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UN CLARO EN LA SELVA
UN CLARO EN LA SELVA 47
siglo XIX convirtió a América Latina en objeto de estudio científico,
1~ _novela. latinoamericana moderna transforma la historia de
Amenca Latma en un mito originario a fin de verse a sí misma
como ~1 otro que todavía habita el comienzo. La teogónica familia
Buendta ~e Cien años de soledad debe su organización a este fenó
~eno, al tg~al que el concepto mismo de Macondo, que evoca los
vzllage studzes comunes en la etnografía.
Los datos históricos en los que apoyo mi hipótesis acerca de la
novela moderna Y su relación con un modelo antropológico son
numerosos· re ,
. • , gresare a este punto en el capítulo final. Baste decir
que Mtguel Angel Asturias estudió etnología en París con Georges
Raynaud, experiencia que tuvo como fruto en 1930 su influy_ente
Leyendas de Guatemala. Uno de los co~pañeros 'de Astunas
en la Sorbona fue n
a
d
a menos que Alejo
.
Carpentter
.
que en
aquel entonces estaba escribiendo ¡Ecué-Yamba-0! (1933,) nove-
que en much
la
os sentt
'd
os es un estudio etnológico de los
'
negros
cubanos. El interés d e · .
, p . e arpentter en la antropología nunca deca-
~0· or ejemplo, cuando estaba escribiendo Los pasos perdidos a
n~lesl de ~os años cuarenta, siguió de cerca la expedición de
Gnau e ast como las actt'vt'd d ·
1
'
a es Y escntos del grupo de antropó-
M ogosd~uleisse refugió en Nueva York durante la segunda Guerra
un ta
_ ·
Hab'
ta o
t
ra escntora
·
cubana preparándose en París en
esos anos: Lydia Cabrera ·
b'd ,
• cuyos estudws precursores sobre la
sa t ur(ta popular afrocubana culminaron con su obra cla'sica El
monte 1954)
·
M'
as recientemente,
·
Severo Sarduy ha sido alumno
15
Carpentier mantenía corres .
que participó en la expedició d P~~en~Ia con André Schaeffner, musicólogo
ción de Los pasos perdid ~ e nau e (véas~ nota 27, pp. 89-90, en mi ediantropólogos
estrechame~s). u~ante su estancia en Nueva York, un grupo de
1
sus integrantes a Claude ~;i~S~cwnados c~n }a vangu~rdia y que contaba entre
ve que permitía el acceso a Santar;:;~s,. pubhco Una revista llamada VW, la da
Es muy posible que el narrad _ omca.de los Venados en Los pasos perdidos.
estos antropólogos. Véase Ja::s ~~::gomsta de la ~oveJa estuviera inspirad? en
Cenrury Ethnogranhy Lt'te•at d ord, The Predtcament of Culture: Twentlethp
.,.. • •· ress,
ure, an Art (C mb 'd M . .
1988), pp. 117 _ 1 8 5
. El exc 1
. a . n ge, ass., Harvard Umversity
~ualquier interesado en Carpen~i:~t~:Ibro d~ Chfford es una lectura obligada para
mtelectual con el mundo des 't · n?Vehsta cubano estaba en íntimo contacto
0
modelo potencial del narrad~~ ~or Cl!fford, desde los escritos de Michel Leiris,
La relación entre este grupo ~~ ago~Ista de Los pasos perdidos, a Lévi-Strauss.
detallados. Carpentier menci~na ~entJer rnerec~ un estudio y una reflexión J?ás
~ en una de sus últimas
1
grupo de arhstas Y antropólogos y la reVJsta
Siglo XXI, 1978), p. 273
.. nove as, La consagración de la primavera (México,
de Roger Bastide, y su De donde son los cantantes (1967) es, entre
varias otras cosas, un estudio antropológico de la cultura cubana,
vista como la síntesis de los tres grupos étnicos principales que
habitan la isla: los españoles, los africanos y los chinos. El ensayo
"El arte narrativo y la magia" (1933) de Borges, en el que el arte
de la narración se compara con dos tipos de curaciones primitivas
esbozadas en The Golden Bough, no es más que una muestra de la
amplia repercusión de Frazer en América Latina. Las huellas de
esta influencia son visibles en Octavio Paz, Carpentier, Carlos
Fuentes, entre muchos otros.
Lydia Cabrera es quizás la autora más significativa en este
aspecto pues representa a un tipo muy importante de escritor latinoamericano
ubicado entre la literatura y la antropología. Cabrera
fue una cuentista de primer rango, al igual que una antropóloga
de primera clase. Su mentor, Fernando Ortiz, también se destacó
en la literatura y tuvo una enorme influencia en las letras cubanas
modernas. Abundan los ejemplos de escritores situados entre la
literatura y la antropología. El más notable en años recientes es
Miguel Barnet, cuya Biografía de un cimarrón (1966) no sólo contiene
todas las desconcertantes dualidades y contradicciones de la
relación entre antropología y literatura, sino que también constituye
el ejemplo perfecto de un libro cuya forma procede de la
antropología y, sin embargo, termina en el campo de la novela. Sin
duda alguna, el peruano José María Arguedas es la figura más dramática
entre estos antropólogos-escritores: antropólogo y novelista,
Arguedas fue criado por indios y su lengua materna fue el quechua,
no el español. Sintió en su propio ser las contradicciones y la
tragedia inherente en la relación entre el antropólogo y la literatura
con una intensidad tal que en 1969lo llevaron al suicidio.
La solución extrema de Arguedas es una versión literal de la
reducción del yo inherente en el proceso de reescritura de la historia
latinoamericana en el contexto de la mediación antropológica.
El método, el discurso, la escritura ocupan el lugar de la vida. El
gesto de Arguedas tiene su contrapartida literaria en Los pasos
perdidos y Cien años de soledad. La radical destrucción del yo de
Arguedas, como la que practica Barnet cuando se vuelve, o finge
volverse, Esteban Montejo, forma parte de la "desescritura" que
entraña la narrativa latinoamericana. La mayor parte de la narrativa
latinoamericana reciente es una "desescritura" en la misma