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S tI M A B. 10 - OdeMIH

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traS virtudes son sobrenaturales por suprincipio, por su desarrollo y por sufin. Nacen de la acción de la gracia sobrenosotros, y tienden a la visión sobrenaturalde Dios en la gloria, premio superiora todas las fuerzas y aspiraciones de lanaturaleza humana.Todas nuestras acciones se fundan enel conocimiento de Dios por la revelacióny van dirigidas a gozar de su vista caraa cara en el cielo. Sin la fe es imposibleagradar a Dios, como conviene para gozarle,según expresión terminante delApóstol.Hay razones naturales para aborreceralgunos pecados: la pérdida de la salud yalegría, en los deshonestos; los efectosdesastrosos de la ira..., pero el confesor ylos penitentes deben fijarse siempre enlos motivos sobrenaturales, pues de locontrario el dolor sería insuficiente y laconfesión nula. El arrepentimiento debefundarse en el conocimiento que la fe nosda de Dios y de la fealdad y efectos terriblesdel pecado.Las obras hechas por la fe, aun sin lagracia santificante, tienen ya un elementosobrenatural importantísimo y nos llevanfácilmente a recobrar la gracia perdida.Santa Teresa"decía , con razón que elalma que conserva 'la fe, aunque esté enpecado, es como uhespejo que está empañado,pero con facilidad se limpia;- masla que ha perdido la fe es como si el espejose rompiera, que es cosa mucho peor.¡Y tanto! Todos los días comprobamosAlarcón 1935. LosArchicofrades enla procesión de lasPalmas con susflamantes birretesal estilo de las OrdenesMilitares.con qué prontitud los católicos recobranla gracia'en la confesión; pero si su fe hanaufragado también, el arreglo es dificilísimo.No sólo el principio de nuestras virtudes,sino todo su desarrollo y crecimientoes sobrenatural. Dios Nuestro Señor, quedió el primer impulso, y nos llamó antesque nosotros pensáramos en él, continúasu acción sobrenatural sobre nosotros entodo cuanto hacemos meritorio de vidaeterna.Jesús nos manifestó esta verdad, quees artículo de fe, con la bellísima semejanzade la vid y los sarmientos: así comoel sarmiento no puede dar fruto por símismo, si no permanece en la vid, asítampoco nosotros si no permanecemos enEl.Algunos teólogos parecen limitar la necesidadde las gracias o auxilios actuales,supuesta la gracia santificante. La discusiónno tiene importancia: esos teólogosdan a la gracia santificante fuerzas operativas, que los otros reservan para lasgr acias actuales. Pero todos están deac uerdo en que para creer, esperar, amarY obrar como conviene para salvarnos,es necesario el auxilio sobrenatural deDios.¿Cómo podremos aumentar el valor denu estras buenas obras? Uniéndonos cada'vez más a Jesús con el pensamiento y conel a fecto. ¡Qué dicha la nuestra el poderhacerlo! ¡Unirnos a Jesús, bondad, her -In cisura y amor infinito! Y esto, no sóloho s es permitido, sino mandado, impuestocomo una obligación. Y El sonríe com-Placido cuando lo hacemos, y se disgustacuando dedicamos nuestro corazón a lasPob rísimas cosas de la tierra.A Dios no nos acercamos con los pasoscorporales, ni siquiera con las palabras,s ino con los afectos del alma. Jesús quiereque le hablemos, que estemos con El,desea nuestro corazón, tan pobre y sucio,Para enriquecerlo y limpiarlo.Si preguntáis a los niños del Catecismo:¿Cómo hablamos con Jesús? Os responderánen seguida: Orando, rezando. De ahíes fácil deducir cómo hemos de orar: conatención, humildad, confianza y perseverancia.¿Por qué Jesús quiere que oremos continuamente?Los niños os responderán: Porquenos ama y quiere tenernos siempre asu lado. Los niños buenos no aceptaríanque sus padres les diesen lo necesario paraun mes, con orden de no volver a su presenciaentretanto. Eso sería un castigo ouna dolorosa necesidad para ambas partes.El hijo pródigo pidió una separaciónsemejante, pero su padre quedó doloridoesperándole, y el desgraciado hijo experimentóluego lo descabellado de su acción.Oremos, pues; oremos siempre y sindesfallecer, para librarnos del mal y adquiririnfinitos bienes. Jesús nos lo manda,como si en ello le fuese la vida, y esnecesario complacerle. No hay para nosotrosdeber más dulce.Las Hermanas Mercedarias de la Caridadtienen una constitución que las obligaa levantar el corazón a Dios por lomenos cada cuarto de hora. ¡Feliz idea!Y lo más hermoso es que se cumple alegremente.Los que eso hagan, se mantendrán fácilmenteen una atmósfera sobrenatural,caldeada por el amor, la más propiciapara el desarrollo de las grandes virtudes.FR. G. NÚÑEZ- 130 -

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