CINE / EntrevistaEl espíritu libre de Jem CohenEl cineasta defiende la libertad artística “por encima de todo” —“aprendí a amar el arte porla fuerza que encierra”—. El Festival Punto de Vista de Navarra le dedica una retrospectivaPor Bárbara CelisTODAVÍA EXISTEN espíritus libres yuno de ellos se llama Jem Cohen.Basta con asomarse a su extensafilmografía para entender que estecineasta estadounidense de 48 años esun espécimen poco común cuya miradadesafía impúdicamente al mundo del cinecomercial. Lleva casi tres décadas posándosea través de sus cámaras de 16 milímetrosy de Súper 8 sobre las calles, los paisajes ylos artistas a los que admira, con especialénfasis en los músicos, pero no sólo. Suobra, a la que el festival de cine documentalPunto de Vista de Navarra le dedica desdeayer y hasta el próximo <strong>día</strong> 13 una ampliaretrospectiva (y edita un libro dedicado a suobra), es una síntesis entre la no ficción, lapoesía y el documental, y su fuerza resideprecisamente en lo inclasificable de su creación.“Las razas puras de perros cada vezson más débiles, sufren muchas enfermedades,se mueren. En cambio, los perros criolloscada vez son más fuertes y eso deberíaenseñarnos algo a los artistas. En el artesiempre va a haber momentos en que lagente se sienta confundida porque no hayetiqueta para lo que se hace, pero es precisamenteesa área de indefinición la más excitante”.Ése es el caso de Chain, uno de susmás de cincuenta filmes, en el que coexistenimágenes reales con un guión de ficcióny con el que Cohen explora la existenciade espacios cuya ubicuidad contrastacon su aparente invisibilidad: centros comerciales,aeropuertos, cadenas de comidarápida… “Es un experimento con el quequise subrayar mi sorpresa al descubrircon qué familiaridad aceptamos que el medioambiente está siendo tomado por lasgrandes corporaciones y, sin embargo, esun fenómeno tan global que ni siquiera leprestamos atención”.Días antes de viajar a Pamplona, con unade las gorras con las que siempre se dejarver, vestido al más puro estilo East Villagede antaño —de estricto negro—, Cohen conversacon Babelia mientras saborea un té enun café de Nueva York, una de las ciudadesrecurrentes en su filmografía. Aquí se mudó“Es importante redirigir la atención de la gente hacia lo inmensamente bello, rebelde y radical”, afirma Jem Cohen.en los años ochenta, tras estudiar arte y fotografíaen el Wesleyan College de Connecticut,donde descubrió que “no tenía suficientetalento para la pintura”, así que optó porentregarse al cine, aunque en realidad suamor secreto era la música. “Creo que detodas las artes es la más inquietante y poderosa…no, mentira, no hay nada como unbuen cuadro… Pero aun así me hubiera gustadoser músico, así que tuve que encontrarlas herramientas para acercarme a ella porqueno tengo oído para tocar”.Sus colaboraciones con REM, Vic Chesnutt,Guy Picciotto de Fugazi, Jonathan Richman,Patti Smith, Benjamin Smoke, elminimalista Terry Riley, Blonde Redhead oElliott Smith le han permitido profundizaren sus pasiones musicales mientras jugabaa ponerle imágenes a esos músicos que admirabao viceversa. A Fugazi, amigos de laadolescencia, los filmó durante más de diezaños, lo que dio pie al documental Instrument.Con Vic Chesnutt, fallecido hace apenasun mes, su relación se prolongó durantemás de 20 años en los que trabajaron enproyectos como la inquietante “alucinaciónmusical documental” Evening’s CivilTwilight in Empires of Tin, una reflexiónsobre los efectos del militarismo, inspiradaen el libro La marcha de Radezky, del austriacoJoseph Roth y en la presidencia de GeorgeW. Bush. “Quizá sea mi trabajo más político.Es el producto de una época difícil en laque tuve que lidiar con la rabia que meproducía que Bush fuera mi presidente. Engeneral, intento ser mucho más sutil y nome atrae la gente que hace propaganda políticaabiertamente a través del arte. Prefieroa quienes por encima de todo persiguen sulibertad artística”.Cohen celebra el poder ganar dinero consus películas, pero no duda: él pertenece alos que aman tanto su trabajo que se niegana que se convierta en un mero vehículo comercial.“Crecí viendo murales de Rivera yyendo a los conciertos de mis amigos.Aprendí a amar el arte por la fuerza queencierra. No opino sobre quienes son capacesde mezclar arte y comercio, pero yo nopuedo hacerlo”. Por eso a principios de losnoventa dejó de hacer vídeos musicales: elbellísimo matrimonio entre música y cinecon el que él siempre había soñado “fuesecuestrado por la publicidad” y se convirtióen una mera ecuación para vender másdiscos, así que abandonó ese negocio, dejandoa su paso 12 piezas tan personales yevocadoras como Nightswimming o CountryFeedback, de REM. ¿Es difícil renunciaral dinero? “Sí, pero para mí es más difícilhacer cosas que no te hacen sentir bien”. El90% de la gente lo hace. “Muchos tienenque alimentar a sus familias, pero yo no.Supongo que eso ha hecho más fáciles miselecciones”. Eso sí, Cohen se niega a que lellamen purista. “No lo soy, tampoco soy unmonje. Simplemente intento mantener laposibilidad de ser libre en algunas de lasáreas de lo que hago como ser humano”.Pero en el siglo XXI cada vez es más difícilpracticar un arte carente de conexiones comerciales.Hace una década las películas deCohen se emitían en el Channel 4, en laBBC o en canales alemanes. “Hoy cada vezque les propongo un nuevo proyecto lastelevisiones europeas me miran como si estuvieraloco. Europa era mi nicho, pero cadavez se parece más a Estados Unidos ycreo que si los europeos quieren que losartistas sobrevivan van a tener que pelearpor ello”. Aunque se ha llegado a plantear elcambiar de continente, considera que sulugar está en su propio país. “Estoy orgullosode ser estadounidense. Emily Dickinson,Thoreau, Los Ramones y Willie Nelson loson. Cuando piensas en Walt Whitman yBasquiat hay una bellísima línea culturalamericana que los conecta, como lo es españolala que va del duende flamenco a GarcíaLorca. Creo que es importante redirigir laatención de la gente hacia lo que es inmensamentebello, rebelde y radical dentro de lacultura y la tradición de mi país, cuya existenciaes tan real y americana como la de laAmérica de George W. Bush o la de BritneySpears”. Retrospectiva de Jem Cohen. Punto de Vista. FestivalInternacional de Cine Documental de Navarra.Hasta el 13 de febrero. www.puntodevista.navarra.es.22 EL PAÍS BABELIA 06.02.10
DIOSES Y MONSTRUOSPor Carlos BoyeroLeyendas de la transgresiónQue cada uno elija su pirata, su filibustero, su corsario favorito: “¡Guardémonos de condenar a estos vagabundos idealistasextraviados por caminos tortuosos! Merecen nuestro reconocimiento”, escribe Laurent Maréchaux en su libro Fuera de la leyUNA PERSONA que conoce demasiadobien mis filias y mitomanías,las leyendas con causa o sin ellaque me fascinan ancestralmente,los personajes que por vocación o porlas circunstancias, por los tempranos accidentesde su vida o por decisión desesperada,eligieron la acción y los consecuentespeligros de moverse en el límite, me regalaun libro que desconocía, primorosamenteeditado, poblado por litografías, mapas,pinturas, ilustraciones, fotografías de época,documentos, viejas portadas de libros ypasquines que desprenden sabor y olor. Unlibro cuya fuerza visual es tan atrayentecomo las historias que cuenta. Se titula Fuerade la ley, lo firma Laurent Maréchaux, yviene encabezado por esta cita de ProsperMérimée: “Soy de aquellos que disfrutancon los bandidos. No es que me guste encontrármelosen mi camino, pero muy a mipesar, la energía de estos hombres que luchancontra toda la sociedad me suscitauna admiración que me avergüenza”.Borges también se ocupó de esa magnéticafauna en Historia universal de la infamia.Lo hizo con imaginación y prosa memorables,con sarcasmo e inquietud, condefiniciones que puedes saborear una yotra vez. Maréchaux no posee ese deslumbranteestilo. Tiende a la hagiografía y a laidealización de gente en cuyas legendariasseñas de identidad figura inevitablementeel reverso tenebroso y el derramamiento desangre. Da igual. ¿Quién se puede resistir auna temática cuyo contenido está dedicadoa ‘Los Robin de los Bosques y el cobijoentre los arboles’, ‘La vela negra y la evasiónde alta mar’, ‘Los ases del gatillo y lanostalgia de los espacios abiertos’, ‘Los diablosdel desierto, entre la península Arábigay el Cuerno de África’, ‘Los insumisos,los anarquistas y los revolucionarios’ y ‘Golfosde ciudad y bandas del extrarradio’? Esnegociable compartir el incondicional entusiasmode Maréchaux hacia la tribu de lossupuestos rebeldes, pero su fe y los panfletariosargumentos con los que construye suloa rebosan datos, entusiasmo y sinceridad.Los defiende así: “¡Guardémonos decondenar a estos vagabundos idealistas extraviadospor caminos tortuosos! Merecennuestro reconocimiento. Sin ellos, los mapasdel mundo tendrían menos color, losderechos y los impuestos serían inhumanos,la democracia iniciada en Libertalia oen la isla de la Tortuga carecería de imaginacióny la búsqueda permanente de unmundo mejor se habría convertido en unalocura anticuada. Mientras la llama de larevolución vacila y la desesperación nosacecha, es muy importante que conservemossu leyenda y honremos su recuerdo.Emprendamos el galope para, sable en ristre,seguir sus pasos”.Pierre Loutrel, Pierrot el Loco, en el libro Fuera de la ley (Blume), de Laurent Maréchaux. Foto: Préfecture de PoliceAdemás, los protagonistas de cada unode estos apasionantes gremios son muyeclécticos. La agrupación que hace Maréchauxresponde más a la heterodoxia queal capricho. Entre los que buscaron cobijoentre los arboles, entre los eternamenteproscritos, puede juntar al arquero de Sherwoodcon un poeta tan excelso comoFrançois Villon, impenitente ladrón, asesinoocasional, eterno desterrado, siempre alborde del cadalso, borracho y putero, capazde escribir entre palo y palo un poematan hermoso como La balada de los ahorcados.Entre los forajidos de los bosques, aunqueéste no practicara la violencia sino ladesobediencia civil, también les acompañaHenry Thoreau, aquel anarquista pacífico yconvencido de que “la ley nunca liberará alos hombres, son los hombres los que debenliberar a la ley”.Que cada uno elija su pirata, su filibustero,su corsario favorito. El que más miedome da es un individuo de apariencia aterradora,de corazón y barba negra, llamadoEdward Teach. Es muy elocuente sobre losprincipios de tan arriesgada profesión laexistencialista declaración de uno de ellos.“Hoy vivos, mañana muertos, qué nos importaacumular riquezas o ahorrar. Sólocontamos con el <strong>día</strong> que vivimos y nuncacon el que nos queda por vivir”. El que peorme cae es Francis Drake. No concibo a unpirata al servicio de una reina. Cuentan quefue el primer marinero que volvió con vidade una vuelta al mundo, que nadie conocíalos secretos del mar como el mayor ladróndel universo. Pero insisto. Un corsario legitimadoy bendecido por el poder supremo esforzosamente un traidor a su clase, un funcionariodistinguido.El que más me fascina entre los ases delgatillo (la definición es simplista y barata)se llama Doc Holliday. Tuberculoso y perdedor,culto y brutal, alguien que en el momentode su muerte exige que graben en sutumba: “En toda mi vida, jamás me hanmatado”, alguien que tiene muy clara sucondición al afirmar: “Lo que cuenta entoda esta historia es el hecho de doblegarseo no”. También me conmueve la soledadde Calamity Jane. Y me resulta mucho mássimpático Butch Cassidy que sus perseguidoresde la Pinkerton, esa implacable guardiapretoriana de los banqueros, las minasde carbón y el ferrocarril.Pero los más turbios y complejos sonaquellos ilustrados occidentales que se convirtieronen los diablos del desierto. Me refieroa un traficante de armas y de esclavosllamado Rimbaud, el niño terrible queabandona precozmente el barco borrachoy la temporada en el infierno que parió suprodigiosa imaginación para vivir en primerapersona infiernos reales. O Richard Burton,explorador de las fuentes del Nilo, infielque se las ingenia para entrar en LaMeca, transgresor de todas las prohibiciones.O el militar inglés, conocido como Lawrencede Arabia, que logró algo tan insólitocomo que los habitantes del desierto le consideraransuyo, el guerrero que tomó Damasco,el autor de ese libro tan incalificablecomo brillante titulado Los siete pilaresde la sabiduría. Un visionario muy lúcido aldeclarar: “Los que sueñan despiertos songente peligrosa, ya que pueden vivir su sueñocon los ojos abiertos para hacerlo realidad.Es lo que yo hago”.Y, cómo no, también se rinde homenajea Bakunin, al anarquista que nunca podríaganar, al convencido de que “la revolucióntiene siempre tres cuartos de fantasía y uncuarto de realidad. No creo en las constitucionesni en las leyes. Nos hace falta otracosa: pasiones y vida”. Y te despides deFuera de la ley con pena. También con lainequívoca sensación de que vas a volvercon frecuencia a sus páginas. Es un libroraro, muy bonito, con alma. Fuera de la ley. Piratas anarquistas, insumisos,ases del gatillo y otros rebeldes. Laurent Maréchaux.Traducción de Josep Maria Florit ya ClaraMelús. Cristina Rodríguez Fischer, coord. Blume.Barcelona, 2009. 240 páginas. 39,90 euros.EL PAÍS BABELIA 06.02.10 23