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El malestar en la cultura -Sigmund Freud

El malestar en la cultura es una obra de Sigmund Freud publicada a finales de 1929, aunque en su portada figuraba como fecha 1930. Este trabajo, en conjunto con "Psicología de las masas y análisis del yo" que había escrito en 1921, se reconoce como la obra de psicología social más completa de Freud y se le considera al mismo tiempo una de las obras críticas más influyentes del siglo XX. El tema principal de la obra es el irremediable antagonismo existente entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura. Es decir, una contradicción entre la cultura y las pulsiones donde rige lo siguiente: Mientras la cultura intenta instaurar unidades sociales cada vez mayores, restringe para ello el despliegue y la satisfacción de las pulsiones sexuales y agresivas, transformando una parte de la pulsión agresiva en sentimiento de culpa. Por eso, la cultura genera insatisfacción y sufrimiento. Mientras más se desarrolla la cultura, más crece el malestar.

El malestar en la cultura es una obra de Sigmund Freud publicada a finales
de 1929, aunque en su portada figuraba como fecha 1930. Este trabajo, en
conjunto con "Psicología de las masas y análisis del yo" que había escrito en
1921, se reconoce como la obra de psicología social más completa de Freud
y se le considera al mismo tiempo una de las obras críticas más influyentes
del siglo XX.
El tema principal de la obra es el irremediable antagonismo existente entre
las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura. Es
decir, una contradicción entre la cultura y las pulsiones donde rige lo
siguiente: Mientras la cultura intenta instaurar unidades sociales cada vez
mayores, restringe para ello el despliegue y la satisfacción de las pulsiones
sexuales y agresivas, transformando una parte de la pulsión agresiva en
sentimiento de culpa. Por eso, la cultura genera insatisfacción y sufrimiento.
Mientras más se desarrolla la cultura, más crece el malestar.

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topográficos. Verá el muro aureliano casi intacto, salvo algunas brechas. En ciertos<br />

lugares podrá hal<strong>la</strong>r trozos del muro serviano, puestos al descubierto por <strong>la</strong>s<br />

excavaciones. Provisto de conocimi<strong>en</strong>tos sufici<strong>en</strong>tes -superiores a los de <strong>la</strong><br />

arqueología moderna-, quizá podría trazar <strong>en</strong> el cuadro urbano actual todo el curso de<br />

este muro y el contorno de <strong>la</strong> Roma quadrata; pero de <strong>la</strong>s construcciones que otrora<br />

colmaron ese antiguo recinto no <strong>en</strong>contrará nada o tan sólo escasos restos, pues<br />

aquél<strong>la</strong>s han desaparecido. Aun dotado del mejor conocimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> Roma<br />

republicana, sólo podría seña<strong>la</strong>r <strong>la</strong> ubicación de los templos y edificios públicos de<br />

esa época. Hoy, estos lugares están ocupados por ruinas, pero ni siquiera por <strong>la</strong>s<br />

ruinas auténticas de aquellos monum<strong>en</strong>tos, sino por <strong>la</strong>s de reconstrucciones<br />

posteriores, ejecutadas después de inc<strong>en</strong>dios y demoliciones. Casi no es necesario<br />

agregar que todos estos restos de <strong>la</strong> Roma antigua aparec<strong>en</strong> esparcidos <strong>en</strong> el <strong>la</strong>berinto<br />

de una metrópoli edificada <strong>en</strong> los últimos siglos del R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to. Su suelo y sus<br />

construcciones modernas seguram<strong>en</strong>te ocultan aún numerosas reliquias. Tal es <strong>la</strong><br />

forma de conservación de lo pasado que ofrec<strong>en</strong> los lugares históricos como Roma.<br />

Supongamos ahora, a manera de fantasía, que Roma no fuese un lugar de<br />

habitación humana, sino un <strong>en</strong>te psíquico con un pasado no m<strong>en</strong>os rico y prolongado,<br />

<strong>en</strong> el cual no hubier<strong>en</strong> desaparecido nada de lo que alguna vez existió y donde junto a<br />

<strong>la</strong> última fase evolutiva subsistieran todas <strong>la</strong>s anteriores. Aplicado a Roma, esto<br />

significaría que <strong>en</strong> el Pa<strong>la</strong>tino habrían de levantarse aún, <strong>en</strong> todo su porte primitivo,<br />

los pa<strong>la</strong>cios imperiales y el Septizonium de Septimio Severo; que <strong>la</strong>s alm<strong>en</strong>as del<br />

Castel Sant'Angelo todavía estuvieran coronadas por <strong>la</strong>s bel<strong>la</strong>s estatuas que <strong>la</strong>s<br />

adornaron antes del sitio por los godos, etc. Pero aún más: <strong>en</strong> el lugar que ocupa el<br />

Pa<strong>la</strong>zzo Caffarelli veríamos de nuevo, sin t<strong>en</strong>er que demoler este edificio, el templo<br />

de Júpiter Capitolino, y no sólo <strong>en</strong> su forma más reci<strong>en</strong>te, como lo contemp<strong>la</strong>ron los<br />

romanos de <strong>la</strong> época cesárea, sino también <strong>en</strong> <strong>la</strong> primitiva, etrusca, ornada con<br />

antefijos de terracota. En el emp<strong>la</strong>zami<strong>en</strong>to actual del Coliseo podríamos admirar,<br />

además, <strong>la</strong> desaparecida Domus aurea de Nerón; <strong>en</strong> <strong>la</strong> Piazza del<strong>la</strong> Rotonda no<br />

<strong>en</strong>contraríamos tan sólo el actual Panteón como Adriano nos lo ha legado, sino<br />

también, <strong>en</strong> el mismo so<strong>la</strong>r, <strong>la</strong> construcción original de M. Agrippa, y además, <strong>en</strong> este<br />

terr<strong>en</strong>o, <strong>la</strong> iglesia María sopra Minerva, sin contar el antiguo templo sobre el cual fue<br />

edificada. Y bastaría que el observador cambiara <strong>la</strong> dirección de su mirada o su punto<br />

de observación para hacer surgir una u otra de estas visiones.<br />

Evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, no ti<strong>en</strong>e objeto alguno seguir el hilo de esta fantasía, pues nos<br />

lleva a lo inconcebible y aun a lo absurdo. Si pret<strong>en</strong>demos repres<strong>en</strong>tar espacialm<strong>en</strong>te<br />

<strong>la</strong> sucesión histórica, sólo podremos hacerlo mediante <strong>la</strong> yuxtaposición <strong>en</strong> el espacio,<br />

pues éste no acepta dos cont<strong>en</strong>idos distintos. Nuestro int<strong>en</strong>to parece ser un juego<br />

vano; su única justificación es <strong>la</strong> de mostrarnos cuán lejos de <strong>en</strong>contrarnos de poder<br />

captar <strong>la</strong>s características de <strong>la</strong> vida psíquica mediante <strong>la</strong> repres<strong>en</strong>tación descriptiva.<br />

www.lectu<strong>la</strong>ndia.com - Página 9

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