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cem_es_Salud

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potencia (S), sirven a determinadas frecuencias como restricciones básicas y como

niveles de referencia.

RESTRICCIONES BÁSICAS

Dependiendo de la frecuencia, para especificar las restricciones básicas sobre los

campos electromagnéticos se emplean las siguientes cantidades físicas (cantidades

dosimétricas o exposimétricas):

entre 0 y 1 Hz se proporcionan restricciones básicas de la inducción magnética

para campos magnéticos estáticos (0 Hz) y de la densidad de corriente para

campos variable en el tiempo de 1 Hz, con el fin de prevenir los efectos sobre el

sistema cardiovascular y el sistema nervioso central,

entre 1 Hz y 10 MHz se proporcionan restricciones básicas de la densidad de

corriente 46 para prevenir los efectos sobre las funciones del sistema nervioso,

entre 100 kHz y 10 GHz 47 se proporcionan restricciones básicas del SAR para

prevenir la fatiga calorífica de cuerpo entero y un calentamiento local excesivo de

los tejidos. En la gama de 100 kHz a 10 MHz se ofrecen restricciones de la densidad

de corriente y del SAR,

entre 10 GHz y 300 GHz se proporcionan restricciones básicas de la densidad de

potencia, con el fin de prevenir el calentamiento de los tejidos en la superficie

corporal o cerca de ella. 48

46 Campos de frecuencias inferiores a 100 kHz, pueden inducir cargas o corrientes eléctricas en los tejidos

expuestos. Si se trata de tejidos eléctricamente excitables como el nervioso o el muscular y de campos

muy intensos, pueden provocar efectos adversos. Las corrientes inducidas en los tejidos (densidad de

corriente), se miden en A/m 2 . Las reacciones químicas propias de los organismos vivos están asociadas a

corrientes basales de unos 10 mA/m 2. Se ha sugerido que sólo densidades de corriente netamente

superiores al nivel basal podrían ocasionar efectos irreversibles.

47 Los campos de frecuencias entre 100 kHz y 10 GHz, son capaces de penetrar en los tejidos vivos y de

generar calor debido a la absorción de la energía por parte de estos tejidos. Es lo que se conoce como

efecto térmico.

La tasa de absorción de la energía de un CEM por parte de una determinada cantidad de masa de un

tejido, se mide en términos de Tasa de Absorción Específica (SAR, en inglés). La unidad de SAR es el

vatio por kilogramo de tejido expuesto (W/kg). Las normativas internacionales de protección radiológica

consideran que sólo exposiciones a CEM que dan lugar a valores de SAR superiores a 4 W/kg

promediados en todo el cuerpo son potencialmente capaces de provocar efectos adversos en humanos.

Estos efectos dependen del incremento térmico, e incluyen: respuestas fisiológicas tales como reducción

en la habilidad para desarrollar algunas tareas intelectuales o físicas (incrementos térmicos cortos de 1º

C), pérdida de fertilidad en varones, daño fetal o inducción de cataratas (incrementos prolongados de 2-3º

C). Niveles SAR del citado orden de 4 W/kg, se han medido a pocos metros de distancia de antenas FM

emplazadas en torres elevadas, que son inaccesibles al público.

Existen algunos estudios experimentales que sugieren que, aunque los campos generados por estas

antenas son de intensidad demasiado baja como para inducir un efecto térmico notable de los tejidos, la

exposición crónica a estos CEM podría tener efectos nocivos como la promoción de cáncer, alteraciones

electrofisiológicas y cambios en la transmisión sináptica (comunicación entre células nerviosas) o

alteraciones en la memoria-a-largo-plazo en animales. Sin embargo, estos efectos, no han sido

confirmados por otros estudios de laboratorio o carecen de implicaciones conocidas sobre la salud

humana. No existe en la actualidad un mecanismo biofísico capaz de justificar los supuestos efectos

derivados de la exposición a niveles atérmicos de estos CEM.

48

La profundidad a la que penetran los CEM de frecuencias superiores a 10 GHz es muy pequeña por lo

que resultan absorbidos en gran medida por la superficie corporal y la energía depositada en los tejidos

subyacentes es mínima. Una forma de caracterizar estos campos es a través de su densidad de potencia,

que se mide en vatios por metro cuadrado (W/m2). Esta densidad de potencia es la magnitud que hay que

restringir para prevenir un calentamiento excesivo de la superficie corporal a estas frecuencias.

Densidades de potencia muy superiores a 10 W/m2 son capaces de provocar efectos adversos a corto

plazo, tales como cataratas (si inciden directamente sobre el ojo) o quemaduras.

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