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ReflexionesAlternas-EdicionAnual
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Ground control to Major Tom.<br />
El delirio en la carrera espacial.<br />
Angélica Ortega Ramírez<br />
“Él [Barack Obama] debería estar promoviendo regresar a la<br />
Luna… Nunca debimos dejar ese lugar. Debemos ir a la Luna y<br />
construir una base para mandar un cohete a Marte y colonizarlo.<br />
Cuando hayamos hecho eso, viviremos por siempre”.<br />
Ray Bradbury citado en Los Angeles Times, 2010<br />
serían vaciadas en pos de la colonización.<br />
Pero sus esfuerzos no tuvieron<br />
más eco que el zumbido de la televisión.<br />
Nadie se hincó ante la bandera<br />
estadunidense en la superficie lunar;<br />
ni himnos, ni escozor, puro silencio.<br />
Allá arriba, seguro se preguntó: “¿Por<br />
qué tenía tanta prisa por llegar aquí?<br />
¿Qué es lo que estoy cazando?”<br />
La historia de los conflictos<br />
mundiales está basada en el<br />
miedo y hay un periodo en<br />
especial que es indicativo de ello:<br />
la Guerra Fría. Durante las cuatro<br />
décadas (1947-1985) en las que se<br />
mantuvo la tensión entre los bloques<br />
soviético y capitalista, puede que el<br />
mayor miedo en ambos bandos haya<br />
tenido que ver con los alcances del<br />
ser humano. Y no hablo de los alcances<br />
tecnológicos o científicos, sino<br />
de aquellos que salen de la jurisdicción<br />
del “ser racional” que tanto nos<br />
hemos preocupado por delimitar.<br />
Tememos al otro porque sabemos<br />
por experiencia propia lo que podríamos<br />
hacer nosotros mismos; en otras<br />
palabras, somos conscientes ―aunque<br />
reticentes a aceptarlo― de que<br />
la “barbarie” es nuestra fiel acompañante,<br />
a diferencia de la “civilidad”, el<br />
instinto nunca nos abandona.<br />
a muchos otros ámbitos. Uno de ellos<br />
fue la fiebre por mandar al hombre<br />
al espacio. El mundo le había quedado<br />
pequeño a la Guerra Fría, de<br />
ahí la necesidad de trasladarse a la<br />
Luna asumiendo los gastos millonarios<br />
en investigaciones y las vidas que<br />
Marcianos y solaristas<br />
Sin embargo, abajo, en la Tierra,<br />
la situación era distinta. Todos los<br />
ojos se dirigieron hacia lo inconmensurable.<br />
Las imaginaciones se<br />
excitaron ante la vertiginosa carrera<br />
Hace tan poco había surgido la sombra<br />
de Hiroshima; la euforia de los<br />
marines sobre las cenizas y la lluvia<br />
radiactiva se convirtió muy pronto en<br />
un baile de paranoia. “Si fuimos capaces<br />
de eso, ¿qué nos hace pensar<br />
que no tendremos el mismo destino<br />
a manos de otro?”, parecían decir<br />
mientras se asomaban los misiles<br />
desde las murallas de cada bloque.<br />
Lejos de quedarse en el campo de la<br />
carrera armamentista o las presiones<br />
políticas, la competencia se trasladó<br />
Ilustración: Mario Gimenez<br />
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