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<strong>Alegraos</strong> octubre 2016 Página 4<br />
El camino de la vida<br />
Por Alfonso González, Médico de familia<br />
Es de bien nacido ser agradecido<br />
Todos recordamos la escena<br />
evangélica en la que diez leprosos<br />
fueron curados y solo uno se mostró<br />
agradecido. Nadie creo que se sorprenda<br />
del episodio, pero el Señor<br />
quiso subrayar esta ingratitud humana,<br />
que hiere su corazón. Claro que<br />
la ingratitud no nos sorprende, pero<br />
corremos el peligro de acostumbrarnos<br />
a ella, y no hay nada más<br />
peligroso que el tener un corazón<br />
que replegado y encogido sobre sí<br />
mismo, ávido de su propio interés,<br />
porque se hace duro para una donación<br />
generosa, y se aísla en la<br />
ingratitud.<br />
En toda educación cristiana juega<br />
un papel esencial la virtud graciosa<br />
del agradecimiento verdadero,<br />
porque un corazón agradecido no<br />
puede no ser generoso y como dice<br />
San Juan Bosco, “la experiencia demuestra<br />
que la gratitud en la juventud<br />
es casi siempre presagio de un<br />
venturoso porvenir”.<br />
Podríamos decir que la gratitud<br />
no es otra cosa que el arte de manifestarse<br />
grato, agradable o el arte<br />
de despertar en los demás un sentimiento<br />
agradable por la gratitud<br />
manifestada.<br />
Ya en la misma definición atisbamos<br />
la hermosura de la virtud tanto<br />
para el que es agradecido como<br />
para el que recibe el agradecimiento.<br />
Pero es virtud que ha de arrancar<br />
del corazón, hemos de educar<br />
el corazón para hacerlo agradecido,<br />
siempre agradecido. De otro modo,<br />
las pruebas de gratitud serán meramente<br />
manifestaciones exteriores y<br />
no llegarán nada más que a la altura<br />
de una formalidad social que guarda<br />
las apariencias y cumple con una<br />
norma de educación.<br />
Dar gracias es dar gracias, no<br />
es un discurso, ni apelotonar expresiones<br />
cargadas de admiraciones.<br />
Dar gracias es dar gracias, con sencillez,<br />
pero con lealtad y hondura.<br />
La actitud del corazón agradecido<br />
se prolonga en todos los momentos,<br />
aunque con las palabras no se manifieste.<br />
Es el corazón que se sabe<br />
amorosamente obligado, rendido<br />
deudor de favores.<br />
El corazón ingrato en cuanto<br />
acaba su conversación acaba con la<br />
gratitud, porque no había nada en el<br />
corazón auténticamente agradecido.<br />
La gratitud no puede enseñarse<br />
con reglas fijas, porque es la explosión<br />
de un corazón ennoblecido de<br />
los más ricos sentimientos, amigo de<br />
sentimientos sencillos, hondos, de<br />
esas virtudes que parecen pequeñas,<br />
pero que constituyen la urdimbre de<br />
toda la vida, y que se forjan en el<br />
sacrificio silencioso. Fracasaremos<br />
siempre mientras queramos sacrificios<br />
gloriosos, porque la esencia del<br />
sacrificio es la oscuridad.<br />
En muchas ocasiones vivimos<br />
con amargura y nos falta paz porque<br />
estamos esperando situaciones estridentes,<br />
grandes heroísmos, sacrificios<br />
magníficos... cuando el secreto<br />
está en las acciones más sencillas y<br />
cotidianas... en los pequeños detalles<br />
de la vida ordinaria... y la gratitud<br />
como disposición habitual y<br />
virtuosa es deliciosa, y cuando se derrama<br />
sobre esas pequeños cosas que<br />
parecen insignificantes en sí mismas,<br />
pero que constituyen la vida, hacen<br />
una vida admirable. La gratitud<br />
supone un corazón educado en la<br />
comprensión, en la benevolencia,<br />
en la simpatía, en la generosidad y<br />
sobre todo en el Amor, y estas son<br />
las mejores cualidades para hacer<br />
una vida dichosa y repartir dicha.<br />
La gratitud es toda una filosofía de<br />
vida.<br />
Hay un hecho tan cotidiano<br />
como universal, que no es otro, que<br />
muchos corazones esperan todos los<br />
días la caricia de la gratitud. Para<br />
nada esperan dinero, ni bienes materiales,<br />
porque hay favores que no<br />
se pagan con todo el oro del mundo,<br />
solo esperan un gesto de agradecimiento,<br />
entre otras cosas, porque es<br />
la respuesta de la caridad en el alma.<br />
La gratitud que no cuesta dinero,<br />
pero que quien la dispensa es rico y<br />
enriquece a quien la recibe.<br />
Si nos damos cuenta, los más<br />
íntimos dolores y las más grandes<br />
alegrías se suelen producir en el roce<br />
de la vida cotidiana. Creo que podemos<br />
decir que la vida se agría por la<br />
general ingratitud. Y muchas veces<br />
no es una ingratitud formal, es simplemente<br />
una rigidez en el gesto, una<br />
especie de alejamiento distante, una<br />
falta de cordialidad, de forma que a<br />
veces las personas de un mismo idioma<br />
hablan lenguas distintas, o incluso<br />
no hablan...<br />
Pero ¿cómo podemos cultivar<br />
la gratitud, cómo podemos educar<br />
el corazón para ser agradecido? Ya<br />
hemos dicho que no hay reglas fijas,<br />
pero vamos a apuntar unas ideas...<br />
En primer lugar hay que empezar<br />
por ser agradecido a Dios, y también<br />
a todas las personas, incluso<br />
aquellos que pueden habernos hecho<br />
algún mal. Cada uno es dueño de<br />
su propio destino. No lo será ciertamente<br />
de las situaciones exteriores,<br />
pero sí de su propio corazón...<br />
Un corazón agradecido debe saber<br />
dar... Dar siempre. Ese dar está<br />
muy por encima del esperar o recibir.<br />
La gratitud está en las antípodas<br />
del egoísmo. La generosidad es la<br />
disposición habitual del corazón<br />
agradecido.<br />
Gran parte de las inquietudes del<br />
interior de las personas se deben al<br />
desconocimiento de esta ley fundamental<br />
de saber dar. Nos quejamos y<br />
vociferamos contra muchas cosas, y<br />
en el fondo todo es el grito de nuestro<br />
egoísmo que reclama derechos y