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merezco. No es justo.
—Toda esta historia no tiene nada que ver con la justicia.
Las lágrimas le resbalaban por las mejillas.
—Si me necesitas, estoy en la cocina —le he dicho.
El verano antes de fugarme fue muy cálido. Largo, cálido y tedioso. Como de
costumbre, papá no solía quedarse mucho por casa, y yo me pasaba la mayor parte de
las vacaciones viajando con él por el mundo, en hoteles y apartamentos impersonales,
o —cuando se hartaba de que no lo dejara ir a su bola— en casa de amigos y
parientes varios, a la mayoría de los cuales no conocía ni me gustaban. No logré estar
en casa con papá hasta una semana antes de volver a la escuela. Y de todos modos no
hacíamos más que discutir. Casi siempre sobre lo mismo.
—No entiendo por qué tengo que ir a un internado, papá. ¿Por qué no puedo ir a
una escuela normal, una escuela cerca de casa?
—Sabes muy bien por qué, Linus. Lo hemos hablado un millón de veces.
—Sí, pero…
—Dame otro año, ¿vale? Cuando haya puesto en marcha todos estos proyectos ya
no tendré que viajar tanto, y entonces…
—El año pasado me dijiste lo mismo.
—Ya lo sé. Pero…
—Y también el anterior.
—Ahora será distinto. Te lo prometo. Dentro de un año todo se va a arreglar.
Fue entonces cuando llegué a la conclusión de que había llegado el momento de
marcharme.
A las 23.55
Esta noche tan solo he escrito una breve lista de la compra. Tenemos comida
suficiente para mañana, y por eso solo le he pedido ropa y algo para leer. No me he
molestado en preguntarles a los demás si querían algo. Me estoy hartando de hacerles
de mamá. Saben muy bien cómo funciona esto. Si les interesa algo, que lo pidan ellos
mismos.
Después de dejar la nota en el ascensor, me he quedado dentro durante un rato,
con la mirada fija en la cámara. Sabía que sería inútil, pero lo he hecho de todos
modos. Estaba tenso e irritable y no se me ha ocurrido nada mejor que hacer. Así que
me he quedado allí, con la mirada fija en la cámara, para ver lo que ocurría. Han
llegado las nueve, han pasado, y el ascensor no se ha movido.
—Venga —he dicho, mirando hacia arriba—, sácame de aquí. Te prometo que no
voy a hacerte nada. Tan solo quiero verte, charlar contigo.
No ha habido respuesta.
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