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Letras Letras/ (Fuengirola)/ nº 28/2010/ noviembre/ nº19 /año http://www.alvaeno.com/letras.htm<br />
10/ febrero / http://www.alvaeno.com/letras.htm<br />
I Certamen de relato corto Antón Chéjov<br />
Página 28<br />
Se fue a lo de una amiga, no pregunté cuál ni para qué, supuse de quién se trataba así como que de la<br />
reunión no saldría ningún resultado del intelecto.<br />
Abrí un libro de Miguel Ángel Asturias, Hombres de Maíz. Cumplí satisfecho con los ritos iniciáticos que<br />
me inspiran todo comienzo de lectura. Leer las solapas, la contratapa, ver la cantidad total de páginas,<br />
sopesar el tamaño de la letra, recorrer los retiros de tapa, confirmar el autor de la ilustración, olerlo, sí,<br />
leyeron bien, si el libro es nuevo, lo huelo. Me encanta ese olor de papel mezclado con el olor de la tapa<br />
nueva. Luego mido en cantidad de páginas el primer capítulo y comparo, en el índice, si existe simetría<br />
con los demás. Estas acciones que pueden resultar caprichosas me producen placer. Placer que<br />
reitero si, cuando aproximo el fin de la lectura, anhelo que el libro no termine.<br />
Pasé las siguientes dos horas leyendo, abandoné porque me asaltó una languidez que me recordó el<br />
horario del almuerzo. (Otra de mis fijaciones consiste en no dejar de leer entremedio de un capítulo<br />
sino llegar al final. Este método tiene el inconveniente de que, a veces, debo compulsivamente comenzar<br />
el próximo y el siguiente bajo la promesa volátil de que será el último).<br />
Saqué del freezer una milanesa de pollo que parecía una manualidad escolar adornada con brillantina.<br />
La puse en el horno, después de un rato, siempre incierto, abrí el horno y la di vuelta para adornarla<br />
con queso y tomate. Me serví una generosa ración de vino tinto para matizar la espera y recordé a Borges:<br />
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia/ Como si ésta ya fuera ceniza en mi memoria.<br />
Comí moderadamente y bebí en manera contraria tanto que a los postres (una banana) parafraseé a<br />
Charles Agustín Sainte-Beuve: El que abusa de un líquido no se mantiene mucho tiempo sólido. La botella<br />
transparente pareció darle la razón cuando me incorporé para ir al baño, sin embargo, hallé el rumbo<br />
como bien sostenía Nils Kjaer : El que se pierde es el que encuentra nuevas sendas.<br />
Me dormí sentado en un sillón. Una siesta reparadora sin relación al tiempo. Desperté fatalmente. Miltona,<br />
mi esposa, todavía no había llegado (el padre, mi suegro, al que no conocí, se llamaba Milton) (no<br />
abro, como los paréntesis, juicio de valor sobre el nombre de mi esposa a la que siempre llamé Mil)<br />
(como si fuera una cantidad de mujeres en vez de una).<br />
Comencé sin proponérmelo a mirar por la ventana que da al jardín. No vi nada, salvo el jardín y sin embargo,<br />
me embargó una laxitud que me hizo pensar en la belleza del don, el gift, para los ingleses, de la<br />
vida y agradecí a la cópula que me dio origen.<br />
Tomé un libro de la biblioteca con el que me solazaba en estado abandónico como el que ahora me<br />
gobernaba, Desacralización de lo Sacro de Arthur Mc. Ociv, un escocés con un sentido acerado de<br />
humor corrosivo. Va un ejemplo, sobre Borges escribió: “Mire usted a Borges, el onanista crónico, el<br />
artista de la derecha plutocrática por excelencia, la gente lo admira, pero en el fondo Borges es un personaje<br />
totalmente repulsivo, todo en Borges es cómico, de una comicidad desvalida. Cuando leemos a<br />
Borges es como si leyéramos un informe de laboratorio elaborado por los propios cobayos. Tal vez eso<br />
sea lo meritorio.”<br />
(Continúa en la página 29)