Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
cuando mamá le zumbaba el<br />
cable en las posaderas cada que<br />
dejaba la sopa en el plato. Le<br />
dolía como cuando papá llegaba<br />
con aliento extraño y se tumbaba<br />
arriba de él, haciéndole doler en<br />
medio de las nalgas mientras le<br />
decía: “¡Los niños idiotas sólo<br />
sirven para esto…!” Micky no<br />
decía nada. Mamá no decía<br />
nada. Abuelos… callaban.<br />
Cuando papá dormía y mamá<br />
lloraba, Micky salía al patio<br />
a mirar el cielo. Se frotaba<br />
constantemente sus orejas<br />
y doblaba las rodillas en un<br />
movimiento compulsivo, casi<br />
imperceptible e incontrolable. A<br />
veces, si se cansaba o le dolía<br />
mucho el cuerpo, se sentaba en<br />
la tierra a seguir mirando al cielo.<br />
En el pueblo le decían<br />
“el mongol”. Aun cuando mamá<br />
se empeñaba en ocultarlo y<br />
no dejarlo salir a la calle, aún<br />
cuando le tapaba la boca con la<br />
mano o las almohadas para que<br />
no se oyeran sus gritos: “¡Cállate,<br />
pareces loco!, ¡cállate con una<br />
chingada… van a pensar que te<br />
estoy matando…!”.<br />
Qué difícil era para mamá<br />
entender a Micky. Lo golpeaba<br />
hasta cansarse sin preguntarle<br />
porque lloraba o cuál era el<br />
motivo que lo hacía gritar. Micky<br />
sólo tenía hambre.<br />
Cuando papá se fue de la casa,<br />
mamá decidió llevarse a Micky<br />
a la ciudad. “Allá no lo tratarán<br />
como mongol”, pensó mamá.<br />
Micky llegó a la ciudad<br />
envuelto en gritos, patadas y<br />
llanto. El ruido de los camiones,<br />
de tanta gente, de los autos, lo<br />
desorientaba. Lo hacían temblar<br />
de pies a cabeza, igual que el<br />
frío.<br />
-¡Qué lindo niño! ¿Es su hijo?<br />
– le preguntaban a mamá que,<br />
tímida y desconfiada, respondía:<br />
-Sí, es mi hijo… -Mamá temía a<br />
las burlas. Mamá no quería un<br />
hijo idiota.<br />
Pasaron los años y Micky creció<br />
fuerte y hermoso, sumamente<br />
inteligente, aprendió a leer y<br />
a escribir solo, y mamá pensó<br />
que sería buena idea llevarlo a<br />
la escuela pues parecía un niño<br />
tan normal.<br />
Lo llevó al kínder pero, a la<br />
semana de inscrito, lo sacó de<br />
la escuela pues las “misses”<br />
le cerraban las puertas de<br />
los salones y lo obligaban a<br />
estar solo en el patio, para que<br />
las dejara dar clases. Ellas<br />
tampoco comprendieron a<br />
Micky: -Señora, su hijo está<br />
súper malcriado, le recomiendo<br />
que lo lleve al sicólogo- dijo<br />
la “miss” a mamá que, en ese<br />
momento, casi arrancaba la<br />
oreja de Micky de un pellizco.<br />
-- Pa’ puras vergüenzas contigo,<br />
maldito escuincle…- bufó mamá<br />
mientras Micky comenzaba a<br />
gritar a todo pulmón. Regresaron<br />
a casa pasando por un viacrucis<br />
de gritos, lágrimas, orejas<br />
sangrantes y rematando con el<br />
cable zumbando detrás de Micky.<br />
Esa noche no pudo salir a mirar<br />
el cielo, no pudo levantarse de la<br />
cama.<br />
Mamá llevó a Micky al DIF donde<br />
atienden a personas que sufren<br />
por dentro. La doctora le explicó<br />
a mamá que Micky era un chico<br />
muy especial, una clase de<br />
genio y que intentaría ayudarlo.<br />
Y efectivamente, sólo lo intentó,<br />
pues mamá sorprendió a la<br />
doctora jaloneando a Micky<br />
para obligarlo a sentarse en la<br />
silla. Mamá salió llorando con<br />
Micky chillando de dolor por la<br />
“enchilada” de brazo que le dio<br />
por portarse mal con la doctora.<br />
Una conocida le dio a mamá<br />
los datos de un “paidosiquiatra”<br />
que, le aseguró, ayudaría a<br />
Micky. Mamá lo entrenó todo<br />
un mes para que no fuera a<br />
portarse mal con el doctor. A<br />
punta de golpes, jalones de<br />
oreja, pellizcos y el infaltable<br />
cable que, no olvidó en el pueblo<br />
y lo empacó pensando en Micky.<br />
Cuando mamá consideró que<br />
estaba todo listo, hizo el viaje<br />
de una hora en autobús hasta el<br />
manicomio donde trabajaba el<br />
“paidosiquiatra”. Era un hombre<br />
viejo, con un rostro surcado de<br />
arrugas, pero muy amable que,<br />
apenas vio a Micky, comprendió<br />
su situación.<br />
-Micky es un gran chico, señoradijo<br />
el doctor- pero me temo que<br />
éste no es sitio para él. Micky<br />
necesita estar involucrado en la<br />
13