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Sin Mordaza

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14 • SIN MORDAZA<br />

“Safaris misioneros”<br />

“Entrenamiento, sacrificio<br />

y sufrimiento, son necesarios<br />

para lograr la cumbre<br />

del centinela de Piedra. “<br />

La provincia de Misiones recibió a 30 operadores turísticos especializados en turismo de safaris. Solo un dato convenció a todo mundo de encarar este<br />

nuevo plan. Los turistas en África pernoctan en promedio entre 7 y 10 días, con un gasto de u$s 500 diarios, contra 2 noches en Misiones y u$s 150.-<br />

29 DE DICIEMBRE DEL 2010<br />

6962 mts: Techo de América AVENTURA<br />

prefería pasar la noche en el hotel<br />

Textos y Fotos: Adriana Gómer<br />

El martes 13 por la mañana<br />

nos encontramos los cinco integrantes<br />

del equipo Pedro, Nahuel,<br />

Fabián, Facundo y yo, Adriana,<br />

en la tienda de artículos de montaña,<br />

para comprar y alquilar lo<br />

que nos falta. Luego de verificar<br />

que teníamos todo, nos dirigimos<br />

a la Secretaría de Turismo donde<br />

debíamos tramitar los permisos de<br />

ascenso. Así lo hicimos y, después<br />

del mediodía, nos separamos.<br />

No todo iba a ser tan sencillo.<br />

Esa tarde la policía detuvo el auto<br />

de Pedro y sus tres ocupantes fueron<br />

detenidos a punta de pistola,<br />

palpados y llevados a la comisaría<br />

por un pedido de captura que<br />

el vehículo tenía cuando éste aún<br />

no estaba en los planes de Pedro.<br />

Por mi parte sufrí un robo en la<br />

terminal de Mendoza a manos del<br />

chico que me ayudaba (eso creía<br />

yo) a cargar con los bolsos, antes<br />

de tomar el colectivo a Puente del<br />

Inca. El botín incluía gran parte<br />

del equipo de alta montaña que<br />

había comprado y alquilado. Por<br />

lo tanto también terminé en la<br />

comisaría 25 donde me volví a<br />

encontrar con Facundo y Pedro.<br />

Afortunadamente todo el equipo,<br />

lejos de decirme “Lo sentimos<br />

mucho; volvé en otra ocasión”,<br />

colaboró para que pudiera recomponer<br />

mis pertrechos y así poder<br />

realizar con ellos el ascenso. Fue<br />

así como ese mismo día evaluamos<br />

lo que me faltaba y lo que<br />

ellos me podían prestar y convenimos<br />

para el día siguiente una visita<br />

a la tienda de montaña, que ya<br />

estaba al tanto de lo que me había<br />

sucedido, para ver si me prestaba<br />

algunas cosas.<br />

Luego de recomponer el equipo,<br />

con la cordial ayuda de los<br />

dueños y empleados de la tienda,<br />

comenzamos el viaje en auto hasta<br />

Puente del Inca. Una vez allí<br />

decidimos alquilar una mula para<br />

alivianar un poco nuestra pesada<br />

carga, hasta Plaza de Mulas.<br />

Alrededor de las 3 de la tarde<br />

estábamos listos para comenzar<br />

a caminar por un caminito de piedras<br />

y abundante polvo. Llegamos<br />

a Confluencia como a las 7 de la<br />

El ascenso al cerro Aconcagua es una meca de miles de montañistas de todo el<br />

mundo. No todos llegan a concretarlo. Muchos han perdido la vida en el intento.<br />

Este no es cerro fácil. Esta es la experiencia de una entrerriana aventurera.<br />

Un momento breve e imborrable en la memoria de Adriana. Junto a la cruz en la cumbre del Aconcagua.<br />

tarde.<br />

Luego del desayuno nos dispusimos<br />

a realizar el control médico,<br />

que sugieren hacer siempre un día<br />

después de la llegada al campamento.<br />

Tensión arterial, nivel de<br />

saturación de oxígeno en sangre<br />

son, básicamente, los controles de<br />

rutina. Todo estaba bien.<br />

Después del almuerzo hicimos<br />

un trekking ligero por el borde<br />

de un arroyito y trepamos por<br />

un acarreo, entre dos paredes de<br />

roca, una pendiente con piedra<br />

derramada por la que ascendimos<br />

hasta llegar al hielo. Viento y algo<br />

de vértigo mientras Pedro dormía<br />

una siesta. Por suerte el descenso<br />

fue mejor, al menos para mí, fue<br />

como si estuviéramos esquiando<br />

en las piedras.<br />

Nos levantamos temprano:<br />

5:30 de la mañana, porque habíamos<br />

decidido partir hacia Plaza de<br />

Mulas alrededor de las 7. Hidratamos<br />

y lentamente fuimos desarmando<br />

las carpas y levantando<br />

el campamento. Luego de cargar<br />

suficiente agua para el camino,<br />

algo así como 17 kilómetros, nos<br />

dispusimos a partir. Comenzamos<br />

el ascenso hasta llegar a Playa<br />

Ancha, un terreno llano y un tanto<br />

monótono que, según la teoría de<br />

Facundo, debió ser el espacio ocupado<br />

por un glaciar hace mucho<br />

tiempo.<br />

Nos adelantaba, un grupo de<br />

colombianos, con discapacidades<br />

físicas, que también se había planteado<br />

nuestro mismo objetivo. Al<br />

regreso, sabríamos que lo lograrían,<br />

con lo cual nos demostrarían<br />

lo capaces que eran físicamente.<br />

En el refugio Ibáñez nos detuvimos<br />

a descansar y almorzar una<br />

media hora antes de continuar la<br />

marcha.<br />

Ya en el antiguo hotel de Plaza<br />

de Mulas advertimos que Nahuel<br />

estaba subiendo la Cuesta Brava,<br />

último tramo antes de llegar al<br />

campamento base, dejándonos<br />

atrás. Fabián nos había dicho que<br />

derruido por una avalancha hace<br />

años atrás porque no tenía sentido<br />

sobre exigirnos si de todas formas<br />

estaríamos tres días en Plaza de<br />

Mulas. <strong>Sin</strong> embargo algunos preferían<br />

llegar al campamento ese<br />

día porque allí contábamos con la<br />

comida que había transportado la<br />

mula que alquilamos.<br />

Finalmente en el hotel, y luego<br />

de que Pedro volviera sobre<br />

sus pasos para brindarle ayuda<br />

a Fabián, ya que éste llevaba una<br />

súper mochila de 110 litros, no<br />

precisamente vacía, Facundo y yo<br />

decidimos seguir, a eso de las 5<br />

de la tarde, hasta Plaza de Mulas.<br />

Pedro y Fabián se quedarían a<br />

pasar la noche en el refugio anterior.<br />

Llegamos, luego de una hora<br />

y media de caminata durante la<br />

cual el campamento se dejaba ver<br />

a lo lejos para pronto desaparecer<br />

tras una nueva cuesta. Caprichos<br />

del Aconcagua... Hay un dicho<br />

que dice que todos los infiernos<br />

tienen una ventana por la que se<br />

puede ver el paraíso.<br />

Amaneció radiante pero durante<br />

la mañana comenzó a formarse<br />

el famoso hongo sobre la cima del<br />

Aconcagua, y se veían numerosas<br />

nubes lenticulares semejantes a<br />

ésa que anuncia lo que nadie quiere.<br />

Comenzaron a llegar nubes<br />

desde el norte y el viento empezó<br />

a soplar con fuerza volando algunas<br />

carpas.<br />

Comenzaba a fortalecerse el<br />

sentimiento de equipo. Aunque<br />

estábamos bien, a ninguno de los<br />

tres, que habíamos llegado a Plaza<br />

de Mulas, nos agradaba la idea de<br />

estar separados del resto.<br />

Plaza de Mulas es como una<br />

pequeña ciudad. Hay de todo,<br />

comedores, internet, hasta una<br />

galería de arte. Sólo falta una<br />

pequeña capilla, lo cual no estaría<br />

mal porque creo que hasta el<br />

más ateo de los montañistas debía<br />

elevar algún tipo de plegaria a los<br />

seres superiores en los que cree o<br />

no, o a la misma montaña como<br />

tal, con el fin de que este centinela<br />

de piedra consienta que llegue, el<br />

intruso, a besar su cima.<br />

Con Nahuel, Pedro y Fabián<br />

nos dirigimos al campamento del<br />

ejército, allí nos recibieron cordialmente<br />

y nos permitieron comunicarnos<br />

con nuestros familiares por<br />

teléfono e internet, de manera<br />

gratuita. A Pedro le interesaba

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