13.07.2015 Views

Ext 347 - Diócesis de San Juan de los Lagos

Ext 347 - Diócesis de San Juan de los Lagos

Ext 347 - Diócesis de San Juan de los Lagos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CONCILIO - CATECISMOcaridad. <strong>San</strong> Pablo nos recuerda: «Ahora subsistenla fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero lamayor <strong>de</strong> ellas es la caridad» (1 Co 13, 13). Conpalabras aún más fuertes que no atañen, el apóstol<strong>San</strong>tiago dice: «¿De qué le sirve a uno, hermanosmíos, <strong>de</strong>cir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podráacaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermanaandan <strong>de</strong>snudos y faltos <strong>de</strong> alimento diario y uno <strong>de</strong>uste<strong>de</strong>s le dice: «Vete en paz, abrígate y come»,pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿<strong>de</strong> quésirve? Así es también la fe: si no tiene obras, estámuerta por <strong>de</strong>ntro. Pero alguno dirá: «Tú tienes fey yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin lasobras, y yo con mis obras te mostraré la fe»» (St 2,14-18).La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sinfe sería un sentimiento constantemente a merced <strong>de</strong>la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente,<strong>de</strong> modo que una permite a la otra seguir su camino.En efecto, muchos cristianos <strong>de</strong>dican sus vidas conamor a quien está solo, marginado o excluido, comoel primero a quien hay que aten<strong>de</strong>r y el más importanteque socorrer, porque precisamente en él serefleja el rostro mismo <strong>de</strong> Cristo. Gracias a la fepo<strong>de</strong>mos reconocer en quienes pi<strong>de</strong>n nuestro amorel rostro <strong>de</strong>l Señor resucitado. «Cada vez que lohicieron con uno <strong>de</strong> estos, mis hermanos más pequeños,conmigo lo hicieron» (Mt 25, 40): estaspalabras suyas son una advertencia que no se ha <strong>de</strong>olvidar, y una invitación perenne a <strong>de</strong>volver eseamor con el que él cuida <strong>de</strong> nosotros. Es la fe la quenos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amorel que impulsa a socorrerlo cada vez que se hacenuestro prójimo en el camino <strong>de</strong> la vida. Sostenidospor la fe, miramos con esperanza a nuestro compromisoen el mundo, aguardando «unos cie<strong>los</strong> nuevosy una tierra nueva en <strong>los</strong> que habite la justicia» (2 P3, 13; Ap 21, 1).15. Llegados sus últimos días, el apóstol Pablopidió al discípulo Timoteo que «buscara la fe» (2Tm 2, 22) con la misma constancia <strong>de</strong> cuando eraniño (2 Tm 3, 15). Escuchemos esta invitacióncomo dirigida a cada uno <strong>de</strong> nosotros, para quenadie se vuelva perezoso en la fe. Ella es compañera<strong>de</strong> vida que nos permite distinguir con ojossiempre nuevos las maravillas que Dios hace pornosotros. Tratando <strong>de</strong> percibir <strong>los</strong> signos <strong>de</strong> <strong>los</strong>tiempos en la historia actual, nos compromete apág.40cada uno a convertirnos en un signo vivo <strong>de</strong> lapresencia <strong>de</strong> Cristo resucitado en el mundo. Loque el mundo necesita hoy <strong>de</strong> manera especial esel testimonio creíble <strong>de</strong> <strong>los</strong> que, iluminados en lamente y el corazón por la Palabra <strong>de</strong>l Señor, soncapaces <strong>de</strong> abrir el corazón y la mente <strong>de</strong> muchosal <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> la vida verda<strong>de</strong>ra, ésa que notiene fin.«Que la Palabra <strong>de</strong>l Señor siga avanzando y seaglorificada» (2 Ts 3, 1): que este Año <strong>de</strong> la fe hagacada vez más fuerte la relación con Cristo, elSeñor, pues sólo en él tenemos la certeza paramirar al futuro y la garantía <strong>de</strong> un amor auténticoy dura<strong>de</strong>ro. Las palabras <strong>de</strong>l apóstol Pedro proyectanun último rayo <strong>de</strong> luz sobre la fe: «Por ello sealegran, aunque ahora sea preciso pa<strong>de</strong>cer un pocoen pruebas diversas; así la autenticidad <strong>de</strong> su fe,más preciosa que el oro, que, aunque es perece<strong>de</strong>ro,se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria yhonor en la revelación <strong>de</strong> Jesucristo; sin haberlovisto lo aman y, sin contemplarlo aún, creen en ély se alegran con un gozo inefable y radiante,alcanzando así la meta <strong>de</strong> su fe; la salvación <strong>de</strong> susalmas» (1 P 1, 6-9). La vida <strong>de</strong> <strong>los</strong> cristianosconoce la experiencia <strong>de</strong> la alegría y el sufrimiento.Cuántos santos experimentaron la soledad.Cuántos creyentes son probados también en nuestrosdías por el silencio <strong>de</strong> Dios, mientras quisieranescuchar su voz consoladora. Las pruebas <strong>de</strong> lavida, a la vez que permiten compren<strong>de</strong>r el misterio<strong>de</strong> la Cruz y participar en <strong>los</strong> sufrimientos <strong>de</strong>Cristo (Col 1, 24), son preludio <strong>de</strong> la alegría y laesperanza a la que conduce la fe: «Cuando soydébil, entonces soy fuerte» (2 Co 12, 10). Creemoscon firme certeza que el Señor Jesús ha vencido elmal y la muerte. Con esta segura confianza nosencomendamos a él: presente entre nosotros, venceel po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l maligno (Lc 11, 20), y la Iglesia,comunidad visible <strong>de</strong> su misericordia, permaneceen él como signo <strong>de</strong> la reconciliación <strong>de</strong>finitivacon el Padre.Confiemos a la Madre <strong>de</strong> Dios, proclamada«dichosa porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo<strong>de</strong> gracia.Dado en Roma, junto a <strong>San</strong> Pedro, el 11 octubre2011, séptimo <strong>de</strong> mi Pontificado.Benedicto XVIBol-357

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!