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Las voces de la Otredad
demográfica expresada en el despoblamiento del campo y de muchos
municipios y del repoblamiento de las ciudades capitales que se constituyen
en polos de migrantes que buscan mejores condiciones de vida; control del
territorio y de las personas por grupos al margen de la ley; bloqueo de la
acción institucional y de los sistemas legales de regulación social; ampliación
de la pobreza y de las desigualdades.
Las enormes y crecientes injusticias y desigualdades sociales que
genera el sistema económico - social predominante, el cual se traduce
en procesos de desintegración de la convivencia social, problemáticas
que se prolongan en el tiempo y el espacio sin una solución apropiada,
ingobernabilidad y desafección ciudadana, acentuada delincuencia y una
corrupción desbordada. Una economía solidaria y emprendedora quizás sería
una forma justa, humana e incluyente de organización social y comunitaria
que traería consigo el crecimiento personal y comunitario, contribuyendo así
y de una manera eficaz a la superación de los graves problemas que impactan
negativamente a nuestras comunidades.
Todos estamos convencidos de que vivimos una crisis de valores
caracterizada por un proceso de abandono o deterioro de idearios éticos y
morales que afecta a todos los sectores de la sociedad. El impacto se siente
en las familias, los vecindarios, los barrios, las comunidades veredales,
citadinas y regionales. El rescate de nuestros principios y valores debe ser
nuestro objetivo y, todos sabemos, no será una labor fácil. Debemos formular
proyectos de desarrollo humano, realizar planes y programas tendientes a
reflexionar, vivenciar y reconstruir el tejido social, emocional y axiológico.
Éste es un imperativo categórico de los nuevos tiempos, si queremos dejar
una sociedad más afable y grata a nuestros hijos.
Entendemos la diversidad como un laboratorio de innovación
eco-social donde se recrean y se reconfiguran, de manera permanente,
escenarios, conceptos, vivencias y actitudes propias del ámbito de la otredad
y que son el fundamento del bienestar ciudadano. Sólo así veremos nacer
la ciudad diversa como categoría que articula las relaciones de sentido
ecológicas, políticas, culturales y tecnológicas y potencializa y redensifica
las proximidades entre los habitantes de la ciudad con el fin de mejorar el
clima convivencial y buscar formas más humanas de abordar y resolver los
conflictos cotidianos. Sólo así podremos construir relaciones más orgánicas,
funcionales, sostenibles y ecoeficientes.
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