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R.L Stine- El Mago Diabólico

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No contestó.<br />

Volví a probar.<br />

—Oiga, señor Amaz-O.<br />

—No está —dijo Foz—. Vámonos.<br />

—Chssss —le susurré, empujando la puerta y entrando en el camerino. Una lamparita, de luz<br />

mortecina, alumbraba el tocador. E1 gran Amaz-O estaba sentado en el sofá y desde la puerta se le veía<br />

la parte izquierda del cuerpo. Miraba a la pared y no pareció advertir nuestra presencia.<br />

—Señor Amaz-O —le dije cortesmente—. Soy yo otra vez. <strong>El</strong> que hizo desaparecer en su<br />

espectáculo.<br />

Pense que ahora Amaz-O volvería la cabeza para mirarnos, pero no. No se movía y seguía sentado.<br />

«Vaya —pensé—, si que detesta a los chicos. O detesta a sus admiradores, o a todo el mundo. Qué se<br />

yo.»<br />

«Cuando yo sea un gran mago —me prometí—, no seré como Amaz-O. No dejaré que la fama se me<br />

suba a la cabeza. Seré amable con la gente.<br />

Esto es absurdo.»<br />

Me daba igual lo que le pasara a Amaz-O. Necesitaba que me ayudase… lo necesitaba<br />

desesperadamente. Y no iba a marcharme hasta que lo hiciera.<br />

Di unos pasos más hacia el interior del camerino.<br />

—Señor Amaz-O, lamento molestarle, pero es que necesito su ayuda. Es importante.<br />

Amaz-O ni se movía. Seguía mirando a la pared en silencio.<br />

—¿No estará dormido? —susurró Foz.<br />

Yo me encogí de hombros. Volví a respirar hondo y me fui acercando despacio al sofá.<br />

—Ya sé que me dijo que me largase —dije—. No le molestaría si no fuese un caso de vida o<br />

muerte… se lo juro.<br />

No contestaba. Me volví hacia Foz, que estaba en la puerta encogido de miedo y como dispuesto a<br />

salir corriendo, y le hice seña de que entrase.<br />

Foz entró y, temblando, dejó la maleta en el suelo.<br />

Yo miré a Amaz-O pero él ni me hizo caso.<br />

«¿Quién se creerá que es? —pensé enfadado—. ¡No puede tratarme así! Yo no me voy hasta que me<br />

ayude a convertir a Ginny de nuevo en chica.»<br />

Me armé de valor y me acerqué a él. No me miró, y yo le di unos golpecitos en el hombro.<br />

Y cayó de lado. ¡Zump!<br />

Foz contuvo un grito.<br />

—¿Está…? ¿Está…?<br />

Yo miré el cuerpo tumbado en el sofá.<br />

—¡No está vivo! —grité—. ¡Amaz-O no está vivo!

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