Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
sueños escabrosos a romperle la tranquilidad a los pobres muertitos y solo nos faltaría<br />
que te pongás a hacer una sesión espiritista para ver qué es lo que quiere ella. Ahora,<br />
¿con qué ganas voy a salir y llegar en la madrugada sabiendo que anda una muerta suelta<br />
en el jardín de mi casa? Imaginate, ¿qué va a pensar mi novio cuando se dé cuenta de<br />
que vivo en una casa embrujada?, ¿con qué ganas va a venir a visitarme? —argumentó<br />
Ivania, con su peculiar charlatanería; mientras, Antonio trataba de buscar una solución<br />
lógica y fría como era característico en él.<br />
—Yo pienso que sería bueno que les paguemos una misa a los dos, tal vez así<br />
descansen en paz. Eso es todo que podemos hacer por ellos, aunque solo sea la muerta<br />
la que anda dando vueltas por el jardín.<br />
—No, aquí lo que hay que hacer es poner en venta la casa otra vez y así podés<br />
comprarte una por la Nunciatura. Te quedaría hasta más céntrico...<br />
—No, mamá, será lo último que haga; toda mi vida, desde pequeña, me fijé una<br />
meta y ya la alcancé, no pienso deshacerme de mi casa, además ellos no fueron malos,<br />
así que dudo mucho que vayan a hacernos daño.<br />
Así transcurrió la noche, llena de discusiones y regaños para la pobre Diana. Los<br />
días pasaron y todo volvió a la normalidad; Ivania, que acostumbraba a llegar a altas<br />
horas, llamaba desde su carro a cualquiera que estuviera despierto para que le abriera<br />
los portones sin tener que bajarse, cuando ya estaba adentro salía corriendo con la vista<br />
al suelo, por nada del mundo la levantaba hasta que llegaba a la puerta. Cuando era<br />
Diana quien iba abrirle, esta le hacía bromas y con una voz gruesa le decía “¡Ángela<br />
está detrás de vos!” Y la pobre Ivania corría más rápido dando gritos hasta que entraba<br />
a la casa.<br />
En la casona todo estaba bien, no había sonidos extraños, ni visiones, así que el<br />
asunto fue quedando en el olvido. Una tarde, Antonio decidió bajar a la biblioteca, allí<br />
comenzó a desempolvar y ordenar algunos libros que estaban en cajas, libros que habían<br />
pertenecido a los Alcázar. Encontró libros de derecho que, seguramente, pertenecieron<br />
a Daniel, Alfredo o Pablo, libros de arte y algunos bocetos con la firma de Ángela, y<br />
comenzó a sentir melancolía por el pasado de personas totalmente ajenas a él. Encontró