HOUND: Primavera Verano 2020

lo que él había pedido. Le cuelgan del solitario árbol, olvidándose
que el cuerpo se descompondrían y dejarían una gran
pestilencia que iba a descubrir por qué había llegado al barrio
tantos buitres y pirañas por el área. Y aprovechando que había
una gran sequía y que no había agua suficiente para extinguir
cualquier fuego que hubiera, en el área. Van y encienden el
matorral tarde en la noche. Consumiendo el fuego el mismo
con todo y árbol. Desapareciendo de hecho y quedando en
ceniza aquella hazaña. Y su mujer Dinidra, descubre que su
padre Don Carmel vive aún todavía, y que sus hijos eran mayores
de edad. Deciden lanzarse a la búsqueda del mismo. Pero
como ella desconocía hasta su propio apellido, no le fue muy
fácil dar con su progenitor.
Después de una larga travesía, oye hablar de que un solitario
anciano le gustaría encontrarse con una niña que el enviara
muy lejos de su familia para que no infortunara su descendencia.
Dinidra pregunta a los que comentan: “¿y cómo se llamaría
aquella niña desechada de ese triste anciano solitario?”
ellos les responden: “nosotros ni idea tenemos de su nombre,
pero creemos que una familia que vive a unas doscientas millas
de aquí podrían saber el nombre de aquella niña.” Dinidra
prosigue su penosa trayectoria, encontrándose varios meses
después con un mulero 1 . Teniendo que refugiarse en el debido
a su cansancio de tanto tener que caminar por montes, lomas
y llanos. Y llegando el dueño del mismo, la hecha a patadas del
lugar, sin darle ni una oportunidad para que ella le explicara el
motivo de su estadía en el mulero. Entonces ella cabizbaja por
la vergüenza que le ocasionó aquel encontronazo con el dueño
del lugar. Dinidra se encamina hacia el oeste dirigida por su
intuición. Tropezándose con una solitaria carroza tirada por un
enclenque caballo. Guiado por un ser semejante al que era su
marido Don Teleforo. Ella al abordar la carroza le pregunta por
su nombre. Él le dice: “Yo soy uno de los descendiente de Don
Carmel”. El solitario anciano que está esperando que algún
día pueda encontrarse con una niña que el alejara de su lado
por haber nacido mujer. Hoy los años les han caído encima y
habiendo entendido aquella errónea creencia de que la descendencia
en hembras ocasionara la mala suerte de por vida;
por lo que hoy llora y sufre por su terquedez mental.
La infortunada mujer le pregunta: “¿y cómo se llamaría aquella
niña, desechada por su propio padre?”. El conductor de la
triste carroza enmudece por un breve momento como pensando
que debería responder a su pregunta. Ella vuelve y lo
interroga diciéndole: “creo que usted tampoco sabría decirme
como se llamaría aquella niña alejada por su propio padre”, él
le responde: “su terquedez mental nunca dejo saber el nombre
de su hija pero si mi caballo llega con vida a casa de Don
1 Mulero: tipo de rancho o establo para cuidar mulas.
Teleforo él podría informarnos el nombre de la niña”, ella le
dice: “Don Teleforo le dice usted”. Él le reafirma: “Si, Don Teleforo
era un fiel amigo de Don Carmel”. El anciano solitario por
su torpeza mental el que alejara a su única descendencia por
ser mujer. Ella le dice: “Don Teleforo era mi marido, pero ya es
muy tarde para preguntarle cómo se llamaría la niña rezagada
por Don Carmel.”
El del carruaje le pregunta: “porque usted dice que ya es muy
tarde para preguntarle a Don Teleforo.” Ella le dice: “Mi marido
Teleforo murió en un incendio ocasionado por el mismo. Debido
a que en una noche se quedó dormido debajo del árbol que
el sembrara en el centro del matorral. El incendio se ocasionó
debido a que él tenía la costumbre de irse a pasar las primeras
horas de la noche y fumarse un sabroso cigarro. Y lo que el
usaba de almohada eran las pajas cecas de las que crecían en
lo alto de la loma. Y al quedarse dormido se le desprendido el
cigarro de la boca y cayendo el mismo sobre las pajas cecas
las que él usaba para el descanso de su cabeza.”
El agotado conductor de la carroza nota que su incansable
arador (el caballo) de la misma, se retrae y se inclina sobre el
barandal que lo sostenía para ir hacia al frente como diciendo:
“no puedo más”. El afanado conductor se desmonta de su carruaje
para socorrer a su arador y laborioso caballo enclenque.
Que debido a su trabajo y que no había una fertilidad de hierba
para que él se alimentara durante su trayectoria. La carrosa al
recibir el desbalance del caballo pierde el equilibrio o el control
y se desliza por el barranco cayendo sobre un caudaloso
rio. El que arrastra la carrosa a una gran distancia cayendo la
infortunada mujer en un embalse de aguas navegables. Con la
suerte de que la recoge un pequeño bote salvavidas dejándola
al otro lado de su destino. Encontrándose perdida dentro de
un inmenso bosque sin vereda alguna. Y viendo a lo lejos una
pequeña luz que alumbraba hacia al frente como indicándole
que siguiera su señal. Y Dinidra hallándose perdida y sin tener
a quien preguntarle se deja guiar por aquella señal que la
conduce a un abismo sin salida. La infortunada mujer en su
desesperación les ofrece sus cabellos a ser invisible de las
tinieblas. El que le responde de inmediato diciéndole: “tú me
ofrece tu cabellera por tal de salir de aquí. Yo te la acepto pero
antes tienes que dejar que yo te la arranque cabello a cabello.
Y lo menos que me voy a echar en arrancarte tu cabellera son
seis meses, seis días y seis hora”.
La infortunada Dinidra viéndose atrapada por la oscuridad del
abismo no pudo negarse a cumplir su ofrecimiento. Y según
iban pasando los días le tocaba una gran impaciencia. Entrando
en una condición cutánea que le causó un extremo picor
que le iba destruyendo todas las áreas donde tuviera bellos
o cabello. En que la pobre y desgraciada Dinidra al transcurrir
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