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UN CLARO EN LA SELVA
'lf
u tma ~ovela, El arpa y la sombra, relata los postreros momentos
~e Co~on (y los suyos propios), no sólo el primer narrador de Aménca,
smo el primero que quiso amparar bajo un velo de legalidad
sus relatos, para hacer buenas las promesas de las Capitulaciones
de Sant~ Fe. Ese primer documento sobre una América aún por
descubnr le concedía ya a ésta una dudosa pero ansiada legitimidad.
Se trata tal vez del primer texto novelístico hispanoamericano.
De~de el siglo xvm, todas las modalidades narrativas pero en
espectal la novela tu · · '
. , VIeron que competir con las que crearon o
adaP_taron pnmero las ciencias naturales y luego las ciencias sociales.
Estas era~ los relatos verídicos. Balzac, Galdós y Dickens fueron
los estudtosos Y teóricos sociales de su tiempo, como lo fue
Zola, d_e manera aun más explícita. Hasta donde sé todavía no se
ha escnto un estudt. b 1 1 · , '
. , o so re a re acwn de la novela europea con las
~orma~ ctenttficas del discurso hegemónico. Mi estudio se ocupa
e la lmea de la narrativa que nos lleva a América Latina donde
la
.
fuerza mediadora d
e
1
a ctencta
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ue tal que las narrativas
. '
mas
,
Importantes ni siqu 1·e t d' . . .
d . . , ra pre en tan ser novelas, smo dtversos tipos
_e reportaJe ctenttfico. Por consiguiente, en América Latina en el
stglo XIX (hasta el segundo decenio de este siglo) la narrativ~ asume
la forma
,
de
,
un nue
v
o d"
tscurso
h
egemomco:
, .
la ctencta
. .
y, de
m?do mas espectfico, la mentalidad científica que se expresa a sí
mtsma en ellengua 1· e d 1 · ·
. . e os VIaJeros que recorrieron el continente
escnbtendo sobre su t 1 . '
. , . , . na ura eza y sobre ellos mtsmos. La exploracton
ctentifica traJo cons·g 1 d . .
d , . I o e segun o descubnmtento europeo
e Amenca y los natural" t · ·
H . ts as VIaJeros fueron los nuevos cronistas.
ay huellas de sus escrt"tos d"
tscemt
"bl
es en el viaJe
· .
que reahza
.
el
~arr~dor-protagonista de Los pasos perdidos (la forma de diario
e ~ g)nas partes de la novela también se deriva de este tipo de
escnt?, y en los de Melquíades en Cien años de soledad. En comparacwn,
se ha prestado po t . ,
1 ., ca a encwn a ese vasto proceso de
exp oracwn y reporta]· e cu d. .
b arse en e 1 rectente
.
Tr
'
1
yas
A
tmenswnes pueden apenas atis-
A . d ave ccounts and Descriptions of Latin
co':;:~:d~~o:'; Carib~an 1800-1920: A Selected Bibliography,
por la Organizad~~~ EWelch Y Myri~m Figueras, y publicado
e
stados Amencanos (1982).12 Aunque
t2 Véanse también Edward J Good .
~a York, The Macmillan Co · man, The Explorers of South America (Nue
Jeros británicos hacia Sudam.é' 1
~ 72 (), 8 Y Jean Franco, "Un viaje poco romántico: vianca
1 18-1828)" E ·
, scntura (Caracas), año 4, núm. 7
UN CLARO EN LA SELVA 43
selectivo, este volumen contiene casi trescientas páginas repletas
de entradas. Los nombres de los viajeros científicos allí consignados
son en extremo impresionantes: van desde Alexander von
Humboldt hasta Charles Darwin, incluyendo a gente como Robert
y Richard Schomburgk, Charles-Marie de la Condamine, al capitán
Richard Burton y a muchos otros. La contrapartida ficticia de
estos viajeros científicos es el profesor Challenger, en The Lost
World (1912) de sir Arthur Conan Doyle, cuyo viaje a los orígenes
de la naturaleza lo lleva a América del Sur.
Una conciencia que se expresa en el lenguaje del diario de viaje
científico media la escritura de las narrativas latinoamericanas del
siglo XIX. Estoy muy consciente de que, según la historia literaria
latinoamericana canónica, novelas convencionales como Amalia y
María ocupan el centro de la evolución de la narrativa latinoamericana.
Pero semejante concepción de la historia literaria latinoamericana
es una copia indeliberada de la historiografía literaria
europea que oculta el hecho de que las narrativas latinoamericanas
más influyentes, las que tuvieron mayores repercusiones en las
que surgieron en el siglo xx, no fueron las novelas copiadas de
modelos europeos, como los textos de Mármol e Isaacs, sino que
fueron resultado de la relación con el discurso hegemónico del
periodo, que no fue literario, sino científico. Desde luego, esto es
cierto incluso en el caso de algunas novelas latinoamericanas convencionales,
como Cecilia Valdés (Cuba, 188o) de Cirilo Villaverde,
que debe mucho a informes sobre esclavitud en Cuba que se
ajustaban a un molde científico. En Facundo (1845) de Domingo
Faustino Sarmiento, Francisco (188o) de Anselmo Suárez y Ro
mero, y Os sertoes (1902) de Euclides da Cunha, se describe la
naturaleza y la sociedad de América Latina a través de la red conceptual
de la ciencia del siglo XIX. Como las crónicas del descubrimiento
y la conquista, que a menudo eran documentos jurídicos,
se trata de libros cuya función original está fuera de la literatura.
Originalmente, Francisco formó parte de un informe enviado a las
autoridades británicas en el que se documentaban los horrores de
la esclavitud en Cuba. La historia de América Latina y los relatos
de los aventureros, que intentaban perseguir los secretos más
recónditos del Nuevo Mundo, es decir, su novedad y diferencia, se
(1979), pp. 129-141. El libro de Goodman contiene una excelente bibliografía acerca
de la exploración de América Latina.