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EL ABRAZO DE MARÍA
Escapulario del Carmen
Alfonso Moreno, O. Carm.
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
En este mes de junio, el día 12,
celebramos la fiesta del Inmaculado
Corazón de María. A la fiesta
de Jesucristo sigue la de su Santísima
Madre. Para expresar el amor de la
Virgen María, habría que tomar conciencia
de la relación de la Virgen María
de cara a la Iglesia, Cuerpo de Cristo.
María es Madre de la Cabeza y del
Cuerpo de Cristo, que somos todos y
cada uno de nosotros.
Jesucristo es un misterio: su
Cabeza y su Cuerpo. La Cabeza es
el Verbo de Dios, que se encarna en
las entrañas de la Virgen María. Y el
Cuerpo es la naturaleza humana,
que asume el Verbo Hijo de Dios del
cuerpo de la Virgen María. Al Verbo y
Cuerpo de Dios se van incorporando
todos los hombres por medio de la
fe y los sacramentos. Es lo que llamamos
el Cristo total.
Al contemplar la maternidad de
la Virgen María sobre Jesucristo, el
Verbo de Dios encarnado, vemos su
dignidad singular de ser Madre de
Dios y la inmensa suerte de ser Madre
nuestra. No solo en el momento de la
Encarnación, sino a través de toda su
vida. Unida íntimamente a los misterios
de Jesucristo, en la Encarnación,
Pasión, Muerte y Resurrección. Y que
prosigue ahora en el cielo, hasta el final
de los tiempos.
María fue inmaculada en el momento
de su concepción y durante
toda su vida. Fue la Santa, la toda
limpia. No podía estar bajo el pecado
la que iba a ser Madre de Dios. “Oh
María, Madre de Dios y Madre nuestra,
ruega por nosotros, pobres pecadores,
ahora, en la hora de nuestra
muerte, y por siempre. Amén”.
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