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DR. JOSt RIZAL - non

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W. 11.11.TANA<br />

lectura que le era muy agradable, pues no soltaba nunca aquellas<br />

obritas, que me vi obligado á regalárselas en vista de su afición á<br />

Cogerlas de mis armarios en cuanto volvía del colegio.<br />

»Una tarde, era un jueves, había vacación y los muchachos estaban,<br />

á pesar del calor, jugando á la sarangola (cometa) desde una<br />

de las azoteas de mi casa. El joven Pepito estaba en la ventana del<br />

-comedor con su Iriarte en la mano y dirigiendo de cuando en cuando<br />

miradas á sus , compañeros, que disputaban entre sí por sus voladores.<br />

De pronto, Uno de los más pequeños se puso á llorar con desesperación:<br />

su volador se había enredado en una de las matas que en una.<br />

de las cornisas de la torre de la catedral de Manila había crecido, con<br />

esa petencia germinativa que , en estos países adquieren las plantas.<br />

El dueño del volador lloraba, mientras sus compañeros reían á mandi-<br />

'bula batiente, burlándose de él; Pepe dejó el libro en el alféizar de la<br />

ventana y salió á consolar á su compañero, y dirigiéndose á los •demás<br />

que se - reían, les dijo: — «Señores, no os burléis del pobre; bestantedesgracia<br />

tiene con la pérdida de su juguete favorito. » Cogió<br />

la cuerda del volador, y tiró de ella; después de convencerse de la<br />

imposibilidad de desasir el artefacto de aquella mata, so fijó bien<br />

.cómo estaba sujeto, y luego le dijo á su lloroso amiguito : — « No<br />

llores ni tires de la cuerda; yo veré si te lo puedo traer. » —Y echó á<br />

correr, subió •á la torre, y por el agujero en que estaba la esquila...,<br />

salió por debajo... y por una moldura saliente se fué gateando hasta<br />

donde estaba la mata en que el volador quedó, aprisionado; tiró de<br />

él, y á gatas volvió á :meterse por debajo de la campana del Ángelus.<br />

»Cuando estaba él en el momento de desenredar la sarangola de la<br />

mata, salí yo de mi habitación, y al ver la ansiedad, la fijeza al par<br />

que el silencio de todos los muchachos que estaban en la azotea y al<br />

.201; fuíme hacia ellos 4 enterarme de aquella estupefacción; dirigí la<br />

vista hacia donde ellos la tenían puesta, y vi al muchacho en grave<br />

:peligro de que una ráfaga de viento lo arrastrara eón .el volador y.lo<br />

'precipitara al abismo; temblé de pies á cabeza; pregunté quién era,<br />

7 me dijeron que era <strong>RIZAL</strong>. Salí corriendo á ir por él á la torre; .1o.<br />

encontré bajando ya el último piso de la misma; lo cogí del brazo' y<br />

le-dije: — «¡Chiquillo !, ¿por qué has ido por ese volador á un sitio<br />

'tan peligroso? ¿Vale acaso tu vida menos que unos cuantos pliegos<br />

, de papel.de Japón y unas cañitaá? ¿Por qué has bajado á la calle sin<br />

pedir permiso?»<br />

»--Serier, perdone usted; 'la sarbigola no es mía; es de Julio<br />

el;pequeño: . eomo lloraba y los demás se reían, me dió lástima,<br />

y he ido por la coineta..,No..hay tanto peligro como usted cree;

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