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Las voces de la Otredad
relativizar principios y valores; no dejarse obnubilar por el espejismo de las
palabras; incitar y convocar a líderes y gestores comunitarios comprometidos
con el cambio, la justicia social y la democracia, a movilizarse para crear
territorios de paz y de convivencia donde sea posible una ética por la vida
incluyente que recree y unifique criterios identitarios en la diversidad y desde
las subjetividades.
El reconocimiento de la diversidad y el respeto por las diferencias
deben ser expresiones transversalizadoras de esa dimensión curricular,
vivencial y actitudinal, marco triangular que delinea el contorno de nuestra
vida social y perfila la intencionalidad de desenmascarar el rostro polifacético
de la violencia y optar por un mundo más equitativo, libre, justo y fraterno
en donde las heridas del salvajismo y de la barbarie comienzan a sanar lejos
del olvido, la desmemoria intencional, la impunidad y la indiferencia..
La confluencia de una pedagogía del conflicto y una cultura de paz,
permite a unos ciudadanos desarmados, fortalecidos por sus tradiciones y
vivencias ético-familiares y comunitarias y su firme determinación de no
estar dispuestos bajo ninguna razón o circunstancia a entrar en la dinámica
de la guerra; prestos a posicionarse como protagonistas de la democracia
participativa y a través de la movilización, la indignación ciudadana, la
censura moral, la ira y la desobediencia civiles, exigen el restablecimiento de
la memoria, el castigo por el daño causado, respeto y cabal cumplimiento
de acuerdos y compromisos y el fin del discurso guerrerista a los actores del
conflicto.
Una pedagogía del conflicto inmersa en una cultura de paz, se
enmarca en una dimensión de respeto a la vida y la dignidad humana, al buen
gobierno y a la libertad. Debe convertirse en una vivencia consuetudinaria
que nos compromete a todos en la construcción del sentido ético de lo público
para validar nuevas formas contractuales de comunicación e interacción
sociales. La seguridad ciudadana se concibe así, como el ámbito actitudinal
y convivencial donde prima la resolución pacífica, consensual y divergente
del conflicto como eje dinámico de un derecho social en permanente
construcción.
Este ejercicio pedagógico reitera el imperativo de los nuevos tiempos
de crear un paradigma educativo incluyente y multicultural que reconstruya
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