La deserción no es una opción

sentí algo así, de hecho fue en esa misma
semana que me pasó lo mismo con un saber
diferente, esa fue una de las peores semanas que
he vivido dentro del SENA. Me sentía muy mal,
lloraba, me desesperaba el hecho de no poder
lograrlo, en realidad, por mi cabeza había
pasado más de una vez el hecho de renunciar, no
colaboraba mucho en el grupo, todos ellos me
ayudaban, intentaban que yo pudiera ser normal
en ese ámbito, me sentía inútil, me sentí un peso
muerto para el grupo, la que nunca me dejó
decir eso fue mi familia, todos creen que soy
buena, todos mis familiares confían en mis
capacidades y en que saldré adelante, así que
nunca hablé, el tiempo pasó y dejé de pensar en
eso, seguí con mi vida, porque cuando uno tiene
tiempos difíciles o algo que te desanima, lo
mejor es seguir ahí, luchando, no renunciar a las
cosas.
Estoy agradecida de no haberlo hecho, de
no haber hablado sobre qué era lo que pasaba
por mi mente en esos momentos; volví a
cambiar de mesa y estos cambios los empecé a
ver como un punto a favor para mejorar mi
timidez a la hora de exponer, porque así los
conocería a todos, entraría en confianza con mis
compañeros y eso me haría más fácil realizar
una exposición en frente de ellos. Todo había
mejorado un poco hasta que empezaron a llegar
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