preciosísima sangre (Ap 1, 5; CtaO 5), yo, elHermano José vuestro menor siervo, os ruego ysuplico encarecidamente, por la caridad que esDios y con la voluntad de besar vuesros pies, queos sintáis obligados a acoger, poner por obra yobservar con humildad y caridad estas y las demáspalabras de nuestro Señor Jesucristo; y siperseveráis en ellas hasta el fin, os bendiga elPadre, y el Hijo y el Espíritu Santo (cf. 2CtaF87-88).Roma, 8 de mayo de 2012,fiesta de Santa María Medianera.Prot. 102874Fr. José Rodríguez Carballo, ofmMinistro general, <strong>OFM</strong>115IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE


SEÑOR JESÚS:¡QUÉDATE CONNOSOTROS!Señor Jesús:¡Hazte presente en nuestro camino!Se hace tarde, cae la noche,las tinieblas nos circundan,sentimos el peso de la soledad,y el miedo se apodera de nosotros.Te necesitamos: es de noche yel camino se hace largo.Te necesitamos: ¡Quédate para cenar,la mesa está servida!Señor Jesús:¡Explícanos las Escrituras!Te necesitamos para no seguir hablandocosas del pasado.Te necesitamos para mantener viva la esperanza,el camino no se cierre y no prevalezca la noche.Te necesitamos: sin ti la tristeza nosimpediría ver futuro.Señor Jesús:¡Camina con nosotros!Que tu Soplo avive el fuego que pareceapagarse en nuestros corazones.Que tu voz sea nuestra compañía en lasnoches tormentosas de la vida.Que tu mano amiga nos levante cuando caigamos.En todo momento reaviva el donde nuestra vocación.116


Señor Jesús:¡Comparte nuestra mesa!Que tu Palabra arda constantementeen nuestros corazones,nos abra a la verdad en momentos de duda,nos ilumine en momentos de oscuridad,nos anime y sostenga en momentos de miedo yde cansancio.Señor Jesús:¡Abre nuestros ojos cansados!Que nuestros ojos estén puestos en ti,te reconozcamos resucitado en la fraccióndel pan,hermano y compañero en los hermanos que noshas regalado,necesitado en los que sufren y yacen a la veradel camino.Señor Jesús:¡Quédate con nosotros!Solo así podremos correr de vuelta a Jerusalén,de la que nos hemos alejado,Y allí, en comunión con los hermanos,podremos anunciar:“Cristo ha resucitado.¡Sí, verdaderamente ha resucitado!”.María, Sra. de Zapopan,Sra. de Guadalupe:Cuando el vino del amor venga a faltaren nuestras vidas,como en Caná, muestra a tu Hijonuestra necesidad.Y entonces el agua se transformará en vino,y habrá vino en abundancia: el vino del amor,el vino de la alegría.Fiat, fiat. Amén, amén.117


ABREVIATURASSagrada EscrituraAgApCol1CorDtEfEzFilGalGnHabHbHchIsJbJnJrLcMcMtOs1Pe2PeRomSal1SamSant1Tm2Tm1TesAgeo.Apocalipsis.Colosenses.Primera de Coríntios.Deuteronomio.Efesios.Ezequiel.Filipenses.Gálatas.Génesis.Habacuc.Hebreos.Hechos de los Apóstoles.Isaías.JobEvangelio de Juan.Jeremías.Evangelio de Lucas.Evangelio de Marcos.Evangelio de Mateo.Oseas.Primera de Pedro.Segunda de Pedro.Romanos.Salmos.Primera Samuel.Santiago.Primera Timoteo.Segunda Timoteo.Primera Tesalonicenses.Escritos de San Francisco de AsísAdmAlDAdmoniciones.Alabanzas al Dios Altísimo.118


CantCtaACtaLCtaMCtaO1CtaF2CtaFOrSD1R2RSalVMTestCántico de las criaturas.Carta a Antonio.Carta a León.Carta a un Ministro.Carta a toda la Orden.Primera Carta a los fieles.Segunda Carta a los fieles.Oración al Cristo de San Damián.Primera Regla.Segunda Regla.Saludo a la bienaventurada VirgenMaría.Testamento.Otras abreviaturas.AP1Cel2CelEPTC3CtaCl4CtaCl5CtaClLegClLMLPSCTestClCC.GGPdEShcSdpAnónimo de Perusa.Vida Primera de Tomás de Celano.Vida Segunda de Tomás de Celano.Espejo de PerfecciónLeyenda de los Tres Compañeros.Tercera carta de santa Clara a Inésde Praga.Cuarta carta de santa Clara a Inésde Praga.Quinta carta de santa Clara a Inésde Praga.Leyenda de Clara.Leyenda mayor de San Buenaventura.Leyenda de Perusa.Sacrum Commercium.Testamento de Clara.Constituciones Generales de laOrden de Frailes Menores, Roma,2010.Portadores del don del Evangelio,Documento Capítulo General,2009.El Señor nos habla en el camino,Documento Capítulo General Extraordinario,2006.El Señor os dé la paz, DocumentoCapítulo General, 2003.119


<strong>EN</strong>ETDVPablo VI, Evangelii Nuntiante,Exhortación Apostólica acercade la evangelización en el mundocontemporáneo (8 de diciembrede 1975).Pablo VI, Evangelica Testitificatio,Exhortación Apostólica sobrela renovación de la Vida Religiosasegún las enseñanzas del Concilio(29 de junio de 1971).Concilio Vaticano II, ConstituciónDogmática Dei Verbum sobre ladivina revelación (18 noviembre1965).LG Lumen Gentium, Constitucióndogmática sobre la Iglesia delConcilio Vaticano II (21 de noviembrede 1964).GSGaudim et spes, Constitución pastoralsobre la Iglesia en el mundocontemporáneo del Concilio VaticanoII (7 de diciembre de 1965).NMIPCPdvRMiVCJuan Pablo II, Novo MillennioIneunte, Carta apostólica al concluirel gran jubileo del año 2000,(6 enero 2001).Perfectae Caritatis, Decreto delConcilio Vaticano II sobre la renovaciónde la vida religiosa (28de octubre de 1965).SCConcilio Vaticano II, ConstituciónSacrosanctum Concilium sobre ladivina liturgia (4 diciembre 1963).Juan Pablo II, Pastores dabo vobis,Exhortación apostólica postsinodalsobre la formación de lossacerdotes en la situación actual,(25 marzo 1992).Juan Pablo II, Redemptoris Missio,Carta Encíclica sobre la permanentevalidez del mandato misionero(7 diciembre 1990).Juan Pablo II, Vita consecrata,Exhortación apostólica postsinodalsobre la vida consagrada y su120


misión en la Iglesia y en el mundo,(25 marzo 1996).VD Benedicto XVI, Verbum Domini,Exhortación apostólica postsinodalsobre la Palabra de Dios en lavida y en la misión de la Iglesia(30 de septiembre de 2010).VS Juan Pablo II, Veritatis Splendor,Carta encíclica sobre algunascuestiones fundamentales de laEnseñanza Moral de la Iglesia, (6agosto 1993).CIVCSVA Congregación para los Institutosde Vida Consagrada y Sociedadesde Vida Apostólica.JMJJornada Mundial de la Juventud.121


ÍNDICEI - PUNTO <strong>DE</strong> PAR<strong>TI</strong>DA:ALGUNOS RASGOS DOMINANTES<strong>DE</strong> NUESTRA SOCIEDAD Y CULTURA<strong>QUE</strong> PUE<strong>DE</strong>N CUES<strong>TI</strong>ONARNUESTRA I<strong>DE</strong>N<strong>TI</strong>DAD....................... 7Sociedad líquida o fluida....................... 9Precariedad de los compromisos ydebilidad en el sentido depertenencia........................................ 9Crisis de relación interpersonal........... 11Cultura de lo particular....................... 13Todo y de inmediato............................ 14Indiferencia, desencanto,ocaso de una ética del compromiso.. 15En juego nuestra identidad................... 16La opción de por vida......................... 16Opción por Alguien que nostrasciende.......................................... 17Vivir desde la lógica del don............... 18Opción de vida contracultural.............. 19II - UN <strong>DE</strong>SAFÍO IMPORTANTE:REVITALIZAR NUESTRA VIDA YMISIÓN PARA EVANG<strong>EL</strong>IZAR LAPOSTMO<strong>DE</strong>RNIDAD.......................... 23Una vida radicalmente evangélica........ 25Las bienaventuranzas ynuestra vida de Hermanos Menores..... 30“Bienaventurados…”.......................... 33Ser significativos, comunicar sentido... 39Vivir en obediencia,sin nada propio y en castidad............ 40Pasión por Cristo,pasión por la humanidad................... 45122


III - UNA TAREA URG<strong>EN</strong>TE:REVISITAR NUESTRAI<strong>DE</strong>N<strong>TI</strong>DAD <strong>DE</strong>HERMANOS M<strong>EN</strong>ORES.................. 49Con el corazón vuelto hacia el Señor.... 53Vivir una sana espiritualidad............... 55Vivir la vida al ritmo de laPalabra de Dios ................................ 59Espíritu de la santa oración................. 61Vida fraterna en minoridad.................. 67Construyendo vida fraterna................. 68Algunas mediaciones paraconstruir fraternidad.......................... 70Portadores del don del Evangelio......... 74Exigencias de las misión/evangelización................................... 78Algunas conversiones necesarias........ 79Nuevas formas de evangelización yla formación en la era digital............ 82IV - OTEAR <strong>EL</strong> HORIZONTE:CON LOS OJOS PUESTOS<strong>EN</strong> <strong>EL</strong> FUTURO................................. 89Sed cultivadores de las raíces yuscadores en la noche........................... 94Dejaros mover por el amor.................... 100Sed fuertes y valientes:asumid vuestra responsabilidad......... 104Sed hombres de escucha paraser hombres de palabra....................... 107Vigila sobre ti mismo ysé perseverante..................................... 111Bendición y ruego final.......................... 114SEÑOR JESÚS: ........................................... 116ABREVIATURAS........................................ 118ÍNDICE......................................................... 122123


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