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SoyYoEddie-EdwardLimonov

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mierda vine acá” Él habló y cavó un pozo en la arena. “Maldita emigración” era su mantra. Ya había trabajado en varioslugares. En su último trabajo había reparado bicicletas; junto a otros dos trabajadores, un tipo de Puerto Rico y un negro.Había organizado un paro, demandando igual paga para igual trabajo. Uno de ellos recibía $2.50 la hora, el segundo$3.00 y el tercero $3.50. “El jefe llamó al negro y le dijo ”dijo Nahum mientras seguía cavando mecánicamente. “El negro le dijo al jefe que tenía un turno médico, por eso habíaterminado antes. Entonces le preguntó al tipo de Puerto Rico por qué había terminado antes. El se asustó también y ledijo que tenía que ir Seguridad Social. Pero yo le pregunté al jefe por qué no nos pagaba igual cuando hacíamos el mismotrabajo...” Nahum se estaba exaltando “Echó al negro, dijo Pero yo me fui solo, estoy trabajando comosoldador ahora, sueldo camas, este trabajo es caro, camas de estilo. Sueldo una vez, luego limo las juntas; si hay agujeros,bien, sueldo otra vez y limo otra vez. Vuelvo a casa y mi pelo está lleno de polvillo”Nahum vive en Broadway, en el West Side; hay un hotel ahí como el nuestro, donde ponen judíos. Yo no sé cómo son loscuartos pero el barrio es peor, mucho más bravo.“¿Te estás cogiendo a tu mujer negra?” pregunta Bagrov.“No a esa, ya no” contestó Nahum “Se puso descarada. Solía agarrar cinco, ahora son siete con cincuenta. Eso no me importaríapero cuando ella tocó la puerta a las dos de la mañana, la dejé entrar dijo. Entonces le dije Cojimos y ella desapareció por una semana. Y yo no teníamás plata. Ella volvió una semana más tarde pidiendo un anticipo y ni una palabra del cambio que me debía. le dije y ella ”“¿No le diste?” Bagrov preguntó.“Le di, pero nunca más me voy a involucrar con ella, tiene un chulo”“Mejor no” dijo Bagrov.“Maldita emigración” dijo Nahum.“Tenemos que hurtar, robar, matar” dije “Organicemos una mafia rusa”“Si les escribo una carta” dijo Bagrov sin haberme escuchado “los tipos en la Unión Soviética, ellos no entenderían unamierda. Tengo este amigo, buen pibe, está siempre soñando con ir a los juegos olímpicos. Le voy a escribir y le voy a contarque manejé hasta Montreal Olympics – va a sentir envidia. Además yo ni estaba trabajando. Fui a Montreal desempleado”“Vos nunca le vas a explicar que con tu auto y tu Montreal igual podés estar de mierda hasta las orejas. Es difícil de explicar”dijo Nahum “Emigración de mierda”“No, no lo podés explicar. Y si él viene no le va a importar Montreal. Estaría metido en la mierda también. Con respecto alauto, pagué 150 dólares. Es una porquería”Cuando terminamos de hacer nada – ellos, tipos grandes, se mandaban saltos ornamentales entre las olas como chicos,algo que yo, el pequeño Eddie, no podría soportar – el sol se estaba poniendo y eramos los últimos en dejar la playa.Hablamos sobre los norteamericanos, lo poco que van al agua y nadan. La mayoría se sientan en la playa o se sumergenhasta las rodillas, mientras que en la USSR todos tratan de ver quien puede nadar más lejos, y los nadadores más entusiastasson levantados por botes salvavidas y llevados a tierra.“Esa es la diferencia fundamental entre el carácter ruso y el norteamericano. Maximalismo” dije, riendo.Фифи ЛимоновCaminamos hasta la casa de los lavaplatos y organizamos una fiesta ahí. Una fiesta con dos lavaplatos, un soldador, undesemplado y otro en beneficencia. Un par de años atrás, de habernos encontrado en la USSR, hubiéramos sido un poeta,un músico, un atleta soviético campeón, un millonario (uno de los lavaplatos, Semyon, había tenido casi un millón enRusia), y un periodista conocido en todo el país. “El administrador nos tuvo entre ojos todo el día, él sabía que estábamosteniendo visitas, por eso no pudimos agarrar tanta comida” explicó el lavaplatos. Devoramos pollo, hablamos animadamente,tomamos una botella de medio galón de whisky – todo con rapidez, ya era de noche y todavía teníamos quemanejar hasta Manhattan.El músico estaba trabajando ahí para juntar plata y poder viajar a Alemania; él quería probar, podría ser mejor ahí. Su violínestaba en una esquina, cuidadosamente envuelto en harapos, sobre el estuche. Lavar platos seguramente no iba a mejorarsu técnica de violín. En realidad, el músico no estaba totalmente seguro de querer viajar a Alemania. Tenía un deseoparalelo de conseguir un trabajo de marinero en un barco de Liberia y por otro lado quería ir a California.Como un retrato colorido de que lo que nos esperaba en el futuro, apareció uno de los colegas del lavaplatos – un viejoucraniano. Recibía u$66 por semana en efectivo por el mismo trabajo. “Es sumiso, el jefe lo está exprimiendo. Además, yaestá viejo, no puede trabajar tan rápido como nosotros” dijo el lavaplatos delante del viejo. El viejo sonrió avergonzado.Dejamos la hospitalidad de los lavaplatos y con la temperatura cayendo a cada rato, enfilamos para Nueva York por lashermosas rutas norteamericanas. Manejamos, despotricamos, vociferamos, pero pronto nos íbamos a despedir y cada unose iba a despertar solo.Página 9

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