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MEDIOS<br />
la gravedad del escenario, la<br />
fragilidad del país convoca al<br />
debate, no a imponer una Ley<br />
que si no se acota como debe,<br />
podría suspender cualquier<br />
clase de garantía ciudadana,<br />
desde el libre tránsito hasta las<br />
mismas elecciones.<br />
seguridad nacional representa,<br />
en principio, corresponsabilidad<br />
de todos los actores (sociedad<br />
y gobierno), no debemos<br />
limitarnos a la pobre –y a veces<br />
corta– perspectiva ofrecida<br />
desde una partidocracia viciada;<br />
esto podría implicar mayor<br />
perjuicio.<br />
Sumemos opiniones y<br />
orientemos esfuerzos hacia<br />
la ruptura de tendencias<br />
arraigadas que los mexicanos<br />
mantenemos y arrastramos en<br />
nuestra contra.<br />
Primordial resulta atender a la<br />
razón y dejar de lado el seductor<br />
espejismo de los líderes de<br />
opinión.<br />
Podremos escuchar<br />
repetidamente a políticos de<br />
distintas corrientes, con arengas<br />
a favor de la “unidad nacional”,<br />
pero todo ello deberá estar<br />
direccionado a la prioridad<br />
para dar seguimiento oportuno<br />
a las frecuentes tragedias<br />
dando voz y participación a<br />
quien no la tiene.<br />
Si nos limitamos a escuchar<br />
a los presidentes de las tres<br />
primeras fuerzas políticas<br />
o a los coordinadores de<br />
los diputados y senadores,<br />
“sumando voluntades” en<br />
televisión nacional, ¿dónde<br />
queda el descontento público?<br />
¿dónde la pluralidad pregonada<br />
y la verdadera representación<br />
popular?<br />
En este sentido, es importante no<br />
olvidar que como ciudadanos,<br />
somos más importantes<br />
que cualquier conductor de<br />
la fábrica de sueños. Ellos,<br />
estructuran e implementan un<br />
confuso y tramposo consenso;<br />
pero ocultan y no se atreven<br />
a profundizar en los hechos<br />
recientes –a tomar el toro por los<br />
cuernos– mucho menos a ofrecer<br />
análisis veraz e imparcial, limpio<br />
de cualquier oscuro interés.<br />
Para salvar el espectáculo<br />
y contener el escándalo, sin<br />
entrar en contradicciones,<br />
optaron por la vía fácil:<br />
utilizar voces de académicos,<br />
políticos, deportistas y<br />
actores, para saturarnos con<br />
intensa y desviada actividad<br />
propagandística; vendas de<br />
unidad, velos de fraternidad y<br />
humaredas de fortaleza.<br />
Muestra de su capacidad<br />
para manipular y capitalizar<br />
las repercusiones del<br />
miedo colectivo, por ello, es<br />
recomendable mantenerse<br />
al tanto, darse cuenta y<br />
documentarse, acerca de la<br />
catástrofe lamentable por la<br />
que nuestro pueblo atraviesa y<br />
tomar alguna acción, cualquiera<br />
que sea: debatir, proponer y/o<br />
involucrarse.<br />
¿Podríamos<br />
declararnos<br />
“bienvenidos” a una realidad<br />
mediatizada, ahora que el<br />
vocero del congreso parece<br />
ser Joaquín López-Dóriga, y la<br />
tribuna perfecta creo que ya no<br />
se encuentra en San Lázaro sino<br />
en San Ángel, sería absurdo.<br />
Desde “el recinto de las<br />
luminarias” se evade la realidad<br />
del ciudadano común, el de a<br />
pie. Se maquilla el contexto con<br />
noticias vacías y asuntos poco<br />
relevantes para el grueso de la<br />
población, por si fuera poco, se<br />
imagen de las instituciones<br />
encargadas de procurar a la<br />
ciudadanía.<br />
a las audiencias verdaderamente<br />
críticas, se les restringe todo<br />
derecho a cuestionar y opinar<br />
acerca de la eventual reforma de<br />
la Ley en cuestión.<br />
Vuelven y renacen los vicios<br />
de antaño. Las prácticas<br />
aparentemente olvidadas<br />
adquieren fuerza y se alojan<br />
con rapidez en las entrañas de<br />
una sociedad no sólo politizada<br />
sino presa de facciones<br />
contrapuestas.<br />
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