Del parque nos fuimos a mercar un disco <strong><strong>de</strong>l</strong> Binomiopara conseguir el autógrafo al día siguiente y luego a casa<strong>de</strong> Fredy, porque me había invitado a cenar con su esposay sus hijos –como te había dicho. Allí estaba el <strong>de</strong>smadre.Se dijo que hacía veinte minutos se habían ido las mismascamionetas Toyota <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> amarrar a la reja alveterinario y a su familia y soltarles a los perros. Losniños se pusieron a la chille y chille cuando vieron elpedo y Fredy mandó a su esposa para que se metierantodos a la cocina y cerraran la casa. Nosotros nosquedamos. Allí estaba lo que quedaba <strong>de</strong> los cuerpos <strong><strong>de</strong>l</strong>veterinario, su esposa y su hijo. Pura pedacera, tirlangassanguaseadas. La gente medio ahuyentaba a los perrospero éstos no se iban lejos a pesar <strong>de</strong> las piedras y a cadarato volvían, primero, a lamer la sangre <strong>de</strong> la banquetaotra vez y, luego, a avalanzarse contra los cadáveresmientras los reporteros filmaban entre preguntas a la razay otros lanzamientos hasta que llegaron los milicos y,<strong>de</strong>recho, se pusieron a plomear a los mastines y a losrotwailer. Que, como quiera, ya estaban más tranqueques,porque ya llevaban un rato entrándoles al veterinario ysu familia. Es más, uno ya se andaba yendo con lapantorrilla <strong><strong>de</strong>l</strong> huerco en el hocico, como que ya con esotenía suficiente.Luego llegó la ambulancia, o ya había llegado, o quiénsabe. El caso es que <strong>de</strong> todos modos estaba <strong>de</strong> oquis porquenomás sirvió para trasladar los cuerpos una vez que los<strong>de</strong>samarraron <strong>de</strong> las rejas. A los cadáveres <strong>de</strong> los perroslos tiraron a la caja <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las camionetas <strong>de</strong> losmilitares. También llegaron los bomberos, para limpiara chorrazos la sangre y los trozos <strong>de</strong> lo-que-sea que habíanquedado tirados. Todos seguíamos ahí. Luego un fulanodijo que sabía quiénes eran los cabrones <strong>de</strong> las camionetas,y dón<strong>de</strong> vivían. Entonces se prendió la raza y los militaresse hicieron guajes: tiraron a lión que la banda se estabaorganizando, diciendo que les iban a ir a partir sumandarina en gajos. Fredy me dio las llaves <strong>de</strong> su cochepara que me largara al hotel, que eso era cosa suya y nome correspondía, que como extranjero podía tener broncassi participaba.Y pues le hice caso, compa, ¿tú qué hubieras hecho?No, pues yo sí soy sacatón.Al día siguiente Fredy no me quiso comentar <strong>de</strong> loocurrido pero en el restaurante <strong><strong>de</strong>l</strong> hotel, mientrasesperaba con mi disco a que bajaran los <strong><strong>de</strong>l</strong> Binomio, vien El Colombiano la foto los cuerpos <strong><strong>de</strong>l</strong> veterinario y sufamilia amarrados a las rejas, chingos <strong>de</strong> sangre, losintestinos azules <strong><strong>de</strong>l</strong> morrillo chorreados por el piso, a lañora y al compa les colgaba la carne como si fueran hebras,y faltaban <strong>de</strong>dos y manos y pedazos grandotes porque yaves que los perros esos tienen un hocico bien machín.Pero también estaba la foto <strong>de</strong> unos cabrones <strong>de</strong>sollados,con la piel arrancada, atados a unos postes <strong>de</strong> teléfono.La nota <strong>de</strong>cía que un grupo <strong>de</strong> civiles los habían <strong>de</strong>solladoen venganza, y yo creo que fueron mi camarada y suscompas aunque el Fredy ya no quiso tocar el tema y cuandole preguntaba se hacía pato –así como tú te haces patocon la guama.Los <strong><strong>de</strong>l</strong> Binomio ya no bajaron a almorzar, la meserame dijo que se habían ido muy temprano. Me quedé sinel pinche autógrafo.Luis Felipe Lomelí (Guadalajara, 1975). Ha publicado los libros <strong>de</strong> cuento Todos santos <strong>de</strong> California (La flauta mágica, 2002) que obtuvo el PremioNacional <strong>de</strong> Literatura «San Luis Potosí» y Ella sigue <strong>de</strong> viaje (Andanzas, 2005), que incluye El Cielo <strong>de</strong> Neuquén, Premio Latinoamericano <strong>de</strong> Cuento«Edmundo Valadés». Como novelista ha publicado Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> Flores (Tusquets, 2007).18
Los Hüittich ylos PalmerMARCO ANTONIO CAMPOSDe mis ancestros ingleses y alemanes ignoro casi todo.Llegaron en el curso <strong><strong>de</strong>l</strong> siglo XIX y con la voluntad a cuestas fincaron en la tierra<strong>de</strong> los zacatecos. Hicieron los Palmer negocio <strong>de</strong> sombreros y los Hüttich – o Hüttig– se llenaron <strong>de</strong> óxido y oro corrosivo en la hacienda minera <strong>de</strong> San Bernabé ymiembros <strong>de</strong> las familias se unieron para formar <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia. La abuela paterna,Juana Hüttich Palmer, se preciaba <strong><strong>de</strong>l</strong> árbol genealógico (aprecio que heredaron padrey mis dos tías mayores). Abuela <strong>de</strong>sesperada por la limpieza al límite, el or<strong>de</strong>nmaniático y con abuelo luchaba para no querernos. Cuando a su muerte padre quisodarme fotografías <strong>de</strong> ambos, volví la cabeza y miré por la ventana. Pero abuelo, quetraía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Real <strong>de</strong> Catorce impregnados en la piel el olor <strong>de</strong> fosfatos y polvosulcerantes, pintaba cuadros con pincel hábil, diría diestro, <strong>de</strong> escenas <strong>de</strong> mar, <strong>de</strong>bosques, <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s volcanes, <strong>de</strong> casas y calles <strong>de</strong> pueblos <strong>de</strong> miseria. La gloriaartística representó para él lo mismo que los billetes usados que <strong>de</strong>sechaba en elBanco <strong>de</strong> México en la década <strong>de</strong> los veinte. “Salud y pesetas”, me <strong>de</strong>cía al fijar laficha <strong>de</strong> dominó, y padre memorizaba aritméticamente al triple juego <strong>de</strong> los jugadorespara ganar casi siempre. Padre me legó <strong><strong>de</strong>l</strong> abuelo en el testamento tres cuadros y mihermana me dio <strong>de</strong> la abuela un separador <strong>de</strong> libros.Cuando oigo el inglés <strong>de</strong> Inglaterra y el alemán <strong>de</strong> Alemania algo remueve lasangre pero <strong>de</strong>saparece pronto como señales que se apagan en el tablero electrónicoa la partida <strong><strong>de</strong>l</strong> tren. Quizá, digo, quizá rayas sombrías <strong><strong>de</strong>l</strong> alma, el venenoparsimonioso <strong>de</strong> la atroz locura que sombrío cae gota a gota en el vaso <strong><strong>de</strong>l</strong> cerebro,un cierto regusto por el or<strong>de</strong>n (que difícilmente aplico), provenga <strong>de</strong> esa estirpeoscura que a veces creía vérseme revelada en inviernos lluviosos <strong>de</strong> principios <strong>de</strong> losnoventa en las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Salzburgo y Viena. Pero jamás visité Inglaterra, y aAlemania, <strong>de</strong> pensar en sombras largas y en ciuda<strong>de</strong>s idénticas al color <strong>de</strong> la nieblao <strong>de</strong> la noche, me recorre <strong>de</strong> niebla un escalofrío, y prefiero oír como los pájarosrompen el mediodía y gorjean y trinan en los follajes <strong>de</strong> los plátanos <strong>de</strong> color platay aceituna en el soleado sur <strong>de</strong> Francia. Quizá por eso escribo en la pequeña terraza<strong>de</strong> un café <strong>de</strong> Saint-Rémy, en un julio <strong>de</strong> furioso sol, cerca <strong><strong>de</strong>l</strong> Mediterráneo y lejos<strong><strong>de</strong>l</strong> adiós trístido <strong>de</strong> las golondrinas.1996Viernes en JerusalénV Premio Casa <strong>de</strong> América <strong>de</strong> Poesía Americana19