Alegraos 8
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<strong>Alegraos</strong> Diciembre 2015 Página 6<br />
Los mártires de Barbastro, los primeros<br />
cristianos y el auténtico perseguidor<br />
por Martín Ibarra Benlloch<br />
La comparación con los primeros cristianos<br />
resulta muy frecuente durante estos años.<br />
Ya lo había apuntado el Papa Pío XI en su<br />
alocución de 14 de septiembre de 1936, en la<br />
que refiriéndose a los que murieron por su fe<br />
en Cristo, dijo: “Todo esto es un esplendor de<br />
virtudes cristianas y sacerdotales, de heroísmo<br />
y de martirios, verdaderos martirios, en todo<br />
el sagrado y glorioso significado de la palabra,<br />
hasta el sacrificio de las vidas más inocentes<br />
de venerables ancianos, de juventudes primaverales”<br />
.<br />
1. ¿Son leales los cristianos?<br />
Con mucha frecuencia se acusó a los cristianos<br />
en la Antigüedad de deslealtad. El no sumarse<br />
al culto imperial o a una serie de actos idolátricos<br />
hacía que algunos sospecharan de ellos.<br />
Así escribe Tertuliano a finales del siglo II, exponiendo<br />
que los cristianos piden por los emperadores<br />
al Dios vivo y verdadero:<br />
“Allí, puesta la mirada en lo alto con las manos<br />
extendidas porque somos inocentes, con la cabeza<br />
descubierta porque no nos ruborizamos,<br />
sin que nadie nos la sugiera porque la oración<br />
nos sale del corazón, los cristianos suplicamos<br />
siempre por todos los emperadores; pedimos<br />
para ellos larga vida, imperio seguro, casa bien<br />
guardada, ejércitos fuertes, senado fiel, pueblo<br />
leal, orbe tranquilo, todo cuanto es deseo del<br />
hombre y del César” .<br />
Mucho se acusó a los católicos de deslealtad<br />
hacia la República, de manera injusta. Las calumnias<br />
fueron numerosísimas. Citaremos<br />
solo dos. La primera, la sospecha de que los<br />
sacerdotes y los religiosos tenían armas, auténticos<br />
polvorines, porque conspiraban contra la<br />
República. Comenzado el Alzamiento, a pesar<br />
de que la evidencia era contraria, las calumnias<br />
aumentaron. Desde el primer momento,<br />
la orden de recoger las armas a los derechistas<br />
fue cumplida escrupulosamente. Eso se realizó<br />
en todos los pueblos. No sorprende que<br />
se haya realizado con sacerdotes y religiosos,<br />
pues desde los medios de comunicación de<br />
la izquierda se llevaban años hablando de los<br />
curas trabucaires, con los conventos llenos de<br />
armas y explosivos. Veamos algunos ejemplos<br />
de esto. Hubo varios intentos de asaltar el convento<br />
de los misioneros de Barbastro, pero desistieron.<br />
“El P. Quibus dice que no sabe si ocurrió el<br />
sábado o el domingo cuando a los asaltantes<br />
que estaban a punto de derribar la puerta les<br />
detuvo la voz de una vecina que les gritó desde<br />
el balcón: ¡cuidado! ¡que hay muchos mozos<br />
allá! Y se retiraron. Escribe el seminarista Atilio<br />
Parussini, presente también en los hechos:<br />
“No acababan de decidirse, sencillamente<br />
porque nos temían, les preocupaba la idea de<br />
una posible defensa, pensaban que teníamos<br />
armas” .<br />
Cuando hicieron el registro, muy concienzudo,<br />
se mostraron muy enfadados al no encontrar<br />
armas. Sabían que tenían fusiles de madera;<br />
el alcalde Pascual Sanz había intentado<br />
acabar con esa instrucción que desde su punto<br />
de vista no era nada más que prepararse para la<br />
insurrección armada.<br />
Lo mismo sucedió con los benedictinos de El<br />
Pueyo. Una y otra vez preguntaron por las armas<br />
que tenían. En todos los interrogatorios<br />
se hablaba de ella. En uno que el abogado Puyuelo<br />
hizo a los colegiales, entre otras cosas les<br />
preguntó:<br />
“-Pero venga, ¿no queréis hablar? ¿Sabéis lo<br />
que son putas? Era difícil contestar.<br />
En realidad no lo sabíamos, pero la palabrota<br />
nos sonaba mal. Y ante su insistencia, las miradas<br />
de mis pobres compañeros se dirigieron<br />
a mí, y respondí con un esfuerzo que me ahogaba:<br />
-No, no lo sabemos.<br />
-No importa, os vamos a poner abajo con unas<br />
mujeres que os lo enseñarán muy pronto.<br />
-Otra cosa: ¿dónde están las armas que tenían<br />
los frailes?<br />
-Nosotros no hemos visto nunca armas en El<br />
Pueyo. Hubo un tiempo un guarda jurado que<br />
solía ir armado. Pero ya se marchó” .<br />
Algunos sacerdotes poseían armas, porque<br />
eran cazadores. Ese era el caso de don Fermín<br />
Gabás, de Perarrúa, detenido el domingo 19 de<br />
julio por Francisco Baldellou; o el de don Vicente<br />
Montserrat, que vivía en la finca de El<br />
Sisallar, de Villanueva de Sigena. Esas armas<br />
tenían un fin cinegético y viviendo en medio<br />
del monte, también defensivo. Esto era algo<br />
frecuente en los pueblos aragoneses. Pero las<br />
autoridades republicanas estaban obsesionadas<br />
con que esas armas las iban a utilizar con<br />
fines políticos. Esa acusación de poseer armas<br />
se emplea como excusa para detenerlos, como<br />
con el sacerdote de Guardia don José Sarrato<br />
Clusa.<br />
El segundo elemento es la visión de la Iglesia<br />
Católica desde un punto de vista de una<br />
*Escenas de la película “Un Dios prohibido”, película que cuenta el martirio que 51 miembros de la Comunidad Cleritana de Barbastro (Huesca) sufrieron a<br />
manos de milicianos revolucionarios a comienzos de la Guerra Civil. Representa las últimas semanas de sus vidas antes de ser fusilados, gracias a los escritos<br />
originales que escribieron en este tiempo utilizados como testimonio para la elaboración del guión.