hidalgo - secom sa de cv

on y tenía el brazo descomunal, agusanado, y los zopilotes lo rodeaban.
los pistoleros no querían matarlo “para no mancharse” y
optaron por hacerlo amarrándolo a cabeza de silla.
el caso de rodolfo Pando conmocionó a sus familiares, quienes
fueron a quejarse a la capital del estado, de donde mandaron un
destacamento militar a visitar el temido sótano de Chiconcoac y sólo
encontraron osamentas. (aseguran algunos informantes que, cuando
Francisco austria se enteró de que iban a enviar soldados al lugar,
ordenó que sacaran los restos de las víctimas y en su lugar echaran
osamentas de perro.)
Hacia 1948, dos años después del acontecimiento que marca el
final del grupo enemigo de los torres, surgieron fuertes divisiones
dentro de esta poderosa familia. Gustavo torres se disgustó con su
primo Donustano torres y ordenó asesinarlo; los pistoleros lo emboscaron
y lo mataron en pleno centro de tlanchinol, a un costado
de la iglesia (donde todavía puede observarse una minúscula torre en
su memoria, sin leyenda alguna). Donustano iba acompañado de su
vástago eligio, quien lo vio morir a sus pies, y sin arredrarse le arrebató
la pistola, a pesar de su corta edad, y les disparó a los agresores.
esto desató las pasiones y provocó la emboscada dirigida por eligio
torres para acribillar a su tío Gustavo, en el camino que conduce a
Xala, el rancho del cacique. en el lugar, a unos 800 metros del centro
de tlanchinol, aún puede contemplarse una pequeña capilla en
su memoria, con la imagen de la Virgen de Guadalupe en mosaico,
y la leyenda: “Gustavo, volaste a los brazos de Jesús dejando tu recuerdo
en nuestros corazones. enero 8 de 1950”. la cadena de venganzas
intrafamiliares siguió su curso. los hermanos de Gustavo
mandaron asesinar a su sobrino eligio aprovechando que asistía a un
baile en el pueblo de santa María Calzotipa tlanchinol; con la
muerte del cabeza del subcacicazgo desapareció el terror que ejercía
este grupo familiar, el cual se vio obligado a salir de tlanchinol,
aunque algunos de sus miembros quedaron cerca, en la Huasteca,
desde donde seguían manejando a pistoleros, como el que tenían en
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