Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Foto: el MerCUrio (los tres)<br />
10<br />
por esos dias de marzo de 1995, angel<br />
Parra decía que había demasiados grupos<br />
“haci<strong>en</strong>do lo mismo”. El guitarrista de Los<br />
Tres se refería a los grupos de guitarra, bajo,<br />
batería, voz y mucha disto<strong>rs</strong>ión. Por eso, La<br />
espada & la pared, el tercer disco de la banda<br />
de Concepción, es una definición <strong>en</strong> si mismo<br />
para la época. Por el sonido. Porque hasta ese<br />
mom<strong>en</strong>to, nadie había tomado los mismos<br />
instrum<strong>en</strong>tos y los había llevado a un estado<br />
es<strong>en</strong>cial, p<strong>en</strong>sando <strong>en</strong> hacer un disco de rock.<br />
Definitivam<strong>en</strong>te, fue una placa que marcó<br />
los <strong>50</strong> mejores <strong>discos</strong> de la musica chil<strong>en</strong>a<br />
La espada & la pared<br />
Los Tres<br />
Sony muSic 1995<br />
una evolución <strong>en</strong> la música de Los Tres. Hasta<br />
ese mom<strong>en</strong>to, lo más cercano a lo que se puede<br />
llamar “el sonido propio”. Con La espada & la<br />
pared, las influ<strong>en</strong>cias con nombre y apellido<br />
quedaron atrás. Matices<br />
hubo para regalar. Paseos<br />
por el rock&roll, el blues,<br />
el jazz y el funk. También<br />
hubo baladas, canciones<br />
<strong>en</strong> medio tempo y otros<br />
más apuraditos. Incluso,<br />
bailables.<br />
Conocidos por su arrogancia<br />
–si es que <strong>en</strong>t<strong>en</strong>demos<br />
por arrogante al<br />
que quiere llegar lejos, y lo<br />
dice– Los Tres empr<strong>en</strong>d<strong>en</strong><br />
con este disco el salto definitivo hacia el futuro<br />
espl<strong>en</strong>dor que luego los aguardó. Aunque <strong>en</strong><br />
el campo internacional la repercusión haya<br />
sido m<strong>en</strong>or a la presupuestada.<br />
Sin embargo, el legado de este disco va más<br />
allá del sonido pulcro y la consist<strong>en</strong>cia musical.<br />
Acá comi<strong>en</strong>za el rescate de algo que tal vez<br />
muchos ni siquiera imaginaban que existió: el<br />
sonido chil<strong>en</strong>o. La espada y la pared tal vez sea<br />
La espada &<br />
la pared dejó<br />
las influ<strong>en</strong>cias<br />
con nombre y<br />
apellido.<br />
el primer disco de rock que rescata el sonido<br />
chil<strong>en</strong>o <strong>en</strong> los nov<strong>en</strong>ta, incluso, con refer<strong>en</strong>tes<br />
reconocibles. Y no sólo porque se haya<br />
incluido, dic<strong>en</strong> que a última hora, un cóver<br />
del gran Buddy Richard,<br />
“Tu cariño se me va”, sino<br />
porque el inédito proceso<br />
de id<strong>en</strong>tificación que tuvo<br />
el público con el disco, un<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o transve<strong>rs</strong>al.<br />
Por otro lado la elegancia.<br />
Sólo unos arrogantes<br />
como Los Tres podían salir<br />
al esc<strong>en</strong>ario de terno. Sí, de<br />
terno y uniformados. Casi<br />
siempre <strong>en</strong> teatros. No <strong>en</strong><br />
galpones ni <strong>en</strong> discotecas.<br />
En teatros. Conciertos de rock pero con el<br />
público s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> butacas, al m<strong>en</strong>os casi<br />
siempre. Otra desmarcación que ubicó a estos<br />
ya no tan “chicos” de Concepción un peldaño<br />
más arriba <strong>en</strong> la escala del r<strong>en</strong>aci<strong>en</strong>te rock nacional<br />
y que, por cierto, marcarían a toda una<br />
g<strong>en</strong>eración de <strong>chil<strong>en</strong>os</strong> que recién terminaban<br />
de abrir los ojos y así creer lo importante que<br />
una banda criolla podía llegar a ser.<br />
Somos tontos, no pesados:<br />
los tres <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to<br />
de su salto al futuro<br />
espl<strong>en</strong>dor.<br />
Para los fanáticos, quedarán las reflexiones<br />
que el experim<strong>en</strong>tal hermetismo lírico de<br />
Alvaro H<strong>en</strong>ríquez puso sobre la mesa y que<br />
sin ningún pudor depositó <strong>en</strong> La espada & la<br />
pared <strong>en</strong> los planos más variados. La crítica<br />
velada y directa <strong>en</strong> sus letras: “servicio militar,<br />
muerte cerebral”. En fin, el fundam<strong>en</strong>talismo<br />
y la roncha. Y como corolario de esta actitud,<br />
el tema que abre el disco, “Déjate caer”. Una<br />
monum<strong>en</strong>tal muestra de ve<strong>rs</strong>atilidad musical.<br />
Una canción que parte con el coro. Que adelanta<br />
el punteo de guitarra. Que deconstruye<br />
estructuras e igual se transforma <strong>en</strong> hit.<br />
Ni hablar del pelo rojo de Alvaro H<strong>en</strong>ríquez,<br />
un supuesto e irónico hom<strong>en</strong>aje a Pedro<br />
Carcuro, como explicaba el vocalista, y el lanzami<strong>en</strong>to<br />
del disco <strong>en</strong> la capilla de un fundo <strong>en</strong><br />
Colina. En resum<strong>en</strong>, una provocación.<br />
Los singles extraídos de este disco se<br />
quedaron para siempre <strong>en</strong> sus repertorios<br />
posteriores: “Tu cariño se me va”, “Déjate<br />
caer”, “La espada y la pared”, “Hojas de<br />
té”, “Tírate”. Y de los que no lo fueron, es<br />
“Moizefala”, tal vez, una de las más bellas<br />
canciones de desamor que se hayan escrito<br />
<strong>en</strong> el rock chil<strong>en</strong>o.<br />
La historia ya comi<strong>en</strong>za a juzgar y por<br />
el lado que sea, Los Tres son un capítulo<br />
fundam<strong>en</strong>tal para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der lo que vino<br />
después <strong>en</strong> materia musical <strong>en</strong> este lado<br />
de la cordillera. Auges y caídas. Muertes<br />
y resurrecciones. La espada y la pared, es<br />
un capítulo de los lindos. Los demás, serán<br />
parte de otra crónica.<br />
jorge lira<br />
rolling stone, abril de 2008 37