The Cape

Me fascina la comunidad Mengwi,
del antiguo poderoso reino de la dinastía
Gelgel, donde admiro el maravilloso
Pura Taman Ayun, el templo de los
antepasados divinizados. Rodeado por
un foso de agua y un muro, éste se
compone de capillas de piedra labrada
con ornamentos de dioses, dragones,
Garudas (dios pájaro) y Hanumán (dios
mono). Me quedo pasmado, observando
las mujeres que acuden llevando
coloridas ofrendas de flores y frutas que
colocan en los Merus (altares). Todo
parece perfecto, como un escenario
de paraíso. Termino ese recorrido en el
templo de Tanah Lot, construido sobre
un pequeño peñón en donde se puede
llegar caminando –sólo cuando la marea
es baja–. Disfruto las ceremonias que
siguen su curso, como aquella de una
peregrinación de hombres vestidos de
amarillo que caminan por las rocas para
subir las escaleras, llevando ofrendas y
música.
Al siguiente día, camino por
los pueblos encantadores de Ubud
y Mas. Mas, cuna de brahmanes; es
el reino de los escultores de madera.
Aquí visito el templo Batuan, con sus
altares, estatuas de dioses y pinturas.
Ubud vive al ritmo de los campesinos
que exhiben sus gallos de pelea, camino
entre sus galerías de arte y descubro
templos sagrados, restaurantes, así
como el maravilloso hotel Four Seasons
Sayan en una barranca parecida al
edén. El pintor Mexicano Covarrubias
adoraba la magia de Ubud y, como él,
envuelto en la humedad del ambiente,
me permito disfrutar del encantamiento
de los pueblos balineses, con sus casas
de ladrillos rojos, sus esculturas de
piedra gris y sus entradas que parecen
2 manos juntas. Cerca de esta última
ciudad, aprovecho para visitar Goa Gajah,
la cueva sagrada del elefante, donde
descubro su fantástica entrada tallada en
la roca que reproduce animales, hojas,
olas y demonios, así como el manantial
sagrado de los budistas en el pasado.
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