Alegraos 8
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<strong>Alegraos</strong><br />
nº8 (Mt 5, 12)<br />
Este símbolo es la letra N en árabe y significa “nazareno”, término<br />
con el que se designa a los cristianos en el Corán. Con esta letra “nun”<br />
los terroristas islámicos marcan sus casas y las iglesias de Irak al expropiarlas.<br />
Tú y yo, que somos cristianos y podíamos haber nacido<br />
en Irak, también somos nazarenos y, como hermanos en la fe, estamos<br />
llamados a ayudarles. Comprometámonos con ellos con oración<br />
constante y generosidad<br />
MENS SANA, IN CORPORE SANA LITTLE BOY, LA FE MUEVE MONTAÑAS MÁRTIRES, ¿QUé son y por qué?
<strong>Alegraos</strong> Diciembre 2015 Página 2<br />
EDITORIAL por Irene Martínez<br />
Hace poco tiempo tuve la gracia de asistir al rodaje de un cortometraje titulado “Yo soy<br />
Martín”, al que invito a todos a ver. Esta obra nos muestra la vida del joven sacerdote mártir<br />
Martín Martínez, ya beato, que murió en la fuerte persecución religiosa vivida en España<br />
durante la Guerra Civil.<br />
Al terminar la grabación, hablando con los protagonistas, pude anotar comentarios como:<br />
“He podido vivir que la verdadera alegría siempre está detrás del esfuerzo, del sacrificio,<br />
de darse, eso es lo que descubren los mártires como Martín y como otros. Cuando viven esa<br />
alegría no la quieren dejar hasta dar su vida”; “Cuando vivimos en un mundo de comodidad<br />
donde parece que la verdadera felicidad es disfrutar porque se acaba el tiempo, ahí están<br />
nuestros mártires y santos para demostrar lo contrario, que la verdadera alegría está en el<br />
esfuerzo, en el sacrifico, cumpliendo siempre la voluntad de Dios”.<br />
Al igual que Martín tantos otros perseguidos por la fe nos dan su ejemplo de amor, de perdón. ¡Mueren perdonando y bendiciendo a sus<br />
perseguidores! Entregan su vida por ser fieles a Nuestro Señor Jesucristo a quien dirigen sus últimas palabras antes de ser fusilados: “¡Viva<br />
Cristo Rey!”<br />
Así, recientemente ha circulado por las redes sociales un video de una niña llamada Myriam. Su ejemplo es edificante, conmovedor. Con<br />
tan solo 10 años ha tenido que huir de su hogar y se encuentra refugiada a causa de su fe. Su testimonio nos refleja su madurez humana y<br />
espiritual: “Dios nos ama a cada uno de nosotros, también a cada uno de los que nos hicieron mal”, “pido por ellos y no les deseo el mal, les<br />
perdono”. Sin rencor, sin condiciones… porque está convencida de que “el mal ha de vencerse con el bien” (San Pablo).<br />
Actualmente hay otros muchos cristianos que tienen que huir a causa de su fe. Todos los testimonios que conozco coinciden en el perdón sin<br />
condiciones, de corazón y deseando la conversión de sus perseguidores… Y como dice uno de los testimonios<br />
que he reflejado arriba, la verdadera alegría es la que está detrás del esfuerzo, del sacrificio realizado<br />
por el otro, de la entrega incondicional porque “hay que dar hasta que duela y cuando duela dar todavía<br />
más” (Madre Teresa de Calcuta).<br />
¡Qué paradoja en medio del panorama actual! Cuando la sociedad nos llama a la comodidad, al egoísmo,<br />
al tener… Estos testigos de Cristo nos aseguran que la felicidad está en la entrega, en el sacrificio, en la<br />
fidelidad a Jesucristo y en el perdón sin juicios ni rencor. Por eso el Papa Francisco el 8 de diciembre inauguró<br />
el año de la misericordia como un año llamado a la conversión. Nos dice a cada uno: “¡Este es el<br />
tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón (…). La iglesia os<br />
ofrece misericordia”. Es un año que debemos aprovechar para perdonar de corazón como nos enseñan<br />
nuestros mártires y hermanos en la fe.<br />
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917-141-692 / 695-096-117<br />
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J. M. RAMOS ROMACHO, REV. D. G. SECO FERNÁNDEZ,<br />
M. IBARRA BENLOCH,<br />
A. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ.<br />
Colaboradores: J. PRUDENCIO ALCÁZAR,<br />
C. TORRES TORRES.<br />
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Suena el despertador y con él comienza el ajetreo<br />
de un nuevo día. Nos levantamos de la cama y<br />
parece que ya llegamos tarde a todo. Desayunamos<br />
con prisa, cogemos el coche y nos desquiciamos<br />
cuando nos encontramos ante un atasco.<br />
Llegamos al trabajo y nos esforzamos por aspirar<br />
más alto, a tener un crecimiento profesional, a… Si<br />
acaso, sacamos un hueco para tomar café con los<br />
amigos. Luego regresamos a casa, y aunque cansados,<br />
queremos que nuestra familia se sienta feliz.<br />
Y así un día tras otro. Hemos llegado a vivir en<br />
monotonía, inmersos en la rutina diaria que se<br />
repite fielmente. Y el tiempo pasa, la vida corre…<br />
¿Y con ello qué? ¿De qué vale? ¿Te has parado a<br />
pensar en el porqué de cada acción que realizas?<br />
¿te has parado a pensar en el sentido de tu vida?<br />
¿Te has parado a pensar dónde quieres llegar? ¿Te<br />
has parado a pensar si lo que haces es provechoso<br />
ANTE DIOS por rev. P. jaime moreno ballesteros<br />
para tu alma?... Pues sí. Estas son preguntas importantes<br />
que todos nos hemos planteado alguna<br />
vez en nuestra vida pero que solemos dejar sin<br />
respuesta por miedo a lo que nos podamos encontrar,<br />
a que esa respuesta nos cree conflictos o que<br />
nos obligue a cambiar algo en nuestro modo de<br />
vida al que normalmente nos hemos “acomodado”.<br />
Es más, nos cuesta cambiar incluso sabiendo que<br />
así no vamos bien; que si seguimos por ese camino<br />
marchamos derechos al precipicio.<br />
Fíjate bien, cuando un barco o un avión se encuentran<br />
ante un peligro inminente emiten un S.O.S.<br />
Una llamada de socorro y la solidaridad humana<br />
moviliza sus recursos para ir en ayuda de quien lo<br />
necesita. Pero el S.O.S. sólo habla de los peligros<br />
del cuerpo. ¿Y para los del alma? (y eso que popularmente<br />
se cree que esta señal significa Save Our<br />
Souls –salvad nuestras almas-). Si tus mayores, tu<br />
amigo, o el confesor te avisan de una posible catástrofe<br />
en tu camino, sé prudente, sé agradecido<br />
y cambia de ruta. Mira que nadie es juez en causa<br />
propia.<br />
San Ignacio de Loyola nos insistía en que el hombre<br />
ha sido creado para alabar a Dios y salvar su alma.<br />
¡Ese es el sentido de la vida! ¡Esa es la respuesta a<br />
las preguntas que te formulas!<br />
Amigo, enfréntate a estas cuestiones tan importantes<br />
en tu vida, las más importantes, con alegría.<br />
Sabes que buscas el bien, buscas la felicidad, y sólo<br />
Dios es el sumo Bien y la Felicidad verdadera.<br />
Te animo a hacer un propósito. A partir de ahora,<br />
cada mañana encomiéndate a Él y enfréntate a las<br />
mismas situaciones que describíamos al principio<br />
pero de otra manera nueva y mejor. Oriéntalas a<br />
alcanzar el Cielo. Ese es el secreto de la vida y de<br />
la santidad.
<strong>Alegraos</strong> Diciembre 2015 Página 3<br />
MENS SANA,<br />
In CORPORE SANO<br />
por Jaime Fernández Delgado<br />
En los últimos años nos estamos encontrando muchos corredores por las calles de<br />
nuestras ciudades practicando en grupos el deporte más sencillo que se puede<br />
hacer, que no es otro que correr. Este deporte, denominado atletismo, cada vez<br />
encuentra a más personas que lo practican como vía para encontrarse consigo mismo<br />
o compartir una actividad.<br />
Son ya muchos los corredores que al iniciarse en este deporte se han dado cuenta que<br />
para mejorar día a día es necesario llevar a cabo un sacrificio, el de calzarse las zapatillas<br />
y ponerse la camiseta para salir a correr. Con solo este hecho el corredor se inicia<br />
en el camino de una virtud, la fortaleza. El acto de ganar a la pereza y ponerse a correr<br />
hace que el ser humano entienda que hay que tener fuerza de voluntad y constancia<br />
que nos llevará a un bien. El aceptar un sacrificio por una causa buena hace al hombre<br />
más fuerte.<br />
Claro está que con sólo la práctica de la FORTALEZA a través del sacrificio no se<br />
llega a la plenitud en este deporte, falta algo más, por eso damos paso a la virtud de la<br />
prudencia. A través de la PRUDENCIA podemos elegir que es lo mejor para uno, si<br />
correr como un loco o correr con constancia, es decir,buscando una progresión desde<br />
los primeros días, realizando distancias y ritmos acordes para llegar a tener un buen<br />
estado físico pues “el hombre cauto medita sus pasos” (Prov. 14,15). Gracias al conocimiento<br />
que tenemos de nosotros mismos, de nuestras capacidades y posibilidades,<br />
gracias al saber que hay que correr en una medida coherente, es como se llega al fin.<br />
Pero ¿qué hacemos para que el correr no se convierta en un aislamiento de la persona<br />
ante la sociedad? Para que esto no suceda buscamos el compartir este deporte con<br />
más corredores, correr en grupo.<br />
El poder correr y compartir los kilómetros y días de práctica con más corredores nos<br />
lleva a iniciarnos en la práctica de otra virtud, la templanza. La TEMPLANZA nos<br />
lleva a un equilibrio y control de uno mismo, evitando el egoísmo, buscando la<br />
moderación en lo que nos produce placer y orden en el uso de los bienes creados.<br />
Una vez llegados a la necesidad de compartir el correr en grupo es habitual el participar<br />
en carreras populares para conseguir objetivos comunes, como es el esforzarse,<br />
ayudarse y animarse en una carrera con los compañeros de los entrenamientos diarios,<br />
siempre con justicia.<br />
La JUSTICIA es la cuarta virtud que nos encontramos en la práctica del atletismo.<br />
Durante una carrera damos al compañero lo que es debido con equidad, buscando un<br />
bien común, ya que el compañero que más sufre se le anima, al compañero que más<br />
corre se le recompensa y al compañero que más ayuda se le agradece.<br />
Tal vez por eso hoy encontramos en los últimos años a tantos corredores corriendo<br />
en grupo, a tantos participantes en carreras populares, a tanto público animando en<br />
las carreras y sobre todo a tantos corredores llegando a la línea de meta abrazándose,<br />
riendo, llorando en compañía con los demás corredores y compañeros de fatiga durante<br />
la prueba.<br />
Seguro que habrá muchos corredores que se verán reflejados en estas líneas y seguro<br />
que tendrán muchas anécdotas para contar.<br />
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<strong>Alegraos</strong> Diciembre Marzo 2015 2015 Página Página 4 4<br />
Mártires, ¿Qué son y por qué?<br />
por Rev. D. José Manuel Ramos Romacho<br />
No es una palabra nueva ni nos resulta extraña,<br />
sino que estamos acostumbrados a oírla, aunque<br />
no siempre es utilizada correctamente. A menudo<br />
oímos el título mártir relacionado con el trabajo o, en<br />
ocasiones y con motivo jocoso, relacionado al matrimonio.<br />
Lo ideal para saber a lo que nos referimos es acudir<br />
a su etimología. Mártir procede de la palabra griega<br />
martus, que significa testigo. Si buscamos testigo en<br />
el diccionario nos encontramos dos definiciones complementarias<br />
entre sí: “Persona que da testimonio<br />
de algo o lo atestigua”, y “Persona que presencia o<br />
adquiere directo y verdadero conocimiento de algo”.<br />
Ese “algo” a lo que se refiere el diccionario, en el caso<br />
del martirio, se trata de Dios. Precisamente es el conocimiento<br />
de Dios, de su corazón y del amor que Dios<br />
les tiene, lo que da fuerza a los mártires para entregar<br />
su vida por amor. Respondiendo al amor con amor, a<br />
la fidelidad con fidelidad, a la entrega con entrega. El<br />
mártir, mirando a la Cruz de Jesús, descubre el amor<br />
con el que es amado y el precio de su vida: la sangre<br />
derramada y el cuerpo entregado del mismo Señor. Y<br />
al Amor se responde con amor (“Nadie tiene mayor<br />
amor que el que da la vida por sus amigos” Jn15, 13)<br />
Para que la Iglesia reconozca a alguien como mártir<br />
deben darse dos condiciones:<br />
1.Que haya sido asesinado por odio a la fe o a alguna<br />
virtud cristiana.<br />
2.Que el mártir no oponga resistencia alguna y que<br />
muera por amor a Dios y por guardar los mandamientos.<br />
Como vemos no se trata simplemente de morir o sufrir,<br />
sino de cómo y por qué; por eso dice S. Agustín:<br />
“Martyrem non fecit poena, sed causa” (no es la pena,<br />
sino la causa lo que hace al mártir).<br />
NUESTROS HERMANOS MÁRTIRES<br />
SON EL ORGULLO<br />
DE LA IGLESIA<br />
Es por esto que nuestros hermanos mártires son el orgullo<br />
de la Iglesia, y continuo ejemplo para nosotros.<br />
Ellos no han manifestado reservas en su entrega, pues<br />
lo han entregado todo: a ellos mismos, sus proyectos,<br />
su futuro, su propia vida. Ellos son para nosotros<br />
ejemplo de entrega, radicalidad, verdadero amor a<br />
Dios. Son testigos cualificados que nos manifiestan<br />
la importancia de la vida eterna, ellos nos obligan a<br />
poner la mirada en el cielo y verlo como nuestra verdadera<br />
y definitiva patria, como nuestra meta en la<br />
que nos espera la gloria eterna.<br />
Tan sólo por entregar su vida generosamente y sin<br />
oposición ya son admirables, pero si además tenemos<br />
en cuenta que a la inmensa mayoría les da tiempo<br />
a morir perdonando a sus ejecutores y a los que les<br />
mandan ejecutar… es para “quitarse el sombrero”,<br />
verles como héroes y pedir al Señor la gracia de que,<br />
si es su voluntad, podamos morir también en un acto<br />
de generosidad tan grande como ellos.<br />
Los mártires no dudan ni un momento de que les espera<br />
la gloria sin tener que pasar por el purgatorio,<br />
pues por el martirio son perdonados todos los pecados<br />
veniales, mortales y es borrada toda pena temporal.<br />
Podemos contemplarlo en el acta del martirio de<br />
san Justino:<br />
“El prefecto dijo a Justino:<br />
- Escucha tú, que pasas por hombre culto y crees<br />
LES ESPERA LA GLORIA<br />
SIN PASAR POR<br />
EL PURGATORIO<br />
conocer las verdaderas doctrinas. Si después de azotado<br />
te mando cortar la cabeza, ¿estás cierto que has<br />
de subir al cielo?<br />
Justino respondió:<br />
- Si sufro eso que tú dices, espero alcanzar los dones<br />
de Dios; y sé, además, que a todos los que hayan vivido<br />
rectamente, les espera la dádiva divina hasta la<br />
conflagración de todo el mundo.<br />
Y Justino añade al final:<br />
- Nuestro más ardiente deseo es sufrir por amor de<br />
nuestro Señor Jesucristo para salvarnos, pues este<br />
sufrimiento se nos convertirá en motivo de salvación<br />
y confianza ante el tremendo y universal tribunal de<br />
nuestro Señor y Salvador.”<br />
Tenemos al mismo tiempo la certeza de que la sangre<br />
de los mártires es semilla de nuevos cristianos. Pues<br />
con su martirio dan testimonio de una realidad superior,<br />
ante un martirio nadie puede quedar indiferente.<br />
De hecho vemos la conversión de Saulo, el joven ante<br />
el cual depositan sus capas los verdugos de san Esteban,<br />
el protomártir. Es cierto que Saulo no se convierte<br />
en ese momento, pero lo hará posteriormente.<br />
No podemos olvidar que el Señor también nos puede<br />
llamar a ésta entrega y para ello debemos pedir la<br />
fortaleza y su gracia para perseverar fielmente en ése<br />
momento, aludo al número 42 de la constitución dogmática<br />
Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II:<br />
“Por tanto, el martirio, en el que el discípulo se asemeja<br />
al maestro, que aceptó libremente la muerte por la<br />
salvación del mundo, y se conforma a Él en la efusión<br />
de su sangre, es estimado por la iglesia como un don<br />
eximio y la suprema prueba de amor. Y aunque concedido<br />
a pocos, todos deben estar prestos a confesar<br />
a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el<br />
camino de la cruz, en medio de las persecuciones que<br />
nunca faltan a la Iglesia.”<br />
LA SANGRE DE LOS MÁRTIRES<br />
ES SEMILLA<br />
DE NUEVOS CRISTIANOS<br />
Es cierto que somos débiles y el martirio puede darnos<br />
miedo; recuerdo una novela del autor francés Bernanós<br />
llamada “Diálogo de carmelitas”, en el que el<br />
mayor temor de una de las novicias es la muerte y<br />
sin embargo toda la comunidad se ve condenada al<br />
martirio. Se trata de una novela en la que se ve claramente<br />
lo que dice el “Prefacio de los santos mártires”:<br />
“…pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de<br />
lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio…”<br />
Pues Dios da siempre la fuerza para cumplir lo<br />
que nos pide.<br />
No puedo terminar este articulo sin aludir a un viaje<br />
a Roma que hice con varios seminaristas, allí nos encontramos<br />
a unos jóvenes cristianos iraquíes a los que<br />
agradecimos de corazón su testimonio en medio de<br />
todos aquellos martirios y ellos, llorando y abrazándonos<br />
efusivamente nos respondieron: “Gracias a<br />
vosotros, hermanos, porque sin vuestra oración no<br />
seríamos nada, ni podríamos ser fieles a Dios en ese<br />
momento final”. Por eso, por favor, nunca dejemos de<br />
rezar por los cristianos perseguidos.
<strong>Alegraos</strong> Diciembre Marzo 2015 2015 Página Página 5 5<br />
LITTLE BOY<br />
LA FE MUEVE MONTAÑAS<br />
por Rev. D. Gonzalo Seco Fernández<br />
El pasado 8 de diciembre comenzó el Jubileo<br />
Extraordinario de la Misericordia, un año convocado<br />
por el Papa Francisco para “colocar en<br />
el centro la misericordia de Dios”. La misericordia<br />
que Dios tiene con nosotros, y la misericordia<br />
que nosotros tenemos que tener unos con otros.<br />
Decía el Papa San Juan Pablo II: “el mundo está<br />
necesitado de misericordia”. Sólo quien practique<br />
la misericordia, sólo los misericordiosos,<br />
alcanzarán misericordia. En este clima de preparación<br />
del Año Jubilar nos llega esta película<br />
cargada de misericordia, de obras de misericordia.<br />
«Os aseguro que, si tuvierais fe del tamaño de<br />
una semilla de mostaza, diríais a aquel monte<br />
que se trasladara allá, y se trasladaría. Y nada os<br />
resultaría imposible» (Mt 17, 20). Esta frase del<br />
Señor a sus discípulos es el resumen perfecto y<br />
leitmotiv de esta genial película que recomendamos<br />
a todos.<br />
Alejandro Gómez Monteverde, director y coproductor<br />
de Bella, comparte de nuevo equipo<br />
con Eduardo Verástegui para contarnos la historia<br />
de Pepper Busbee, apodado “Little boy”.<br />
“Little boy” cuenta la historia de un niño de ocho<br />
años, bajito de estatura, que es el objetivo de las<br />
burlas de sus compañeros, y que sólo encuentra<br />
un auténtico “compañero” en su padre. Con el<br />
estallido de la Segunda Guerra Mundial, James<br />
Busbee (Michael Rapaport), el padre de Pepper<br />
tendrá que abandonar la comodidad de su casa<br />
y su familia para marchar al frente del Pacífico,<br />
para combatir contra los japoneses. Sin contar ya<br />
con la ayuda y compañía de su padre, las burlas<br />
de los compañeros arrecian.<br />
Pepper nunca pierde la esperanza del regreso de<br />
su padre y alentado por su héroe preferido, Ben<br />
Eagle ‘El Mago’ (Ben Chaplin), creerá con todas<br />
sus fuerzas que todo es posible. Un día en misa<br />
escucha la predicación del Padre Crispín (cameo<br />
de Eduardo Verástegui) que dice que “si tenemos<br />
fe como un granito de mostaza, podremos<br />
mover montañas”. El niño interrogará al padre<br />
Oliver (un genial Tom Wilkinson, a quien ya vimos<br />
como sacerdote en “El Exorcismo de Emily<br />
Rose” quien le dice que es verdad, que la fe<br />
mueve montañas, pero que hay que acompañar<br />
la fe con obras; y le dará su ‘lista ancestral’, una<br />
lista de obras que debe hacer para conseguir la<br />
vuelta de su padre de la guerra.<br />
La lista no es otra que las obras de misericordia<br />
corporales (dar de comer al hambriento, dar de<br />
beber al sediento, vestir al desnudo,…) a la que<br />
el padre añade una octava obra de misericordia:<br />
hacerse amigo del señor Hashimoto, un japonés<br />
afincado en Estados Unidos hace más de cuarenta<br />
años, pero mal visto por todos en el pueblo (especialmente<br />
después del inicio de la guerra). Con<br />
la ayuda del señor Hashimoto irá cumpliendo<br />
estas obras de misericordia e irá creciendo entre<br />
ellos una fuerte amistad.<br />
POR QUÉ LA RECOMIENDO<br />
- Porque sin contar con un elenco de súper estrellas<br />
de Hollywood, no tiene nada que envidiar a<br />
otras cintas con más presupuesto y más famosos.<br />
- Porque es una película para todos los públicos,<br />
de ésas que se echan en falta ahora.<br />
- Porque toca muy bien el tema de la fe y las obras<br />
sin caer en simplismos ni en tópicos. Me explico:<br />
Es fácil ver en muchas películas (bien hechas,<br />
por cierto) la tesis protestante de la ‘Sola fides’;<br />
películas en las que se insiste en que basta que<br />
tengas fe para que todo salga bien (estoy pensando,<br />
por ejemplo en cierta película de fútbol<br />
americano en que el entrenador consigue dinero,<br />
descendencia y éxito deportivo sólo por ser creyente).<br />
- Porque aunque tiene un final a priori previsible,<br />
los giros del guión hacen que temas por un final<br />
distinto y mantienen la tensión hasta los créditos<br />
finales.<br />
Título Original: Little Boy<br />
Año: 2015<br />
Duración: 113 min.<br />
País: Estados Unidos y México<br />
Director: Alejandro Gómez Monteverde<br />
Guión: Alejandro Gómez Monteverde y<br />
Pepe Portillo<br />
Música: Stephan Altman y Mark Foster<br />
Producción: Eduardo Verástegui y<br />
Leo Severino<br />
Reparto: Jacob Salvati, Tom Wilkinson,<br />
Cary-Hiroyuki Tagawa, Michael Rapaport,<br />
David Henrie, Emily Watson, Kevin James,<br />
Ted Levine, Ben Chaplin, Ali Landry y<br />
Eduardo Verástegui.<br />
Productora: Metania Films. Santa Fe<br />
Fims. Contracorriente Produccionesciones.
<strong>Alegraos</strong> Diciembre 2015 Página 6<br />
Los mártires de Barbastro, los primeros<br />
cristianos y el auténtico perseguidor<br />
por Martín Ibarra Benlloch<br />
La comparación con los primeros cristianos<br />
resulta muy frecuente durante estos años.<br />
Ya lo había apuntado el Papa Pío XI en su<br />
alocución de 14 de septiembre de 1936, en la<br />
que refiriéndose a los que murieron por su fe<br />
en Cristo, dijo: “Todo esto es un esplendor de<br />
virtudes cristianas y sacerdotales, de heroísmo<br />
y de martirios, verdaderos martirios, en todo<br />
el sagrado y glorioso significado de la palabra,<br />
hasta el sacrificio de las vidas más inocentes<br />
de venerables ancianos, de juventudes primaverales”<br />
.<br />
1. ¿Son leales los cristianos?<br />
Con mucha frecuencia se acusó a los cristianos<br />
en la Antigüedad de deslealtad. El no sumarse<br />
al culto imperial o a una serie de actos idolátricos<br />
hacía que algunos sospecharan de ellos.<br />
Así escribe Tertuliano a finales del siglo II, exponiendo<br />
que los cristianos piden por los emperadores<br />
al Dios vivo y verdadero:<br />
“Allí, puesta la mirada en lo alto con las manos<br />
extendidas porque somos inocentes, con la cabeza<br />
descubierta porque no nos ruborizamos,<br />
sin que nadie nos la sugiera porque la oración<br />
nos sale del corazón, los cristianos suplicamos<br />
siempre por todos los emperadores; pedimos<br />
para ellos larga vida, imperio seguro, casa bien<br />
guardada, ejércitos fuertes, senado fiel, pueblo<br />
leal, orbe tranquilo, todo cuanto es deseo del<br />
hombre y del César” .<br />
Mucho se acusó a los católicos de deslealtad<br />
hacia la República, de manera injusta. Las calumnias<br />
fueron numerosísimas. Citaremos<br />
solo dos. La primera, la sospecha de que los<br />
sacerdotes y los religiosos tenían armas, auténticos<br />
polvorines, porque conspiraban contra la<br />
República. Comenzado el Alzamiento, a pesar<br />
de que la evidencia era contraria, las calumnias<br />
aumentaron. Desde el primer momento,<br />
la orden de recoger las armas a los derechistas<br />
fue cumplida escrupulosamente. Eso se realizó<br />
en todos los pueblos. No sorprende que<br />
se haya realizado con sacerdotes y religiosos,<br />
pues desde los medios de comunicación de<br />
la izquierda se llevaban años hablando de los<br />
curas trabucaires, con los conventos llenos de<br />
armas y explosivos. Veamos algunos ejemplos<br />
de esto. Hubo varios intentos de asaltar el convento<br />
de los misioneros de Barbastro, pero desistieron.<br />
“El P. Quibus dice que no sabe si ocurrió el<br />
sábado o el domingo cuando a los asaltantes<br />
que estaban a punto de derribar la puerta les<br />
detuvo la voz de una vecina que les gritó desde<br />
el balcón: ¡cuidado! ¡que hay muchos mozos<br />
allá! Y se retiraron. Escribe el seminarista Atilio<br />
Parussini, presente también en los hechos:<br />
“No acababan de decidirse, sencillamente<br />
porque nos temían, les preocupaba la idea de<br />
una posible defensa, pensaban que teníamos<br />
armas” .<br />
Cuando hicieron el registro, muy concienzudo,<br />
se mostraron muy enfadados al no encontrar<br />
armas. Sabían que tenían fusiles de madera;<br />
el alcalde Pascual Sanz había intentado<br />
acabar con esa instrucción que desde su punto<br />
de vista no era nada más que prepararse para la<br />
insurrección armada.<br />
Lo mismo sucedió con los benedictinos de El<br />
Pueyo. Una y otra vez preguntaron por las armas<br />
que tenían. En todos los interrogatorios<br />
se hablaba de ella. En uno que el abogado Puyuelo<br />
hizo a los colegiales, entre otras cosas les<br />
preguntó:<br />
“-Pero venga, ¿no queréis hablar? ¿Sabéis lo<br />
que son putas? Era difícil contestar.<br />
En realidad no lo sabíamos, pero la palabrota<br />
nos sonaba mal. Y ante su insistencia, las miradas<br />
de mis pobres compañeros se dirigieron<br />
a mí, y respondí con un esfuerzo que me ahogaba:<br />
-No, no lo sabemos.<br />
-No importa, os vamos a poner abajo con unas<br />
mujeres que os lo enseñarán muy pronto.<br />
-Otra cosa: ¿dónde están las armas que tenían<br />
los frailes?<br />
-Nosotros no hemos visto nunca armas en El<br />
Pueyo. Hubo un tiempo un guarda jurado que<br />
solía ir armado. Pero ya se marchó” .<br />
Algunos sacerdotes poseían armas, porque<br />
eran cazadores. Ese era el caso de don Fermín<br />
Gabás, de Perarrúa, detenido el domingo 19 de<br />
julio por Francisco Baldellou; o el de don Vicente<br />
Montserrat, que vivía en la finca de El<br />
Sisallar, de Villanueva de Sigena. Esas armas<br />
tenían un fin cinegético y viviendo en medio<br />
del monte, también defensivo. Esto era algo<br />
frecuente en los pueblos aragoneses. Pero las<br />
autoridades republicanas estaban obsesionadas<br />
con que esas armas las iban a utilizar con<br />
fines políticos. Esa acusación de poseer armas<br />
se emplea como excusa para detenerlos, como<br />
con el sacerdote de Guardia don José Sarrato<br />
Clusa.<br />
El segundo elemento es la visión de la Iglesia<br />
Católica desde un punto de vista de una<br />
*Escenas de la película “Un Dios prohibido”, película que cuenta el martirio que 51 miembros de la Comunidad Cleritana de Barbastro (Huesca) sufrieron a<br />
manos de milicianos revolucionarios a comienzos de la Guerra Civil. Representa las últimas semanas de sus vidas antes de ser fusilados, gracias a los escritos<br />
originales que escribieron en este tiempo utilizados como testimonio para la elaboración del guión.
<strong>Alegraos</strong> Diciembre Marzo 2015 2015 Página Página 7 7<br />
estructura de poder, aliada de los poderes<br />
económicos y políticos. Esta visión, muy extendida<br />
entre muchos intelectuales radicales<br />
-lerrouxistas-, socialistas y anarquistas, perdura<br />
en una amplia bibliografía actual. Pongamos<br />
un ejemplo significativo de esto.<br />
Al obispo Florentino Asensio, una vez detenido,<br />
le interrogaron en diferentes ocasiones.<br />
El 7 de agosto hubo un nuevo interrogatorio,<br />
dirigido por Santiago Ferrando. Al finalizar, el<br />
escolapio P. Eusebio Ferrer preguntó al obispo<br />
si le habían molestado. “-No me han molestado;<br />
solamente me han preguntado si en Palacio<br />
habíamos tenido reuniones políticas con los<br />
diputados Moncasi y Vidal. Yo les he contestado<br />
que habíamos tenido reuniones; pero no de<br />
carácter político, sino para tratar del asunto<br />
del Seminario, del cual se habían apoderado”.<br />
Naturalmente no le creyeron, como no creyeron<br />
a los cristianos de los primeros siglos<br />
cuando afirmaban su lealtad al poder constituido,<br />
pero solo en aquello que era lícito, no en<br />
acciones idolátricas o deshonestas.<br />
2. ¿Quién es, en realidad, el perseguidor?<br />
El momento actual nos muestra que los perseguidores<br />
de los cristianos continúan activos.<br />
Pero ya desde la Antigüedad, se había definido<br />
bien quién estaba detrás de todas estas persecuciones<br />
y de todos estos perseguidores.<br />
San Ireneo de Lyon, nacido en Asia Menor<br />
escribía en el siglo II: “El diablo, como ángel<br />
apóstata que es, sólo puede hacer lo que hizo<br />
en el principio: seducir y arrastrar la mente del<br />
hombre a violar los preceptos de Dios y cegar<br />
paulatinamente los corazones de quienes procuran<br />
servirle, para que se olviden del verdadero<br />
Dios y le adoren a él como a Dios” (adu.<br />
haer. V,24,3).<br />
San Juan Pablo II, en la audiencia general de<br />
13 de agosto de 1986, decía: “no nos dejes caer<br />
en la tentación, líbranos del Mal, del Maligno.<br />
Haz, oh Señor, que no cedamos ante la<br />
infidelidad a la cual nos seduce aquel que ha<br />
sido infiel desde el comienzo”. Porque ésa es<br />
la finalidad de la persecución, la apostasía. Y<br />
con la gracia de Dios, debemos decir como el<br />
arcángel Miguel: Serviam!, ¡serviré!
EL CAMIDO DE LA VIDA<br />
por Alfonso González Fernández<br />
“La alegría del corazón es la vida del hombre” (Ecle 30,22), y asistimos<br />
todos los días a esta realidad cotidiana y en extremo maravillosa<br />
comprobando esa sentencia del libro de los Proverbios<br />
que nos recuerda que “Corazón alegre mejora la salud, y espíritu<br />
triste seca los huesos” (Prov. 17,22).<br />
Todos queremos estar alegres, o mejor dicho, todos queremos ser<br />
alegres, porque la alegría no es otra cosa que la expresión sincera y<br />
externa de una vida dichosa. “La alegría forma parte de un corazón<br />
puro” nos recordaba San Juan Pablo II.<br />
Un error muy frecuente es pensar que las cosas o las personas son la<br />
causa de nuestra infelicidad, y nada más inexacto. Cada persona se hace<br />
así misma infeliz. “El justo vive con gozo y júbilo” (Prov. 29,6) sentencia<br />
el libro de los Proverbios y así es, porque la alegría verdadera arranca de<br />
la una vida con la conciencia tranquila, de la vida exigente y coherente<br />
y sobre todo del corazón lleno de amor. Nadie puede separarnos del Señor<br />
y de la tranquilidad de una conciencia limpia, por eso la vida dichosa<br />
y la alegría del alma no dependen de agentes externos sino esencialmente<br />
de cada uno de nosotros. Porque;”¿Quién podrá separarnos del<br />
Amor de Cristo?. ¿Las tribulaciones, las angustias, las persecuciones, el<br />
hambre, la desnudez, los peligros, la espada?... En todo obtenemos una<br />
amplia victoria, gracias a Aquel que nos amó” (Rom. 8, 35-37).<br />
Hoy más que nunca necesitamos el ejemplo de los santos, porque<br />
son ese tipo de personas que vemos que disfrutan de la verdadera<br />
alegría, de una alegría que nada ni nadie puede arrebatar.<br />
Pero en primer lugar ¿qué es la alegría? Decía San Agustín que la alegría<br />
es “el gozo en el bien”.<br />
La primera cuestión que nunca debemos olvidar es que sólo Dios es<br />
realmente bueno, el resto de personas serán buenas en la medida en<br />
que sus vidas sean como la del Señor. Hay un episodio evangélico que<br />
nos ilumina de forma muy sencilla pero a la vez profunda sobre el fundamento<br />
de la alegría. Se trata de la escena del joven rico. El joven rico<br />
al no querer ser generoso con el Señor se fue con sus riquezas, pero<br />
triste... “Se fue triste”. Nunca será posible gozar de verdadera alegría<br />
sin responder con generosidad a la búsqueda de la voluntad<br />
de Dios en nuestras vidas. No buscar esta voluntad de Dios supone<br />
“dar la espalda a la fuente del Amor”, y ya podremos tener todo en esta<br />
vida que sin Amor no hay dicha ni contento. “¿Qué es el Infierno? Yo<br />
creo que es el dolor de no poder amar” (Dostoievski).<br />
Hemos dicho que la alegría es el fruto fecundo de la vida dichosa, y no<br />
hay dicha sin Amor, y no hay Amor sin obras llenas de bondad porque,<br />
como dice el refrán, “obras son amores y no buenas razones”.<br />
¿Cuáles son las características de una obra de Dios, de una obra buena<br />
con el Amor de Dios?<br />
1ª Cuando esa obra se hace sencillamente por Dios, sin otras segundas<br />
intenciones.<br />
2ª Cuando, de esa obra, no esperamos correspondencia. Es un<br />
amor de pura benevolencia. Hacer el bien por el bien, no para que algo<br />
me sea devuelto. Recordamos ese pasaje evangélico donde el Señor nos<br />
recuerda que el Padre “hace salir el sol sobre justos y pecadores”.<br />
3ª Cuando conservamos la serenidad de espíritu tanto si la obra<br />
ha sido un éxito como un fracaso total.<br />
4ª Si el único regalo de la obra es haberla realizado por Dios, de<br />
forma que no hemos buscado ni la aprobación ajena, ni nos hemos turbado<br />
al vernos censurados o ridiculizados, porque nuestra alegría está<br />
en haberla hecho para mayor Gloria de Dios.<br />
Pero ¿quién puede llegar a obrar así? La persona que obra solamente<br />
animada por un ardiente Amor de Dios. La verdadera alegría no es otra<br />
cosa que la expresión del Amor de Dios en la vida de una persona.<br />
Se ha dicho, y no sin razón, que: la alegría es la confianza de una vida<br />
armoniosa llena de Amor. No tiene altibajos, es tranquila, no se fatiga,<br />
descansa, no destruye, edifica, no pasa como un rayo, se prolonga. No<br />
proviene de los sentidos, de los nervios, proviene de un alma llena de<br />
amor y la llena poco a poco, como si brotase de un manantial. Y cuando<br />
el alma está llena se desborda por los sentidos. Sin músculos y sin nervios,<br />
pero con energía, sin agitaciones estériles, pero con una entrega<br />
de sí mismo incondicional, sin movimientos ficticios para sacudir el<br />
corazón, sino con meditación y vida interior es como se hace brotar el<br />
manantial de la alegría.<br />
Podríamos decir que “nunca nadie es mejor que cuando está alegre,<br />
y nunca nadie está tan alegre como cuando es bueno y hace el<br />
bien”, como vemos “la alegría es el gozo en el bien”.<br />
Y alegría, cuando es verdadera, en todo momento se encuentra presente<br />
en la vida. La alegría es, en cierto sentido, la atmósfera de las almas<br />
heroicas. Recordamos como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles<br />
como después de ser flagelados los apóstoles “se iban alegres”. La<br />
alegría cuando es fruto del Espíritu Santo y vive de continúo es adorno<br />
de almas heroicas, incluso invencibles. Incluso en los momentos de<br />
sufrimiento saben olvidarse de sí mismos para otorgar a los demás “la<br />
dulce caricia de una alegría serena o la limosna de una sonrisa”, aunque<br />
sintieran deseos de esconderse y llorar; porque la alegría no solo nos da<br />
vida, sino que da vida a los demás,<br />
El amor que se desborda en verdadera alegría da vida al resto del mundo<br />
y es difusiva, la alegría es como un misionero que conquista almas para<br />
Dios, como apostolado, el de la sonrisa sincera, que ilumina y obliga<br />
a los demás a obrar con bondad. La alegría es un inmenso atractivo<br />
para los pecadores y apología abreviada del Amor de Dios al<br />
mundo. Todo argumento contra la religión se desvanece cuando vemos<br />
la serena ale-gría en un alma de Dios.<br />
No hay verdadera vida cristiana sin alegría. “Estad siempre alegres en<br />
el Señor, os lo repito, estad siempre alegres”, porque donde hay alegría<br />
vive el Amor de Dios. Y aunque se quedan mil cosas, será en otra<br />
ocasión D.m.