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Literatura comparada y ciencia cognoscitiva - Luz Aurora Pimentel ...

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<strong>Literatura</strong> <strong>comparada</strong> y <strong>ciencia</strong> <strong>cognoscitiva</strong> 1En las últimas dos décadas, como muestra del renovado interés en el área de la <strong>ciencia</strong><strong>cognoscitiva</strong> dedicada al estudio de la con<strong>ciencia</strong>, tanto la literatura científica como laliteratura filosófica sobre este tema han proliferado al grado que sería difícil abordar lacuestión haciendo un resumen de la miríada de ideas que se han planteado en torno alproblema de la con<strong>ciencia</strong>. 2 El propósito de este texto es doble: en primer lugar, describiruna productiva línea de investigación interdisciplinaria que se ha creado en el Instituto deNeurobiología en colaboración con el programa de posgrado en <strong>Literatura</strong> Comparada,ambos adscritos a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); en segundolugar, ofrecer algunas reflexiones sobre la representación de los procesos conscientes y elpapel que un modelo de dicha representación puede desempeñar no sólo en la <strong>ciencia</strong><strong>cognoscitiva</strong> y la filosofía, sino también en la teoría y la práctica literarias.Los doctores José Luis Díaz, Reyna Paniagua y Evelyn Díez-Martínez (1998) delInstituto de Neurobiología de la UNAM trabajan en un proyecto de investigación a travésdel cual buscan desarrollar un modelo de análisis de los procesos dinámicos de lacon<strong>ciencia</strong> en los informes en primera persona. Díaz et al. creen en la capacidad de lacon<strong>ciencia</strong> para comunicarse y hacerse presente y consideran que el lenguaje es el medio decomunicación privilegiado de la experiencia subjetiva. Con base en ello, han empleado de12Publicado originalmente en inglés como ”Comparative Literature and Cognitive Science”, en Jean Bessière(ed.) Savoirs et littérature. Literature, the Humanities and the Social Sciences. Presses Sorbonne Nouvelle,Paris, 2002, pp. 187-197. Traducción Antonieta RosasLa notable introducción de Güven Güzeldere en el trabajo colectivo, The Nature of Consciousness (1997),ofrece un buen resumen de las diferentes líneas de pensamiento sobre la con<strong>ciencia</strong>.1


manera extensiva instrumentos de análisis lingüísticos, en especial aquellos destinados alanálisis del discurso. De particular relevancia a esta investigación ha sido el trabajo dellingüista William Chafe (1994). Asimismo, Díaz et al. han dado un papel central dentro desu modelo analítico a ciertos conceptos narratológicos. Stanzel (1984), Genette (1972,1983) y en especial el trabajo seminal de Dorrit Cohn sobre la representación de lacon<strong>ciencia</strong> en la narrativa (1978) han resultado ser invaluables herramientas analíticas en elanálisis que este equipo de investigadores ha realizado en torno a lo que han llamado eltexto fenomenológico (una relación en primera persona de lo que ocurre en la mente de unsujeto). Los resultados preliminares de esta investigación han sido publicados en el artículo,“El texto fenomenológico como objeto de análisis de procesos conscientes” (1998). 3 El3Lo que sigue es el resumen al inicio del artículo de J. L. Díaz et al., “El texto fenomenológico como objetode análisis de procesos conscientes” (1998):Los informes introspectivos en primera persona constituyen la única fuente de información disponiblesobre la con<strong>ciencia</strong>. No obstante, a fin de desarrollar y estandarizar las técnicas de análisis de informessubjetivos relevantes para la investigación sobre la con<strong>ciencia</strong>, es necesario cumplir con cuatrorequisitos: (1) demostrar su confiabilidad y relevancia, (2) establecer criterios para la selección uobtención de los informes más apropiados, (3) desarrollar un sistema para detectar aquellos elementosque en un texto sean indicativos de procesos conscientes y, finalmente, (4) desarrollar procedimientospara representar dichos elementos, su estructura y dinámica con la ayuda de mecanismosformales apropiados. Se propone un método narratológico que cumple con los dos primeros requerimientosy criterios.A pesar de sus obvias limitaciones, puede considerarse que los informes introspectivos ofrecen informaciónrelevante y razonablemente confiable sobre la con<strong>ciencia</strong>. Ya que algunos informes introspectivosparecen ser más relevantes y confiables que otros, surge la cuestión de distinguir los unos delos otros. La novela moderna, en los esquemas desarrollados por Proust y Joyce, parece ser la mejorrepresentación de la con<strong>ciencia</strong> que tenemos disponible. A pesar que estos dos ejemplos demuestranla extraordinaria capacidad del lenguaje para evocar estados mentales, el monólogo interior o la psiconarraciónempleados en la novela moderna no son del todo apropiados para inferir flujos de con<strong>ciencia</strong>reales debido a que se trata de simulaciones.En algunos monólogos, diarios, autobiografías y soliloquios, el autor(a) expresa estados mentalesconscientes directamente desde su con<strong>ciencia</strong> y elimina en gran medida la intención comunicativa.Así, dichas narrativas conservan rasgos más auténticos de experiencia y se vuelven los objetos másadecuados para el análisis de los procesos conscientes. Extractos seleccionados cuidadosamente delos diarios de Virginia Woolf, Anne Frank, Miguel de Unamuno y otros exhiben estas características.Otros escritos relevantes están conformados por transcripciones palabra por palabra de sesiones psicoterapéuticaso de auto-experimentación. En todos los casos, se puede afirmar que estos representanlos informes más fidedignos que existen de estados mentales conscientes y se les llama “textosfenomenológicos”.Una vez que se selecciona u obtiene un texto fenomenológico apropiado se requiere de un métodopara analizarlo. Se propone aquí que el texto sea estudiado con algunos de los procedimientos2


gigantesco potencial de esta colaboración entre <strong>ciencia</strong> y teoría y práctica literarias me haconducido a las siguientes reflexiones.El problema de la con<strong>ciencia</strong>Parece que no hay manera de negar que la con<strong>ciencia</strong>, como bien lo dijo Miller (1962), esun “cúmulo de conceptos” con bordes muy difusos que llevan a crear un objeto de estudiovago y más bien amorfo. A pesar de ello, este objeto escurridizo y heterogéneo ha sidoracionalizado en dos marcadas direcciones: aquellas de los sentidos transitivos eintransitivos. Dichas caracterizaciones han dado forma a su vez a los métodos con los quese estudia la con<strong>ciencia</strong>. Por un lado, en su fase transitiva —o “con<strong>ciencia</strong> de acceso”,como la denomina Block (1995)— la con<strong>ciencia</strong> se presta a la representación causal. Enuna época de imperialismo conductista, ésta fue la única caracterización (y forma deacceso) seria y, así llamada, “científica” de la con<strong>ciencia</strong>, acompañada de una plétora deexperimentos consistentes en apretar botones, someter a los sujetos de estudio a EEGs,medir pulsos cardiacos y respuestas galvánicas de la piel, y así sucesivamente. Por otrolado, en su fase intransitiva, la con<strong>ciencia</strong> es caracterizada como fenoménica, comofenómeno subjetivo y, afirman algunos, verdaderamente intransitivo; esto es, inefable y,por ende, incomunicable. La con<strong>ciencia</strong> fenoménica, en particular el carácter subjetivo de laexperiencia, los qualia de la experiencia, no parece encajar en —o aceptar— los métodosdesarrollados por la etología cualitativa, la cual incluye como un requerimiento central un inventariode categorías y un sistema de atribución y muestreo. Para analizar el extracto del diario de un pacientede Pierre Janet se utilizaron nueve categorías mentales (sensación, percepción, emoción, pensamiento,criterio, razonamiento, imagen, recordar, intención).Una selección cuidadosa de informes en primera persona constituye un conjunto de “textos fenomenológicos”apropiados para el análisis del proceso y estructura dinámica de la con<strong>ciencia</strong> (14).3


causales de descripción y medición, de ahí la asimetría epistemológica. Güven Güzeldereafirma que dicha dualidad:conduce a la noción de perspectividad, algo único al estudio de la con<strong>ciencia</strong>, y a ladistinción entre los puntos de vista en primera persona (con<strong>ciencia</strong> intransitiva yfenoménica) y en tercera persona (con<strong>ciencia</strong> transitiva y causal o de acceso). Dichadualidad de perspectivas respecto a las formas de acceso a la experiencia semanifiesta también ella misma como una dualidad que caracteriza a la con<strong>ciencia</strong>como causal versus fenoménica. Las raíces de este problema son en verdad únicas;ningún otro fenómeno nos brinda dos perspectivas epistémicas a través de las cualespueda ser estudiado. (27)En mi opinión, el problema se acentúa por una serie de suposicionesepistemológicas bastante cuestionables. De un lado se encuentra la suposición que losllamados hechos “objetivos” y “de acceso” no sólo representan a la con<strong>ciencia</strong> causal deuna manera objetiva, sino que incluso nos dan “acceso” a ella, cuando en realidad lo quehacen los métodos en tercera persona es darnos, a lo más, equivalentes de procesosconscientes, esto es, equivalentes en comportamientos y acciones físicas. Del otro lado estála suposición que los qualia son inaccesibles. Esto ignora o resta importancia al “hecho”evidente del lenguaje como fenómeno intersubjetivo, una función del lenguaje que abre laposibilidad a lo que yo llamaría qualia intersubjetivos.Considero que existen demasiados científicos y filósofos que dan por sentado “laimposibilidad epistémica de acceder a los qualia de otros individuos” (Güzeldere, 25),como si los llamados hechos de acceso constituyeran un acceso real a la con<strong>ciencia</strong>. Escierto que el acceso directo a los qualia de los demás es imposible, en especial siconsideramos otras especies, como lo demuestra Nagel (1997) en su famoso artículo sobremurciélagos. Sin embargo, aún nos restan las formas de acceso indirectas, verbales,analógicas y, por ende, imaginativas. Es verdad que no nos conducirán a la con<strong>ciencia</strong> delos murciélagos, pero si consideramos la enorme cantidad de seres humanos que se4


comunican a través del lenguaje, eso nos daría, como diría Laforgue, “assez d’infini sur laplanche”.Así, aunque la “con<strong>ciencia</strong> de acceso” no nos permite ningún acceso, sí constituyeuna representación, en tanto que todos estos métodos en tercera persona de exploración delos procesos conscientes recaen en acciones y comportamientos equivalentes y observables.De la misma forma, los métodos en primera persona, esencialmente la comunicación verbale intersubjetiva, también resultan en un equivalente de la con<strong>ciencia</strong> y, básicamente, en unarepresentación de los procesos conscientes. Si tomamos en cuenta que en ambos casos loque obtenemos son representaciones de la con<strong>ciencia</strong>, en vez de acceso directo a ella, ¿porqué debería el primer método gozar de una validez científica que le es negada al segundo?En su examen del amplísimo espectro de investigaciones contemporáneas sobre lacon<strong>ciencia</strong>, Güzeldere destaca cinco preguntas principales:1. ¿cuáles son los medios y mecanismos de la con<strong>ciencia</strong>?2. ¿dónde se encuentra el locus de la con<strong>ciencia</strong>?3. ¿quién puede llamarse un sujeto consciente?4. ¿por qué existe la con<strong>ciencia</strong> y cuál es la función que desempeña en el esquemageneral de la vida mental?5. ¿cómo surge la con<strong>ciencia</strong> o emerge de su estructura sustancial subyacente?A mi parecer, a estas importantes preguntas otras igualmente cruciales deben serañadidas. Preguntas sobre los contenidos y modos de organización; preguntas sobre elgrado de comunicabilidad de los procesos conscientes, el lenguaje y la formación de éste;preguntas que traten de la simultaneidad de los procesos conscientes y los grados deincoatividad; en pocas palabras, preguntas que William James planteó cien años atrás, queel conductismo descartó como irrelevantes, y que ahora han vuelto a la mesa del debate5


filosófico y la investigación científica. Preguntas que quizá puedan ayudar a cartografiar loque Marcel Proust llamó el “oscuro territorio desconocido” de la vida mental. Y eso es delo que trata la literatura.Es cierto, jamás tendremos acceso —esto es, acceso fenomenológico— a lo que sesiente ser un murciélago dado que no existen puntos de contacto que puedan permitirnos elconcebir dicha experiencia, que incluso en el terreno de la experiencia humana existenqualia que permanecen encerrados en sus mundos subjetivos (¿a qué sabe una guanábana?).Esto, dice Nagel, conduce a las “dificultades de acomodar la subjetividad en el marco deuna ontología fisicalista… Ciertos hechos de la experiencia evaden cualquier descripciónfísicalista y no importa cuánto aprenda uno acerca de sus aspectos físicos (causales,funcionales, representativos, etc.), algunos hechos sobre cómo sentimos (más importanteaún, cómo sienten los demás) una experiencia permanecerán en la oscuridad hasta que laexperimentemos nosotros mismos” (38) o, me permitiría añadir, hasta que un Proust nosofrezca una metáfora —aquel “equivalente espiritual”, como lo llamó él— que nos permitaconcebir e incluso experimentar lo que es… (sentir la presencia sensual del tiempo en losgrabados de bronce de una lápida, la profunda experiencia de absoluto frescor que se hallaen un frasco de vidrio sumergido, la impresión de un rayo de sol danzando en la torre deuna iglesia…).De acuerdo con Chalmers (1997) —otra voz pesimista en el concierto— “es elaspecto subjetivo de toda experiencia el cual resiste explicación” (30). ¿Pero acaso seresiste también a aquella forma alternativa de explicación: la representación? No hace faltadecir que los modos de representación de los procesos conscientes son muchos ycomplejos; pueden ser diversamente miméticos —à la Joyce, à la Woolf, o à la Donoso—analíticos —à la George Eliot o à la Henry James— o poético-analíticos —à la Proust.6


Con<strong>ciencia</strong> à la carte: no estamos tan irremediablemente aislados como quisieran hacernoscreer.En medio de este concierto de voces confiadas y ciegas al arte que cantan delcarácter inasequible e inefable de toda experiencia subjetiva, existen algunos científicos,lingüistas y filósofos que se han mostrado dispuestos al contacto multidisciplinario.Bernard Baars, por ejemplo, afirma que “los puntos de vista internos y externos en torno ala evidencia tienden a encajar muy bien. Las muchas piezas convergentes de evidencia mepersuaden de que, al menos en la práctica, la famosa brecha entre la mente y el cuerpo tienealgo de mito” (1997). Y cree que “de alguna forma, la exploración científica de lacon<strong>ciencia</strong> humana es sólo una extensión del arte, el teatro, la literatura e incluso de lareligión. Estamos retomando un proyecto que ha impulsado a los seres humanos durantesiglos: utilizar la mente para comprenderla. No puedo imaginarme nada más emocionantey, a final de cuentas, más práctico” (13).Y en la emoción de dicho regreso, el placer añadido de nuestra colaboración comoestudiosos de la literatura, como comparativistas, en este multidisciplinario objeto deestudio, investigación y exploración.Para Güzeldere, “en la época actual lo que aparenta ser la dirección másprometedora para reaproximarse a la con<strong>ciencia</strong> y estudiar problemas inveterados consisteen replantear la epistemología y los esquemas conceptuales (opuesto a la postulación apriori de nueva ontología) para obtener un híbrido de las perspectivas en primera y tercerapersona, lo que permitiría teorizar sobre cómo la eficacia causal interviene en cómo sientela con<strong>ciencia</strong>, y cómo la cualidad fenoménica se relaciona con lo que ésta hace” (45). Unode los exponentes más interesentes de esta fertilización cruzada es Owen Flanagan. En“Prospects for a Unified Theory of Consciousness” (1997), retoma una propuesta anterior7


(1992), lo que ha llamado un “método natural”, consistente en una aproximacióntriangulada que involucra a la fenomenología, la neuro<strong>ciencia</strong> y el binomio psicología<strong>ciencia</strong><strong>cognoscitiva</strong>:Hay que comenzar por tratar tres diferentes líneas de análisis con el mismo respeto.Se debe conceder su mérito a la fenomenología. Escuchar con cuidado lo que losindividuos tienen que decirnos sobre cómo les parecen las cosas. También hay quedejar que los psicólogos y los científicos cognoscitivos digan su parte. Hay queprestar oídos atentos a sus descripciones de cómo funciona la vida mental y quéfunciones, si acaso, desempeña la con<strong>ciencia</strong> en la economía global de ésta. Cuandodigo que debe permitirse que los psicólogos y los científicos cognoscitivos digan suparte, también hablo de incluir a los amateurs; hay que dejar que la sabiduría popularcomparta el estrado con los demás. Finalmente, se tiene que escuchar con atencióna los neurocientíficos y a lo que tienen que decirnos sobre cómo son aprehendidoslos eventos mentales conscientes de distintos tipos, y examinar la concordanciaentre sus historias y aquellas de la fenomenología y la psicología. (100)Sin embargo, si se me permite objetar, ¿por qué debe este “método natural” serencasillado en un triángulo, por qué no en un polígono? El mismo Flanagan se desborda yade los ángulos de su construcción triangular al incluir a la sabiduría popular. ¿Por quétemerle tanto a la literatura y a la teoría literaria? Muchos científicos, lingüistas y filósofosparecen compartir este mismo miedo; a lo sumo hacen uso de los textos literarios comoejemplos o contra-ejemplos, pero nunca han tomado en serio a la literatura como unmodelo, un igual, en la construcción de una forma distinta de teorizar sobre la con<strong>ciencia</strong>.Wallace Chafe (1994), por ejemplo, se queja de lo estrecho y rígido de la narratología,enfocada tan sólo —dice Chafe— en la descripción y una tipología de técnicas narrativas.Incluso mis colegas, Díaz, Paniagua y Diez-Martínez, aunque reconocen la riqueza deteorías analíticas producto del trabajo de teóricos de la narración como Dorrit Cohn,desechan los textos literarios sobre la base que son “simulaciones” de los procesosconscientes y, al igual que Chafe, dependen más de lo que llaman reportes “auténticos” y“espontáneos” de los procesos conscientes; esto es, sujetos reales que escriben o8


proporcionan un relato oral de lo que pasa por sus mentes. 4 No obstante, estoy firmementeconvencida que la literatura, en conjunto con la teoría literaria, pueden contribuir a unmayor refinamiento y complejidad de estos procedimientos analíticos.El análisis del discurso puede ser útil para trazar temas del discurso y patrones decomunicación; también puede ser útil en la atribución de sensaciones discretas,impresiones, juicios y cuestiones similares. Sin embargo, estos análisis lingüísticocientíficosganarían profundidad y sutileza si recurrieran, por ejemplo, a las teorías deintertextualidad, en especial la teoría y el trabajo de Bajtín en heteroglosia. También seenriquecerían de los modelos y metáforas para entender la con<strong>ciencia</strong> que abundan en laliteratura. De hecho, a este respecto la literatura y la <strong>ciencia</strong> tienen mucho en común.Encuentro fascinante que los científicos y los filósofos trabajen con modelos y metáforas deforma tan fructífera como siempre lo han hecho los poetas y los novelistas. Mientrasleemos artículos científicos sobre la mente, nuestras mentes son bombardeadasliterariamente con frases descriptivas tales como “técnicas de diseño de la red neuronal”,“bucles de fases reentrantes”, “cableado visual temprano”, “mapas de organizaciónretinotópica” y otros ejemplos parecidos. Cables, redes, bucles, mapas… todos tienen supropio conjunto de metáforas; todos construyen modelos para explicar la con<strong>ciencia</strong>:Gerald Edelman (1989) y su modelo de Darwinismo neuronal en su teoría de agrupamientoneuronal (TNG); Daniel Dennett (1997) y su modelo de con<strong>ciencia</strong> de los “borradoresmúltiples”, el cual, examinado de cerca, no está tan lejano ni es tan distinto del “flujo decon<strong>ciencia</strong>” de James, como lo declara Dennett de forma tan beligerante; o Bernard Barrs4Sin embargo, no existe nada menos espontáneo o auténtico que los llamados textos “auténticos”. Los magníficosanálisis del discurso de Bajtín basados en su teoría de la heteroglosia demuestran hasta qué punto eldiscurso espontáneo o automático se halla influenciado por el discurso del Otro: lugares comunes en el discurso,automatismos lingüísticos que no son particulares al individuo sino a la comunidad.9


(1997) y su metáfora del teatro como argumento central de su teoría del espacio global detrabajo (GWT). Baars afirma que “hoy en día, todos nuestros modelos de funcionamientomental, unidos, son metáforas del teatro… Se les llama de diversas formas y han sidodesarrollados en los últimos cuarenta años a partir de una amplia gama de evidencia, desdeestudios sobre ajedrecistas hasta trabajos sobre monólogos interiores, desde la rotaciónmental de imágenes internas hasta los sutiles efectos del daño cerebral” (7).En el ámbito de la literatura, Marcel Proust y Virginia Woolf, entre muchos otros,también han ofrecido complejos y productivos modelos y metáforas para la exploración dela con<strong>ciencia</strong>, y genios analíticos como George Eliot, Henry James o Thomas Mann hanproducido análisis excelentes, sutiles y profundos de la forma cómo trabaja la mente. ¿Porqué debemos considerar los modelos y metáforas producidos en el ámbito científico comoun trabajo serio sobre la con<strong>ciencia</strong> y sin embargo hacer de lado los modelos literarios bajoel pretexto que son artificiales o una simulación? Resultaría una empresa mucho másproductiva el seguir el ejemplo de Flanagan “y examinar la concordancia entre sushistorias”. ¿Por qué incluir a la psicología y excluir a la novela, si consideramos junto conOrtega y Gasset que la novela es el máximo exponente de la “psicología imaginaria”?“Examinar la concordancia entre sus historias”: no puede haber un mejor proyectopara los comparativistas. ¿Por qué no se podría, por ejemplo, tomar las metáforas de Jamesacerca de la con<strong>ciencia</strong> “focal” y la “periferia” y “mezclarlas y equilibrarlas de formaponderada” con las complejas metáforas de Woolf sobre la con<strong>ciencia</strong> como un rayo de luz,expandiéndose hasta la difusión, y luego resonando formalmente con la metáfora simétricaaunque invertida de la “cuña de oscuridad” como núcleo de la vida interior?De la misma manera, los estudios literarios se beneficiarían mucho de un enfoquemultidisciplinario que incluyera a la <strong>ciencia</strong>. El “modelo natural” propuesto por Flanagan,10


donde se deben “mezclar modelos” y examinar “la concordancia entre historias”, puede queconsiga un importante logro intelectual: la relativización de los modelos de conocimientoen el acto mismo de multiplicarlos y confrontarlos. Aquello sería una práctica saludable queprevendría el que la crítica literaria objetivara modelos de representación de la realidadcomo si fueran una imagen especular de ésta (uno tan sólo debe evocar los debates ridículos—muchos de ellos, curiosamente, en la propia Irlanda— sobre qué tan fiel o infielmenterepresenta Joyce a Dublín en su Ulises). Por supuesto que en la última década han surgidoenfoques literarios que impiden dicha objetivización, los cuales van desde la teoría de larecepción hasta las diversas aproximaciones hermenéuticas a la literatura. Ahora bien, estaexploración poligonal de la con<strong>ciencia</strong> quizá podría abrir una línea de investigación dondela literatura y la teoría literaria tal vez podrían desempeñar un importante papelcognoscitivo dentro de un “equilibrio reflexivo donde la teoría y los datos encajan demanera coherente”. Tanto la literatura como la teoría literaria poseen un potencialextraordinario para colaborar en la formulación de instrumentos conceptuales para lainvestigación y el análisis de los procesos conscientes: a) la metáfora y un conjunto desutiles figuras retóricas y poéticas: “equivalentes espirituales”, como los llamaría Proust; b)las diversas teorías sobre intertextualidad y, en general, transtextualidad; c) losextraordinarios diseños analíticos heteroglósicos del discurso hechos por Bajtín (1981); d)el vasto y diverso número de trabajos sobre perspectiva: Iser (1978), Ricoeur (1981, 1983-85), Uspenski (1973), Genette (1972, 1983), o Stanzel (1984-1986), por nombrar algunospocos; e) los excelentes instrumentos analíticos proporcionados por la hermenéutica, enparticular la hermenéutica fenomenológica desarrollada por Valdés (1982, 1992); y f) porúltimo, pero no menos importantes, los conceptos narratológicos ideados por Derrit Cohn(1978) para el estudio de la con<strong>ciencia</strong> ficcional, conceptos que ya han dado importantes11


frutos en el trabajo de Díaz et al., conceptos tales como psiconarración, monólogo narrado,monólogo rememorativo, o percepciones narradas. Así, la literatura y la teoría literariaofrecen un caudal de lo que los científicos denominan “intuiciones pre-teoréticas”, lascuales son siempre valiosas para la investigación científica. Ya que no es sólo la novela lamás grande expresión de psicología imaginaria, sino que constituye también, como dijeraPaul Riccoeur, “un instrumento para la investigación de la mente humana”…<strong>Luz</strong> <strong>Aurora</strong> <strong>Pimentel</strong>Universidad Nacional Autónoma de México12


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