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I n t ro i to<br />

Salvador Romero Pittari solía<br />

decir con sorna que hay<br />

críticos de libros que nunca<br />

los han leído. A riesgo<br />

de caer en el reproche de mi muy<br />

recordado amigo, confieso que no<br />

he leído el Informe de la Comisión<br />

Legislativa titulado grandilocuentemente<br />

Neoliberalismo, enajenación<br />

de las empresa públicas y recursos naturales<br />

de Bolivia, 1985-2005. Usaré de<br />

aquí en adelante el acrónimo NEE-<br />

PRN para referirme a él.<br />

Tampoco lo leeré, porque no<br />

tengo paciencia ni edad para zamparme<br />

más de 2.700 páginas escritas<br />

en lerdo “tecnocratese”. Siempre<br />

he sentido conmiseración por<br />

los cubanos y venezolanos que tenían<br />

que aguantar ocho horas de<br />

peroratas de Castro y de Chávez.<br />

Tampoco he tenido paciencia para<br />

escuchar las letanías de cifras de<br />

los informes de gestión del presidente<br />

Morales.<br />

Mis comentarios acerca del<br />

NEEPRN se basarán entonces en<br />

las argumentaciones televisivas<br />

de sus presentadores, el senador<br />

Medinaceli y el exsenador Mendoza,<br />

las que me han parecido<br />

defectuosas y muy alejadas de lo<br />

que realmente pasó. Para comenzar,<br />

no sitúan las decisiones<br />

en el contexto de la época.<br />

Página SIETE Domingo 21 de julio de 2 019<br />

Economía<br />

El informe que<br />

no he leído ni leeré<br />

l El senador Medinaceli yerra al decir que la capitalización motivó el<br />

cambio al RC-IVA que propuso el gobierno de Sánchez de Lozada en<br />

febrero de 2003.<br />

7<br />

Vicepresidencia del Estado<br />

ideas<br />

Juan Antonio<br />

M o ra l e s<br />

E c o n o m i sta<br />

“En la<br />

capitaliza -<br />

ción se empleó<br />

una ingeniería<br />

fin<br />

a n c i e ra<br />

i n ge n i o s a<br />

pero complicada.<br />

Financiar<br />

a<br />

las empresas<br />

ya existentes<br />

emitiendo<br />

nuevas<br />

acciones<br />

es una<br />

práctica cor<br />

r i e n te”.<br />

La historia verdadera después<br />

del DS 21060<br />

Durante el gobierno de Paz Estenssoro<br />

no hubo privatizaciones.<br />

Era la crítica que yo escuchaba<br />

en los foros de expertos latinoamericanos<br />

a los que asistía.<br />

Si bien con el DS 21060 se había<br />

estabilizado la inflación y se habían<br />

liberalizado los mercados<br />

de bienes, de crédito y, parcialmente,<br />

del trabajo, el sector público<br />

seguía hipertrofiado.<br />

La relocalización de los trabajadores<br />

mineros, que no fue una<br />

privatización, fue motivada por<br />

el shock para la economía nacional<br />

que significó el derrumbe del<br />

mercado internacional del estaño,<br />

que por ese entonces era la<br />

principal exportación boliviana.<br />

Por culpa de ese shock el programa<br />

de estabilización casi hizo<br />

aguas. Sin duda, la relocalización<br />

podía haberse hecho más<br />

cuidadosamente, un reparo que<br />

siempre he sostenido.<br />

Las privatizaciones del gobierno<br />

de Paz Zamora fueron de<br />

pequeñas empresas de las Corporaciones<br />

Regionales de Desarrollo<br />

(CRD), heredadas de la<br />

Corporación Boliviana de Fomento<br />

(CBF). Como nos lo hace<br />

recuerdo Samuel Doria Medina,<br />

la CBF fue concebida, cuando se<br />

fundó, como capital semilla, para<br />

que una vez que las empresas<br />

alcanzaran madurez, fuesen<br />

traspasadas al sector privado.<br />

Más de peso era el argumento<br />

que muchas de las empresas de la<br />

CRD eran deficitarias o tenían<br />

serios problemas de gobierno<br />

corporativo. Algunas de esas<br />

empresas nunca debían haber<br />

estado en el sector público. Parafraseando<br />

a un conocido político<br />

chileno había empresas de palitos<br />

para helados, que obviamente<br />

no eran estratégicas.<br />

El valor de mercado de una empresa<br />

está en función de su rentabilidad<br />

actual y de sus rentabilidades<br />

futuras esperadas. Puede<br />

diferir del valor de adquisición de<br />

la empresa o de sus activos. Lo importante<br />

era que la privatización<br />

se efectuara de manera transparente,<br />

que creo fue el caso.<br />

La ingeniosa capitalización<br />

En la capitalización se empleó<br />

una ingeniería financiera ingeniosa<br />

pero complicada. Financiar<br />

a las empresas ya existentes<br />

emitiendo nuevas acciones es<br />

una práctica corriente en los<br />

mercados financieros desarrollados.<br />

Con esa modalidad se<br />

comparten riesgos, pero a costa<br />

de una dilución del control de la<br />

empresa por sus propietarios<br />

originales. Por otra parte, la valoración<br />

de las nuevas acciones<br />

es compleja en mercados financieros<br />

incipientes, como era<br />

nuestro caso, pero se hizo lo mejor<br />

que se podía simulándolos.<br />

Hay varios ejemplos internacionales<br />

de empresas estatales<br />

que aumentaron sus instalaciones<br />

financiándolas con emisiones<br />

de acciones en los mercados<br />

privados de capital. Lo hicieron<br />

prestigiosas empresas aéreas europeas<br />

y, más cerca de nosotros,<br />

lo hizo Petrobras, años antes de<br />

que estallaran los escándalos de<br />

corrupción.<br />

La capitalización fue una ampliación<br />

del capital de las empresas<br />

pero no fue solo eso. La propiedad<br />

estatal de las empresas<br />

fue transferida a un Fondo de<br />

Capitalización Colectiva (FCC)<br />

para asegurar el pago del bonosol,<br />

que era una renta universal<br />

de vejez. Al principio el bonosol<br />

sería pagado con las utilidades<br />

del FCC, pero con el tiempo sería<br />

también pagado vendiendo las<br />

acciones. La combinación con el<br />

bonosol hacía que la capitalización<br />

fuese un proceso de privatización<br />

a plazos.<br />

Con la capitalización y con una<br />

tributación que combinaba regalías<br />

con impuestos a las utilidades,<br />

se descubrieron los grandes<br />

campos gasíferos, que han<br />

beneficiado enormemente al<br />

país y a este gobierno. Con todo,<br />

faltó acompañar este proceso<br />

con un reforzamiento de las instituciones<br />

de tributación.<br />

El senador Medinaceli yerra al<br />

decir que la capitalización motivó<br />

el cambio al RC-IVA que propuso<br />

el gobierno de Sánchez de<br />

Lozada en febrero de 2003. Las<br />

dificultades fiscales de la época<br />

se debían al costo de la reforma<br />

de pensiones y a la crisis regional<br />

desatada luego de la devaluación<br />

brasileña de enero de 1999.<br />

No se debieron a la capitalización,<br />

la que más bien en esos<br />

años fue el soporte más importante<br />

de la demanda agregada.<br />

Los autores del NEEPRN yerran<br />

igualmente en su cálculo del<br />

valor en dólares de hoy del supuesto<br />

costo de las privatizaciones<br />

y capitalizaciones. No sé cómo<br />

habrán hecho sus cómputos<br />

los auditores que, por mi experiencia,<br />

cometen con frecuencia<br />

errores garrafales. Aún torturando<br />

a los datos yo llego a 16.500<br />

millones y no a 21.000 millones.<br />

No se conoce la trayectoria profesional<br />

de los expertos que elaboraron<br />

el NEEPRN. Sería bien<br />

que sean las universidades que<br />

juzgaran cuán buenos son.<br />

Hay excelentes libros, que con<br />

mucha autoridad y con menos<br />

sesgo y politización que el NEE-<br />

PRN, analizan las privatizaciones<br />

y el proceso de capitalización.<br />

Tal es el caso del libro compilado<br />

por Eduardo Antelo y<br />

Luis Carlos Jemio Políticas de Estabilización<br />

y de Reformas Estructurales<br />

en Bolivia a partir de 1985 (La Paz,<br />

2000). Debo mencionar también<br />

el trabajo Un Siglo de Economía en<br />

Bolivia, 1900-2015 compilado por<br />

Pacheco y Velásquez (La Paz,<br />

2018). Por último y con mucha inmodestia<br />

debo mencionar mi libro<br />

La Política Económica Boliviana<br />

1 9 8 2 - 2 0 1 0, publicado el año 2012.

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