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DOMINGO 2 DE FEBRERO 05|20<br />
vivo y conozco desde adentro, es del espacio<br />
artístico Casataller, de La Paz. Los compositores<br />
que lo fundaron (Llanque, Palacios, Zuleta,<br />
Bustos), amigos con los que he trabajado harto y<br />
muy de cerca, cuentan, entre uno de sus principales<br />
artefactos muy bien conquistados, con<br />
una disciplina arraigada en lo profundo de sus<br />
huesos. Esa es una de las condiciones imprescindibles<br />
para cualquier obra artística fuerte,<br />
que ponga los pelos de punta. Me tocó oír desde<br />
un recinto contiguo a uno de ellos repetir una<br />
nota en su guitarra eléctrica durante una o dos horas, sacándole<br />
todo el jugo, casi cual un acto espiritual. O vivir con otro<br />
el rigor natural, tensionado, sustentado en el sonido mismo, de<br />
montar obras que parecían irrealizables, batallando por<br />
sonar. La música de tradición escrita te lleva a veces a territorios<br />
no tan alegremente frecuentados del acto musical, que<br />
son como retos explícitos para tu ser más íntimo, alejándote<br />
por momentos, y muy necesariamente, de la idea de la música<br />
sólo como disfrute o entretenimiento.<br />
Fue un concierto memorable. El salón de honor del Municipal<br />
tiene un antiguo empapelado verde, brilla. Algo tenemos<br />
con el verde en Bolivia. Al fondo un retrato de Ballivián. El piso<br />
de madera ahora es más propicio para la música. Se llenó el<br />
concierto. Eran sólo obras nuevas, cosa destacable. Desde<br />
Alberto Villalpando hasta el joven Leonardini. Lenguajes<br />
poco convencionales. Pero se llenó. Ojalá se realicen allí otros<br />
conciertos similares, que nos muestren así de cerca lo que<br />
hacen nuestras hormigas creadoras, en este país, en este<br />
momento. Más allá de las figuritas, de las caras, portes, personas<br />
que se desplazan transportando en sus bolsas arrugadas<br />
sus emociones, dolores. Más allá de la tan mencionada "coyuntura".<br />
Cuando hacemos arte con la acción e intención rectas y<br />
a corazón abierto, no solo para llenar el bolsillo hasta que<br />
explote, lo que hacemos nos supera a nosotros mismos. Acudimos<br />
allí donde radica lo menos tendiente a perecer. Lo que se<br />
mantiene. Riega nuestros oídos y demás sentidos a lo largo de<br />
los siglos, revolviéndonos la cabeza, el alma y las entrañas<br />
atravesadas por el júbilo y el miedo.<br />
Pero hay que saber trabajar hasta con el miedo. En la fuga<br />
del vivir subyace un rumbo, un algoritmo perfecto del<br />
corazón, de la esperanza. Si el mundo se cayera será inteligente<br />
caer en el arte como revelación, como pasadizo a un<br />
mundo paralelo perfectible, inteligible. Tenemos a mano un<br />
patrimonio de música boliviana, pasada y presente. El espacio<br />
Casataller junto a otros espacios similares y junto a otros<br />
artistas del hormiguero seguiremos navegando este río pase lo<br />
que pase, porque para el artista el mundo es inmenso y se le<br />
ofrece desmenuzable, irresistiblemente atractivo.<br />
www. p a g i n a s i e te. b o<br />
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FOTOS MIGUEL LLANQUE