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R.L Stine- El Mago Diabólico

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Oí unas enérgicas pisadas sobre la grava del aparcamiento que se acercaban a mí.<br />

«Ya están aquí —pensé—. Me han pillado con las manos en la masa. Seguro que me detienen.»<br />

—¿Dónde estabas? —dijo la voz.<br />

«¡Ginny! ¡Huy!» Me había olvidado totalmente de ella.<br />

—¿Te ibas sin mí? —preguntó.<br />

—Yo-yo —tartamudeé, sin saber qué decir. No quería admitir que me había olvidado completamente<br />

de ella—. No… no me iba sin ti. Te he estado buscando. ¿Dónde te habías metido?<br />

—Pues buscándote, Tim —replicó ella—. ¿Qué ha pasado? ¡Desapareciste y… no volvías!<br />

—Es una larga historia —suspiré.<br />

<strong>El</strong>la se agachó para leer lo que ponía en la maleta negra. «Propiedad de Amaz-O.»<br />

—¿De dónde lo has sacado?<br />

—Me lo ha dado él —mentí—. Qué amable, ¿verdad?<br />

<strong>El</strong>la alargó la mano para abrir el cierre de la caja.<br />

—Genial. ¿Qué hay dentro?<br />

Yo le aparté la mano.<br />

—Ya te lo enseñaré en casa. Está llena de cosas.<br />

Amaz-O me la dio en agradecimiento por haber hecho tan bien el truco de la desaparición.<br />

Ginny no salía de su asombro.<br />

—Si Amaz-O te lo ha dado —comenzó a decir—, ¿por qué vienen esos vigilantes hacia aquí?<br />

Miré hacia el edificio y vi dos vigilantes que cruzaban el aparcamiento linterna en mano. ¡Oh!<br />

—¡Larguémonos! —dije, sin soltar la maleta—. Rápido… ¡monta en tu bici y vámonos!<br />

—¡No puedo! —chilló Ginny.<br />

—¿Eh? ¿Por qué?<br />

—¡Mi bici no está!

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