libro Unidad 5-1526267192

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iniciativas que disipen los impedimentos a la conducta prosocial y permitan a todos funcionar
de manera regular de acuerdo con su potencial.
Esta no es una afirmación alegre sobre el futuro. Este libro sostiene que si la mala conducta
representa una proporción muy pequeña de las acciones de la gente, la TCA explica el resto, es
decir, la enorme cantidad de comportamientos positivos. Lo hace, además, sin hacer
suposiciones extraordinarias sobre las capacidades de razonamiento del cerebro. De forma
inexorable, la teoría muestra paso a paso cómo el cerebro produce la conducta altruista de una
manera bastante sorprendente: no porque se base en un procesamiento de la información mayor
de lo habitual, sino porque realmente reduce la precisión del flujo de información. En
realidad, la TCA propone que hacemos «más» con menos datos de conjunto.
Por consiguiente, este capítulo hace tres cosas. La primera, y más importante, expone los
detalles de la TCA, para después ofrecer un atisbo de las grandes cantidades de pruebas
neurocientíficas que demuestran cada paso y que se explicarán detalladamente en el capítulo 3;
por último, para seguir los detalles de la TCA en un acontecimiento de la vida real, considera
un ejemplo sorprendente: Stephen Siller. Siller, un experimentado bombero de la ciudad de
Nueva York, iba a ir a jugar al golf con sus hermanos en su día libre, el 11 de septiembre de
2001. Estaba en Brooklyn. Cuando se enteró de que un avión había chocado contra las Torres
Gemelas, se dirigió al Brooklyn Battery Tunnel, lo atravesó con sus veinticinco kilos de
equipo de bombero, y se dirigió tan rápido como pudo a Manhattan. Una vez allí, otro
bombero lo llevó hasta las torres, donde murió durante un intento de rescate. ¿Cómo
explicamos el altruismo de Siller, así como el de los otros trescientos cuarenta y tres
bomberos y de las demás personas que inicialmente respondieron y que perdieron la vida el
11-S tratando de ayudar a otros? ¿Cuáles son los mecanismos de ese altruismo increíble, y de
millones de actos diarios de amabilidad?
La TCA nos dice que, en unas pocas centésimas de segundo después de comprender la
necesidad de una acción, nuestro cerebro tomará la decisión de la conducta altruista. Es difícil
imaginar que todo suceda tan deprisa, pero todo el empeño de la neurociencia es analizar y
describir lo que es esencialmente imperceptible en tiempo real. En este sentido, la
neurociencia es diferente a la cardiología, por ejemplo, o la mayoría de las disciplinas
médicas, que pueden contemplar el funcionamiento del cuerpo en tiempo real. En
neurociencia, tenemos que comprender las estructuras y funciones profundas del cerebro y
describir lo que es prácticamente imposible de captar en una fotografía que detiene el flujo del
tiempo. Lo propio del cerebro es esa extremada rapidez. Es de este modo, describiendo lo
que podemos ilustrar en un diagrama, pero cuyo despliegue no podemos observar, como
presento los pasos de la TCA, junto con una «foto» de las pruebas científicas citadas en el
capítulo siguiente. Además, puesto que los pasos identificados en la TCA surgen en una acción
—y no, digamos, en una situación física permanente— la teoría tiene una cualidad abstracta
que no se presta al estudio encima de una mesa. Pero, si se piensa, en este mismo sentido
participa de la manera en que básicamente vivimos la mayor parte de nuestra existencia. Esto
es, no examinamos de antemano la inmensa mayoría de nuestras acciones. Por eso es en este
sentido cotidiano en el que presento la teoría, expuesta en cinco pasos concretos.
Pfaff, D., & Sherman, S. (2017). El cerebro altruista: por qué somos naturalmente buenos. Retrieved from http://ebookcentral.proquest.com
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