La deserción no es una opción

decidimos esconderle la llanta de adelante para
ver cuál era la reacción de la dueña, después de
haberle escondido la llanta, nos fuimos para el
salón, como a los 30 minutos se acercó el
guarda y le dijo a la compañera que se le habían
robado la llanta de la bicicleta y que saliera para
mirar, cuando la compañera regresa al salón
estaba muy triste, se dirige a mí y me dice
“¡parce, se me robaron la llanta de la cicla!”,
con los demás compañeros fuimos a ver cómo
para disimular, al momento ya de verla a punto
de llorar decidí entregarle la llanta, ese día no
parábamos de reírnos.
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