23.09.2015 Views

JUAN DE LA ROSA

JUAN DE LA ROSA

JUAN DE LA ROSA

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ñas tan toscas y primitivas, que ya he dicho se asemejaban a las carretillas<br />

en que se trasportan piedras. Las famosas granadas de bronce y de vidrio<br />

no alcanzaban a llegar a dos millares. De este modo la mayor parte de los<br />

defensores de la patria, sólo tenían la honda, la macana y la lanza que, si<br />

pudieron darles la victoria en Aroma, no debían permitirles ninguna esperanza<br />

contra fuerzas como las de Goyeneche; pero aquellos hombres<br />

se mecían más bien en las más halagüeñas ilusiones y habrían ido a buscar<br />

a los tablas con los pechos desnudos y sin más armas que las piedras que<br />

pu-dieran recoger sobre el terreno. Poco les importaban igualmente las<br />

privaciones personales que sufrían. La ropa con que habían salido de sus<br />

cabañas se les caía a pedazos del cuerpo; se les daba un puñado de maíz<br />

tostado y un retazo de charqui, y ellos gritaban: ¡viva la patria!, e iban<br />

por ásperos cerros y fríos páramos, donde quería llevarlos su denodado<br />

caudillo. Tengo, también, aquí, sobre la mesa en que escribo, una orden<br />

de puño y letra de don Estevan a su mayordomo de Caine, para entregar<br />

cierta porción de maíz a cada uno de los soldados que debían expedicionar<br />

con él a Cha-yanta.<br />

Las tropas con que Zenteno debía guardar el camino que eligiese<br />

Lombera, no llegaban ni a tres mil hombres; su disciplina y armamento<br />

eran con mucho inferiores a los de las que acabo de describir ligeramente.<br />

¡Figúrense mis lectores lo que serían! ¿Díganme, sobre todo, si los hombres<br />

de hoy pueden compararse con los de aquel tiempo? ¡Díganme...<br />

pero, no! ¡por Dios, no me digan nada; porque se me sube la sangre a la<br />

cabeza y la pluma se me cae de la mano!<br />

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br />

Los dos caudillos patriotas de que estoy hablando tuvieron que hacer<br />

frente al mismo tiempo a sus respectivos adversarios. Zenteno detuvo<br />

valientemente por algunas horas a Lombera en las alturas de Quirquiave;<br />

pero fue vencido, porque debía ser necesariamente vencido, y corrió a<br />

refugiarse en las montañas de Hayopaya, en aquella porción del territorio<br />

alto-peruano donde los Andes en persona forman hondísimas quebradas,<br />

muy distintas de otras que apenas se abren entre los pobres estribos de<br />

las gigantescas cordilleras; en Hayopaya, en fin, que tiene su nombre muy<br />

<strong>JUAN</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong>. MEMORIAS <strong>DE</strong>L ÚLTIMO SOLDADO <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> IN<strong>DE</strong>PEN<strong>DE</strong>NCIA<br />

188

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!