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Media Luna no.3

Revista mexicana de literatura, ilustración y fotografía

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recomendaron tener el oxígeno puesto

porque se le dificultaba respirar.

si era posible que él hubiera sabido

que eso pasaría.

***

Hija, como que ya me hace falta morirme

Eran aproximadamente las tres de la

mañana, no podía concebir el sueño.

Mi cuerpo estaba lleno de angustia de

pensar que él estaba en el hospital,

en ese lugar tan frío que tanto

detestaba. Ya no sabía qué más hacer

para entretenerme en casa. Entonces

mamá llamó, papá estaba muy grave

y no tardaba en morir. Corrí a ver a

mi hermano; también estaba despierto.

Nos fuimos directo a verlo, mientras

tanto me comunicaba con mi hermana

para que nos encontrara ahí.

Algunos familiares ya estaban en la

sala de espera. El ambiente era de una

tristeza abundante, cada pisada por el

pasillo que me guiaba a su cuarto me

retumbaba en los oídos. Mis sentidos se

agudizaron y los escalofríos recorrieron

mi cuerpo... Entré y yacía ahí tendido, su

palpitar era débil. Se le veía tan sereno,

dormido como un niño. Los doctores

sugirieron que lo lleváramos a casa,

como último adiós.

Estuvimos en vela las siguientes horas

esperando que el momento llegara, y

ante todo pronóstico nos dio un día

más. Pasó la noche, se encontraba

todavía muy delicado. El oxígeno se

convertía en una parte de él, no se lo

podía quitar o le faltaba la respiración.

Habían pasado tres días desde que

tuvimos esa pequeña charla en el

panteón, donde él anticipaba su

muerte. Sus palabras sonaban en mi

cabeza una y otra vez, me preguntaba

Pensar en esas palabras me fragmentaba

más el corazón. No concebía su posible

partida. Y es que nada cambiaba, papá

se mantenía dormido todo el tiempo. Sus

párpados parecían ser pesas sobre sus

ojos. Nos preocupó cuando rechazó su

bebida energética de chocolate, algo que

le encantaba tomar a diario.

Transcurrieron las horas y cayó la

noche. Otra más en vela, de navegar en

la incertidumbre de qué pasaría en ese

tiempo. Si moriría o no. Recuerdo estar

acostada en su cama con los audífonos

puestos, sostenía su mano. El dolor de

verlo en ese estado se sentía como un

puñal en el pecho. Empecé a escuchar

canciones de amor, de una hija para su

padre. Necesitaba sentir ese momento.

Wind Beneath My Wings de Bette Midler,

la habíamos bailado en mis XV años.

Cada verso me sacaba lágrimas, estaba

yo en posición fetal. Dicen que colocarse

de esa manera es una forma de proteger

al corazón, eso es lo que yo requería.

***

Murió poco después de las 10 de la

noche. Cuatro días después de aquel

lunes que nos tomó por sorpresa. Un

lunes de febrero, el más triste...

Aquel jueves amaneció con mucha

energía, pudimos disfrutar de sus

ocurrencias y chistes un día más.

24 MEDIA LUNA

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