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El Hobbit - J. R. R. Tolkien v1

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—¡Asesinos y amigos de los elfos! —gritó el Gran Trasgo—. ¡Acuchilladlos! ¡Golpeadlos!<br />

¡Mordedlos! ¡Que les rechinen los dientes! ¡Llevadlos a agujeros oscuros repletos de víboras y<br />

que nunca vuelvan a ver la luz! —tenía tanta rabia que saltó del asiento y se lanzó con la boca<br />

abierta hacia Thorin.<br />

Justo en ese momento todas las luces de la caverna se apagaron, y la gran hoguera se<br />

convirtió, ¡puf!, en una torre de resplandeciente humo azul que subía hasta el techo,<br />

esparciendo penetrantes chispas blancas entre todos los trasgos.<br />

Los gritos y lamentos, gruñidos, farfulleos y chapurreos, aullidos, alaridos y maldiciones,<br />

chillidos y graznidos que siguieron entonces, eran indescriptibles. Varios cientos de gatos<br />

salvajes y lobos asados vivos, todos juntos y despacio, no hubieran hecho tanto alboroto. Las<br />

chispas ardían abriendo agujeros en los trasgos, y el humo que ahora caía del techo oscurecía<br />

tanto el aire, que ni siquiera ellos mismos podían ver. Pronto empezaron a caer unos sobre otros<br />

y a rodar en montones por el suelo, mordiendo, pateando y peleando, como si todos se hubieran<br />

vuelto locos.<br />

De repente una espada destelló con luz propia. Bilbo vio que atravesaba de lado a lado al<br />

Gran Trasgo, mudo de asombro y furioso a la vez. Cayó muerto, y los soldados trasgos,<br />

huyendo y gritando delante de la espada, desaparecieron en la oscuridad.<br />

La espada volvió a la vaina. —¡Seguidme aprisa! —dijo una voz fiera y queda. Y antes que<br />

Bilbo comprendiese lo que había ocurrido, estaba ya trotando de nuevo, tan rápido como podía,<br />

al final de la columna, bajando por más pasadizos oscuros mientras los alaridos del salón de<br />

los trasgos quedaban atrás, cada vez más débiles. Una luz pálida los guiaba.<br />

—¡Más rápido, más rápido! —decía la voz—. Pronto volverán a encender las antorchas.<br />

—¡Espera un momento! —dijo Dori, que estaba detrás, al lado de Bilbo, y era un excelente<br />

compañero. Como mejor pudo, con las manos atadas, consiguió que el hobbit se le subiera a<br />

los hombros, y luego echaron todos a correr, con un tintineo de cadenas y más de un tropezón,<br />

ya que no tenían manos para sostenerse. No se detuvieron por un largo rato, cuando ya estaban<br />

sin duda en el corazón mismo de la montaña.<br />

Entonces Gandalf encendió la vara. Por supuesto, era Gandalf; pero en ese momento todos<br />

estaban demasiado ocupados para preguntar cómo había llegado allí. Volvió a sacar la espada,<br />

y una vez más la hoja destelló en la oscuridad; ardía con una furia centelleante si había trasgos<br />

alrededor, y ahora brillaba como una llama azul por el deleite de haber matado al gran señor<br />

de la cueva. No le costó nada cortar las cadenas de los trasgos y liberar lo más rápido posible<br />

a todos los prisioneros. <strong>El</strong> nombre de esta espada, recordaréis, era Glamdring, Martillo de<br />

enemigos. Los trasgos la llamaban simplemente Demoledora, y la odiaban, si eso es posible,<br />

todavía más que a Mordedora. También Orcrist había sido salvada, pues Gandalf se la había<br />

arrebatado a uno de los guardias aterrorizados. Gandalf pensaba en todo; y aunque no podía<br />

hacer cualquier cosa, ayudaba siempre a los amigos en aprietos.<br />

—¿Estamos todos aquí? —dijo, entregando la espada a Thorin con una reverencia—.<br />

Veamos: uno, Thorin; dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once. ¿Dónde están<br />

Fili y Kili? ¡Aquí! Doce, trece… y he ahí al señor Bolsón: ¡catorce! ¡Bien, bien! Podría ser<br />

peor, y sin embargo podría ser mucho mejor. Sin poneys, y sin comida, y sin saber muy bien<br />

dónde estamos, ¡y unas hordas de trasgos furiosos justo detrás! ¡Sigamos adelante!<br />

Siguieron adelante. Gandalf estaba en lo cierto: se oyeron ruidos de trasgos y unos gritos<br />

horribles allá detrás a lo lejos, en los pasadizos que habían atravesado. Se apresuraron entonces<br />

Archivo<strong>Tolkien</strong>.org 44

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