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Diario del bunker - Kevin Brooks ORG

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merezco. No es justo.

—Toda esta historia no tiene nada que ver con la justicia.

Las lágrimas le resbalaban por las mejillas.

—Si me necesitas, estoy en la cocina —le he dicho.

El verano antes de fugarme fue muy cálido. Largo, cálido y tedioso. Como de

costumbre, papá no solía quedarse mucho por casa, y yo me pasaba la mayor parte de

las vacaciones viajando con él por el mundo, en hoteles y apartamentos impersonales,

o —cuando se hartaba de que no lo dejara ir a su bola— en casa de amigos y

parientes varios, a la mayoría de los cuales no conocía ni me gustaban. No logré estar

en casa con papá hasta una semana antes de volver a la escuela. Y de todos modos no

hacíamos más que discutir. Casi siempre sobre lo mismo.

—No entiendo por qué tengo que ir a un internado, papá. ¿Por qué no puedo ir a

una escuela normal, una escuela cerca de casa?

—Sabes muy bien por qué, Linus. Lo hemos hablado un millón de veces.

—Sí, pero…

—Dame otro año, ¿vale? Cuando haya puesto en marcha todos estos proyectos ya

no tendré que viajar tanto, y entonces…

—El año pasado me dijiste lo mismo.

—Ya lo sé. Pero…

—Y también el anterior.

—Ahora será distinto. Te lo prometo. Dentro de un año todo se va a arreglar.

Fue entonces cuando llegué a la conclusión de que había llegado el momento de

marcharme.

A las 23.55

Esta noche tan solo he escrito una breve lista de la compra. Tenemos comida

suficiente para mañana, y por eso solo le he pedido ropa y algo para leer. No me he

molestado en preguntarles a los demás si querían algo. Me estoy hartando de hacerles

de mamá. Saben muy bien cómo funciona esto. Si les interesa algo, que lo pidan ellos

mismos.

Después de dejar la nota en el ascensor, me he quedado dentro durante un rato,

con la mirada fija en la cámara. Sabía que sería inútil, pero lo he hecho de todos

modos. Estaba tenso e irritable y no se me ha ocurrido nada mejor que hacer. Así que

me he quedado allí, con la mirada fija en la cámara, para ver lo que ocurría. Han

llegado las nueve, han pasado, y el ascensor no se ha movido.

—Venga —he dicho, mirando hacia arriba—, sácame de aquí. Te prometo que no

voy a hacerte nada. Tan solo quiero verte, charlar contigo.

No ha habido respuesta.

www.lectulandia.com - Página 42

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