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Sudáfrica<br />
Músculos fuertes con paladar delicado<br />
La hermosa Stellenbosch siempre ha sido el centro de<br />
la vinicultura y el rugby. Jan “Boland” Coetzee y Beyers<br />
Truter, dos antiguos jugadores, ahora también se han<br />
convertido en vinicultores.<br />
Texto y fotos: Thomas Vaterlaus<br />
Así es la felicidad absoluta de un vinicultor<br />
ex jugador de rugby: unos sólidos<br />
rescoldos en el hogar, sobre ellos un<br />
buen pedazo de carne de gacela saltarina,<br />
el antílope emblemático de la región,<br />
allí llamado springbok, haciéndose a la<br />
parrilla. Buen vino de la propia bodega.<br />
Una gran pantalla de televisión en la<br />
que otros quince musculosos antílopes,<br />
vistiendo la sagrada camiseta verde del<br />
equipo nacional de rugby, intentan barrer<br />
al equipo contrario, algo que suelen<br />
lograr en la mayoría de los casos. Como<br />
ocurrió el domingo 21 de octubre de<br />
2007 en el Stade de France, en París, ante<br />
70.000 espectadores, cuando los Boks<br />
batieron a los ingleses en los Mundiales<br />
por 15-6 y se convirtieron en campeones<br />
del mundo por segunda vez, tras<br />
el éxito de 1995. En esos momentos de<br />
felicidad, este vinicultor y ex jugador de<br />
rugby sabe lo que hay que hacer: bajar a<br />
la bodega, descorchar la mejor de todas<br />
las botellas y entregarse de lleno a la bokmanía.<br />
Y quizá recordar que hace años<br />
era él quien estaba en el campo. Por cierto,<br />
este vinicultor ex jugador nunca ve<br />
solo un partido importante. Sus mejores<br />
amigos siempre tienen que acompañarlo.<br />
Jan “Boland” Coetzee, que hoy tiene<br />
62 años, creció en una familia de granjeros<br />
que desde siempre había hecho vino<br />
para consumo propio, para los vecinos<br />
y para los jornaleros. Cuando llegó a la<br />
Universidad de Stellenbosch en los años<br />
sesenta, vivía en el Dagbreek, la célebre<br />
residencia de estudiantes reservada a la<br />
élite blanca, entre ellos futuros políticos,<br />
artistas y, sobre todo, jugadores de rugby.<br />
En la universidad, para esos fuertes<br />
hijos de granjeros, la combinación de<br />
agronomía y rugby era casi obligada. Y<br />
todos tenían el mismo ídolo: Danie Craven,<br />
que en los años treinta había sido<br />
un jugador famoso y después de la Segunda<br />
Guerra Mundial se había convertido<br />
en el entrenador más exitoso de la<br />
historia del rugby sudafricano. Enseñó<br />
a innumerables jóvenes que este juego<br />
no sólo se basa en la fuerza física, sino<br />
también, y de igual modo, en el espíritu<br />
de equipo, la táctica, el juego limpio, la<br />
disciplina y la honradez.<br />
Jan “Boland” Coetzee fue uno de sus<br />
mejores discípulos. En los años setenta<br />
dio el salto al equipo nacional. Como<br />
Springbok disfrutó entonces en la Sudáfrica<br />
blanca de una popularidad similar<br />
a la de Gento o Luis Suárez en España.<br />
Pero antes aún, en 1967, había iniciado<br />
su carrera de bodeguero en la conocida<br />
finca Kanonkop. Su propia historia del<br />
vino empezó en 1980, cuando pudo<br />
comprar Vriesenhof en Paradyskloof<br />
Valley con el dinero que había ganado<br />
como semiprofesional. Su sucesor en<br />
El Springbok más célebre de los<br />
vinicultores: Jan “Boland” Coetzee.<br />
Kanonkop fue Beyers Truter, otro jugador<br />
de rugby de la escuela de “Doc” Craven,<br />
como se le conocía.<br />
Por una Sudáfrica con más color<br />
El destino del rugby y de la vinicultura<br />
durante los años setenta y ochenta<br />
fue igualmente duro para ambos. Muy<br />
afectados por las sanciones contra el régimen<br />
racista apartheid, los contactos<br />
internacionales del país se fueron reduciendo.<br />
Los Springboks ya no encontraban<br />
ningún equipo nacional dispuesto a<br />
enfrentarse a ellos. Y los vinicultores de<br />
Sudáfrica tuvieron que quedarse mirando<br />
cómo el resto del mundo del vino se<br />
unía en un frente común y se iniciaba un<br />
dinámico proceso de modernización. El<br />
boicot en estos dos ámbitos, que durante<br />
generaciones habían marcado el concepto<br />
de sí misma de la clase blanca, no<br />
dejó de tener su efecto: Danie Craven,<br />
que entonces ya llevaba más de treinta<br />
años a la cabeza del rugby nacional de<br />
Sudáfrica, buscó una salida y en 1988<br />
tuvo un encuentro con representantes<br />
del African National Congress (ANC)<br />
de Nelson Mandela para estudiar las<br />
posibilidades de crear un único equipo<br />
nacional. Por ello, la línea dura blanca<br />
acusó de traición al legendario jugador.<br />
Pero el apartheid se iba resquebrajando<br />
y cayó definitivamente en 1990 con la liberación<br />
de Mandela.<br />
Hoy, 18 años después, los Springboks<br />
dominan el panorama internacional del<br />
rugby y los vinicultores del Cabo, con<br />
sus vinos limpiamente estructurados,<br />
prácticamente han encontrado el dorado<br />
punto medio entre el Viejo Mundo y<br />
el Nuevo Mundo del vino. Beyers Truter,<br />
como “Rey del Pinotage”, y Jan “Boland”<br />
Coetzee, como defensor acérrimo de un<br />
Pinot Noir al estilo borgoñón, han participado<br />
decisivamente en el desarrollo<br />
de esta evolución. Además, han alentado<br />
a numerosos vinicultores a aprovechar<br />
la nueva libertad y hacer vinos propios.<br />
Ambos están comprometidos con proyectos<br />
sociales, pues saben que la industria<br />
del vino tiene que lograr una mejor<br />
integración de las personas de raza negra<br />
mediante tareas de responsabilidad<br />
y relevancia. Beyers Truter, por ejemplo,<br />
fue el impulsor del Proyecto Bouwland:<br />
esta bodega, que cultiva viñas en 56<br />
hectáreas, pertenece mayoritariamente<br />
a los trabajadores del campo negros.<br />
Este proyecto ofrece ingresos seguros y<br />
atractivas perspectivas de futuro a más<br />
de cuarenta familias.<br />
Como jugadores de rugby y vinicultores,<br />
tanto Jan “Boland” Coetzee como Beyers<br />
Truter procedían de una Sudáfrica tan<br />
blanca como se pueda imaginar. Hoy su<br />
mundo tiene más colores, en todos los<br />
sentidos. Y si por ellos fuera, aún podría<br />
tener muchos más.<br />
El emblema de Sudáfrica y de<br />
su equipo nacional de rugby: la<br />
gacela saltarina.<br />
Dio al Pinotage “Raubein” más<br />
frutalidad y plenitud: Beyers Truter<br />
está considerado el gran renovador<br />
de esta variedad del Cabo.<br />
48 VINUM junio/julio 2008 49<br />
VINUM Februar 2008<br />
Foto Ball: Tim Reinhart – PIXELIO