Фифи Лимонов“Quiero preguntarte algo” dijo mientras yo me levantaba “no le digas a nadie sobre nuestra conversación por favor”“No lo haré” dije “Disculpame pero alguien me espera”Las pantuflas azules se movieron conmigo a través de la puerta. En el ascensor sentí un alivio. Idiota de mierda.Le dije a Levin acerca de nuestra conversación igualmente.David Levin hace recordar a un espía o un agente de una película soviética. No soy bueno con los retratos, el aspecto másdistintivo acerca de su fisionomía es su pelada: sólo los costados de su cabeza estaban poblados por pelos. No eramoscercanos con Levin. Él había estado diciendo cosas feas a mis espaldas. Es el mejor chismoso este Levin. Fue Lenya Kosogor,del volumen II de El Gulag quién me dijo. Yo era muy indiferente a la emigración rusa, vieja, nueva y futura, tanto quelo único que hice fue reír. Pero para mi sorpresa, cuando me mudé al hotel, Levin me frenó un día y me reprochó que yoera arrogante y no quería conversar con él. Le dije que yo no era arrogante pero que estaba apurado ahora. Volvería en unpar de horas y pasaría a verlo. Lo hice. Para cualquier ruso con el mínimo nivel de inteligencia, ninguna otra persona deRusia es un enigma. Miles de signos muestran quién y cómo es. Levin da la impresión de ser un hombre que está a puntode explotar en una histeria de gritos. Sé por anticipado qué es lo que va a gritar. La próxima frase va a ser algo como “Andáa cagar, ojos de bicho, ¿qué mirás? ¿Te gustaría que te los arranque, ostra desagradable?” Esta línea del submundo englobami impresión de Levin. No conozco los detalles de su vida pero sospecho que podría haber estado preso en USSR poractividades criminales. O quizás noLevin dice que es periodista. Pero sus artículos publicados en el Russkow Delo son pura basura. Dice que en la USSR sólolos agentes de la KGB viven en casas decentes y otras cosas por el estilo. Ahora dice que es un periodista de Moscú, perocuando lo crucé en Roma dijo que era un periodista de Arkhangelsk. Todo lo que dice sobre sí mismo es ambiguo. Dicepor un lado que vivía muy bien en la USSR y que tuvo que escapar por planes de Comité Central; por otro lado dice quesufrió antisemitismo. Ahora vive exclusivamente con la plata que recibe de organizaciones judías o directamente de lasinagoga. Lo cual también es beneficencia a su manera. Una vez tuvo una operación abdominal; creo que usó su falta defortuna como una forma de chupar plata de los judíos norteamericanos. No lo necesito. Qué podría ser interesante en unviejo de cincuenta años con mala salud, viviendo en un hotel tenebroso y escribiendo un drama llamado “Adán y Eva”, elcual me leyó. Le dije – odio ofender, incluso a Levin – que esa forma literaria no congeniaba bien conmigo y por lo tantono podría otorgarle una devolución sobre su trabajo. No podría decirle que este “Adán y Eva” no era una forma literariasino una forma de locura de mierda causada por el estilo de vida del Occidente, en el cual él, como todos nosotros, nossumergimos cuando llegamos acá. Él todavía se comporta, otros se volvieron absolutamente locos.En nuestra primera conversación, Levin tiró mierda contra todo el hotel, todos sus habitantes pero estaba claro que él sesentía mal por estar solo, y de tanto en tanto se le pegaba a alguno. A mí también se me pegó, me llevó a un recital en lasinagoga, me presentó a una viejita judía que hablaba ruso. Era la primera vez que yo asistía a un servicio en una sinagogay me quedé ahí sentado mostrando interés, comportándome con decoro y atención, mientras Levin no paraba dehablar con la vieja. Yo podría haber entrado a ese mundo, gracias a Levin, pero era demasiado aburrido para mí; las cenasde familias judías a las que podría haber sido invitado no me caían bien. Me encanta el guefilte fish y el arenque pero meinclino más a los explosivos, a los congresos y slogans tal como pueden ver. La normalidad aburre al pequeño Eddie; meprotegía contra eso en Rusia y no me va a atraer una vida de trabajo y casa acá. Mierda que no.Incluso después de eso, Levin vino a verme varias veces. Aunque implanté un amor por mi camarada y creí que había quecompadecerse de los desafortunados, aunque Levin encajaba en mi concepción de “hombre desafortunado” y yo sentíapena realmente más allá de su maldad, incluso así, tuve que romper mi relación con él. Todo lo que él vio en mi cuartoy todo lo que le dije (calculando de antemano que él iba a multiplicar todo y distorsionarlo) se arregló para exagerarhiperbólica y torpemente. El retrato de Mao Tse-tung en la pared se convirtió en la evidencia de mi afiliación con el PartidoChino. Qué sería el Partido Chino yo no lo sabía, pero tuve que reducir el número de rusos que frecuentaba y Levin cayó enla reducción, una víctima pobre y maliciosa. Le digo hola y a veces paso medio minuto diciéndole mentiras. No me cree,pero escucha y entonces yo me voy. “Negocios” digo “Tengo cosas que hacer”La gente se ve patética, desarraigada, sin sus entornos familiares, sin su trabajo usual, arrojados al fondo de la vida. Unavez manejé hasta Long Beach para nadar con el salvaje judío de Marat Bagrov. El es el hombre que organizó una contramanifestacióncontra la manifestación en la Quinta Avenida a favor de la salida de judíos de la USSR. Se le ocurrieron losslogans “Basta con la demagogia” y “Ayudanos acá” Bueno, fuimos a Long Beach. Marat Bagrov manejó un auto que lerobaron al día siguiente y un ex campeón de ciclismo soviético llamado Nahum y yo lo acompañamos. Nuestro grupo ibaa visitar a dos lavaplatos que estaban trabajando en un asilo de Long Beach. Di una leve mirada a los cuartos del sótanodonde los lavaplatos vivían – uno de ellos ex músico, el otro un ex ventajero experto en ahumar pescado – y trepé sobrela cerca de la playa para evitar pagar los dos dólares que cobraban. Focas, el océano, una bruma salada, resaca. Me tiré porahí un rato, sin tomar conciencia del mundo en el que estaba metido. Más tarde Bagrov y Nahum llegaron.“Maldita emigración” el ex campeón de 34 años lo dijo una y otra vez. “Cuando llegué por primera vez a Nueva York, fui acomprar un diario, compré el Russkoe Delo y ahí estaba tu artículo. Me pegó como un martillo. Qué hice, pensé, por quéPágina 8
mierda vine acá” Él habló y cavó un pozo en la arena. “Maldita emigración” era su mantra. Ya había trabajado en varioslugares. En su último trabajo había reparado bicicletas; junto a otros dos trabajadores, un tipo de Puerto Rico y un negro.Había organizado un paro, demandando igual paga para igual trabajo. Uno de ellos recibía $2.50 la hora, el segundo$3.00 y el tercero $3.50. “El jefe llamó al negro y le dijo ”dijo Nahum mientras seguía cavando mecánicamente. “El negro le dijo al jefe que tenía un turno médico, por eso habíaterminado antes. Entonces le preguntó al tipo de Puerto Rico por qué había terminado antes. El se asustó también y ledijo que tenía que ir Seguridad Social. Pero yo le pregunté al jefe por qué no nos pagaba igual cuando hacíamos el mismotrabajo...” Nahum se estaba exaltando “Echó al negro, dijo Pero yo me fui solo, estoy trabajando comosoldador ahora, sueldo camas, este trabajo es caro, camas de estilo. Sueldo una vez, luego limo las juntas; si hay agujeros,bien, sueldo otra vez y limo otra vez. Vuelvo a casa y mi pelo está lleno de polvillo”Nahum vive en Broadway, en el West Side; hay un hotel ahí como el nuestro, donde ponen judíos. Yo no sé cómo son loscuartos pero el barrio es peor, mucho más bravo.“¿Te estás cogiendo a tu mujer negra?” pregunta Bagrov.“No a esa, ya no” contestó Nahum “Se puso descarada. Solía agarrar cinco, ahora son siete con cincuenta. Eso no me importaríapero cuando ella tocó la puerta a las dos de la mañana, la dejé entrar dijo. Entonces le dije Cojimos y ella desapareció por una semana. Y yo no teníamás plata. Ella volvió una semana más tarde pidiendo un anticipo y ni una palabra del cambio que me debía. le dije y ella ”“¿No le diste?” Bagrov preguntó.“Le di, pero nunca más me voy a involucrar con ella, tiene un chulo”“Mejor no” dijo Bagrov.“Maldita emigración” dijo Nahum.“Tenemos que hurtar, robar, matar” dije “Organicemos una mafia rusa”“Si les escribo una carta” dijo Bagrov sin haberme escuchado “los tipos en la Unión Soviética, ellos no entenderían unamierda. Tengo este amigo, buen pibe, está siempre soñando con ir a los juegos olímpicos. Le voy a escribir y le voy a contarque manejé hasta Montreal Olympics – va a sentir envidia. Además yo ni estaba trabajando. Fui a Montreal desempleado”“Vos nunca le vas a explicar que con tu auto y tu Montreal igual podés estar de mierda hasta las orejas. Es difícil de explicar”dijo Nahum “Emigración de mierda”“No, no lo podés explicar. Y si él viene no le va a importar Montreal. Estaría metido en la mierda también. Con respecto alauto, pagué 150 dólares. Es una porquería”Cuando terminamos de hacer nada – ellos, tipos grandes, se mandaban saltos ornamentales entre las olas como chicos,algo que yo, el pequeño Eddie, no podría soportar – el sol se estaba poniendo y eramos los últimos en dejar la playa.Hablamos sobre los norteamericanos, lo poco que van al agua y nadan. La mayoría se sientan en la playa o se sumergenhasta las rodillas, mientras que en la USSR todos tratan de ver quien puede nadar más lejos, y los nadadores más entusiastasson levantados por botes salvavidas y llevados a tierra.“Esa es la diferencia fundamental entre el carácter ruso y el norteamericano. Maximalismo” dije, riendo.Фифи ЛимоновCaminamos hasta la casa de los lavaplatos y organizamos una fiesta ahí. Una fiesta con dos lavaplatos, un soldador, undesemplado y otro en beneficencia. Un par de años atrás, de habernos encontrado en la USSR, hubiéramos sido un poeta,un músico, un atleta soviético campeón, un millonario (uno de los lavaplatos, Semyon, había tenido casi un millón enRusia), y un periodista conocido en todo el país. “El administrador nos tuvo entre ojos todo el día, él sabía que estábamosteniendo visitas, por eso no pudimos agarrar tanta comida” explicó el lavaplatos. Devoramos pollo, hablamos animadamente,tomamos una botella de medio galón de whisky – todo con rapidez, ya era de noche y todavía teníamos quemanejar hasta Manhattan.El músico estaba trabajando ahí para juntar plata y poder viajar a Alemania; él quería probar, podría ser mejor ahí. Su violínestaba en una esquina, cuidadosamente envuelto en harapos, sobre el estuche. Lavar platos seguramente no iba a mejorarsu técnica de violín. En realidad, el músico no estaba totalmente seguro de querer viajar a Alemania. Tenía un deseoparalelo de conseguir un trabajo de marinero en un barco de Liberia y por otro lado quería ir a California.Como un retrato colorido de que lo que nos esperaba en el futuro, apareció uno de los colegas del lavaplatos – un viejoucraniano. Recibía u$66 por semana en efectivo por el mismo trabajo. “Es sumiso, el jefe lo está exprimiendo. Además, yaestá viejo, no puede trabajar tan rápido como nosotros” dijo el lavaplatos delante del viejo. El viejo sonrió avergonzado.Dejamos la hospitalidad de los lavaplatos y con la temperatura cayendo a cada rato, enfilamos para Nueva York por lashermosas rutas norteamericanas. Manejamos, despotricamos, vociferamos, pero pronto nos íbamos a despedir y cada unose iba a despertar solo.Página 9
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