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Río Ebro, río ebrio - Mi Vino

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Semblanza<br />

de 150 metros cuadrados se montan<br />

sobre un armazón anclado en el suelo<br />

con 24.000 kilos de cemento. Al fin y al<br />

cabo, estos toros deben soportar de pie<br />

vientos huracanados de hasta 120 kilómetros<br />

por hora.<br />

El toro es tu amigo<br />

“En la plaza, el toro ataca inmediatamente.<br />

Pero nuestro toro, aunque es negro<br />

azabache y bien proporcionado, es<br />

pacífico. Es un amigo. Orgulloso, pero<br />

nunca altanero, vigila desde las colinas<br />

para proteger al viajero...”, comenta Tejada,<br />

filosofando. Durante los trabajos<br />

de mantenimiento nunca está mucho<br />

tiempo solo. Los pastores cuentan que<br />

se echan la siesta a la sombra del toro.<br />

Las abuelas se acuerdan de sus primeros<br />

besos de jovencitas junto a sus patas<br />

traseras. Ningún otro logotipo comercial<br />

ha logrado en todo el mundo lo<br />

que ha conseguido el toro de Osborne:<br />

alcanzar un significado que trasciende<br />

ampliamente su mensaje original.<br />

En 1988 se demostró el gran cariño que<br />

las gentes profesan a este toro. Entonces,<br />

la nueva ley de circulación vial de-<br />

cretó la retirada de todas las vallas publicitarias<br />

visibles desde las carreteras<br />

nacionales. Políticos, artistas, periodistas,<br />

incluso comarcas y regiones enteras<br />

lucharon por la conservación de los<br />

toros. Y el patrono de la firma, Thomas<br />

Osborne, declaró que mandaría sobrepintar<br />

la inscripción publicitaria. Así<br />

que Félix Tejada y su hijos se pusieron<br />

en camino con cientos de litros de pintura<br />

negra. Poco tiempo después, una<br />

sentencia del Tribunal Supremo otorgó<br />

a los toros la categoría de “patrimonio<br />

cultural y artístico de los pueblos y<br />

campos de España”.<br />

Una lágrima de emoción<br />

Ha pasado más tiempo de su vida con<br />

el toro que con su mujer. Y nunca se ha<br />

aburrido. Durante una recepción en<br />

Nunca le falta el trabajo,<br />

ni la sonrisa.<br />

Madrid, la entonces <strong>Mi</strong>nistra de Cultura<br />

dejó plantadas a las autoridades,<br />

alegando: “El hombre que construye<br />

nuestros toros está aquí. Necesito conocerlo.”<br />

Pero su recuerdo más hermoso<br />

tuvo lugar en Francia. En un hotel<br />

se encontró casualmente con un señor<br />

de cierta edad que iba camino de España<br />

con sus tres nietos. Félix Tejada le<br />

preguntó por el destino de su viaje. El<br />

hombre le enseñó una amarillenta foto<br />

de sus vacaciones treinta años atrás. En<br />

ella se le veía a él con sus hijos, posando<br />

juntos bajo un toro de Osborne en<br />

Extremadura. El francés le contó que<br />

su intención era volver a encontrar ese<br />

toro y hacerse otra vez la misma foto,<br />

pero esta vez con sus nietos. Félix Tejada<br />

no pudo evitar que le brotara una<br />

lágrima de emoción.<br />

la elección de un vino... en el Santiago Bernabéu<br />

¿El mejor blanco es un tinto?<br />

Un pequeño tiento a la<br />

bodega del Real Café<br />

Bernabéu, repleta de<br />

excelentes añadas de<br />

grandes vinos.<br />

Texto: Sara Cucala<br />

El paseo de la Castellana de Madrid,<br />

cortado por una nube de personas vestidas<br />

de blanco, con sus caras tatuadas<br />

a rayas y sus bocas redondeadas intentado<br />

sacarle al diafragma un “oé, oé, oé”<br />

en clave de sol. Si hay algo que una al<br />

mundo es el fútbol. Da igual en la parte<br />

del planeta en la que te encuentres, el<br />

Barça o el Real Madrid siempre son temas<br />

recurrentes, como la climatología<br />

en un ascensor… algo parecido.<br />

Para los que no entendemos esa extrema<br />

pasión que siente algunos por el deporte<br />

rey, el que un día cualquiera el tiempo<br />

se paralice porque un equipo de fútbol<br />

gane una liga o simplemente porque en<br />

la televisión retransmitan un partido, es<br />

algo que nos cuesta encajar. Sin embargo,<br />

cuando eso ocurre, al menos en la<br />

capital de España las principales calles se<br />

atascan durante la hora previa al evento,<br />

luego la ciudad se ve imbuida por un<br />

milagroso silencio que solo se rompe<br />

con algún ‘gol’ al unísono, procedente<br />

de quién sabe dónde.<br />

Este año, una vez más, el Real Madrid<br />

ganó la liga y a mí me pilló en medio<br />

de la plaza de Cibeles con la sana intención<br />

de tomarme un día de relax en el<br />

Retiro. Imposible salvar las olas blancas,<br />

conglomerados de aficionados, botando<br />

sin cesar en menos de un metro cuadrado<br />

y vociferando onomatopeyas intraducibles.<br />

Nadar a contracorriente tiene<br />

mal paradero. Así que decidí unirme a<br />

la masa. Con mi cestita de pic-nic a la<br />

espalda, dando saltitos con los brazos<br />

en alto y gritando “campeones, campeones”.<br />

El mar de aficionados se fue animando,<br />

saliendo de la Cibeles dirección<br />

al templo de los templos, el Santiago<br />

Bernabéu, a ritmo de dos por dos por<br />

toda la Castellana. Y yo entre ellos, incluso<br />

hasta emocionada.<br />

Real Madrid, Real Café<br />

Pero a una le tira la letra pequeña o al<br />

menos, la que ante tanta multitud parece<br />

minúscula. Fue así que al llegar al<br />

campo de fútbol, sobre las cabezas cubiertas<br />

con turbantes de bufandas blancas,<br />

atisbo un oasis que anuncia Real<br />

Café Bernabéu. Necesitaba un trago y<br />

ése era el objetivo.<br />

Buceando entre cuerpos exaltados consigo<br />

llegar a la puerta 30, empujo con<br />

dificultad la acristalada entrada y pronto<br />

salgo de la multitud y me sumerjo en<br />

un remanso de calma distribuido entre<br />

Experiencias<br />

tres alturas: un bar en la parte de abajo,<br />

una tienda de merchandising blanco en<br />

el subsuelo y un restaurante en lo alto.<br />

Asciendo a la parte de arriba (nunca he<br />

conseguido descender hacia arriba) y me<br />

encuentro con unas mesitas y una balconada<br />

situada en una grada del fondo sur,<br />

desde donde se tienen las mejores vistas<br />

del campo del Real Madrid. La visión,<br />

hasta para los que no nos entusiasma el<br />

fútbol, es impresionante.<br />

Pero sin duda mucho más impactante<br />

fue encontrar, a un lado de ese salón con<br />

vistas, una bodega acristalada que permitía<br />

ver la gran joya de la corona del<br />

lugar, el vino.<br />

Pedí la carta y comenzaron a desfilar por<br />

mis ojos añadas de lujo. Pero lo que más<br />

reclamó mi atención fue una frase: “Un<br />

maestro me enseñó que los grandes vinos<br />

están regados por grandes <strong>río</strong>s”. Entonces,<br />

en la carta comienzan a fluir las<br />

añadas del <strong>río</strong> Oja (Sierra Cantabria 05,<br />

Contino Reserva 03, Finca Allende 04,<br />

San Vicente 04…), del Duero (Pintia 05,<br />

Numanthia 05, Pétalos del Bierzo 06…),<br />

por el <strong>Ebro</strong> (Olvena 04 Pago de la Libélula,<br />

Hache 05…), los vinos del Júcar,<br />

del Tajo, del Guadiana e incluso aquellos<br />

grandes vinos del Mediterráneo como<br />

el amoroso Enrique Mendoza Shiraz 05<br />

que fue mi trago elegido para aliviar el<br />

estrés de una tarde de campeones.<br />

Real café beRnabéu<br />

av. concha espina, 1<br />

Santiago bernabéu, puerta 30<br />

91 458 36 67<br />

Precio: a la carta, desde 20 euros<br />

www.realcafebernabeu.es.<br />

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