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Página SIETE Domingo 26 de mayo de 2 019<br />

17<br />

Obertura de un<br />

cargo sinfónico<br />

l El gestor cultural es tan importante como el artista, un buen diálogo entre estas<br />

áreas da resultados valiosos para la visibilidad al hecho artístico, sostiene la autora.<br />

G e st i ó n<br />

Claudia<br />

Pa ch e c o<br />

Gestora y<br />

p ro d u c to ra<br />

c u l t u ra l<br />

“Los espacios<br />

para<br />

los gestores<br />

c u l t u ra l e s<br />

en lo público<br />

muchas<br />

veces se delegan<br />

a personas<br />

que<br />

no han conseguido<br />

una preparación<br />

profesional,<br />

y<br />

aunque en<br />

el país no<br />

c o n te m o s<br />

con una titulación<br />

en<br />

gestión cult<br />

u ra l ”.<br />

Aprincipios de año la Orquesta<br />

Sinfónica Nacional<br />

(OSN) presentó un<br />

programa inaugural de<br />

valses y oberturas, dirigida por<br />

Weimar Arancibia. Recuerdo bien<br />

el afiche, una sinfonía de azules<br />

con el Illimani y la ciudad de La<br />

Paz de fondo, más lo recuerdo,<br />

porque debajo de OSN se lee el<br />

nombre y cargo a in extenso de su<br />

directora ejecutiva. Me pregunté<br />

entonces el porqué de este detalle,<br />

que es motivo de la reflexión que<br />

expongo a continuación.<br />

No es mi intención interpretar<br />

este gesto para señalar una práctica<br />

de forma superficial, este ejercicio<br />

permite observar otra faceta de<br />

la gestión cultural pública, desde<br />

una institución de divulgación y<br />

profesionalización artística especializada<br />

en música.<br />

El gestor cultural en lo público.<br />

El trabajo de un gestor cultural<br />

requiere amplias capacidades<br />

que demuestren competencia<br />

a la hora de ponerse al servicio<br />

de la obra artística, de quienes<br />

la hacen y quienes la consumen.<br />

La directora ejecutiva de la<br />

OSN ocupa un espacio de gestión<br />

cultural, como servidora<br />

pública, bajo este título y dentro<br />

de la institución estatal, tiene la<br />

tarea de la administración de un<br />

bien cultural.<br />

Este “b i e n”, en materia económica,<br />

es un producto creado por<br />

ciudadanos que trabajan la música<br />

interpretada por medio de instrumentos,<br />

y se consume a través de<br />

las sensibilidades de los ciudadanos,<br />

quienes como público, consiguen<br />

emociones, historias.<br />

La administración de la OSN no<br />

se simplifica a la presentación de<br />

programas de concierto, entre algunas<br />

de sus tareas de gestión administrativa<br />

están las de dar condiciones<br />

para el desarrollo de su<br />

oficio a músicos profesionales,<br />

que al ser parte de la OSN son parte<br />

del Estado (reconociendo así la<br />

profesión de músico).<br />

Su capital humano, en su estructura<br />

interna, se compone<br />

también de personas que se especializan<br />

en el cuidado de una<br />

sala e instrumentos musicales de<br />

formas particulares. Por otro lado,<br />

la circulación de la obra artística<br />

no se limita a las temporadas,<br />

sino a proyectar la accesibilidad,<br />

que no es sinónimo de la<br />

realización de más conciertos, o<br />

de salas llenas un par de fechas al<br />

mes, sino de crear una estructura<br />

para la divulgación de la música,<br />

por ejemplo, para los estudiantes<br />

de las escuelas de música estatales,<br />

en principio.<br />

Con todo esto, tal vez la directora<br />

ejecutiva podría haber incidido<br />

en la generación de un espacio que<br />

contiene una serie de experticia<br />

para el desarrollo musical, forjando<br />

un modelo de gestión que trabaje<br />

en la eliminación de los mitos<br />

elitistas que existen alrededor de<br />

la música clásica, más que en la visibilidad<br />

de su cargo con recursos<br />

del Estado, recursos de los ciudadanos.<br />

El cargo de dirección ejecutiva<br />

por encima de la obra artística<br />

y de quienes la hacen.<br />

Para el gremio/sector artístico, y<br />

desde quienes habitamos cotidianamente<br />

el paisaje artístico, damos<br />

por sentado las labores de la<br />

cadena de producción por la suma<br />

de conocimientos que hemos adquirido<br />

desde diversas fuentes,<br />

por lo que las tareas y la importancia<br />

del gestor cultural en una empresa<br />

artística las podemos definir<br />

con algunas certezas, en cuanto<br />

a las buenas prácticas de este<br />

oficio y la legitimidad que ha ganado<br />

en estos años en el país.<br />

El gestor cultural es tan importante<br />

como el artista, un buen<br />

diálogo entre estas áreas da resultados<br />

valiosos, evidentemente<br />

para la visibilidad al hecho artístico.<br />

Sin embargo, en el proceso<br />

de visibilidad, cada cual ocupa<br />

un lugar. Si fuera un campo de<br />

batalla, en el escenario, los artistas<br />

defenderán la obra artística,<br />

la gestión cultural dará batalla<br />

en los espacios de la administración<br />

y la producción que permiten<br />

equilibrar las exigencias de<br />

una obra artística.<br />

Ambos oficios desarrollan tareas<br />

de creación, insisto, en diálogo,<br />

ya que trabajamos con sensibilidades.<br />

El trabajo de los gestores<br />

culturales es reconocido<br />

por sus intervenciones profesionales,<br />

en el dominio de sus conocimientos<br />

especializados para<br />

desarrollar sus tareas al servicio<br />

del desarrollo artístico, y no como<br />

palanca mediática.<br />

Es un ámbito complejo y, si<br />

bien el oficio de la gestión cultural,<br />

con nombre y apellido es medianamente<br />

joven en nuestro<br />

medio, existe, se nombra y ocupa<br />

plazas importantes dentro de<br />

las instituciones de Gobierno.<br />

Su definición en esta temporalidad<br />

es clave, para no caer en graves<br />

errores, que lejos de fomentar<br />

la profesionalización deterioran<br />

los diálogos.<br />

Nuestro “órgano rector”, o sea,<br />

el Ministerio de Culturas, parece<br />

que aún tiene dificultades al redactar<br />

algunos conceptos, o en<br />

determinar simplemente las tareas<br />

de los gestores culturales públicos,<br />

y esto no sería un problema<br />

si existiera la voluntad de trabajar<br />

con el sector respetando los conocimientos<br />

que los trabajadores del<br />

arte han adquirido.<br />

Son las estrategias institucionales,<br />

hechas por seres humanos, las<br />

que pueden garantizar de forma<br />

responsable y respetuosa el desarrollo<br />

artístico, no podemos darnos<br />

el lujo de reducir las capacidades<br />

de un sector que se ha ido profesionalizando<br />

a lo largo de esta<br />

nuestra historia.<br />

Llegamos hasta aquí con un<br />

bagaje importante desde nuestro<br />

quehacer en nuestro paisaje,<br />

hoy nos reconocemos como gestores<br />

culturales, agradecemos el<br />

término, es necesario, sin embargo<br />

no hay que olvidar que tenemos<br />

ascendencia, no estamos<br />

inventado nada, le damos la forma<br />

que es necesaria a la dinámica<br />

actual, que a su vez, se irá actualizando<br />

de acuerdo a las necesidades<br />

de los contextos y los<br />

tiempos, es por esto que el respeto<br />

a la profesión no debe limitarse<br />

a la enunciación discursiva.<br />

Los espacios para los gestores<br />

culturales en lo público, muchas<br />

veces se delegan a personas que<br />

no han conseguido una preparación<br />

profesional, y aunque en el<br />

país no contemos con una titulación<br />

en gestión cultural, esta preparación<br />

se consigue, a partir de<br />

la práctica, de la investigación y<br />

de la implicación en los procesos<br />

artísticos. Es necesario que la administración<br />

pública reconozca<br />

la vitalidad de esta labor, que<br />

quienes ocupen estos espacios<br />

tengan la perspectiva de alcanzar<br />

un nivel profesional responsable,<br />

ético y acorde a la dinámica social<br />

y cultural, alejarse de la fama para<br />

ponerse al servicio de los ciudadanos<br />

y su sensibilidad.

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