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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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los había salvado mediante su espada, ahora trató de salvarlos <strong>por</strong> medio de la oración. Lot y su<br />

familia habitaban aún allí; y el amor desinteresado que movió a Abrahán a rescatarlo de los<br />

elamitas, trató ahora de salvarlo de la tempestad del juicio divino, si era la voluntad de Dios. Con<br />

profunda reverencia y humildad rogó: "He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor,<br />

aunque soy polvo y ceniza."<br />

En su súplica no había confianza en sí mismo, ni jactancia de su propia justicia. No pidió<br />

un favor basado en su obediencia, o en los sacrificios que había hecho en cumplimiento de la<br />

voluntad de Dios. Siendo él mismo pecador, intercedió en favor de los pecadores. Semejante<br />

espíritu deben tener todos los que se acercan a Dios. Abrahán manifestó la confianza de un niño<br />

que suplica a un padre a quien ama. Se aproximó al mensajero celestial, y fervientemente le hizo<br />

su petición. A pesar de que Lot habitaba en Sodoma, no participaba de la impiedad de sus<br />

habitantes. Abrahán pensó que en aquella populosa ciudad debía haber otros adoradores del<br />

verdadero Dios. Y tomando en consideración este hecho, suplicó: "Lejos de ti el hacer tal, que<br />

hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El juez<br />

de toda la tierra ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Gén. 18:25.) Abrahán no imploró sólo una vez,<br />

sino muchas. Atreviéndose a más a medida que se le concedía lo pedido, persistió hasta que obtuvo<br />

la seguridad de que aunque hubiese allí sólo diez personas justas, la ciudad sería perdonada.<br />

El amor hacia las almas a punto de perecer inspiraba las oraciones de Abrahán. Aunque<br />

detestaba los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse.<br />

Su profundo interés <strong>por</strong> Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar <strong>por</strong> los impíos.<br />

Debemos sentir odio hacia el pecado, y compasión y amor hacia el pecador. Por todas partes, en<br />

derredor nuestro, hay almas que van hacia una ruina tan desesperada y terrible como la que<br />

sobrecogió a Sodoma. Cada día termina el tiempo de gracia para algunos. Cada hora, algunos pasan<br />

más allá del alcance de la misericordia. ¿Y dónde están las voces de amonestación y súplica que<br />

induzcan a los pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Dónde están las manos extendidas<br />

para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y perseverante fe<br />

ruegan a Dios <strong>por</strong> ellos? El espíritu de Abrahán fue el espíritu de Cristo.<br />

El mismo Hijo de Dios es el gran intercesor en favor del pecador. El que pagó el precio de<br />

su redención conoce el valor del alma humana. Sintiendo hacia la iniquidad un antagonismo que<br />

sólo puede existir en una naturaleza pura e inmaculada, Cristo manifestó hacia el pecador un amor<br />

que sólo la bondad infinita pudo concebir. En la agonía de la crucifixión, él mismo, cargado con<br />

el espantoso peso de los pecados del mundo, oró <strong>por</strong> sus vilipendiadores y asesinos: "Padre,<br />

perdónalos, <strong>por</strong>que no saben lo que hacen." (Luc. 23: 34) 136 De Abrahán está escrito que "fue<br />

llamado amigo de Dios," "padre de todos los creyentes." (Sant. 2: 23; Rom. 4: 11) El testimonio<br />

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