PASAJERO ENTRANCE N°11
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peNDULO DE FOUCAULT<br />
VALDIVIA-CHILE<br />
Una de las atracciones que no pasa desapercibida a los ojos de los turistas que recorren la Costanera de<br />
Valdivia es este artefacto de aproximadamente unos 13 mts de longitud. El mismo , el más austral del<br />
mundo, fue obsequiado por el Centro de Estudios Cien ficos (CECs) mudándolo de su hall central a la<br />
costanera después del terremoto del 2010 como parte del proceso de reconstrucción de la misma.<br />
El péndulo está compuesto por tres partes principales: un anclaje con un sistema de recuperación de<br />
energía (ya que sino luego de un rato con el roce del aire se detendría) y un estabilizador en la parte<br />
superior; la bola de acero, y el cable que la sos ene. Sobre su torre octagonal se encuentra un “faro<br />
péndulo” donado por la Armada de Chile, sumándose a la acción del CECS.<br />
Su nombre surge en honor a su inventor, el francés Jean Foucault (no confundir con Michel, autor de<br />
“Vigilar y Cas gar”), quien en 1851 u lizando un aparato similar demostró la rotación de la Tierra.<br />
“Usted está invitado a ver que la Tierra gira, mañana de 3 a 5, en el salón del Meridiano del Observatorio<br />
de París” fue la par cular invitación que Jean envió a los cien ficos más reconocidos de París.<br />
Desde entonces, el Péndulo de Foucault es u lizado para observar y analizar el movimiento del Planeta.<br />
Foto e Historia: Hernán Cacace<br />
Una de los atrac vos más representa vos de Castro, capital del archipiélago de Chiloé son<br />
sus ya celebres palafitos.<br />
Estas coloridas viviendas, construidas sobre pilotes de madera de luma apoyados en la<br />
ribera del mar, surgen a finales del siglo XIX como una manera de afrontar la falta de<br />
espacio sico.<br />
Una de sus par cularidades es que sus propietarios no enen tulo de propiedad ya que,<br />
según la legislación chilena, las playas son fiscales y ningún par cular puede ser dueño de<br />
aquellos terrenos que se hallen por debajo de la línea de las mareas más altas y al realizar<br />
una “venta” lo que se paga no es el espacio, sino la obra.<br />
El terremoto y maremoto de 1960 destruyo gran parte de estas edificaciones. Las que aún<br />
se man enen en pie se encuentran en el barrio Gamboa y se puede tener una buena<br />
postal de los mismos desde el mirador, hacer un tour en lancha o visitar alguno de los<br />
emprendimientos que hoy funcionan dentro, como endas, hoteles, restaurantes y cafés.<br />
Foto e Historia: Hernán Cacace<br />
PALAFITOS<br />
CASTRO - CHILOÉ - CHILE<br />
La primera vez que leí algo sobre el avión<br />
caído en Laguna Brava tenía apenas 10<br />
años y vivía en Arequipa, Perú. Un libro<br />
de Federico Kirbus, al cual conocí muchos<br />
años después, contaba la historia de este<br />
avión acua zado en 1964 y otros temas<br />
interesantes sobre la región. Sólo<br />
algunos años después, en 1987 y siendo<br />
ya adolescente, acompañé al gran<br />
Antonio Beorchia Nigris y demás amigos<br />
a una expedición a la zona que duró casi<br />
una semana a lomo de mula o caballo,<br />
casi el único medio para llegar a ese<br />
entonces remo simo paraje. A lo lejos<br />
divisamos el avión sin poder alcanzarlo,<br />
pero nuestra misión era otra.<br />
Poco después un profesor de geología<br />
viajaba a la zona y me pidió<br />
acompañarlo. La salida se canceló y<br />
quedé sin poder visitar ese atrac vo y<br />
tratar de ascender un cerro cercano,<br />
presumiblemente virgen, de 5173 msnm.<br />
Nuevamente en 1996 recorrí la laguna,<br />
ya con el camino construido tardamos<br />
sólo 3 horas. Fue rápido, aunque sin la<br />
magia que tenía cabalgar como antaño tras los an guos arreos de ganado hacia Chile<br />
o como había llegado aquella primera vez. El avión brillaba al sol, del lado opuesto de<br />
la laguna y muy lejos de nuestro derrotero.<br />
Finalmente a principios de 2006 (26 años luego de conocer la existencia del avión),<br />
junto a Antonio Pontoriero, armamos campamento en el borde suroeste de la<br />
laguna. En doce mágicos días logramos subir juntos el Chepical siendo un primer<br />
ascenso, subí sólo el cerro de 5173 msnm encontrando restos prehispánicos y<br />
llegamos al avión.<br />
El avión Cur ss C-46 accidentado en 1964 traía caballos de carrera, la mayoría murió.<br />
Los tripulantes rescatados días después, pasaron penurias durante ese empo.<br />
Posteriormente el aparato se desguazó quedando algunos restos como la cabina.<br />
Avistamos la misma desde el campamento base y apenas nos aclimatamos, nos<br />
dirigimos hacia él.<br />
Sin embargo, el camino no es tan fácil y para acceder a los restos debimos caminar sobre la<br />
sal esquivando las zonas cenagosas y<br />
cubiertas de agua. Al ser una cuenca<br />
cerrada, es actualmente una salina. El sol<br />
reverberaba en la superficie formando<br />
espejismos e incluso en nuestro periplo<br />
un gigantesco remolino arrastrando<br />
par culas de sal casi nos envuelve.<br />
Por fin logramos el obje vo. Nos llamó la<br />
atención la rueda del avión, pues<br />
habiendo pasado tantos años estaba<br />
impecablemente conservada. Divisamos<br />
parte de un ala y el esqueleto de la<br />
aeronave, con los compar mientos para<br />
los caballos. Junto a esta sección se<br />
encuentra uno de los caballos<br />
conservado por la sal.<br />
La cabina, bastante bien conservada a<br />
pesar del saqueo, nos brindó un refugio<br />
de los rayos solares. Nos arrepen mos de<br />
no haber traído el equipo para<br />
acampar siquiera una noche en este<br />
lugar. Jugamos con los controles<br />
observando este tes go de otros<br />
empos, tratamos de comprender<br />
como habrán sufrido los úl mos<br />
momentos antes del aterrizaje forzoso en este desér co paraje. Mirando a través<br />
del parabrisas rajado el paisaje resultó inigualable. La sal se había depositado en el<br />
vidrio sin dificultar demasiado la visión: el cielo casi sin nubes, a la derecha el<br />
Fandango (5612 msnm) con algo de nieve y a la izquierda el 5173 msnm también<br />
llamado Fandango en el mapa, aunque quizás sea el Cerro de la Laguna Verde.<br />
Retrocedí unos pasos para sacar la foto del bello panorama, pero incluyendo los<br />
restos del instrumental y cables iluminados por los rayos de sol que se filtraban<br />
dándole un toque de irrealidad. Contemplamos un poco más el entorno y decidimos<br />
volver.<br />
El regreso fue más azaroso. Pasamos por los restos de otras dos yeguas y justo antes<br />
de tocar erra firme, Tony resbaló. La sal hizo contacto con una pequeña herida en<br />
su mano y mi compañero tuvo la “suerte” de ver las estrellas…<br />
Foto e Historia: Marcelo Scanu, quien es auspiciado por los excelentes equipos Forest<br />
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