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R.L Stine- El Mago Diabólico

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deslicé por la manga.<br />

Comencé a mover las conchas en la mesita, cambiándolas de posición.<br />

—¿Debajo de qué concha está la bola? —les pregunté.<br />

—De ésa —contestó Ginny, señalando la de la derecha.<br />

—¿Estás segura? —le espeté—. Foz, ¿dónde crees que esta?<br />

—En la misma que Ginny —dijo—. No he dejado de mirarla.<br />

—Vamos a ver —dije, a sabiendas de que la bola no estaba debajo de aquella concha… ni debajo de<br />

ninguna. Notaba su contacto en la muñeca.<br />

Levanté la concha y… me quedé pasmado: ¡había una bola! Una bola roja, igual que la que había<br />

escamoteado.<br />

—¡He acertado! —gorjeó Ginny—. Vaya truco más tonto.<br />

—¡Es imposible! —chillé, sacando la bola de la manga. Si la había escamoteado…<br />

—Qué raro —musité—. Voy a probar otra vez.<br />

Tiré la primera bola al suelo y cogí la segunda para simular que la ponía debajo de otra concha y<br />

escamotearla de nuevo en la manga.<br />

—Veamos —dije moviendo las conchas en la mesita, esta vez más rato.<br />

—La bola está debajo de la primera —dijo Foz.<br />

—Sí, la primera —añadió Ginny.<br />

—¡Esta vez os equivocáis! —exclamé. Levanté la primera concha y… ¡otra bola roja!<br />

—Eres un as, Tim —comentó Ginny burlona.<br />

—Un momento —dije, y levanté las otras dos conchas.<br />

¡Las tres tenían una bola roja!<br />

—No me sale —farfullé. Volví a poner las conchas y a levantarlas. ¡Más bolas! ¡Ahora tenían todas<br />

tres bolas!<br />

—No es el truco de la bola que yo conocía —comenté aturdido—. Debe ser otro.<br />

—Es mucho más divertido que tu truco de tontos —dijo Ginny—. ¡Las bolas salen de no se sabe<br />

dónde!<br />

Las conchas comenzaron a bailar y de ellas salían bolas como si fuesen palomitas de maiz. Díez<br />

bolas. Veinte. Toda la mesa llena de bolitas que caían al suelo.<br />

—¡No paran de salir! —exclamó Foz pasmado—. ¡Van a formar un montón que nos llegara hasta el<br />

cuello!<br />

«¿Cómo interrumpo esto?», pensé.<br />

«¿Podré interrumpirlo?»

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