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S tI M A B. 10 - OdeMIH

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hermoso como un amorcillo de Rubens.Un paso firme hizo crujir el parquet yJosé Antonio penetró en la estancia, depositandoun tierno beso en la frente dela que desde hacía tres años era su esposa,inclinándose después con amorosaternura sobre el niño dormido cuyos cabellosde oro rozó delicadamente consus labios.Traía en la mano una carta, que mostróa Ana Mary diciendo:—¿Sabes de quién es esta carta?Los puros ojos de la joven se elevarondulcemente hasta los de su marido.—¿De tu hermano tal vez?—murmuró.—En efecto, de Antonio José, y me incluyesu retrato.Y sacando del sobre un pliego y unafotografía, leyó en voz alta:«Querido hermano: Después de cincoaños de silencio llega hasta tí mi voz yes una voz bien triste y decepcionada...Tenías razón, un guijarro volcó el carrode mi vida y esta vida que tanto deseabavivir ha estado bien llena de desengañosy sinsabores. ¿Te acuerdas cuando medecías que me había tocado en la existenciael premio mayor? Este premio teestaba reservado a tí que lo merecíasmás que yo.Te envío mi fotografía a ver si encuentrasen mí algo de tu hermano gemelo;yo creo que no me queda nada de nuestraantigua semejanza; pues el parecidofísico las tempestades de la vida lo handestruido, y mientras tú permanecerás joven,yo a los treinta y tres años soy unviejo.Si me habéis perdonado, tal vez algúndía vaya a llamar a la puerta de vuestrohogar en demanda del asilo que nuncase niega al pobre peregrino.Mientras tanto recibid el cariño devuestro desgraciado hermano,Antonio José.—¿Le has perdonado?—preguntó JoséAntonio, hundiendo, por decirlo así, susmiradas en las pupilas de su esposa.Esta sonrió con infinita ternura.—¿Cómo no le he de perdonar si ledebo mi dicha?—respondió lealmente—.Al amarte a tí comprendí que lo que porel sentía no era el verdadero amor, omás bien era el amor de la niña a quienhalaga ser cortejada por un buen mozo;pero ese cariño íntimo de la esposa queacrecienta con la unión de las almas,con la compenetración de los espíritus,con la participación de las creencias,con la conformidad de las voluntades,ese cariño sólo podía unirme a tí y muchasveces en el secreto de mi concienciayo me preguntaba al adivinar tuamor, que en vano querías ahogar en elfondo de tu alma, si no eras tú mejorque tu hermano el destinado a hacer mifelicidad, y procuraba hacer callar estepensamiento bajo el peso de la palabracomprometida.José Antonio escuchaba a su mujer conel alma en los ojos. Ella prosiguió aúnmás dulcemente:—La conducta de tu hermano me dolió,¿a qué negarlo?; las heridas del amorpropio son muy vivas_ pero bien sabesque yo provoqué la confesión de tuamor, pues se destrozaba mi alma alverte padecer en la lucha violenta quesostenías contigo mismo. Y si rió hubieraestado segura de amarte como nohabía amado en vida, no hubiera dadoeste paso, que cada día bendigo más, telo juro.Y tomando de manos de José Antoniola fotografía la contempló largamente.--¡Pobre Antonio José! —murmuró contristeza—. En verdad que más que tuhermano, parece tu padre.Así era, en efecto; enflaquecido, conel rostro ajado y marchito, coronado porcabellos escasos, aquel retrato no seasemejaba en nada al hermoso y arrogantejoven en toda la fuerza de los treintay tres años que se erguía lleno devirilidad ante la cuna de su hijo, ni alelegante Antonio José que corriera embriagadode ilusiones tras la rubiaIvonne.Ana Mary devolvió la fotografía a sumarido.—Entonces -- dijo éste — le contestaré-.—Que en nuestro hogar hay siempreun puesto para él; un puesto de cariño ygratitud, pues le somos deudores de laverdadera felicidad.JULIA G. HERREROS, T. M.0 rAß,RADIOGRAMASRELIGIOSA: ¿Tengo derecho a entregarcerrada a la M. Superiora la carta quedirija a una M. Consejera general y arecibir también cerrada de la Superiorala carta que me escriba alguna Consejerageneral?Tiene usted perfectísimamente los dosderechos; porque las Consejeras generalesy también las provinciales, si lastienen, son consideradas por los tratadistascomo Superioras mayores encierto sentido, con las cuales usted sabeperfectamente se puede comunicar secretamente;porque teniendo estas Consejeras,como todo Consejero de oficio,absoluta independencia en el desempeñode su cargo—uno de los fines intentadospor el Derecho es evitar la parcialidaden el gobierno—, tiene también absolutaindependencia en escribir y recibir cartas,medio necesario y conveniente, y,por fin, que para usted vale todo, porquelas Normas 179 y 180, pone entre laspersonas que tienen inmunidad de correspondenciaa los Definidores o Asistentesgenerales y provinciales.UN P. COMENDADOR, COMO TANTOS QUEHAY OPRIMIDOS POR EL TRABAJO Y SOLÍCI-TOS DEL BIEN DE LOS PRÓJIMOS. ¿Puedesacrificarse la observancia regular alas obras del celo?Si esas obras de celo caen debajo deobligación de justicia, como las de párroco,sin duda alguna, puesto que enel canon 630 se dice: «El religioso queregente una parroquia, sea con título depárroco, sea con título de Vicario, continúaobligado a la observancia de losvotos y de las Constituciones, en cuantoesta observancia es compatible con losoficios de su cargo».Si esas obras de celo son ocasionales,como, por ejemplo, una misión general,también por modo de su acto puedensobreponerse a la observancia.Si esas obras de celo son habituales,no, de ningún modo. Así el canon 608 diceque los religiosos se presten gustosos alos ministerios en favor de los prójimos,salva religiosa disciplina. Con tal, comentael P. Prümer, que con los demasiadosministerios no sufre quebranto ladisciplina. Y Pío X, en una carta a losHermanos de las Escuelas Cristianas,con fecha 23 de abril de 1905, les decía:•«No queremos que entre vosotros yentre los que se os parecen, prevalezcala opinión, que anda muy valida, de quedebe darse el primer lugar a la formaciónde los niños y el lugar secundario a laprofesión religiosa; que esto lo piden lostiempos que corremos y sus necesidades.Aunque es verdad que a tantos malescomo nos apremian, si ha de ponerel remedio posible, y por lo mismo enmuchas cosas hay que ceder a las circunstancias,no tanto, sin embargo... Yasí en vuestro caso, esto quede establecidoque la vida religiosa excede conmucho a la vida común, y que si esgrande la obligación que tenéis de enseñara vuestros prójimos, mayores sonlas obligaciones que tenéis para conDios.»Por eso el cargo de Snperior y de Párrocoson incompatibles, porque exigendos residencias formales incompatibles:la del Superior en ser el primero en elcoro y en todos los actos de Comunidad,y la del Párroco en ser el primeroen la atención de las necesidades espiritualesde sus feligreses. Quien dice incompatiblesel cargo de Superior y Párroco,dice también el de Superior y Predicador,etc., porque la razón es lamisma.Con esto, claro está, en nada meopongo al régimen especial que puedahaber en determinadas misiones confiadasa los religiosos.LIJÄN— 154 —-- 155 —

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