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MARZO 2016 RD<br />
GENTE DE RIVAS<br />
que puso sus pies en el Madrid de la<br />
posguerra. “Le acusaban de bandolera,<br />
y la primera condena fue de 12 años<br />
y un día. Nosotros no teníamos piso,<br />
vivíamos a salto de mata y aun así decían<br />
que en nuestra casa recibíamos a<br />
bandoleros, anarquista y comunistas”.<br />
Así, Elena pasó cuatro años en la cárcel<br />
de mujeres de Ventas, donde<br />
Manuel la visitaba cada 24 de septiembre,<br />
día de la Merced, único momento<br />
del año en que los niños y niñas menores<br />
de 14 años podían entrar a prisión<br />
a ver a sus madres. “Recuerdo unos<br />
pasillos larguísimos y todo lleno de<br />
mujeres y niños llorando. Era horrible”,<br />
rememora.<br />
Mientras Elena permanecía presa,<br />
Manuel y su hermano saltaban de<br />
familia en familia, trabajando durante<br />
su infancia para poder salir adelante.<br />
“Antes de cumplir los 12 años había<br />
vivido en unas 12 o 13 casas. Y siempre<br />
separados, porque no podían acoger a<br />
dos niños; todos eran muy pobres”,<br />
revela.<br />
Sobre su padre, Manuel conserva un<br />
recuerdo demoledor. “Estuvo preso en<br />
un campo de concentración, y le liberaron<br />
cuando estaba a punto de morir.<br />
Recuerdo que un día llegó a casa y<br />
alguien me dijo, ‘Mira Manolito, es tu<br />
padre’. Yo debía tener 5 años. Al día<br />
siguiente murió”, deplora. “No le fusilaron,<br />
y no sé si hubiese sido mejor eso<br />
que morir de hambre y enfermo”,<br />
lamenta. El delito de Mariano Blanco<br />
Cano fue poseer un camión con el que<br />
trabajaba de transportista. Al inicio de<br />
la guerra, le fue requisado, y cuando<br />
las tropas de Franco entraron en<br />
Madrid y se hicieron con el camión del<br />
padre de Manuel, vieron que ese vehículo<br />
había servido a la República<br />
durante la contienda. “Le mandaron a<br />
un campo de concentración; mi madre<br />
recordaba que se llamaba Gibraltar,<br />
pero no sabemos mucho más”, titubea<br />
Manuel. De su abuelo, en cambio, sí<br />
sabe el lugar donde perdió la vida: un<br />
campo de concentración en Alicante.<br />
“Le detuvieron porque se llamaba igual<br />
que mi tío, Eugenio Mesón, y pensaban<br />
que era él”, suspira.<br />
Con todo, hoy Manuel ha sumado su<br />
testimonio, a través del Ayuntamiento<br />
ripense, a la conocida como querella<br />
argentina, el proceso penal abierto<br />
contra el franquismo en un juzgado de<br />
Buenos Aires en 2010. El Consistorio<br />
aprobó en el último pleno una moción<br />
para unirse a esta demanda y lograr el<br />
reconocimiento de las víctimas, la única<br />
meta que persigue Manuel. “Me<br />
gustaría que un tribunal obligase a<br />
estos que gobiernan a reconocer que el<br />
franquismo era una dictadura horrible<br />
y asesina, con eso me conformo”.<br />
ROBO SISTEMÁTICO DE BEBÉS<br />
Cristina Serrano (Madrid, 1961) es otra<br />
de las vecinas del municipio, víctima<br />
del franquismo, que ha incorporado su<br />
testimonio a la querella argentina. Ella<br />
suma su denuncia a la de las miles de<br />
víctimas de la trama del robo de bebés.<br />
Su madre falleció sin conocer la verdad;<br />
su padre, de 94 años, no puede<br />
creer que se dieran estos casos, y Cristina<br />
augura una lucha de años antes de<br />
desenmascarar a los responsables y<br />
hallar a los bebés robados.<br />
Su caso es el de otras tantas familias:<br />
su madre acudió a dar a la luz a la clínica<br />
Santa Cristina en 1956, centro<br />
donde trabajó la monja María Valbuena,<br />
imputada en el caso de los bebés<br />
robados y fallecida antes de ser juzgada.<br />
El padre de Cristina recuerda que<br />
dejaron a su mujer en una habitación,<br />
sola, y a él le empujaron a marcharse a<br />
su casa y regresar al día siguiente.<br />
Cuando volvió, le comunicaron que su<br />
hija había fallecido, que había nacido<br />
“demasiado grande” y se había muerto.<br />
“Mi padre no entiende que hubiera<br />
tráfico de niños, dice que eso no puede<br />
ser, que es algo muy inhumano. Y piensa<br />
que la niña murió por abandono<br />
porque si mi madre estaba sola en una<br />
habitación cómo se iban a dar cuenta<br />
que iba a parir; eso cree”, relata Cristina.<br />
Mientras, su madre, que había perdido<br />
el conocimiento en el parto, se<br />
despertó sin saber nada. “Después<br />
insistieron mucho en verla y les enseñaron<br />
a una niña desnuda en una mesa<br />
de acero. Mi padre siempre dice que<br />
esa niña había nacido criada, que al<br />
menos tenía siete kilos y el pelo rizado<br />
y rubio”, aporta Cristina.<br />
Tras un periplo de reclamaciones y<br />
denuncias, el caso de su hermana llegó<br />
a un juzgado, que lo archivó por “falta<br />
provisional de pruebas”. La familia<br />
pudo al menos descubrir el certificado<br />
del cementerio que, hasta entonces, la<br />
institución funeraria se negaba a facilitar.<br />
“Según dijeron, fue una muerte<br />
intrauterina”, asegura Cristina, un dato<br />
que contrasta con el que figura en el<br />
certificado de defunción que logró de la<br />
propia clínica, donde se afirma que<br />
“nace viva” y que “muere a los diez<br />
minutos por asfixia”.<br />
Por todo, esta vecina de Rivas pide que<br />
se investigue de forma global, reconociendo<br />
la trama que supuso el robo de<br />
bebés, una práctica que, según recuerda,<br />
comenzó con el rapto de hijos a las<br />
presas republicanas y luego continuó<br />
convertido en un “negocio rentable”,<br />
hacia los años 60.<br />
“Nos quieren canalizar de manera individual,<br />
decir que son casos familiares<br />
pero no, es un problema generalizado,<br />
hay muchas personas ahora mismo<br />
que tienen una identidad cambiada y<br />
no se investiga a ese nivel”, lamenta<br />
Cristina.<br />
Contacto de la asociación:<br />
Todos los niños robados son también<br />
mis niños. Tlf.: 618774916.<br />
www.2015bebesrobados.com<br />
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