Prácticamente no hay director célebre que no tenga una biografíaque le haga –en menor o mayor medida– justicia a su obra. Si bienlos especialistas en el género no abundan como podría suponerse, esuna jugosa vertiente que más allá del acabado dominio sobre la viday obra del personaje biografiado que conlleva, supone la demostraciónfehaciente de su estatura artística.En los últimos meses, una nueva biografía sobre KatharineHepburn –quizás la actriz del Hollywood clásico más proclive a lasambigüedades en su vida privada– y otra sobre la obra de Sam Peckinpah,un cineasta marginal y solitario como pocos, han engrosadoesta lista en que se funde el mito, la documentación histórica y laposibilidad de comprender las variables que generan un proceso decreación artística.Por lo mismo, escribir una buena biografía es un esfuerzo titánico.En su mejor acepción, son años de entrevistas, de pesquisas obtenidasen zonas oscuras de la vida del biografiado, multitud de fuentesy un indiscutible amor por el cine. Por si fuera poco, siempre ha sidoconsiderada literatura menor y utilitaria en relación a la teoría y análisisdel cine, pero tiene la virtud de llenar las zonas en que estas nollegan, que es la aproximación del creador detrás de la obra.Los acercamientos biográficos en el campo del cine se puedenagrupar en libros de entrevistas, trabajos estrictamente biográficos,de reconstrucción de una vida; autobiografías y trabajos de análisisde una obra que necesariamente llevan a escudriñar en el creador.Una de lasbiografíasque acabande editarseen español esla de la actrizKatharineHepburn.Biografías de cineDesentrañandolos mitosUna obra insustituible y a estas alturas modelo de acercamientoa la creación artística es El Cine Según Hitchcock, extensa conversaciónde más de cincuenta horas que Francois Truffaut tuvo con elgenio inglés en diferentes periodos. Organizado sobre la base de uncuestionario de más de quinientas preguntas, el libro cubre la obracompleta de Hitchcock e indaga también en su compleja personalidady su infancia, a la vez que se convierte en el homenaje definitivode los impetuosos jóvenes de la Nueva Ola francesa al que hasta esemomento era un cineasta subvalorado.En la misma cuerda del monumental trabajo del cineasta francés,el ensayista, actor y director Peter Bogdanovich hizo lo propio con unafigura no menos rugiente: Orson Welles. Desde 1968 e intermitentementehasta 1992, año de su edición, Bogdanovich sostuvo una largaconversación con Welles en que literalmente pasó de todo, desdemanuscritos perdidos a la muerte de Welles en 1985, a la desgraciadel propio Bogdanovich en 1980, cuando su pareja Dorothy Strattenfue salvajemente asesinada. Ciudadano Welles muestra a un creadordubitativo ante su propia obra, desconfiado de sus capacidades comoactor y que se revela lastimado en su eterna disputa con Hollywood.Así como sucedió con Welles, el formato de entrevista resultaparticularmente útil para adentrarse en los matices más psicológicos16 JULIO
Son casi tan comunescomo las películas ydicen tanto o más deun autor que estas.Desde las obrasmonumentales hastalas ediciones debolsillo, el género gozade buena salud y esuna rápida forma deintroducirse en un artemuchas veces saturadode información.Aquí algunas de lasimprescindibles.Por Jorge LetelierOrson Welles en su juventud: Suindispensable figura fue objeto deuna voluminosa biografía que BarbaraLeamming publicó a fines de losaños 80. En español fue editada porTusquets.de los entrevistados. Célebres a este respecto son Woody por Allen,fruto de una conversación entre el autor de Manhattan y el periodistasueco Stig Björkman, y Conversaciones con Billy Wilder, charla del diosde la comedia con uno de sus discípulos, el director Cameron Crowe.Variadas fuentesBogdanovich –quien puede ser reconocido también como el terapeutade la doctora Melfi de Los Soprano–, es uno de los nombrescapitales de este subgénero, ya que ha aportado títulos imprescindiblesen la comprensión de cineastas clásicos, como sus estudios sobre JohnFord, Fritz Lang y Howard Hawks.Siguiendo con Welles, también resulta fundamental conocer lainvestigación que la crítica Pauline Kael hizo sobre la creación deCiudadano Kane en 1971 (publicada en The New Yorker), una crónicadocumentadísima en torno al filme más importante de la historia, y delque por cierto, se revelaron nuevos matices de la volcánica personalidaddel director y, especialmente, dudas sobre la verdadera autoría dela película. Incluso se dice que este libro le arrancó lágrimas al geniode Sed de Mal.Si las entrevistas tienen el plus de manejar la información en primerapersona, las biografías ocupan el método inverso: numerosas fuentespara reconstruir la figura del biografiado. Y aquí los nombres de JohnBaxter y Donald Spoto se alzan como de los más reputados especialistas.Baxter ha brillado con sus eruditas investigaciones sobre StanleyKubrick, Federico Fellini, Luis Buñuel, Woody Allen, Robert De Niro yrecientemente Steven Spielberg –en una biografía no autorizada–.Su manejo de información es apabullante y su prosa, digna del mejorcronista. Spoto por su parte, alcanzó fama con una notable biografía deAlfred Hitchcock, pero su especialidad son las estrellas del Hollywoodclásico, como Marilyn Monroe, Laurence Olivier, Marlene Dietrich y,recientemente, Audrey Hepburn.También están los casos del cineasta Ingmar Bergman, quien luegode ser entrevistado por periodistas suecos, se lanzó Bergman sobreBergman, acercamiento a su obra que no le satisfizo, por lo que altiempo después editó dos autobiografías: Linterna Mágica e Imágenes.O Luis Buñuel de quien, pese a los numerosos estudios sobre supersona y obra –el más conocido quizás sea El ojo Tachado, de JenaroTalens–, se recuerda mejor sus estupendas memorias tituladas MiÚltimo Suspiro.Siempre habrá un autor dispuesto a investigar sobre la vida y obrade algún cineasta o actor, ya sea como acto de justicia y reconocimiento,o para satisfacer su propios intereses particulares. Lo cierto es queen esta extensísima producción se da buena cuenta del desarrollo delcine, el arte popular que más ríos de tinta ha hecho correr durante elúltimo siglo.Ejercitando el yoInstitución señera en la literatura sobre cine es la autobiografía. Prácticamente ningún cineasta de losconsiderados maestros ha evadido el desafío de volcar su propia vida en el papel, más aún cuando estaes un cúmulo de experiencias irrepetibles. Una de las más célebres es Memorias Inmorales, de SergeiEisenstein –quien ya tuvo un célebre acercamiento a su obra en el trabajo de Marie Seton–, donde elcineasta ruso examina su auge y caída en los favores de la naciente Unión Soviética y su papel en larevolución. Y la lista es eterna: Charles Chaplin hizo lo propio en los sesenta, cuando su carrera se cerrabacon melancolía, en Mi autobiografía. Jean Renoir lo resumió en Mi Vida, Mis Films; Elia Kazan cerró suenorme carrera con un título similar al de Renior (Mi Vida), y Frank Capra tuvo el ingenio de titular la suyacomo El Nombre Encima del Título, cuya ironía tiene sentido: fue el primer cineasta en adquirir tal derechoen los créditos de una película.17