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SoyYoEddie-EdwardLimonov

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Фифи Лимоновsos, caminaba hacia donde estábamos y con una voz lánguida y hueca decía “buenas noches”. Creo incluso que interrumpíasus canciones por el “buenas noches”; digo, salía corriendo del escenario. Tenía una vista clara de la calle desde las grandesventanas. Yo solía estar muy borracho, y mis amigos recuerdan que a veces Adeev me acompañaba camino a casa, mellevaba hasta le entrada y me empujaba hasta las escaleras.Antes de Gena y la escena nocturna con la figura de Adeev inclinado en un saludo, antes, cuando estaba en la escuela,tenía un amigo carnicero, Sanya El Rojo, un tipo enorme de ascendencia alemana y piel rosada, por eso lo apodábamosEl Rojo. Tenía seis u ocho años más que yo. Yo aparecía en la carnicería a primera hora, iba a todas partes con él, incluso loacompañaba si salía con alguna chica, y más allá de eso teníamos una relación sólida – trabajábamos juntos. Robábamos.Yo jugaba el rol del joven poeta, usualmente en el salón de baile o en el parque, recitando poemas a chicas siempre asombradasy boquiabiertas, mientras Sanya el Rojo les robaba los relojes o saqueaba sus carteras con sus dedos rechonchos yaparentemente torpes, sin que nadie lo notara – era un verdadero artista en lo suyo. Todo estaba perfectamente pensado;nunca nos descubrieron. Como verán, mi arte avanzaba cabeza a cabeza con el crimen. Después íbamos a algún restorán ocomprábamos un par de botellas de vino, tomábamos de la botella en el parque o en algún zaguán y salíamos a caminar.Disfrutaba mucho de andar con él en la calle o en lugares populosos. Se vestía con ropa colorida, usaba anillos de oro – unoque tenía una calavera, recuerdo, me gustaba particularmente. Tenía el gusto de un gangster, tal como los pintan en laspelículas. En las tardes de verano, por ejemplo, le gustaba usar pantalón blanco, camisa negra y tiradores blancos; teníapredilección por los tiradores. Era un tipo enorme – con una panza que le fue creciendo con los años – que de ningunamanera se parecía a los ordinarios, y en esa época oscuros, habitantes de nuestra ciudad, que era el centro industrial deprovincia con el proletariado más numeroso de toda Ukrania.Sanya la ligó sin mí – fue preso por intentar violar a una mujer con la que ya había tenido sexo varias veces. En la cárceltrabajó en la cocina y… escribió poesía. Cuando salió alguien lo cortó profundo con un cuchillo. “¡Ni siquiera mi grasa meprotegió!”, se quejaba cuando lo visité en el hospital.Era bueno conmigo, me alentaba para que escribiera poesía y disfrutaba mucho de su lectura. Por pedido suyo, y durantevarios veranos consecutivos, leí ante un público asombrado en la playa de la ciudad algo que decía más o menos:Robarán a mi mujer de mi auto,Tirándola del cuello,Y yo miraréA esos hombres mientras la violanHombres de enormes cabezasViles, con cigarrillos,Rondarán como perros en celoEl fraude de tus caderasEs cómico y triste leer estas líneas, escritas por un chico de dieciséis, aunque debo confesar que tienen un desagradabletinte profético. El mundo arruinó mi amor, y los hombres de grandes cabezas (los hombres de negocio, los mercaderes) sonquienes se cogen ahora a ella, mi pequeña Elena…Yo sentía devoción por Sanya, en cuerpo y alma. Si él lo hubiera deseado, yo probablemente hubiera dormido con él. Peroevidentemente él no sabía que podía utilizarme de esa manera, o no tenía ganas o no era lo suficientemente sofisticado.La cultura de masas en Rusia no le sirvió esto en un plato como hace la cultura norteamericana. Así es mi historia. Amorpor hombres fuertes, confieso y lo veo ahora. Sanya El Rojo era tan fuerte que solía romper las barras en la cerca alrededordel pabellón de danza, las barras eran gruesas como el brazo de un hombre. Es verdad, él hacía eso cuando no tenía los 50kopecks para la entrada.Gena era alto, bien formado y se veía como un joven nazi. Ojos azules oscuros. Nunca conocí a un tipo más lindo.Mis amistades son inteligibles para mí ahora. Esos eran dos, los más memorables; hubo otros pero por muchos años viví enuna especie de niebla y sólo la tragedia abrió mis ojos y pude ver mi vida desde una nueva perspectiva.Página 22

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