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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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y lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de<br />

ti, como todos nuestros padres; y nuestros días cual sombra sobre la tierra, y no dan espera. Oh<br />

Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos aprestado para edificar casa a tu santo<br />

nombre, de tu mano es, y todo es tuyo. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la<br />

rectitud te agrada: <strong>por</strong> eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto,<br />

y ahora he visto con alegría que tu pueblo, que aquí se ha hallado ahora, ha dado para ti<br />

espontáneamente. "Jehová, Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, nuestros padres, conserva<br />

perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti.<br />

Asimismo da a mi hijo Salomón corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus<br />

testimonios y tus estatutos, y para que haga todas las cosas, y te edifique la casa para la cual yo he<br />

hecho el apresto. "Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová vuestro<br />

Dios. Entonces toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e inclinándose adoraron<br />

delante de Jehová, y del rey." Con el interés más profundo el rey había reunido aquellos preciosos<br />

materiales para la construcción y para el embellecimiento del templo. Había compuesto los himnos<br />

gloriosos que en los años venideros habrían de resonar <strong>por</strong> sus atrios. Ahora su corazón se<br />

regocijaba en Dios, al ver como los principales de los padres y los caudillos de Israel respondían<br />

tan noblemente a su solicitud, y se ofrecían para llevar a cabo la obra im<strong>por</strong>tante que los esperaba.<br />

Y mientras daban su servicio, estaban dispuestos a hacer más.<br />

Añadieron al tesoro más ofrendas de su propio caudal. David había sentido hondamente su<br />

propia indignidad para reunir el material destinado a la casa de Dios, y le llenaba de gozo la<br />

expresión de lealtad que había en la pronta respuesta de los nobles de su reino, cuando con<br />

corazones solícitos ofrecieron sus tesoros a Jehová, y se dedicaron a su servicio. Pero sólo Dios<br />

era el que había impartido esa disposición a su pueblo. Sólo él, y no el hombre, debía ser<br />

glorificado. Era él quien había provisto al pueblo con las riquezas de la tierra, y su Espíritu les<br />

había dado buena voluntad para traer sus cosas preciosas en beneficio del templo. Todo era del<br />

Señor, y si su amor no hubiese movido los corazones del pueblo, los esfuerzos del rey habrían sido<br />

en vano y el templo no se habría construido. Todo lo que el hombre recibe de la bondad de Dios<br />

sigue perteneciendo al Señor.<br />

Todo lo que Dios ha otorgado, en las cosas valiosas y bellas de la tierra, ha sido puesto en<br />

las manos de los hombres para probarlos, para sondear la profundidad de su amor hacia él y del<br />

aprecio en que tienen sus favores. Ya se trate de tesoros o de dones del intelecto, han de depositarse<br />

como ofrenda voluntaria a los pies de Jesús y el dador ha de decir como David: "Todo es tuyo, y<br />

lo recibido de tu mano te damos." Aun cuando sintió que se acercaba su muerte, siguió<br />

preocupándose David <strong>por</strong> Salomón y el reino de Israel, cuya prosperidad iba a depender en gran<br />

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